20 de agosto
Las intervenciones del Ángel Custodio
Otra intervención del Ángel Custodio
Habéis de vivir al lado de quien no os agrada Sobre todo no juzguéis pues no sabéis juzgar
Dice S. Azarías, continuando todavía sus explicaciones sobre los Ángeles Custodios (la otra es del 16 de julio de 1947):
Otra intervención del Ángel Custodio
"Otra intervención del Ángel Custodio es la de estar constante y maravillosamente activo ante Dios del que recibe las órdenes y al que ofrece las obras buenas del custodiado, presenta y apoya sus súplicas e intercede en sus penas. Y actúa también al lado del hombre para el que, de un modo sobrenatural, actúa de maestro guiándole sin desmayos por el recto sendero mediante inspiraciones, luces y atracciones hacia Dios.
¡Oh!, nuestro fuegos, que son los fuegos de la Caridad que nos creó y nos penetra con sus ardores, nosotros los dirigimos a nuestros custodiados del modo como el sol lo hace con la gleba que cubre la semilla para caldearla y hacerla germinar y después con el tallo para robustecerlo y conseguir que alcance a ser tronco y árbol lozano. Con nuestros fuegos os confortamos, caldeamos, robustecemos, iluminamos, amaestramos y os atraemos al Señor. Si después el alma, con su obstinación en el hielo y en la dureza, no se deja penetrar ni vencer por nosotros; si no escucha la caritativa armonía de nuestras enseñanzas, antes las rechaza para aceptar la fragorosa música infernal que atolondra y enloquece, no es ya culpa nuestra. Nuestro es únicamente el dolor por la quiebra de nuestra acción amorosa sobre el alma a la que amamos con toda nuestra capacidad después de Dios.
Nosotros estamos pues siempre al lado de nuestro custodiado, ya sea éste un santo o un pecador. Desde la infusión del alma en la carne hasta su separación de la misma, nosotros estamos junto a la criatura humana que el Altísimo Señor nos confió. Este pensamiento de que todo hombre tiene a su lado un ángel, debería ayudaros a amar a vuestro prójimo, soportarlo, acogerlo con amor y con respeto, si no por él mismo, al menos por el invisible Azarías que está a su lado y que, como ángel, merece siempre respeto y amor.
Si pensaseis que en todas vuestras acciones relacionadas con el prójimo,
además del Ojo omnipresente de Dios, vigilan y observan dos espíritus angélicos
Si pensaseis que en todas vuestras acciones relacionadas con el prójimo, además del Ojo omnipresente de Dios, vigilan y observan dos espíritus angélicos que gozan o sufren según como os portáis, ¡cuánto mejores seríais con vuestro prójimo! Pensad que cuando estáis con una persona, la honráis o la mortificáis, le ayudáis o la rechazáis, pecáis con ella o la apartáis del pecado, os instruye o la instruís, la beneficiáis u os beneficia ella... dos ángeles, el vuestro y el suyo, se hallan presentes y ven, no sólo vuestras acciones manifiestas sino también la verdad de las mismas, es decir, si las hacéis con verdadero amor, o bien con amor fingido, con rencor, con cálculo y así de lo demás.
¿Dais una limosna? Los dos ángeles ven cómo la dais. ¿No la dais? Los dos ángeles ven el verdadero porqué de que no la dais. ¿Dais hospedaje a un peregrino o le rechazáis? Los dos ángeles ven cómo le hospedáis y lo que hay de verdad espiritual en vuestra acción. ¿Visitáis a un enfermo? ¿Aconsejáis a un dubitante? ¿Consoláis a un afligido? ¿Honráis a un difunto? ¿Conseguís hacer volver la justicia a un descarriado? ¿Prestáis ayuda al necesitado de ella? En todas las obras de misericordia están de testigos dos ángeles: el vuestro y el de quien recibe vuestra misericordia o se ve defraudado de ella.
¿Qué alguien os viene a buscar o a importunar? Pensad siempre que no le recibís a él solo sino también a su ángel con él. Y, por eso, mostraos siempre caritativos porque hasta un delincuente tiene su ángel y nunca el ángel es delincuente por más que lo sea su custodiado. Acoged por tanto con amor a cualesquiera, si bien, por precaución, ese amor sea prudentemente reservado, o también un amor severo para hacer comprender a vuestro prójimo que os visita que su conducta es reprobable y os causa dolor, debiendo cambiarla, no tanto por complaceros a vosotros cuanto por agradar a Dios. Acogedle con amor, ya que si rechazáis al hombre que os resulta antipático, indeseable, importuno en aquel momento o que sabéis que es un pérfido, rechazáis igualmente al huésped invisible pero santo que está con él y por el que os debieran ser gratas las visitas porque todo prójimo que viene a vosotros trae a vuestra casa o hace que esté cerca de vosotros el ángel que le guarda.
¿Habéis de vivir al lado de quien no os agrada?
Sobre todo no juzguéis pues no sabéis juzgar
¿Habéis de vivir al lado de quien no os agrada? Sobre todo no juzguéis pues no sabéis juzgar. El hombre no juzga con justicia sino rarísimamente. Mas, aún juzgando con justicia basándoos en datos positivos y examinados sin prevenciones ni rencores humanos, no faltéis a la caridad pues, además de contra el prójimo faltaríais contra el ángel de la guarda de aquel prójimo. Si supieseis haceros estas consideraciones, cuánto más fácil os sería superar las antipatías y rencores y amar, amar llevando a cabo las obras que harán que Jesús, Señor y Juez, os diga: "Tú, bendito, ven a mi derecha".
¡Ánimo!, un pequeño esfuerzo y siempre esta continua reflexión: ver con los ojos de la fe al ángel custodio que está al lado de todo hombre y obrar siempre como si todo lo que hacéis se lo hicieseis al ángel de Dios que lo testimoniará ante El. Él, el ángel custodio de todo hombre –os lo aseguro– unido con el vuestro, dirá al Señor: "Altísimo, éste que ves fue siempre fiel a la caridad, amándote a Ti en el hombre, amando el mundo sobrenatural en las criaturas y por este amor soportó ofensas, perdonó, fue misericordioso con todos a imitación de tu Hijo amado cuyos ojos humanos, mirando incluso a sus enemigos, veían a su lado, con la ayuda de su espíritu santísimo, a los ángeles, a sus afligidos ángeles, a los que honraba ayudándoles en el empeño de convertir a los hombres y así glorificarte con ellos a Ti, Altísimo, salvando del Mal el mayor número de criaturas posibles".
Quiero que tú, que te alegras porque, al venir el Señor encuentra un ángel más que le adora, quiero que tú, que crees en la presencia del ángel del recién nacido, creas igualmente en mis palabras y te comportes con todos cuantos acuden a ti o con los que tienes cualquier clase de relación, como te he dicho, pensando en su ángel custodio a fin de superar cansancios y desdenes, amando a todos con justicia y así hacer algo grato a Dios y honroso para el custodio angélico al que, por otra parte también le servirá de ayuda.
Medita, alma mía, de qué forma os honra el Señor y cómo nosotros, los ángeles, os honramos a vosotros y os procuramos la manera de ayudarnos –Él, el Divino, y nosotros, sus espirituales ministros– mediante la palabra apropiada para hacer entrar de nuevo por las vías de la justicia a un semejante vuestro y, sobre todo, con el ejemplo de una conducta firme en el Bien. Firme, esto es, que no se presta a tolerancias y compromisos por no perder la amistad de un hombre atenta únicamente a no perder la amistad de Dios y de sus ángeles. Supondrá tal vez dolor tener que ser severa para no consentir que la gloria de Dios y sus quereres sean pisoteados por un hombre. Ello te proporcionará tal vez desaires e indiferencias. No te preocupes. Ayuda al ángel de tu prójimo y esto será también lo que encuentres en el Cielo".
375-378
A. M. D. G.