18-11-47
la imagen de la Victima fue la que, sobre todas,
se enseñoreó de ti.
Abrías tus alas al alba de tu existencia dirigiéndolas hacia mi dolor
¡Oh, ha sido y es el Amor el que me transporta con amor...!
Estoy corrigiendo, esto es, haciendo que sean legibles los escritos. Leo la plática de Jesús a las discípulas el viernes anterior a su entrada en Jerusalén en el punto en que compara al alma con un golondrino que se hace cada vez mas firme en el vuelo.
En esto suena amorosísima a mi vera la voz de Jesús que me llena de alegría y dice:
Abrías tus alas al alba de tu existencia dirigiéndolas hacia mi dolor
"También tú has sido como aquel golondrino. Has sido mi golondrino. Te has robustecido y orientado cada vez con mayor seguridad para los grandes vuelos. Abrías tus alas al alba de tu existencia dirigiéndolas hacia mi dolor. La Víctima fue siempre el punto de mira en tu orientación. ¡Cómo me amabas entonces, oh inocente marcada con el dolor, que, de cuanto constituyó mi jornada terrena, sentías predilección por mi hora de dolor!
Después me amaste como Pan de Vida. Más tarde como Corazón de los corazones. Pero la imagen de la Victima fue la que, sobre todas, se enseñoreó de ti. Ella fue tu estrella polar, tu sol ensangrentado. La sangre de mis heridas tu miel. Mi mirada agonizante tu consuelo. La consumación de mi vida tu ejemplo. Y emprendiste el vuelo cada vez más firme, cada vez más segura y cada vez más lejos y a lo alto, alma, alma víctima, ovejita del Mártir, María, amante como la otra María, pero teniendo, para hacerte tan querida de Mí, la inocencia de tu vida honesta.
¡Oh, ven! Ven aquí conmigo. Ven y que mi última herida sea nido para ti, mi golondrino cansado de vuelos terrenos y de lo que es mundo. Cansado igual que lo estaba mi Corazón en los últimos días de la vida. ¡Ven a Mí!
Todo me lo has dado para subir cada vez más arriba. Y Yo todo te lo he dado a ti. Todo mi amor y todo el conocimiento de Jesús de Nazaret. Y aún te ha dado más. Mas éste es el amor que no se desvela a los hombres. El amor que se realiza bajo la mirada de nuestro Padre y que los serafines anotan.
¡María...!".
Lo demás, por referirse a un alma desgraciadísima que estuvo, inútilmente creo, aquí en donde se respiran los perfumes de Dios, y a mis relaciones con ella, no estoy por transcribirlo.
¡Oh, ha sido y es el Amor el que me transporta con amor...!
Me abandono al gozo de la divina Presencia y de sus caricias. Ciertamente es verdad. Me he comportado como aquel golondrino. Estúpidos, inciertos y llenos de miedo los primeros vuelos, y después... Nada hice yo por llegar a ser reina para surcar segura los cielos del amor. Fue el amor el que sostuvo siempre mis alas que cada vez querían volar más alto, no por mi gloria sino por agradar al que nos atrae, al que se alegra con los heroísmos de amor de las almas que, sin su ayuda, se abatirían casadas. ¡Oh, ha sido y es el Amor el que me transporta con amor...!
¡Jesús...!
406-407
A. M. D. G.