2 de abril de 1947

"Se dice en el Génesis:" ... y le insufló en el rostro el soplo de la vida"

 

 

 

Dios es nuestro Creador y nuestro Padre

 

 

 


 

Se dice en el Génesis: ... y le insufló en el rostro el soplo de la vida

   Algunos confunden el ser creados por Dios con el ser de Dios y así dicen que todo lo que existe es Dios ...

   Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo

  no son las partículas las que forman a Dios sino que es Dios el que infunde su espíritu –o sea, parte de Sí–  para formar al hombre:

 


 

Dice Jesús en relación con la frase "el alma que es una partícula de Dios" (9-5-45), frase que el P. Migliorini querría corregir así: que es casi una partícula, etc., etc.

 

"Se dice en el Génesis:" ... y le insufló en el rostro el soplo de la vida"

 

"Se dice en el Génesis:" ... y le insufló en el rostro el soplo de la vida" (Gn 2, 7). Dios-Vida insufló su soplo en el hombre. Le dio, por tanto, una partícula de su Ser Infinito, de su Amor; en suma, de Sí mismo.

Con su poder creador Dios os da el alma, la parte eternamente vital que hay en vosotros y que constituye la espiritual semejanza e imagen que el hombre tiene con Dios su Padre y Creador. Creador porque os creó y Padre porque, lo mismo que un padre terreno comunica a los hijos, a una con la sangre de su propia estirpe, la semejanza física y psíquica consigo mismo, así también el Eterno Padre os comunica en el espíritu, a una con la Vida que de El se derrama y que, conforme a su deseo, debería gozar de El eternamente en los Cielos tras la prueba terrena, la imagen y semejanza con El. La Vida os la da el Padre, como verdadero Padre, porque padre es aquel que da vida y, como Padre eterno, porque eterno es el que os da la vida.

 

Algunos confunden el ser creados por Dios con el ser de Dios

y así dicen que todo lo que existe es Dios ...

 

Algunos confunden el ser creados por Dios con el ser de Dios y así dicen que todo lo que existe es Dios y que, por tanto, el hombre tiene la misma naturaleza y la esencia misma de Dios e, incluso, que las demás creaciones de Dios que nosotros vemos, son Dios. No puede darse error soberbio más grande.

El hombre no es de la misma naturaleza y esencia que Dios y menos aún lo son las demás cosas creadas. Dios es el Creador y el hombre el que por Dios fue creado. Si el hombre fuese Dios, no habría tenido necesidad de ser creado puesto que Dios es el Increado. Si el hombre fuese un todo con Dios, la Tierra sería ya Cielo porque los hombres, la parte, tendrían ya el gozo del Todo. Ese gozo que es el fin último del hombre y al que éste accede tras las luchas y perseverancias heroicas sostenidas y llevadas a cabo durante el día del exilio terreno. ¿Cómo habría de estar el hombre desterrado en la Tierra si todo lo que existe fuese Dios? El hombre, en tal caso estaría ya en Dios, o lo que es lo mismo, ya no estaría en el exilio. Si fuese Dios, ¿cómo habría de pecar? Y en tal caso ¿cómo podría nacer con la Culpa original? Y, por último, si fuese Dios, ¿cómo podría tener principio mediante una concepción dado que Dios existe desde siempre y por ninguno ni por cosa alguna fue creado?

Como ves, alma mía, la doctrina herética que asegura que todo es Dios destruye innúmeras verdades de la historia de Dios y de la del hombre. Destruye las relaciones de regia, divina paternidad y de filial sujeción. Destruye el reverencial temor de Dios. Hincha al hombre con obscena soberbia porque le hace erguir la frente proterva lazando el grito de Satanás: "¡Soy igual que Tú!". ¿Quién como Dios? Al grito satánico se contrapone el grito angélico de Miguel: "¿Quién como Dios?". Y los hijos de Dios responden: "¡Nadie como Dios! ¡Tú sólo santo! ¡Tú sólo Señor! ¡Tú sólo Altísimo!".

Es el himno de aquellos en los que la "parte, o sea, el espíritu de Dios", como la han definido los más eminentes teólogos, se encuentra realmente viva al vivir en el Amor y hallarse injertada en Jesucristo. Es el himno de quienes, a la primera creación del alma, –la inspiración del hálito de Dios en un polvo que se convierte en carne que tornará a ser polvo para después reconstruirse carne en la resurrección final y último juicio– hacen y saben hacer que siga la recreación con la vida restituida por el Bautismo y mantenida por los Sacramentos y demás dones paternos y divinos, la "vida", esto es, la Gracia; y la supercreación con la voluntad heroica que verdaderamente los supercrea semejantes a Dios, espejos eternos que reflejan la Perfección eterna e inflaman con sus esplendores los Cielos refulgentes, trono para el Inmenso, Poderoso y Santo Dios Único, Uno y Trino.

 

"Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo"

 

Está bien dicho: "Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo" (Salmo 82, 6; Jn 10, 34). Mas si sois hijos es por la "partícula" que Dios os inspiró y dioses debéis llegar a ser con el esfuerzo constante de toda la vida terrena. Si fueseis ya dioses, no tendríais que esforzaros en llegar a serlo. El Amor os invita a divinizaros mediante el amor; mas no nacéis dioses ni lo sois por cuanto Dios es Uno solo. La "parte", esto es, el alma espiritual, infundida por Dios en vosotros, es la que os proporciona aspiraciones y el modo de llegar a ser los reyes del Reino de Dios e hijos eternamente del Altísimo que es vuestro premio, riqueza y gozo eterno e inconmensurable.

Aquellos, por tanto que quieren turbarte por haber escrito que "el alma es partícula de Dios", reflexionen también sobre lo que los Santos Padres y mentes privilegiadas católicas de todos los tiempos han dicho y sepan que negar el saber ciertas cosas para turbar a un alma, es cometer doble pecado.

Piensen también a qué clase de personas hablaba Yo: a Gentiles, para los que era necesario emplear un método de enseñanza que sedujera su imaginación y su deseo de subir a los Olimpos en los que tantos personajes de su tiempo habían sido colocados, transformados en deidades por la idolatría de los pueblos hacia criaturas del común de los seres; y ello para atraerles, a través de aspiraciones humanas, hacia los senderos en los que ya esplende Dios a modo de sol lejano que, con su dulce, majestuoso y divino esplendor, invita a ser alcanzado. Criaturas paganas que desconocían la existencia del alma y que, si habían de comprender su importancia y dignidad y el deber de tutelar su "vida", era sólo haciéndoles entender bien que ella encierra un valor excelso al tener su origen en Dios que la crea.

No era fácil seducir al Bien a mentes cubiertas con tenaces escamas de concepciones paganas. ¡Qué difícil resultaba entonces el apostolado! Yo y los primeros evangelizadores hubimos de abrir las mentes al igual que con una reja afilada y tenaz se rasgan las glebas endurecidas por siglos de error, intrincadas de raíces tenacísimas y consolidadas en su mente religiosa por el amor de patria a la que creían en peligro si se derribaban los altares de los ídolos y se sustituían las ceremonias y creencias paganas con las verdades cristianas. De mentes más cultivadas que los negros del África o los salvajes de la Patagonia y la Polinesia, los griegos, romanos, galos, iberos y cimbros, sobre todo los dos primeros resultaron dura conquista para los operarios de Dios. Y las historias de la Iglesia atestiguan documentalmente cuánto ingenio y cuánto dolor costó a los primeros sacerdotes cristianos cambiar el mundo pagano a cristiano. Con caridad perfecta, paciencia perfecta, heroísmo perfecto y toda clase de virtudes perfectas he ahí cómo se conquistó el mundo pagano parra Dios.

Ahora sería el caso de volver a empezar. Mas si el mundo es nuevamente una dura gleba a la que el error esteriliza, si se encuentra ligado con malas raíces y endurecido con el odio, faltan demasiadas rejas, dulces, afiladas, tenaces y perseverantes  que, a costa de un sacrificio total, vuelvan a rasgar la gleba librándola de las raíces malsanas y depositando en ella la semilla del amor.

 

no son las partículas las que forman a Dios sino que es Dios el que infunde su espíritu 

–o sea, parte de Sí–

 para formar al hombre:

 

Querer añadir un "casi" es verdaderamente acercarse más al concepto herético de que todo es Dios. Porque la deidad (en este caso no divinidad, dado que un dios, así concebido en el pensamiento como hecho de todo lo que existe, no es Dios sino una deidad pagana) parece así  compuesta de estas partículas. No, no son las partículas las que forman a Dios sino que es Dios el que infunde su espíritu –o sea, parte de Sí–  para formar al hombre: criatura compuesta de una sustancia espiritual y de otra corporal. Que quede pues como Yo lo dicté por ser así de justicia; y todo aquel que tenga un espíritu recto religioso lo comprenderá igualmente.

Y tú queda en paz. Yo soy el que dicto y no conozco el error porque soy la luminosa Sabiduría infinita".

 

Nota mía:

Esta "anotación marginal" se debe a la insistencia y a las afirmaciones del P. Migliorini de que la frase "el alma que es una partícula de Dios" es herética y que hay que corregirla añadiéndole un "casi". El P. Migliorini insiste para prevenir la condena eclesiástica que recaería de no acceder yo a añadir la palabra "casi".

Yo nada entiendo de este "sentido panteísta" que el P. Migliorini asegura darse en la frase aludida. Si algo recuerdo de las explicaciones recibidas en la escuela, paréceme que panteísmo y religión panteísta vienen a ser esos sistemas de creer y de pensar que ven y adoran al dios en el que creen como existente hasta en las plantas, bestias, astros, naturaleza, etc. etc. Con todo podría también equivocarme porque hace 34 años que dejé de acudir a la escuela.

De verdad, si sentido panteísta quiere decir esto, no sé cómo el P. Migliorini pueda dar semejante interpretación a esta frase: "el alma que es partícula de Dios" –el alma, no todo el hombre– frase inserta en una visión acompañada de un extenso dictado en el que aparecen perfectamente definidas las relaciones entre Dios y el alma así como las diferencias entre la Naturaleza de Dios y la nuestra de hombres. Según mi pobre entender, pienso que toda la Creación –y el hombre más que ninguna otra cosa– nos habla de Dios, pero que entre los civilizados tan sólo un loco puede adorar a Dios en las plantas, en los pájaros, en la estrella lejana y adorarlos cual si fuesen Dios.

Por mi parte, yo me quedo con el viejo Metastasio: adoro las cosas de Dios en las cosas creadas; pero a Dios le veo y adoro únicamente en su divina y suprema Naturaleza y Esencia.

347-351

A. M. D. G.