8 de diciembre
¡Si te viéramos cual eres!
Ha pasado la procesión (Como aparece por el contexto, se alude aquí a la procesión de Nuestra Señora de Lourdes puesto que se nombra a Bernardita Soubirous y porque, bajo tal advocación particular, se la venera en la Basílica de San Paulino que era la parroquia de María Valtorta en Viareggio.). He querido verla... Me he quedado hecha un trapo de tanto esforzarme por estar alzada para mirar... Me he conmovido recordando tantas cosas... He lanzado besos y puesto mi alma a los pies de María... Habría querido estar para siempre en el puesto de Bernardita... pero en el Cielo, no aquí, en la tierra.
Mas, ¡oh Virgen Santa!, si, como sabes, te he tributado mi más rendido homenaje de fe, sabes también que he tenido que recordar con mi espíritu, más que tu imagen, tu persona porque quien te ve cual yo te veo, encuentra tan fría, material y despreciable la reproducción más acabada, que no la puede contemplar sin sentir pena.
Es nuestro castigo de videntes. La realidad espiritual es tan distinta de la material, que nos deja helados y casi disgustados. ¡Oh Tú, Tú! ¡Si te viéramos cual eres! ¿Qué artista sería capaz de esculpirte o pintarte sin menoscabo de suerte que nosotros pudiésemos mirarte sin recibir pena viendo envilecido lo que es inefable belleza?
¡Dios mío, cómo me amas! Sólo por este don de veros cual sois, están bien pagadas todas las penas.
Mas, entretanto, digo que me ha resultado más dulce contemplar el homenaje del pueblo y, sobre todo, oír esta mañana, en mi doloroso despertar, tu saludo maternal, que no ver tu imagen, tan distinta de lo que eres.
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A. M. D. G.