24 de octubre
En el centro del divino y esplendidísimo símbolo aparece
María Santísima en su más fúlgido aspecto glorificado
Veo el incandescente simbolismo de la Santísima Trinidad: el Triángulo con el que se la representa a nuestros sentidos humanos.
En el centro del divino y esplendidísimo símbolo aparece María Santísima en su más fúlgido aspecto glorificado. Nunca la vi tan bella y gloriosa. Es llama de un candor tal que destaca sobre el Horno ardiente del Dios Uno y Trino. Su cuerpo, rostro, manos, vestido son luz. ¡Luz! ¡Luz! ¡Qué luz tan dulce y potente, qué belleza tan luminosa es María; qué eterna e incorruptible belleza hay en la Bienaventurada Virgen-Madre! Y ¡qué humildad! ¡Qué oración! Tiene las manos cruzadas sobre el pecho como en la Anunciación y el rostro subido, levantando para mirar al vértice fulgidísimo del Amor Uno y Trino. Con todo, es toda humildad. El lirio es menos cándido y el sol y la luna menos radiantes que Ella. Figura incluida en el divino Triángulo desde la altura de las caderas. El resto del cuerpo, con las piernas envueltas en el vestido paradisíaco, destaca sobre el fulgor del empíreo.
Dice la voz del Eterno Padre: "Así está María en Nosotros. Que los sabios en teología comprendan lo que esta visión quiere dar a entender, cuanto de poder y de saber se encierra en María a la que todo el Amor se entrega, toda la Sabiduría se revela y todo el Poder se presta a conceder".
¡Qué belleza! Y ¡qué bien se entiende todo viendo estas cosas así sea una tan ignorante como yo! Y lo malo es que mi espíritu, debido a mi incapacidad de pobre ignorante, no sabe expresar con palabras lo que, al ver, entiende.
He dicho que la gloriosa María "figura incluida en el Triángulo divino desde la altura de las caderas", no porque María sea mayor que la representación de la Santísima Unidad y Trinidad de Dios, pues ésta ciertamente es más grande y espléndida que la esplendidísima María sino porque creo que el Altísimo me muestra así la visión para hacerme entender que María es grande, grandísima, la segunda después de Dios que es el Primero, pero no como Dios que es Inmenso e Infinito. Así pues, María se me aparece en el divino Triángulo, mas cual si Este velase sobre Ella y la circundase con sus fulgores de amor como a su Criatura la más amada de entre todos los hijos de los hombres aunque siempre criatura. Yo balbuceo... No sé explicar lo que tan bien he entendido... Y me apena esta insuficiencia mía porque querría hacer entender cuanto he comprendido. Me esfuerzo en hacer ver cómo era la figura; pero que se compadezcan de mi puesto que no sé hacerlo mejor.
395-396
A. M. D. G.