23 de octubre de 1947
Anticipad la hora del triunfo de la Mujer...
En el culto de María estriba el secreto de la postrera Redención.
Dice Jesús:
"Celebraste el Año Santo coincidiendo con tu 50.º cumpleaños. Me tuviste como sólo tú sabes. Y queda en este tu año jubilar hasta que se te cambie en un siglo eterno de paz paradisíaca. Mas el Año Santo que está por venir deberá estar marcado por un carácter suyo especial. el carácter mariano.
Se celebró el Año Santo extraordinario en el 19.º centenario de mi Pasión. La Sabiduría infinita desearía que se celebrase también este otro centenario de la gloriosa Asunción de mi Madre al Cielo y que esta celebración prestase un carácter especial al próximo Año Santo (En 1923, bajo el Papa Pío XI, se celebró el Año Santo extraordinario de la Redención. En 1950, año santo ordinario, el Papa Pío XII definiría el dogma de fe de la Asunción de María Santísima, en cuerpo y alma, a la gloria del Cielo.). Sería del agrado de la Sabiduría infinita que alentara en el sentimiento de todos este deber, esta necesidad y esta previsión de dar un carácter de triunfo mariano y, por tanto, de incentivo para el culto de María, Salvación vuestra, –en el pavoroso final de este siglo terrible en el que, como castigo de Dios, pueden llegar a abrirse los siete sellos (Ap 5-6)– al próximo Año Santo. Hace ya siglos que la cristiandad espera esta proclamación triunfal de la Virgen-Madre, asunta por Dios al Cielo para ser gozo de Dios del que fue Templo vivo en la tierra, Reina de los coros celestiales y del pueblo de los Santos.
En verdad muchos de los sellos se han abierto ya. Mas ¡ay si se abriesen todos y llegaran a abrirse!
Anticipad la hora del triunfo de la Mujer vosotros,
cabezas de los marcados con la señal de los siervos de Dios,
de los elegidos cuya morada es el Cielo
Anticipad la hora del triunfo de la Mujer vosotros, cabezas de los marcados con la señal de los siervos de Dios, de los elegidos cuya morada es el Cielo. Anticipad la hora del triunfo de María sobre Satanás, sobre el mundo, la materia y la muerte vencida dos veces por Nosotros, vencida en esa Criatura hasta en no conocer la muerte espiritual del pecado además de la de su carne que no se corrompió y que vive aquí. Anticipad la hora del triunfo de María y se unan a él los Ángeles capitaneados por Miguel, los hombres, las mujeres y los niños de la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica, Romana para que, por un tiempo, sea abatido el dragón de las siete cabezas, diez cuernos y siete diademas malditas, esto es, las siete seducciones (Ap 12,3) y así tenga tiempo la Cristiandad de reunirse y fortificarse en la caridad y en la fe, agrupándose para la defensa en la última batalla.
¡Ay si llega a ser proclamada reina la mujer vestida de púrpura y escarlata a la que sirve de trono la bestia inmunda de los nombres blasfemos antes de que sea proclamada Reina de los ángeles y de los hombres, con palabra infalible, la Mujer vestida del sol, cuyos pies pisan la luna y ciñe su cabeza una corona de estrellas!(Ap 12,1; 17, 3-4).
En el culto de María estriba el secreto de la postrera Redención.
No puede haber ya una segunda redención llevada a cabo por Mí, Cristo. Mas sí puede haber otra, gloriosa, por medio de María, para salvar de las redes infernales a un gran número de espíritus. En el culto de María estriba el secreto de la postrera Redención.
Si es que me descubren a Mí en las palabras de la Obra, comunicarás estas otras a Aquel que sabes".
393-395
A. M. D. G.