LA LUCHA DEL HOMBRE INTERIOR 

Y LA LEY DEL PECADO

 

quienes y cómo actúan

 


 

"La caridad, la fe y la esperanza hacen 

que el hombre carnal pueda seguir la ley espiritual


 

#La Gracia no anula al hombre sino que del hombre viejo hace un hombre nuevo   

#el espíritu es el que anima la carne Permaneced fieles en el hombre interior y no temáis.  

  #Dios contempla vuestra pena por haber caído y cedido y perdona porque no ve en vosotros el consentimiento en el mal que odiáis   

#las palmas de los 144.000 elegidos que rodean el trono del Cordero, quiénes las llevan   

#todo santo es un mártir del Amor o del Odio, del espíritu o de la carne, y todas las potestades del Cielo, del mundo, del yo carnal y de los abismos tenebrosos le acometieron sobre la Tierra para probarle, tentarle y martirizarle todos los días.   

#Tenaz y feroz es el martirio que proporciona "el homicida desde el principio"   

#Satanás quiere también prepararse su pueblo y lo hace depredando porque es ladrón   

#Desde aquel momento quiere Satanás hacerse su pueblo para contraponerlo al Pueblo de Dios. Cómo actúa Satanás   

#Los prodigios de que habla Jesucristo al predecir los últimos tiempos no serán sino trampas satánicas y satánicos profetas suscitados para seducir a los hombres a la Mentira y a falsas doctrinas engañosas y hacer que se encuentren desprevenidos para cuando llegue el reinado del Anticristo   

#tenaz, mordaz, punzante y demoledor es el martirio que proporcionan al hombre interior las fuerzas del fomes individual   

#no es menos causa de martirio el dolor que puede ser de géneros diversos, Dolor permitido por Dios y que puede provenir de enfermedades, desgracias, hastío, envidia u odio de parte de las criaturas   

#Dolor permitido por Dios, aunque condenado por Dios, el dado por las criaturas a otras criaturas, sus semejantes, de mil maneras   

#Dolor que puede provenir del propio yo por el sufrimiento de sentirse aún tan desemejante, imperfecto, débil   

#Consejos del Señor a las almas   

#Si no hay consentimiento, las voces bajas quedan reducidas a un murmullo inútil   

#es siempre y únicamente el yo el cómplice o elemento indispensable para que se den el odio o el amor   

#El martirio del dolor y también suplicado en la vida de los elegidos son el sacramento no instituido y la bienaventuranza no promulgada   

#Toda su Vida, esto es, su Eternidad de Verbo, fue un ansiar este cumplimiento: "Está cumplido"   

#quien ama su alma y quiere proporcionarle la vida eterna y feliz, debe odiar su carne en una continua "misa" del cristiano verdaderamente formado que se muda de hombre en hostia,  

  #con el martirio del dolor está el del amor, no menos destructor, dentro de su ardiente dulzura, que el del dolor   

#El amor es verdaderamente el don de los dones, medio para conseguir el mantenimiento del don de la Gracia, el acrecentamiento de las virtudes y la obtención del fin último   

#"Cuando los gentiles, que no tiene ley, hacen naturalmente lo que la ley impone y, al no tener ley, son ley para sí mismos y muestran cómo el temor de la ley está escrito en su corazón, como lo atestigua su conciencia... serán justificados el día en que Dios, por medio de Jesucristo, ha de juzgar las acciones secretas de los hombres"   

#el amor verdaderamente vivido y practicado y el arrepentimiento sincero del mal que hase podido involuntariamente cometer, son el bautismo de deseo que da validez a la pertenencia implícita al Cuerpo Místico   

#Por estos numerosos martirios proporcionados por el dolor y por el amor, aquéllos que hayan permanecido fieles al hombre interior llevarán en el Cielo el vestido y la palma descritos por Juan

 


 

A los Romanos, cap. 7.º

 

Dice el Dulce Huésped:

"La caridad, la fe y la esperanza hacen que el hombre carnal pueda seguir la ley espiritual, tan contraria a la ley del pecado que vive en sus miembros.

"Y ¿quién os libra de este cuerpo de Muerte? La Gracia de Dios por Jesucristo Señor nuestro".

 

La Gracia no anula al hombre 

sino que del hombre viejo hace un hombre nuevo

 

Ella no anula al hombre sino que del hombre viejo hace un hombre nuevo. Ni se limita a regeneraros una vez tan sólo mediante las aguas medicinales del Bautismo, sepulcro del Pecado original, seno del que emerge una criatura nueva, inocente, santa y divinizada, sino que os regenera y ayuda tantas veces cuantas el hombre se arrepiente tras una caída voluntaria en materia grave o se duele de su debilidad, causa de caídas involuntarias o también se turba tan sólo al sentir agitarse en sí el viento de los estímulos y temer que ellos provoquen una tempestad en los sentidos con pérdida de la cercanía de Dios y venga a apagarse su voz pacífica, semejante siempre al soplo de un "ligero céfiro". Tantas veces os regenera, conforta y asegura, cuantas de ello tenéis necesidad, con sus divinos auxilios, por medio de Jesucristo y mediante los Sacramentos, medios por El instituidos para regeneraros y reforzaros en la Gracia.

Y ¿Quién podrá resistir a Aquél que venció al demonio, al pecado y a la muerte? Nadie ni nada, siempre que vosotros le permanezcáis fieles. Fieles en el hombre interior, que es el que realmente tiene valor, como le dijo Jesús a Nicodemus y no por él solo.

 

el espíritu es el que anima la carne 

Permaneced fieles en el hombre interior y no temáis.

 

Porque el espíritu es el que anima la carne, del modo que la sangre mantiene la vida en el cuerpo del hombre. Mas si éste pierde toda su sangre o si ésta se contamina, de nada le sirve al hombre tener sanos sus miembros. La muerte le cogerá lo mismo, ya que el líquido vital es la sangre y, perdida ésta o maleada, el cuerpo perece, mientras que un cuerpo, por herido que esté, si no ha perdido la sangre o no se halla ésta infectada, de cierto curará.

Permaneced, pues, fieles en el hombre interior y no temáis.

Los ángeles que ven a Dios y conocen su pensamiento, os anunciaron esta gracia la noche del Nacimiento del Hijo de Dios y de María: La gracia da la paz a los hombres de buena voluntad.

 

Dios contempla vuestra pena por haber caído y cedido 

y perdona porque no ve en vosotros 

el consentimiento en el mal que odiáis

 

Dios sabe y ve, Dios es Padre y Amor, Dios es Justicia y Misericordia. Sabe compadecer y premiar; pero quiere "la buena voluntad". No siempre es ella una permanente realidad buena y constante. Tiene también sus altibajos y caídas. Mas el ojo divino que os ve caer o fluctuar, ve también cómo quiere imponerse vuestra buena voluntad interior y contempla vuestra pena por haber caído o por haber cedido en el embate de un asalto imprevisto, y perdona porque no ve en vosotros el consentimiento en el mal que odiáis sino el deseo de llevar a cabo el bien, por más que no siempre lo logréis. Ve que no es vuestro yo intelectual sino las secuelas de la culpa de Adán: los estímulos enraizados en vuestra parte inferior los que operan en vosotros.

Y de este contraste entre las dos fuerzas que se combaten en vosotros y las dos voluntades que se enfrentan, -una movida por el amor de Dios, que se dirige a Dios, y la otra por el Odio, que pone en acción su veneno por odio a vosotros y a Dios- el Señor extrae las riquezas que os conseguirán el acceso al Reino de los Cielos.

Constituyen ellas vuestro vestido nupcial, ese vestido del que habló Jesús en la parábola del banquete dispuesto para las bodas reales. Y ¡Ay de aquél que no hila ni teje su vestido nupcial durante su jornada terrena proveyéndose de materiales que hilar y de instrumentos para tejer mediante la asidua voluntad interior de hacer lo que la ley de Dios propone o Dios presenta, y la lucha continua entre la voluntad del hombre interior y la ley del pecado que incuba en sus miembros, o entre la buena voluntad y cuanto de malo os rodea: el mundo, y os tienta: el demonio!  ¡Ay de aquéllos que no se tejen a diario el vestido nupcial y no lo adornan con las perlas conquistadas, sufriendo la "gran tribulación" que les haga dignos de estar en torno al trono del Cordero con las palmas de los victoriosos en las manos!.

 

las palmas de los 144.000 elegidos que rodean 

el trono del Cordero, quiénes las llevan

 

¿Nunca habéis pensado qué palmas eran las que vio Juan en las manos de los elegidos? En el simbolismo cristiano se suele poner la palma gloriosa en las manos de los mártires. Mas Juan, que fue arrebatado por el Espíritu de Dios a contemplar, conocer y escribir misterios excelsos y los de los últimos tiempos, dice que las palmas las tienen los elegidos en sus manos, los 144.000 elegidos que rodean el trono del Cordero.

 

todo santo es un mártir del Amor o del Odio,

 del espíritu o de la carne, 

y todas las potestades del Cielo, del mundo, del yo carnal 

y de los abismos tenebrosos le acometieron sobre la Tierra 

para probarle, tentarle y martirizarle todos los días.

 

La multitud de los santos y de los elegidos no la integran únicamente los mártires que llegaron a sufrir el martirio cruento, pues todos los santos son merecedores de llevar la palma de los mártires, ya que todo santo es un mártir del Amor o del Odio, del espíritu o de la carne, y todas las potestades del Cielo, del mundo, del yo carnal y de los abismos tenebrosos le acometieron sobre la Tierra para probarle, tentarle y martirizarle todos los días.

 

Tenaz y feroz es el martirio que proporciona 

"el homicida desde el principio"

 

¡De veras que es astuto, tenaz y feroz el martirio que proporciona aquél a quien Cristo llama "homicida desde el principio", pues no hay homicida que se le iguale porque ningún asesino puede ejercer violencia si no es contra la carne del hombre. Mas Satanás mata o trata de matar la parte inmortal del hombre privándole, no de la existencia -porque el alma, por más que haya sido creada, ya no ha de perecer eternamente- sino de la Vida, o sea, de su Dios. Y esto lo hace porque, mientras Dios tiene como fin de su creación el premio de darse a los hombres, es decir, de reunir cabe Sí a los hombres después de su muerte- con el espíritu inmediatamente después de la muerte y con el espíritu unido a la carne tras la resurrección y juicio final- para hacerlos felices con su Conocimiento y Visión y para regocijarse con el Pueblo de sus hijos, así también Satanás tiene como fin de su rebelión privar al Creador de cuantas más criaturas por El paternalmente queridas pueda y privar del goce de su Creador a cuantas más criaturas le sea posible.

 

Satanás quiere también prepararse su pueblo 

y lo hace depredando porque es ladrón

 

La mona de Dios quiere también ella prepararse su pueblo y lo hace depredando porque es ladrón; al paso que Dios, para crearse su pueblo, dotó al hombre, creado a su imagen y semejanza, de todos los dones sobrenaturales aptos para conducirle al Reino eterno y, no contento aún con eso, dio su Hijo Unigénito y amado para que fuese inmolado a fin de ser Salvador de los hombres. Y ello porque, mientras Satanás es principio del mal, es odio, es mentira, es desorden, es ladrón, Dios es principio del Bien, es Amor, es Verdad, es Orden y es divinamente Dador munífico de toda gracia.

Desde el momento en que Satanás quiso ser igual a Dios en todos sus actos: libertad, poder y voluntad de acción, deseando desordenadamente él, criatura creada, ser igual al Increado -que es Dios como el Padre que lo engendró: Hijo Unigénito- y deseándolo para que el universo pudiera decir de él lo que del Verbo Encarnado se dice al comienzo del Evangelio de Juan dictado al Evangelista por el Amor y la Luz, por el Espíritu de Dios que es Amor y Luz: "Todas las cosas fueron hechas por medio de El", desde aquel momento el arcángel fulminado es sacrílego, homicida y ladrón.

Era Lucifer y pensó de sí ser Luz. Mas ser "portador de luz" no es ser luz, pues es muy distinto "portar" que "ser". La Luz, es decir, el Hijo de Dios, el Verbo del Padre, el Increado y Eterno, Inmenso y Perfectísimo, "engendrado, no hecho, consustancial al Padre", por medio del cual "todas las cosas fueron hechas", en nada es igual y nada tiene de común con la criatura angélica creada para ser portadora de luz y mensajera de Dios, como en un principio lo fuera Lucifer que prevaricó al querer ser la Luz, porque, libre y voluntariamente quiso ser infiel al Señor su Creador y a su Gracia. Y así, delirando de orgullo en su intento de creerse Dios y, por ende, no sujeto a la obediencia y adoración a Dios, Este fulminó al rebelde.

 

Desde aquel momento quiere Satanás hacerse su pueblo 

para contraponerlo al Pueblo de Dios

 

cómo actúa satanás

 

Desde aquel momento quiere Satanás hacerse su pueblo para contraponerlo al Pueblo de Dios. Y esto lo persigue sin descanso, por odio a Dios y a las criaturas que Dios ama como Padre. Y su inteligencia, conservada idéntica tras la fulminación divina -inteligencia acutísima cual correspondía al príncipe del pueblo angélico- y su poder, los usa con este fin, espiando cada una de las acciones del hombre, prestando atención a cada una de sus palabras, haciendo de su conocimiento de las acciones y palabras humanas, de la constitución física del individuo, de sus enfermedades, desventuras, estudios, afectos, ocupaciones, en una palabra, de todo, campo abonado para lanzaros su cizaña, efectuando prodigios con los que seduciros y haceros caer en el error.

 

Los prodigios de que habla Jesucristo 

al predecir los últimos tiempos 

no serán sino trampas satánicas y satánicos profetas

 suscitados para seducir a los hombres a la Mentira 

y a falsas doctrinas engañosas 

y hacer que se encuentren desprevenidos

 para cuando llegue el reinado del Anticristo

 

Los prodigios de que habla Jesucristo al predecir los últimos tiempos y poner en guardia a los hombres frente a los mismos y frente a las voces de falsos profetas y falsos cristos que surgirán y aparecerán por un sitio y por otro y que otra cosa no serán que trampas satánicas y satánicos profetas, servidores del Anticristo profetizado, suscitados para traer seducidos a los hombres a la Mentira y a falsas doctrinas engañosas y hacer que se encuentren desprevenidos cuando llegue el momento tremendo del reinado del Anticristo sobre la Tierra y de la consecutiva última venida del Hijo del hombre, de Cristo Vencedor para el Último Juicio de separación de los corderos y ovejas de los cabritos y moruecos, de elección y condena, de bendición y de maldición. Los prodigios de que habla Pablo en su 2.ª Epístola de los de Tesalónica (cap. II). Los prodigios de que habla Juan en el capítulo XIII de su Apocalipsis.

Sí. Es verdaderamente astuto, tenaz y feroz el martirio que da Satanás a los espíritus fieles al Señor.

 

tenaz, mordaz, punzante y demoledor es el martirio 

que proporcionan al hombre interior 

las fuerzas del fomes individual 

 

Y no menos tenaz, mordaz, punzante y demoledor es el martirio que proporcionan al hombre interior las fuerzas del fomes individual y de cuanto hase establecido en el mundo desde que Satanás es su príncipe tenebroso: la triple concupiscencia, la cizaña maldita lanzada en los campos del Señor para dañar al grano selecto, sofocándolo, tumbándolo al suelo o pervirtiéndolo hasta el punto de hacerlo capaz de despreciar a Dios e idolatrarse a sí mismo.

 

no es menos causa de martirio el dolor 

que puede ser de géneros diversos, 

Dolor permitido por Dios y que puede provenir 

de enfermedades, desgracias, hastío, 

envidia u odio de parte de las criaturas

 

Y no es menos causa de martirio el dolor que puede ser de géneros diversos, mas siempre dolor, y tal vez acerbísimo, que nunca falta en la vida de los elegidos.

Dolor permitido por Dios y que puede provenir de enfermedades, desgracias, hastío, envidia u odio de parte de las criaturas. Hastío, envidia y odio que pueden llegar hasta el delito material o moral, quitándole al prójimo la vida, la reputación, la libertad, o conculcando tal vez sus derechos, apropiándose las cosas ajenas, sean éstas riquezas materiales o intelectuales, alterando la verdad de las cosas hasta el extremo de presentar como obras de un demente, de un demonio o de un simulador, lo que es obra y acción de un genio o de un justo elegido por Dios para cosas extraordinarias.

 

Dolor permitido por Dios, aunque condenado por Dios, 

el dado por las criaturas a otras criaturas, 

sus semejantes, de mil maneras

 

Dolor permitido por Dios, aunque condenado por Dios, el dado por las criaturas a otras criaturas, sus semejantes, de mil maneras, para torturar al justo con calumnias, mofas, pruebas aborrecibles a Dios practicadas sobre la psiquis del santo con la intención de provocarle, de hacerle dudar interiormente de sí mismo, de la aceptación divina de su misión, así como de todo lo que ve y siente; pruebas practicadas sin prudencia, sin caridad y sin justicia, con un fin no recto que ofende y disgusta, tanto a Dios como a la criatura; pruebas ilícitas por rebasar ese límite sagrado marcado por la caridad debida al prójimo y que con excusa aparente alguna hase de sobrepasar.

 

Dolor que puede provenir del propio yo 

por el sufrimiento de sentirse aún tan desemejante, 

imperfecto, débil 

 

Dolor que puede provenir del propio yo por el sufrimiento de sentirse aún tan desemejante, imperfecto, débil y distante de aquella perfección a la que, por puro amor de Dios y obediencia al consejo de Jesús, aspiran llegar todos los justos.

 

Consejos del Señor a las almas

 

Almas generosas, no os atormentéis. Soportaos a vosotras mismas del modo que soportáis a los demás. Tened paciencia con vuestras pequeñas miserias espirituales como la tenéis con las pequeñas enfermedades de vuestro cuerpo. Tenedla y que vaya siempre acompañada de la confianza, por más que haya momentos comparables a enfermedades peligrosas y repentinas en las que "para que la grandeza de los dones extraordinarios no os ensoberbezca, se os da el estímulo de la carne, un ángel de Satanás que os abofeteé". Es una proximidad y un estímulo que os repugnan como suciedad que os pasa rozando o bascas que revuelven vuestro interior desbordando al fin en vómitos. Mas soportadlos con paciencia sin consentirlos y sin inquietaros ni perder el ánimo por ello.

Permaneced en la paz pensando en el amor de Dios que sostiene vuestra debilidad con el poder de su gracia y, ciertamente, con mayor abundancia en esas horas en las que el estímulo de la carne o el ángel de Satanás vienen a insinuaros el pensamiento de que, no obstante los dones sobrenaturales o extraordinarios, el hombre continúa siendo hombre, o sea, criatura en la que su naturaleza espiritual divinizada por la gracia se encuentra enfrentada a la humana sojuzgada por los desordenados apetitos de la concupiscencia, por lo que vosotros no podéis permanecer fieles a la justicia. Continuad indiferentes a estas voces inferiores o satánicas que os hablan para desanimaros, seguid en la paz y no os turbe el hedor de las miasmas del mundo y de Satanás.

No os turbe el pensamiento de que Dios pueda alejarse de vosotros por este hervir de estímulos y este desencadenamiento de asaltos desatado súbitamente en vosotros y en vuestro derredor para turbaros y haceros dudar de vuestra misión de verdaderos hijos de Dios. Únicamente consintiendo alejaréis al Señor. Porque el consentimiento es lo que se valora, tanto en la tentación como en la inspiración, en el mal como en el bien, en el odio como en el amor y lo que realmente hace que un acto sea merecedor de condena o de premio.

 

Si no hay consentimiento, las voces bajas 

quedan reducidas a un murmullo inútil

 

Si no hay consentimiento, las voces bajas quedan reducidas a un murmullo inútil. Si no hay consentimiento, las voces de lo alto no pasan de inútiles llamadas. Si no consentís al mal, seguid fieles a Dios por más que seáis momentáneamente superados. si no consentís al bien, tan sólo en este caso, faltáis al amor. Porque el amor es consentimiento. Si no hay consentimiento recíproco entre dos seres, no se crea el amor. Mas si no hay consentimiento, es decir, obediencia pronta a las voces del Amor eterno, no existe amor recíproco entre Dios que ama y la criatura que ama poco o mal y así no se crea ni crece el verdadero amor.

También el odio es consentimiento. Y si bien el odio no necesita del consentimiento recíproco entre el odiante y el odiado, con todo, para que surja, es siempre preciso el consentimiento de un cómplice. Hablo del odio espiritual. Este cómplice no puede ser otro que vuestro yo, esto es, vosotros mismos con vuestra voluntad y vuestra razón saliendo del orden para entrar en el desorden, ya que, por más que el odio entre criaturas esté motivado por culpas ciertas del odiado hacia el odiante, siempre se produce un desorden en las relaciones entre hombre y hombre. Porque el orden se halla en el amor. El orden es amor y quien sale del amor sale del orden.

 

es siempre y únicamente el yo el cómplice o elemento 

indispensable para que se den el odio o el amor

 

Por tanto, en el odio de la criatura hacia su Criador -y el pecado es odio al Criador, cuya Ley, al pecar, se viene a despreciar, así como la justicia es amor de la criatura a su Criador, cuya Ley, al amar, viénese a practicar en espíritu y en verdad- es siempre y únicamente el yo el cómplice o elemento indispensable para que se den el odio o el amor.

Como tampoco hay amor si la libre voluntad y la razón del hombre no prestan su consentimiento a los mandatos e inspiraciones de Dios y no secundan los deseos que nacen en el alma -esos deseos que Dios mismo suscita en el espíritu del hombre para que su grado de gloria sea cada vez mayor y, tras haberlos suscitado, ayudando poderosamente a la voluntad y facultades limitadas del hombre, hace que pueda realizar los deseos santos que el Señor suscitó en su espíritu -así también, si no hay consentimiento de la voluntad y de la razón a los estímulos internos y externos de la carne, del mundo y de Satanás, si no se secundan los apetitos irascible y concupiscible, es decir, si el alma no ofende con advertencia y voluntad plenas a su Señor, no existe odio de la criatura a su Criador.

 

El martirio del dolor y también suplicado 

en la vida de los elegidos 

son el sacramento no instituido 

y la bienaventuranza no promulgada

 

Siempre se da el martirio del dolor en la vida de los elegidos, los cuales manifiestan también su justicia mediante su amor al dolor, no ya soportado con resignación, sino también suplicado como un octavo sacramento y una novena bienaventuranza, para ser ungidos víctimas y ser verdadera imagen de Jesús-Víctima.

Son el sacramento no instituido y la bienaventuranza no promulgada abiertamente por el Maestro divino y Sacerdote eterno. Mas aquellos que saben leer y comprender el Evangelio, no en la letra sino en su espíritu, encuentran promulgada siempre esta bienaventuranza por los propios actos de Jesús, el Hombre del Sacrificio y del Dolor, y encuentran este sacramento que no necesita materia, forma, ni ministro para ser signo de gracia sensible y eficaz, sino que él mismo es materia y forma de gracia y, al transformar al hombre en una víctima resignada o, al alcanzar un grado más elevado de identificación con el Maestro divino y Redentor Santísimo, siendo víctima voluntaria aceptada por Dios, hace de él el ministro de su inmolación y un pequeño cristo continuador del Sacrificio divino de Jesucristo.

Porque si Jesús fue "Jesús", esto es, Salvador, lo fue por el dolor y la muerte. Fue por el dolor y la muerte como Jesús alcanzó el fin por el que se hizo Hombre y dio cumplimiento al plan de Dios: hacer de su Unigénito, del Verbo, el Hombre-Dios y así Este pudiese ser Redentor y Dador de la Gracia a los hijos de Adán, desheredados, por culpa de Adán, de tan sublime don.

Y es todavía, y lo será siempre, mediante el dolor y el holocausto cómo el hombre, continuando la obra d salvación iniciada por Cristo, se salva. El dolor meditado, comprendido y contemplado sobrenaturalmente, no es castigo del rigor divino sino gracia del divino amor. Gracia que Dios concede a sus hijos mejores para hacer de ellos cristos por participación.

Sí. Por participación del cáliz amargo, de la dolorosa pasión, del Getsemaní al Gólgota y a la Cruz, tal como fue el yugo de Cristo, yugo pesadísimo, aplastante, yugo imposible de llevar si el amor a Dios y al prójimo no lo hiciese "suave y ligero" aunque no a la carne, sí, al menos, al corazón, a la mente y al espíritu. Fue el perfecto amor a Dios y al prójimo el que hízole al Verbo de Dios correr al encuentro de su Cruz con un santo anhelo de "tener ya todo cumplido". 

 

Toda su Vida, esto es, su Eternidad de Verbo, 

fue un ansiar este cumplimiento: "Está cumplido"

 

Toda su Vida, esto es, su Eternidad de Verbo, fue un ansiar este cumplimiento. Toda su Vida, sea cuando aún estaba con el Padre en el Cielo, como cuando salió para encarnarse en el seno de María o cuando respiró por primera vez, como cuando crecía en edad, en gracia y en sabiduría estando sujeto a María y a José, como después de la Ley y a los Quereres supremos de su Padre Santísimo hasta llegar a consumirse para poder exhalar su espíritu diciendo: "Está cumplido", tuvo este anhelo. Había enseñado que si el grano no muere, no da fruto, Y así El, el Viviente, el Eterno, murió para transformarse de grano de espiga virginal en Pan de Vida para los hombres.

El dolor y el holocausto participan de la suerte del Grano santísimo nacido de una espiga inmaculada y virginal, Jesús; participan del amor perfecto del Hijo del Hombre para con sus hermanos que llegó a dar la vida por ellos; y participan de la santidad de Cristo, santidad que se alcanza mediante la renuncia, el sacrificio e, incluso, la muerte.

Jesús fue exaltado por su Padre y recibió un Nombre superior a todo otro nombre y tal, que ante ese Nombre todo debe postrarse en adoración en la Tierra y en el Cielo después que se humilló hasta la muerte de cruz.

 

quien ama su alma y quiere proporcionarle la vida eterna 

y feliz, debe odiar su carne 

en una continua "misa" del cristiano verdaderamente 

formado que se muda de hombre en hostia,

 

De aquí se infiere que quien ama su alma y quiere proporcionarle la vida eterna y feliz, debe odiar su carne amando, incluso, las persecuciones y las enfermedades que destruyen la materia, amando asimismo la elevación, ya sea material o espiritual, sobre la cruz que destaca de la Tierra y levanta al Cielo en una elevación mística, en una continua "misa" del cristiano verdaderamente formado que se muda de hombre en hostia, en pequeña hostia que quiere ser consumada a la vez con la Hostia grande, con Jesús Eucaristía, en sacrificio latréutico, eucarístico, propiciatorio e impetratorio.

 

con el martirio del dolor está el del amor, 

no menos destructor, 

dentro de su ardiente dulzura, que el del dolor

 

Y con el martirio del dolor está el del amor, no menos destructor, dentro de su ardiente dulzura, que el del dolor.

El martirio del amor. Las exigencias del amor. El absolutismo del amor que aísla en una santa locura a la criatura abrazada por el Amor, que se sumerge con pleno y voluntario consentimiento en el océano llameante del amor. Es la generosidad total del amor reinante, a la sazón, con poder de rey absoluto en un espíritu, generosidad que ya no mide cosa alguna, ni renuncias, ni penas, ni perdones, ni obras de misericordia corporales y espirituales, mirando sólo a que Dios reciba gloria y el prójimo consuelo, perdones y gracias.

La adhesión absoluta y continua de la criatura dándose al amor y a la Voluntad santísima de Dios, conservando de su libre voluntad de hombre un brazo tan sólo: el de hacer lo que Dios quiere; hacer lo que Dios, que vive en las almas, que inhabita en las almas amantes, indica, dispone o propone hacer; este amor obediente, activo y constante introduce en vosotros la vida divina y completa vuestra identificación con Dios que es Amor, además de Espíritu, lo mismo que es también espíritu vuestra alma, que es Libre, al igual que lo sois vosotros para querer; y que es Eterno, como eterno es vuestro espíritu desde que fue creado.

El amor, que es el más grande de los mandamientos, pone en vosotros la semejanza divina de naturaleza espiritual, de movimiento de amor y de luces intelectivas, y no por prevaricación arbitraria como la de Adán que hizo caso a las insinuaciones y sugestiones de la Serpiente y mordió el fruto prohibido para llegar a ser "como dioses", sino por participación de la misma esencia del Ser Supremo: el amor que os hace "dioses e hijos del Altísimo". Porque el amor presupone la Gracia en el espíritu que ama, y la Gracia es participación de la vida divina; es operar, a través de la capacidad de intuir lo que es Dios según su querer, amar del modo que sois amados; es preparación para ver lo que creísteis, conocer el Misterio de Dios con todos sus misterios y los misterios producidos por Dios con sus actos, misterios, a veces, incomprensibles mientras estéis en el exilio terrestre rodeados de sus nieblas; es preparación para ver a Dios cara a cara, poseer el conocimiento pleno de toda Verdad, llegar a ser una misma cosa con Dios en la perfección de la unión que sólo en el cielo puede darse tras la prueba y la elevación a la gloria en la perfección del Amor que entonces habrá alcanzado la medida perfecta, o mejor, las tres medidas perfectas.

 

El amor es verdaderamente el don de los dones, 

medio para conseguir el mantenimiento 

del don de la Gracia, el acrecentamiento de las virtudes 

y la obtención del fin último

 

El amor es verdaderamente el don de los dones, medio para conseguir el mantenimiento del don de la Gracia, el acrecentamiento de las virtudes y la obtención del fin último. Por él se nos da el Espíritu Santo, Espíritu del Espíritu divino, esencia del amor perfectísimo y recíproco del Padre y del Hijo, que procede de su beso, de su mutua atracción y de su contemplación jubilosa.

La voluntad del hombre puede hacer que sea activísimo este don del espíritu de Amor, suficiente por sí mismo de hacer conseguir el fin para el que los hombres fueron creados: la predestinación a la Gracia y a la Gloria. Porque, en verdad, todos aquellos que son movidos por el amor vienen a ser "hijos de Dios" (Pablo a los Romanos, cap. 8, v. 16) por cuanto todos sus actos se hallan inspirados por el amor, esto es, por el bien hacia Aquél del que se sienten ser, por más que no lo conozcan exactamente y hacia sus semejantes; y viven, por ello conforme a la ley natural-moral puesta y conservada por Dios Creador en el corazón del hombre.

 

"Cuando los gentiles, que no tiene ley, hacen naturalmente 

lo que la ley impone y, al no tener ley, son ley para sí mismos 

y muestran cómo el temor de la ley está escrito en su

 corazón, como lo atestigua su conciencia... 

serán justificados el día en que Dios, por medio de Jesucristo

ha de juzgar las acciones secretas de los hombres"

 

Es de éstos de quien escribe S. Pablo: "Cuando los gentiles, que no tiene ley, hacen naturalmente lo que la ley impone y, al no tener ley, son ley para sí mismos y muestran cómo el temor de la ley está escrito en su corazón, como lo atestigua su conciencia... serán justificados el día en que Dios, por medio de Jesucristo, ha de juzgar las acciones secretas de los hombres". 

En efecto, todo aquél que obre con recta conciencia siguiendo los dictados de la ley moral, demuestra tener un alma naturalmente cristiana, abierta al Bien y a la Verdad, y Jesús, muerto para que los hombre estuviesen la Vida eterna -los hombres de buena voluntad- será su justificación. Porque todos los que, aun sin el conocimiento de Dios que tienen los católicos, creen firmemente que hay un Dios, un Dios justo, próvido y remunerador de todo cuanto cada uno ha merecido, pertenecen, por la caridad que hacia El sienten, por la caridad y justicia que tiene para con su prójimo y para consigo mismo, por su deseo de Dios y por la contrición perfecta de las culpas que hubieran podido cometer, al alma de la Iglesia.

 

el amor verdaderamente vivido y practicado y el 

arrepentimiento sincero del mal que hase podido 

involuntariamente cometer, 

son el bautismo de deseo que da validez

 a la pertenencia implícita al Cuerpo Místico 

 

Como dije que el dolor es el octavo sacramento y la novena bienaventuranza, así también digo que el amor verdaderamente vivido y practicado y el arrepentimiento sincero del mal que hase podido involuntariamente cometer, son el bautismo de deseo que da validez a la pertenencia implícita al Cuerpo Místico y, consecuentemente, a la participación de la Gracia. Sólo Dios y los hombres en los que Dios opera conocen la acción divina para llevar las criaturas humanas a la salvación y al celestial conocimiento de la Verdad para los que fueron creadas.

El amor es una actividad santa que moviliza todas las fuerzas del hombre dirigiéndolas a su fin último. El amor es sabiduría; y la sabiduría es libertad de las cosas caducas y limitadas; y la libertad de lo que limita y os tiene atados a la Tierra abre al espíritu los espacios infinitos para que vuele por ellos y se lance al encuentro de la Verdad eterna que se abaja hasta su amado al que se entrega haciéndose gustar y amar, en la medida posible a una criatura todavía mortal, arrancando al hombre de las tinieblas de su triste destierro para elevarlo hasta Sí y desvelarse en parte para ser por él cada vez más amado sin, por eso, hacerle ajeno y extraño a las necesidades de los hermanos. Y aún más, el hombre abismado en Dios, le adora y obtiene de El gracias y beneficios, no sólo para sí, mas también para los hermanos sobre quienes los derrama con acción santa y continua de caridad.

 

Por estos numerosos martirios 

proporcionados por el dolor y por el amor, 

aquéllos que hayan permanecido fieles al hombre interior 

llevarán en el Cielo el vestido y la palma descritos por Juan

 

Por estos numerosos martirios proporcionados por el dolor y por el amor, aquéllos que hayan permanecido fieles al hombre interior llevarán en el Cielo el vestido y la palma descritos por Juan. Porque con su voluntad habranse hecho tal vestido, purificando sus estolas en la Sangre del Cordero que con su onda purificadora habrá disipado las sombras de los errores iniciales y de las imperfecciones últimas, y los martirios soportados, el del amor más que ningún otro, con las fuerzas todas del hombre y la acción de la Gracia divina habida por Jesucristo Señor Nuestro, harán que éstos sean los vencedores del nombre nuevo a los que será les dado el maná escondido, la corona de la vida, la potestad sobre las naciones, la gloria de sentarse en torno al trono excelso, estando eternamente ante el Cordero y ante la Estrella de la Mañana que les guió a lo largo del camino de la Tierra al Cielo, ante la Estrella de su mañana terreno cuyo pronto final pedirán a cada latido del corazón con el grito de su alma amante: "Ven, Señor Jesús", ante la Estrella de su mañana celestial y eterno del día en que entrarán para siempre en el Reino de los Cielos"."

7 al 11-6-48

A. M. D. G.