COMO HA DE SER
NUESTRO SACRIFICIO
PARA QUE SEA GRATO AL SEÑOR
#Como tienen que ser las hostias de los sacrificios y de las oblaciones
#Por el pecado de Adán entraron en los hombres la enfermedad, las deformidades y la muerte
A los Romanos, cap. 6.º, vv. 11-23
Dice el Autor Divinísimo:
Como tienen que ser las hostias de los sacrificios
y de las oblaciones
"Se lee en los libros de Moisés que las hostias de los sacrificios y de las oblaciones tenían que ser de animales sin tacha ni defecto y que las ofrendas y oblaciones de flor de harina, aceite o cereales, habían de ser aderezadas con sal pero sin levadura ni miel, y si de primicias de cereales se trataba, verdes aún, éstos debías ser tostados y triturados antes de ser ofrecidos y siempre sazonados con aceite y unidos con el incienso.
Quienes estaban excluidos del sacerdocio
Se lee también que aquellos que pertenecían al linaje de Aarón, y por tanto, a la estirpe sacerdotal, quedaban excluidos del sacerdocio si tenían cualquier defecto físico o enfermedad incurable. Cuerpo perfecto de constitución y de salud debía poseer el que oficiaba delante del Creador del hombre, delante del Altísimo que hiciera al Hombre perfecto de miembros, de sentidos y de sentimientos y para el que ver las deformidades y dolencias era un testimonio de la rebelión y del menosprecio de Satanás por la obra más querida de Dios, siendo, por tanto, más que nada, desprecio de Dios.
En los tiempos mosaicos los sacrificios eran
de cosas materiales todas ellas
En el tiempo cristiano los sacrificios son de espíritu.
En los tiempos mosaicos los sacrificios eran de animales y de cereales, cosas materiales todas ellas. En el tiempo cristiano los sacrificios son de espíritu. Fue David quien profetizó este tiempo en el que los sacrificios habrían de ser, no de animales sino "sacrificio de espíritu compungido, de corazón contrito y humillado".
Aquel era tiempo de rigor. El hombre ni osaba pensar que pudiese ofrecer en sacrificio suave su corazón. Sobre aquel corazón aparecía la mancha corruptora. El corazón de los hombres, aun el de los más justos, era impuro. La Culpa original, ella sola, manchaba el corazón de los hombres aun en los más santos. Así pues, ¿cómo ofrecerlo en sacrificio de suave olor a Aquél que prescribiera que fuesen sin defecto los animales y cereales que habían de ofrecerse en su altar, no admitiéndose en ellos ni la mancilla de pelambre o de tizón? ¿Es acaso culpable un becerro o un cordero de haber nacido matizado? ¿O una espiga de haber sido atacada por el moho o el tizón? No lo son. Pues, con todo, no debían ser presentados sobre el altar. Ni dicha presentación habría de hacerla hombre en el que apareciese manifiesta la herencia del pecado con defectos, delgadez o enfermedades.
Por el pecado de Adán entraron en los hombres
la enfermedad, las deformidades y la muerte
Por el pecado de Adán entraron en los hombres la enfermedad, las deformidades y la muerte. Porque la malicia, al tomar asiento donde en un principio sólo había llama de pura caridad, condujo a los hombres a perversiones del sentido y de los sentimientos, origen de todas las dolencias o monstruosidades que se manifiestan en el hombre. De raíces corruptas derívanse árboles, frondas y frutos corrompidos, dado que la corrupción inicial fue aumentando de continuo con nuevas perversiones, la carne del hombre siempre sufrió, sufre y sufrirá cada vez más, de modo creciente, las dolorosísimas consecuencias de la decadencia de tantísimos hombres que, de hombres, se convierten en brutos.
el hombre que sea marcado con la señal de Cristo
y ungido como siervo
por el Pontífice eterno, santo, inocente e inmaculado,
puede, o mejor, debe ser hostia y sacerdote,
materia y ministro del sacrificio espiritual
que es grato a Dios.
En el tiempo de Misericordia, cuando la Gracia revirginiza los espíritus con sus candores divinos; en el tiempo del espíritu, en el que los valores humanos se encuentran en la base pero en el vértice están los sobrehumanos y éstos, más que aquéllos, son los que se ofrecen a Dios y Este los acepta como dádiva; en el tiempo en que la carne sirve de envoltura al alma reina y es medio para conseguir la victoria si bien es el espíritu el que domina o debiera dominar; en el tiempo en que "por la virtud de Aquél que de las tinieblas os llamó a la luz admirable haciendo de los cristianos la nación santa, el nuevo pueblo de Dios por El conquistado con la Sangre del Hombre-Dios, el linaje escogido, el sacerdocio real" como escribe Pedro, caducaron las limitaciones de la Ley mosaica y el hombre que sea marcado con la señal de Cristo y ungido como siervo por el Pontífice eterno, santo, inocente e inmaculado, puede, o mejor, debe ser hostia y sacerdote, materia y ministro del sacrificio espiritual que es grato a Dios.
He aquí el sacerdocio real al que está llamado el cristiano
la obligación de ser sin mancha mortal,
sin vicios capitales consentidos por la razón y por el espíritu
y llevado a la práctica con plena advertencia,
sin fermento de odio y de concupiscencia,...
En la epístola paulina (v.13) falta una palabra. La palabra "hostia". "Ofreceos a Dios como hostias vivas tras haber estado muertos. Ofrecedle vuestros miembros como instrumento de justicia". He aquí el sacerdocio real al que está llamado el cristiano, el sacerdocio de todo cristiano a imitación del ejercido por el "Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec".
Viene de la antigua Ley, elevada al grado espiritual, la obligación de ser sin mancha mortal, sin vicios capitales consentidos por la razón y por el espíritu y llevado a la práctica con plena advertencia, sin fermento de odio y de concupiscencia, sin miel de molicie sensual, sin enfermedades espirituales que no se procuran curar, sin ceguera ni albugo para la luz, sin sarna ni herpes de sinuosa simpatía hasta con las culpas leves, y sin fracturas o gibas en la magnifica formación cristiana.
debéis salaros con la sal de la voluntad heroica
debéis tostaros y trituraros con el fuego de la caridad
y la muela de la mortificación
Y después, ungidos con la santa unción de la virtud
y perfumados con la incienso de la adoración ...
Soldados del Dios verdadero, atletas de la religión santa, sacerdotes y víctimas del tiempo nuevo, debéis salaros con la sal de la voluntad heroica que quema y cauteriza pero fortifica las partes débiles y la inmuniza contra la gangrena; debéis tostaros y trituraros con el fuego de la caridad y la muela de la mortificación para haceros harina de hostias, flor de harina. Y después, ungidos con la santa unción de la virtud y perfumados con la incienso -y que sea abundante- de la adoración, ofreceos e inmolaos pronunciando la perenne palabra de Cristo: "Heme aquí, Padre, dispuesto a hacer, no mi voluntad sino la tuya", prontos a responder a quien con halagos o amenazas, con amor o con odio, quiera retraeros de predicar a Cristo con vuestra vida entre los doctores del mundo: "¿No sabéis que debo ocuparme de los intereses de mi Padre?"
No se hallan excluidos de este servicio
aquéllos a quienes la voluntad de Dios ungió
con el crisma especial de los consagrados al dolor:
Sea hostia santa todo lo que sois pues que todo está ungido con el crisma santificante del Sacrificio de Cristo. Los miembros menos nobles del cuerpo, al igual de los más nobles, todos están llamados al servicio de Dios. No se hallan excluidos de este servicio aquéllos a quienes la voluntad de Dios ungió con el crisma especial de los consagrados al dolor: los inválidos, los enfermos, los inocentes injustamente condenados, los perseguidos y escarnecidos por el mundo. La Gracia juzga y también eleva.
Dijo Jesús con su sabiduría y munificencia divinas: "Los últimos serán los primeros". Y asimismo, antes de sanar al ciego de Jerusalén, para hacerlo su discípulo y evangelizador, proyectando su mirada a los tiempos futuros en los que muchos de los que el mundo desprecia llegarían a ser "salud" para el mundo, dijo: "Ni él ni sus padres han pecado sino que esto es así para que se manifiesten en El las obras de Dios". En él y por él. ¡Cuántos hay que, por generosa obediencia o heroico requerimiento llegan a ser "hostias", "redentores", "continuadores y completadores de la Pasión de Cristo"!
todos vosotros, cristianos, sois "hostias vivas" y debéis
ofrecer vuestros miembros como objeto de justicia
Mas, aún sin tener en cuenta a estos especiales héroes de la más subida caridad, todos vosotros, cristianos, sois "hostias vivas" y debéis ofrecer vuestros miembros como objeto de justicia". Y ofrecerlos limpios de culpa ya que, a la sazón, no "estáis bajo la ley sino bajo la justicia". Liberados como estáis de la esclavitud del pecado, sostenidos como estáis por la Gracia, no debéis conocer ya la muerte del espíritu; y no la conoceréis si de nuevo no os hacéis esclavos del pecado.
Servid al Señor Dios que dio a los hombres la Ley para que les fuese freno y bocado contra la torpeza cada vez más fuerte de la Tierra; pero que, con la venida de su Cristo y la restitución de la Gracia por los méritos del mismo, aunque os dejase el freno y el bocado de la Ley para combatir las seducciones de Satanás, del mundo y de la carne, puso alas a vuestro espíritu librándolo de las cadenas para que volase bien alto por encima del fango de las concupiscencias al encuentro de Aquél que apareció por la parte de oriente y al que conocisteis y, en cuanto os está concedido mientras os encontráis en el exilio, ardisteis con El y le seguisteis por los caminos de la vida dejando para siempre los senderos de la Tierra y de la Muerte, atraídos por el olor de sus perfumes, conquistados por la única suprema Belleza, por el Verbo hecho Carne, Jesucristo vuestro Señor, Redentor y Maestro cuya doctrina es dulce, cuyo yugo es ligero y son de efecto corroborante contra toda languidez y muerte su Carne y su Sangre entregadas por vosotros y para vosotros sobre el altar del Gólgota y sobre lo altares de los templos en la Comunión Santísima con el Hijo de Dios, Dios como el Padre.
Esa Comunión que es Vida. Vida en Jesucristo y con Jesucristo. Vida en el Padre por Jesucristo. Vida en el Amor que es el Autor de Cristo. Vida en los Tres porque donde está Uno están los Otros así en el Cielo como en el corazón de los hombres".
27-2-48
A. M. D. G.