25-12-46

 

 

el camino más fácil y seguro:

el de la simplicidad

 

 


 

el camino de los que, poseyendo la Sabiduría, intuyen que los caminos impenetrables son peligrosos hasta para los fuertes, mientras que los sencillos son los más seguros.

  ¿creéis vosotros que mis humildes pastores, todos ellos, tengan en el Cielo una gloria y un gozo menores que los de los tres Sabios de Oriente, representantes de los sabios y potentados que, con ciencia, me habrían de amar a través de los siglos? 

  mientras entre los doce apóstoles uno se perdió, de entre los doce pastores ni uno solo quedó privado de la aureola de los bienaventurados 

 Hay dos libros que todo aquel que tenga buena voluntad puede leer y entender así sea un analfabeto. Le basta con tener los ojos sencillos de mis pastores

las hijas deben engendrar igual que engendró la Madre. La virginidad no es óbice para engendrar al Emmanuel

llegar a ser cunas vivientes para el Salvador

 


 

Dice Jesús:

 

el camino de los que, poseyendo la Sabiduría, intuyen que los caminos

 impenetrables son peligrosos hasta para los fuertes,

mientras que los sencillos son los más seguros.

 

"Vengo y os tiendo los brazos como a mis pastores a los que primero amé en la tierra y continué amándoles porque ellos siguieron amándome con el mismo corazón sencillo de aquella noche. Os los presento por modelos puesto que quiero que me améis por el camino más fácil y seguro: el de la simplicidad. Es el camino asimismo de "nuestra " Teresa del Niño Jesús, el camino de los que, poseyendo la Sabiduría, intuyen que los caminos impenetrables son peligrosos hasta para los fuertes, mientras que los sencillos son los más seguros. Nunca el hombre debe confiar en sus fuerzas. hoy se siente fortísimo, mañana, en cambio, más frágil que un junco y tal vez más que un junco partido. Y el peso que pudo hacerle quebrar es ni más ni menos que el pretender las cosas grandiosas, complicadas, repletas de fórmulas, programas y métodos hiperbólicos de una ascensión difícil que el hombre, de por sí, no puede acometer.

No, no es así como se obtiene con facilidad la salvación sino queriendo amar. Así simplemente. Hasta un niño sabe hacer esto e igualmente un pastor. Puedo Yo muy bien precipitarme y arrebatar a uno que me ama con simplicidad hasta las alturas vertiginosas de la heroicidad estupefaciente. Mas ¿creéis vosotros que el gozo que esto proporciona y el mismo gozo paradisíaco de poseerme en el Cielo superen al gozo del que se santificó humildemente en la simplicidad de sus actos llevados a cabo por mi amor?

 

¿creéis vosotros que mis humildes pastores, todos ellos,

tengan en el Cielo una gloria y un gozo menores que los de los tres Sabios

 de Oriente, representantes de los sabios y potentados que, con ciencia,

 me habrían de amar a través de los siglos?

 

¿Creéis acaso que mis humildes pastores, incluso aquellos que murieron antes de que Yo llegara a ser el Maestro –y que, por tanto, no hicieron sino adorarme en aquella noche con todos los demás volcados sobre mi pesebre y mi cuna y después con todo su espíritu por espacio de breves días o años hasta su muerte una vez que la ferocidad de Herodes me separo de ellos– creéis vosotros que mis humildes pastores, todos ellos, tengan en el Cielo una gloria y un gozo menores que los de los tres Sabios de Oriente, representantes de los sabios y potentados que, con ciencia, me habrían de amar a través de los siglos? No, sino que os digo que mientras muchos doctos, tras haberme amado, se perdieron por haber querido conocerme con excesiva ciencia o están aún purgando el científico y complicado culto que me tributaron –su culto investido de las ráfagas heladas de la ciencia– en el fuego purgativo que les enseña a amar sin querer analizar el amor y el Objeto del amor, mis pastores pasaron directamente de la muerte a la Vida cuantos de ellos me sirvieron como discípulos, y de la muerte a la espera pacífica de Mí en el Limbo cuantos de ellos murieron antes de que Yo subiese al Padre.

 

mientras entre los doce apóstoles uno se perdió,

de entre los doce pastores

ni uno solo quedó privado de la aureola de los bienaventurados

 

Y más os digo: que mientras entre los doce apóstoles uno se perdió, de entre los doce pastores ni uno solo quedó privado de la aureola de los bienaventurados. Y ello porque, al ser sencillos, se saciaron y compenetraron con mi sencillez de Infante. no vieron ni amaron a otro que al Hijo que le nació al Pueblo de Israel, al Niño Salvador "envuelto en pañales y recostado en un pesebre" (Lc 2, 8-12), al que después vieron, lactante, crecer igual que los demás niños, no decayendo su fe en el origen divino de la Criatura nacida en Belén de Judá, al ver su pobreza y limitación de infante ni calcularon el provecho que podría reportarles Aquel a quien la mayoría de Israel soñaba como rey vengador en vez de recibirle como Salvador espiritual de su pueblo y del mundo. Amaron y esto, siempre. Hasta aquellos que después me vieron y sirvieron entre las aclamaciones de las gentes, amaron. Supieron seguir a Jesús únicamente por poseer el reino de los Cielos. No soñaron ni cayeron en la desilusión, en la incredulidad, en el odio, en la venganza, como ocurrió con Judas de Keriot, desilusionado en su sueño de poder, que llegó hasta el deicidio.

 

Hay dos libros que todo aquel que tenga buena voluntad puede leer

 y entender así sea un analfabeto.

Le basta con tener los ojos sencillos de mis pastores

 

Sed sencillos. Hay dos libros que todo aquel que tenga buena voluntad puede leer y entender así sea un analfabeto. Le basta con tener los ojos sencillos de mis pastores. Estos libros son: el pesebre de Belén y la cruz del Gólgota. Esos dos libros hablan y dicen palabras eterna. Proponen enseñanzas ante las que la sabiduría de todos los sabios, desde Salomón al último que exista, es muy limitada. Mi Nacimiento en la mayor desolación viene a enseñaros el desapego de las riquezas y de los honores y a apagar vuestra sed de honores humanos y de cosas inútiles; y mi Muerte en el dolor a haceros ver que es con él como se conquista el Reino para sí mismos y para el prójimo al que siempre se le debe amar.

Amaos, amadme y que mi paz esté con vosotros".

 

Dice María:

 

las hijas deben engendrar igual que engendró la Madre.

La virginidad no es óbice para engendrar al Emmanuel

 

"Yo soy vuestra Madre y vosotras mis hijas. Ahora bien, las hijas deben engendrar igual que engendró la Madre. La virginidad no es óbice para engendrar al Emmanuel. Yo misma, siendo virgen y consagrada, dije: "Pero ¿cómo puede ser eso si yo no conozco varón?". Y el ángel respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y te hará sombra el poder del Altísimo" (Lc 1, 34-35). Y fue el Emmanuel. El Espíritu Santo desciende a las almas que me Hijo redimió y saben vivir en la justicia. En ellas hace su morada convirtiéndolas en portadoras de Dios. Ahí tenéis cómo la virginidad no es obstáculo antes os ayuda a llevar a Cristo en vosotras y a darlo al mundo con la luz de vuestras obras. Llegaos a la virginidad fecunda que da a luz para el mundo tenebroso la Luz del mundo.

 

llegar a ser cunas vivientes para el Salvador

 

Os quiero enseñar lo que se requiere para que Cristo inhabite en vuestro corazón virginal:

Obediencia total hasta llegar a renunciar a los deseos más santos para cumplir la voluntad de Dios.

Reserva absoluta acerca de los misterios propios de la inhabitación de Dios en vosotras.

Humildad inalterable no obstante el prodigio de su inhabitación.

Tened en cuenta que Satanás acecha para descubrir a Cristo donde se encuentre, siendo preciso defender a Cristo del veneno de Satanás. En tal caso El no moriría ni resultaría herido por ser Dios; mas vosotras, sí. Y Cristo no podría estar donde hay ligereza en levantar los velos tendidos sobre los misterios de Dios y hedor de propia complacencia. Por eso vosotras, en alianza con Satanás, colocaríais a Cristo en el trance de tener que retirarse adonde no hay turbación diabólica.

Confianza perfecta en la ayuda que Dios presta en todas las circunstancias a las portadoras de su Verbo.

Pureza de voluntad. Portarlo, no para gloriarse de ello sino para  darlo a los hombres.

Candor de alma y de pensamiento puesto que sólo en el candor se encuentra Jesús.

Caridad seráfica, ya que es en el fuego en donde el Fuego divino se concreta en: Jesús-Luz, Jesús-Sabiduría, Jesús-Paz y Jesús-Salvador. Caridad para con Dios que todo lo sabe y lo comprende; y caridad para con el prójimo que no sabe, no quiere saber ni comprende porque no quiere comprender. Los hombres no conocen la Luz. Las portadoras de la Luz han de llevar a los hombres, a través de la caridad, al conocimiento de la Luz, de la Caridad y de la Salvación, es decir, de Dios.

Con estas siete prácticas llegaréis a ser cunas vivientes para el Salvador y me imitaréis a Mí que soy vuestra Madre y os amo".

282-285

A. M. D. G.