29-12

 

 

Es cometido mío

contener el fulgor de su palabra

 

 


 

Aún continua a mi lado María Santísima. Verdaderamente este mes de diciembre está repleto de Ella y le pregunto: "¿Por qué ya no viene Jesús?"

Y me dice María atrayéndome a Sí: "Vengo yo porque Él se encuentra muy sentido con muchos y su aspecto y su palabra, afligidísima hija mía, te causarían dolor. Por eso vengo yo. Es cometido mío contener el fulgor de su palabra por compasión de los verdugos y de sus víctimas. Yo me interpongo. ¿No te agrada el que venga?"

"¡Oh, te querría siempre a mi lado! Mas tú has sido ofendida aquí, en esta misma habitación, por Navidad..."

María se entristece, pero me estrecha aún más fuertemente contra su corazón al tiempo que me dice: "No pienses ya en eso. Tu sufrimiento por aquellas herejías medicinó el mío. La carnalidad de los hombres y en los hombres es tan fuerte que ni la fe ni la fidelidad en el Señor y hacia la Iglesia logran hacerles capaces de creer en mi absoluta pureza, en la castidad e inviolabilidad de mi seno en el que Dios únicamente penetró y del que emanó Dios en Carne, Sangre, Alma y Divinidad por uno de esos misterios y poderes para los que nada cuentan las leyes de la naturaleza ni de los cuerpos sólidos. Sólo quien se encuentra poseído de mi Candor, lo absorbió e hizo de él su vida y su vista, puede comprender y creer. Tú sí lo puedes porque has hechos de mi Candor tu vista y tu vida. Compadece a los ciegos y a quienes se nutren de humanidad".

Sus caricias me hacer olvidar todas las penas...

422-423

A. M. D. G.