17-9-47 (A los Colosenses)

 

 

cONSIDERA LA GRAN LIBERTAD DEL CRISTIANO

 

 


 

El hombre-animal –que tal es el hombre privado de la Gracia, o sea, como es cuando nace de mujer– es a los ojos de Dios semejante a un muerto cuyo cuerpo putrefacto no puede entrar a contaminar el Templo eterno  

 Si pues habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, por qué, como si aún vivieseis del mundo, os sometéis a estos preceptos: no tocar, no gustar, no manejar

 


 

Dice Jesús:

"(V. 23, cap. I) Nada supone recibir el Bautismo y los demás Sacramentos, como tampoco la Confesión en el trance de la muerte, a menos que sea sincera y leal, y el Óleo Santo, si no vivís perseverantes "bien fundamentados y consolidados en la fe e inconmovibles en la esperanza del Evangelio". De otra suerte tales dones, de un valor infinito, se truecan en condena vuestra. Porque a quien más se le da más se le exige. Porque el Evangelio es Vida. Porque los Sacramentos son Fuerza. Porque en el Cristianismo todo es activo y ¡ay de aquellos que con tanta Vida infusa en ellos son tibios y perezosos que vegetan sin trabajar con las grandes potencias que se les facilitaron para presentarse siempre "santos, inmaculados e irreprensibles ante el Altísimo"!

 

El hombre-animal –que tal es el hombre privado de la Gracia,

o sea, como es cuando nace de mujer–

es a los ojos de Dios semejante a un muerto cuyo cuerpo putrefacto

no puede entrar a contaminar el Templo eterno

 

V.12 del cap. II. El hombre-animal –que tal es el hombre privado de la Gracia, o sea, como es cuando nace de mujer– es a los ojos de Dios semejante a un muerto cuyo cuerpo putrefacto no puede entrar a contaminar el Templo eterno en el que esplende el trono de Dios y al que no puede venir Aquel que hinche de Sí toda la Creación, omnipresente a todo lo que existe con su Poder en las creaciones inferiores y con su Poder, Sabiduría y Amor en el hombre, creación superior.

Mas no le basta a Dios con haberos creado. El, Perfección de la Creación, quiere habitar en vosotros con su Perfección Trina, poseeros antes de darse a vosotros en posesión eterna y gozar con vosotros antes de que vosotros podáis gozar de El en el Cielo. Y he aquí entonces cómo Cristo, obedeciendo al Padre y al Amor, se encarna y se inmola para hacer del agua bautismal, no un rito sino una vida. Esto es lo que hace Cristo: os injerta  la Vida haciendo el Bautismo de operador. Así como un cirujano, si tal fuera posible, tomando a un nacido muerto le hiciese tornar a la vida uniéndolo a una matriz activa, de idéntica forma opera en vosotros el Bautismo. Os toma muertos, os sumerge en la onda que es agua, pero que, en realidad, es sangre, mi Sangre, y os devuelve vivos con la Vida que es Gracia.

 

Si pues habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo,

¿por qué, como si aún vivieseis del mundo,

os sometéis a estos preceptos: no tocar, no gustar, no manejar?

 

Cap. II, v. 20. Considera la gran libertad del cristiano fortificado con la Vida que recibió. Dice el Apóstol: "Si pues habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué, como si aún vivieseis del mundo, os sometéis a estos preceptos: no tocar, no gustar, no manejar?"

Gran verdad que Yo se la dije a mis fieles: "Aquellos que crean en Mí expulsarán los demonios, beberán venenos, tocarán las serpientes, pisarán los escorpiones, pasarán por el fuego, el agua y entre las fieras salvajes sin que nada de todo ello les haga mal hasta tanto que Yo-Vida no les conceda el vestirles con la púrpura de los mártires". El verdadero cristiano no debe temer al mundo ni a sus potencias, las cuales y el cual ponen insidias hasta en las cosas más naturales, como son el goce de un alimento, de una fruta, de una flor, de una caricia dada o recibida, o bien en las cosas buenas creadas por Dios para que el hombre, su hijo, gozase de ellas, cambiándolas a venenos, serpientes, escorpiones, agua, fuego y fieras salvajes.

Tened mi plenitud en vosotros sin privaros de lo que Dios os concedió: con justicia, prudencia, templanza y así superaréis las insidias de los demonios y de los sentidos. Porque Yo, que vencí a la muerte y al pecado, os fortificaré contra las cosas que os puedan resultar pecados y muerte".

383-384

A. M. D. G.