13-10-46
¿Hay quien pueda hacer frente al fuego
cuando flamea y a Dios-Amor
cuando quiere amar?
Hoy se abate sobre mí uno de los trances de amor divino más violentos que yo haya jamás probado.
No. En vano me rechazas por un sacrificio de amor.
¡Señor, si he de servirte, no tanta violencia...!
¿Hay quien pueda hacer frente al fuego cuando flamea y a Dios-Amor cuando quiere amar? ¿Amar sensiblemente acaso? No. Y lo experimento.
Hoy se abate sobre mí uno de los trances de amor divino
más violentos que yo haya jamás probado.
Hoy se abate sobre mí uno de los trances de amor divino más violentos que yo haya jamás probado.
Lo siento llegar... Y, con ser una oleada inmensa, no es peso que oprime sino fuerza más bien que atrae, que te arranca de la tierra y te sube arriba, arriba, arriba...
Lo siento acercarse cada vez más extasiante y, antes de perder el conocimiento en fuerza de su inexpresable dulzura, acordándome de mi plegaria y ofrecimiento del 15 de agosto, suplico: "¡Para mí, no! ¡Para mí, no! Para ellos; para que te amen". Está siempre en mi pensamiento la voluntad de renuncia a mis goces místicos a cambio de que ellos vean y comprendan.
No. En vano me rechazas por un sacrificio de amor.
Pero con una más intensa dulzura dentro de la ya inconmensurable dulzura y del océano de Luz y de Fuego que me inunda desbordándose de los Cielos, me llega la Voz inexpresable del Dios Uno y Trino que dice: "No. En vano me rechazas por un sacrificio de amor. Yo te quiero a ti, quiero darme a ti. Busco consuelo para Mí mismo. Busco un corazón que me ame. No quiero ciencia sino amor. No quiero discutir sino poseer. No quiero reprender sino amar. Te quiero a ti. Sáciame. Consuélame. Ámame. En mi deseo infinito de comunicarme, me derramo en donde encuentro quien me comprende. Escribe y después ven..."
Y ya no me queda sino abandonarme... y sentir que me dicen: "Tú debes amar incluso por ellos. Quiero que tú me sacies con el amor que ellos no saben darme como Yo quiero. Y quiero penetrarte de Mí para que tú les llegues a amar como Yo amé a mis verdugos: desmesuradamente. Porque cuando se ama con perfección, se ama de un modo desmesurado a los más infelices, a aquellos que son nuestro dolor. Sin este amor nuestro ellos se perderían".
Y me embriago y ardo como no es posible describir. Y amor a Dios y en El a toda la Creación con los habitantes del Cielo, con los que viven en la Tierra y los que penan en el Purgatorio; a todos en fin, a todos y... ¡oh!, –ellos no lo creerían aunque se lo dijese– les amo como una madre puede amar a su hijo enfermo que, de no atenderle con sumo amor, perecería, sufriendo de que esté enfermo por más que él no crea estarlo ni que su madre sufra por ello.
¡Señor, si he de servirte, no tanta violencia...!
¡Señor, si he de servirte, no tanta violencia...! ¡Tú sabes de mi absoluta debilidad...!
Mas cuando vuelvo a ser la pobre criatura de antes, recuerdo con una dulzura pacífica el huracán de amor del que estuve presa y cómo Dios no escuchó mi súplica; y entonces el corazón que, si resistió fue tan sólo por su querer, palpita extenuado como el pajarillo que subió demasiado arriba y cantó con fuerza desmedida...
Mas si mi Señor recibió consuelo y mi nulidad prestó ese servicio al Todo..., ¡bravo por el amor!, y dulce resulta el dolor del corazón cansado... ¡Llegar a morir por la violencia del amor...! ¿Qué supone vivir y qué morir? Únicamente consolar a Dios.
263-264
A. M. D. G.