28 de abril de 1948

(1.º aniversario del fin de la Obra), a las 9,5 horas.

 

 

muéstrate contenta en tu zarzal de espinas

 

 


 

Hija mía, las mismas rosas del amor eterno fueron para mí, desde la Anunciación hasta la Asunción, zarzal de espinas

 


 

Entre oleadas de perfumes intensísimos que, desde ayer tarde y durante toda la noche hasta ahora, se han venido sucediendo, dice María:

 

Hija mía, las mismas rosas del amor eterno fueron para mí,

desde la Anunciación hasta la Asunción,

zarzal de espinas

 

"Hija mía, las mismas rosas del amor eterno fueron para mí, desde la Anunciación hasta la Asunción, zarzal de espinas. Por tal motivo muéstrate contenta en tu zarzal de espinas pensando que eres como tu Madre y Reina. Únicamente, tras haber finiquitado el tiempo, es cuando llegamos a recoger del zarzal, transformado en rosal, rosas eternas que dan tan sólo inefable, inexpresable y perenne gozo.

Ruega mucho para que mi Epifanía pueda brillar por doquier atrayendo innumerables espíritus a la Estrella de Dios, se cumpla mi Pentecostés y se renueven los corazones de los hombres proporcionando paz a la Iglesia y al mundo, salvación a los hombres en esta y en la otra vida y gloria a Dios. Nada te extrañe de cuanto de extraordinario te pueda acaecer durante el mes de mayo. Quiero compensarte espiritualmente de muchas cosas. Pero busca la soledad, ya que el velo tendido sobre los misterios del Amor no puede descorrerse en presencia de todos sino únicamente ante quienes el Amor infinito permite que lo vean, gusten y conozcan...

Queda en ardiente espera dentro de tu reducidísimo cenáculo como yo en el nuestro. Ama y ruega".

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A. M. D. G.