21 de noviembre de 1949, a las 15 horas.
he dado fin a su prueba puesto que era la última para ellos
Para probarlos es preciso quebrantar su soberbia de creerse perfectos.
Los hombres gozan todos de inteligencia para juzgar.
Dice Jesús:
"El año pasado, día como hoy, dije que habría de quitar el morral y el cayado a los pastores para probar con los samaritanos. Y así lo he hecho. He arrancado una máscara, más de una, y he dado fin a su prueba puesto que era la última para ellos. He dicho: "Después de ésta, basta, pues de lo contrario, sería tentar la paciencia de la criatura, la tuya, criatura mía".
Ya te dije días pasados cómo se ha cumplido la profecía de marzo de 1947, como debe también cumplirse mi decreto con ellos.
¿Cuántas veces me dije que la figura de Judas, entusiasta y creyente en un principio, incrédulo después hasta llegar a la traición, un tira y afloja que duró tres años terminando con el deicidio, es la figura más estudiada entre los seguidores de Cristo por ser ésta la que más se da entre ellos?
¿Cuántas veces no dije que la casa de Betania no podía albergar a los sacerdotes y fariseos, a excepción de dos o tres que eran diferentes de la masa?
¿Cuántas veces no dije que Samaría era mejor que Jerusalén para Cristo hasta que los de Jerusalén, (sacerdotes, escribas y fariseos), con malas artes, movidos por la envida y el cálculo, corrompieron a los más débiles de entre los samaritanos enfrentándolos contra Mí?
Lo que aparece escrito en los libros eternos, al ser justo, se cumple: como también se cumple siempre, por ser justo, el decreto divino.
Ahora bien, éstos, los fanáticos de una hora por la nueva Betania, no pueden estar en la casa de María. Allí hay lugar para el verdadero Cristo y sus ministros verdaderos. Allí puede estar María, que es a la vez Lázaro por su sufrimiento, y también Marta, ocupada en servirte a ti que contemplas, y algún que otro discípulo fiel: pocos y probados. Y allí estaréis con Cristo en la verdadera, viva fe y religión del espíritu, en la vida de unión con Cristo y no en la arquitectura de templos pomposos y manifiestos para que sean vistos y admirados pero que se encuentran vacíos, totalmente vacíos de Mí al hallarse saturados de la concupiscencia de la vida.
María, desde el momento en que cesaron de creer lo que tú eres, se apoderó de ellos la concupiscencia. Porque tú, María, apagas la concupiscencia en quien te ama al ser tú, mi flor, un efluvio de Mí, y mi perfume apaga las fiebres. Mas cuando quien te amó cesa de amarte, entonces, al igual que en Judas, se produce en el primero la victoria del hombre carnal y después la del Seductor.
Para probarlos es preciso quebrantar su soberbia de creerse perfectos.
Para probarlos es preciso quebrantar su soberbia de creerse perfectos.
A la cumbre se llega a través de un largo y fatigoso camino seguido con fidelidad. Hay veces en que no basta toda una vida para alcanzar la cumbre de la justicia y ni aún allí se está seguro si no se sube y se enclava a la cruz de la perfecta caridad mediante el completo sacrificio.
Tú así eres y ahí estás sin moverte porque quisiste que el amor te crucificase en ese punto a fin de estar más segura de no despeñarte.
Como ya te lo dije muchas veces, todo lo mío se repite en ti. Por lo que, con toda verdad y lo mismo que en Mí, se han dado en ti la pobreza, las incomprensiones, las traiciones, escarnios y calumnias. y también la soledad. Las almas grandes se ven siempre solas porque las otras, las almas comunes, no pueden subir a donde las pocas almas verdaderamente grandes planean. Mas la Grandeza eterna y perfecta, es decir, Dios, desciende a donde están las solitarias, siendo para ellas el Amigo, el único amigo que basta a colmar los vacíos causados por los desertores de una santa amistad. Yo me quedo contigo para ser cada vez más tuyo, cada vez más "una cosa contigo".
Ahora bien, a éstos tales les digo que me llamarán en vano puesto que han preferido otras voces y otras vías diferentes a las mías, portándose contigo como seguidores míos al igual que lo hicieron conmigo, siendo infieles a la llamada que les hice a la justicia.
Mi Palabra es salvación, luz y sabiduría para los humildes de corazón
y veneno para quienes no lo son.
Mi Palabra es salvación, luz y sabiduría para los humildes de corazón y veneno para quienes no lo son. Les hablas indicándoles el camino exacto para su literal que no espiritual piedad; mas mi Palabra, golpeando contra el yo carnal, lo ha abierto –al ser Ella potente– y de su yo, de su corazón, tal como lo dije, ha salido cuanto contenía oculto: "Del corazón es de donde salen los malos pensamientos, las envidias, los homicidios, las fornicaciones y los hurtos, incluso los morales y espirituales que son más graves y que, al quedar impunes en la Tierra, son por Mí después juzgados y castigados en la segunda vida; y de él salen también los falsos testimonios y las blasfemias contra el prójimo y contra Dios".
En vano han de llamarme ahora puesto que la Caridad no ampara a quien, sin caridad, hiere a mi siervo inocente que eres tú. Y, por las desventuras que hayan de herirles, deberán decir: "Nosotros lo quisimos al practicar la injusticia y el odio contra la amiga de Jesús que nos amaba y continúa amándonos".
¿Cómo han de poder reclamar de Dios misericordia cuando, sin justicia y sin misericordia, no deponen su injusto rencor hacia ti? Lo dice el Eclesiástico (XXVIII) (Sirácida 28, 3-5) y así es.
Y tú canta: "Tú que estabas irritado has arrojado de ti el enojo para consolarme. Tú, mi Salvador, me quitas el temor. Tú fortaleza mía, me socorres y Tú, mi alegría, me letificas".
Seas bendita, violeta mía".
Dice Jesús
"El pretender descargar sobre Dios la responsabilidad de cuanto acaece, intentando así aminorar a tus ojos y a los del mundo su culpa de procacidad, de pusilanimidad, de cobardía o de quietismo diciendo: "Dios es el que debe hacer", les asemeja a aquellos que, mientras estaba Yo en la Cruz, se dieron a conocer en lo que verdaderamente eran en lo más profundo de su ser al perder con la embriaguez del supuesto triunfo todo freno y control de sus hipócritas acciones, gritando: "Si eres hijo de Dios, baja ahora de la cruz y sálvate para que podamos creer que eres Tú de verdad el Rey de Israel, el Mesías".
Los hombres gozan todos de inteligencia para juzgar.
Los hombres gozan todos de inteligencia para juzgar. Los hombres de Dios, sus siervos y ministros –los sacerdotes– tienen sobre eso la ventaja de sus estudios y de las ayudas sobrenaturales inherentes a su misión para juzgar mejor todavía. ¿Cómo pues imitan a sus predecesores tentando a Dios?
Hagan por tanto con santidad y justicia lo que a ellos compete y Yo les bendeciré. Mas si no hacen ni me sirven pretendiendo que haya Yo lo que, por otra parte, de nada serviría por no haber en ellos voluntad de servirme, Yo tendré para ellos el silencio condenatorio que tuve con los Jefes de los Sacerdotes y con los Escribas; aquel silencio que no tuve con el buen ladrón, un auténtico malhechor, que, para convertirse, no aguardó a que Yo hiciese nada sino que él es el que hizo y después, claro que Yo habríale premiado su buena voluntad, se volvió a Mí para que le absolviese.
¡Qué lección para tantos! A Dios no se le burla ni se le tienta para no imitar a Satanás que me tentó en el desierto, ni a los Sacerdotes a la sazón condenados junto con su Templo ni a los Fariseos hipócritas ni a los Escribas llenos de iniquidad que se apropiaban de los bienes de las mujeres que se veían solas y de los huérfanos, burlándose de Mí al estar crucificado.
¿Cómo a su sabiduría, de la que tanto se precian, no aparece clara su conducta con ese comportamiento contra Mí y contra las almas a las que torturáis con vuestro "no" privándolas de la Palabra?".
498-502
A. M. D. G.