una norma para juzgar a los hombres
y una medicina para apreciar
cómo juzgará Dios a los pecadores
arrepentidos
#lección que los maestros de espíritu deberían repetírsela continuamente a sí mismos
#Tan sólo Jesús, el Hombre-Dios, pudo comprender a los pecadores
#norma observada por el divino Maestro para elegirse el colegio apostólico y los 72
#Tomó a hombres muy humanos: materia tosca, informe, con muchas partes impuras, y la formó
S. Pablo. A los Romanos, cap. 7.º.
Dice el Dulce Huésped:
lección que los maestros de espíritu
deberían repetírsela continuamente a sí mismos
"Del v. 15 al 25 es una lección que los maestros de espíritu deberían repetírsela continuamente a sí mismos, lo mismo que a las almas farisaicas que ven la brizna de paja en el ojo de los hermanos a los que censuran ásperamente y no advierten la viga de la anticaridad que tienen en el suyo, que oprime su espíritu bajo el peso del egoísmo y de la soberbia; y debería repetírseles a esas pobres almas -¡oh!, menos culpables que las otras farisaicas, las cuales, si bien se sienten culpables y se duelen de ello, al reconocer que lo son, la humildad y el arrepentimiento son ya para ellas una absolución -a esas pobres almas que han pecado y lloran porque temen al Señor, Juez de su debilidad.
una norma para juzgar a los hombres y una medicina para
apreciar cómo juzgará Dios a los pecadores arrepentidos.
Así pues, estos 12 versículos vienen a ser una norma para juzgar a los hombres y una medicina para apreciar cómo juzgará Dios a los pecadores arrepentidos.
Quien los escribió fue Pablo, fariseo, descendiente de fariseos y discípulo de Gamaliel, de aquel Gamaliel que era una biblioteca viviente de la doctrina de Israel. Pablo, feroz perseguidor, en un principio, de aquellos a quienes tenía por anatema, después vaso de elección y de justicia, apóstol perfecto, evangelizador y represor heroico de su antiguo yo, encontrado digno de subir con la parte escogida de su alma hasta el tercer cielo y de oír allí misteriosas palabras divina; un hombre, por tanto, del que, por la intransigencia de su primera época de vida y por la heroicidad de su segunda cabría pensar que había estado siempre muy por encima de los estímulos carnales.
Tan sólo Jesús, el Hombre-Dios,
pudo comprender a los pecadores
Sin embargo, si lo hubiera estado, no habría podido ser "el Apóstol de los Gentiles", es decir, de aquéllos a los que la licencia consentida del paganismo, salvo raras excepciones de espíritus naturalmente virtuosos, hacíales más brutos que las criaturas dotadas de razón y de conciencia. Tan sólo Jesús, el Hombre-Dios, pudo comprender a los pecadores a pesar de no haber pecado. Para cualquier otro maestro constituye un doloroso bien el haber cedido, más o menos, al demonio, al mundo y a la carne, porque, experimentando el poder de las tentaciones y la propia debilidad, es como se adquiere la sabiduría para ser maestro y médico con los discípulos y hermanos pecadores.
norma observada por el divino Maestro
para elegirse el colegio apostólico y los 72
Quiero que os fijéis en la norma observada por el divino Maestro para elegirse el colegio apostólico y los 72. En el primero, tan sólo Juan era virgen. En los segundos, menos unos pocos que aún eran casi niños cuando llegaron a ser discípulos, no hubo uno siquiera que hubiera dejado de morder el fruto apetitoso, dando con ello comienzo a las sucesivas caídas en la culpa. Eran hombre, nada más que hombres, hijos de Adán y así el fomes se agitaba como serpiente en sus cuerpos. La rama de la concupiscencia carnal estaba viva aún en los más justos de entre ellos, o sea, en aquéllos que ya habían domado la concupiscencia del oro y la soberbia de la vida.
Mas no había quien estuviese sin imperfecciones, ni aún el mismo Juan, el serafín de los discípulos del Maestro. Propenso a la ira, como su hermano, mereció ser llamado "hijo del trueno" por Aquél que tanto le amaba. El apóstol de la Caridad, perfecto en el amor a su Maestro, llegó a ser apóstol de la caridad contemplando la mansedumbre, la caridad, la misericordia del Mártir divino del alba al ocaso del viernes pascual y despojóse para siempre del hábito de la ira ante la desnudez santísima del Rey de los reyes que se despojó hasta de su inmortalidad divina para conocer la muerte y salvar al hombre.
Jesús Dios recorriendo la Tierra habría podido encontrar
entre los habitantes de los tres continentes de entonces,
12 y 72 justos más justos
que los 12 y 72 que escogió en Israel
Jesús Dios recorriendo la Tierra -de haber querido podíalo haber hecho- habría podido encontrar entre los habitantes de los tres continentes de entonces, 12 y 72 justos más justos que los 12 y 72 que escogió en Israel. Porque Dios Creador puso (y pone) en el alma de todo hombre un don excelso: la Ley natural, que en los mejores desarrolla santidad de vida cualquiera que sea su conocimiento de la Divinidad. Y quien la observa y la reconoce como venida del Ser supremo, de Dios, puede, sin errar, decirse que es espíritu naturalmente unido al Dios verdadero Uno y Trino. El Rey universal, con su querer, podía, pues, llamar a Sí de los tres continentes a 12 y a 72, lo mismo que con la voz de los astros llamó a su cuna a los tres Sabios y, de este modo, tener un Colegio de justos a su servicio. Y no lo hizo.
Tomó a hombres muy humanos: materia tosca,
informe, con muchas partes impuras, y la formó
Tomó a hombres muy humanos: materia tosca, informe, con muchas partes impuras, y la formó. Sufrió, al hacerlo, por las defecciones y las traiciones de algunas partes de ella. Mas, en su Ascensión, dejó una Iglesia docente capacitada para ser su continuadora en la redención del mundo. Capacitada por la doctrina y el ejemplo recibidos del Verbo; capacitada por la ayuda del Espíritu Santo recibido de Jesús resucitado una primera vez en el Cenáculo y por segunda vez, en el mismo Cenáculo, diez días después de la Ascensión en cumplimiento de promesa divina y por la acción directa del Espíritu Santo, en virtud de la cual, fuesen los 12 llenos del Espíritu Paráclito y lo pudiesen transmitir a sus colaboradores en el ministerio sacerdotal; y capacitada, en fin, para que, instruida en sus diversos miembros con la propia experiencia de sus debilidades, de sus combates de hombres para formarse en la justicia y de sus recaídas, no fuese incapaz de ser maestra, antes, al contrario, supiese comprender, compadecer, sostener y guiar a cuantos venían al cristianismo débiles todos ellos por ser hombres y debilísimos en su espíritu por ser paganos, ya que el paganismo era doctrina materialista y de placeres desenfrenados.
Este es el prólogo de la lección que se desprende de los versículos que te he indicado y que te los explicaré mañana por no consentir tu actual estado más prolongada fatiga".
20-5-48
A. M. D. G.