28-10-47

 

 

Jesús niño y Jesús inmolado

en los brazos de María Valtorta

 

 


 

El gozo sobrenatural, ese gozo que no se puede describir, que por poco mata de no acompañar Tú al don una fuerza sobrenatural capaz de hacer soportar este inmenso gozo de tenerte en el regazo entre pañales al igual que María te tuvo en la Gruta de Belén entre vagidos de Niño recién nacido... Y la compasión, que también es éxtasis, aunque saturado de dolor y de lágrimas, de tenerte en el regazo, muerto con tu dolorosa imagen de Inmolado cual tu Madre te tuvo al pie de la Cruz...

¡Gracias, Señor! No soy digna de estos divinos favores...

El tibio calor de tu rosado Cuerpecito de Recién nacido me ha llegado al corazón. ¡Mi querido Jesús Niño! ¡Besarte esas carnes tiernecitas, esas manitas inquietas, esos piececitos tan diminutos y sonrosados, esos ojitos y boquita tan pequeñines e inocentes, ¡oh!, tan inocentes! Y el hielo de tu Cuerpo pesado con la muerte, rojo de sangre, lívido de golpes, sin saber dónde besarte por no dar con una herida tuya o lividez, llorando en la soledad sobre Ti... También este hielo de tu Cuerpo extinto me ha llegado al corazón... ¿Has llegado a sentir las llamas de mi corazón compasivo que habría querido dar calor a tu Cuerpo helado?

396-397

A. M. D. G.