Verdaderamente el hombre, 

más que reconocimiento, 

debe obediencia al espíritu 

que le conduce al gozo eterno

 


 

#¿A quién ha de estar reconocido el hombre? ¿A la carne o más bien al espíritu?   

#el hombre debe obediencia al espíritu que le conduce al gozo eterno. Y el espíritu, a su vez, que es movido por el Espíritu Santo, debe obediencia y reconocimiento a Dios.   

#mientras todas las criaturas animales saben complacer a su Criador el hombre que viola el orden en sí mismo al violar la ley divina desagrada grandemente a Dios que le aparta de Sí y de su Reino por ser un homicida que va contra su propia naturaleza.   

#El pecador que vive y muere en pecado es un homicida de sí mismo en sus dos naturalezas   

#Por lo que el hombre ha de ser deudor del espíritu al que debe servir  

 #Este ser deudor y siervo del espíritu ¿supone acaso una esclavitud para el hombre? No   

#De entre los muchos dones otorgados por el Padre Santísimo a sus hijos de adopción, éste del señorío del espíritu divinizado sobre la materia, es uno de los más señalados

 


 

A los Romanos, cap. 8.º, vv. 12-16.

 

"¿A quién debe estar reconocido y obligado, en justa correspondencia por los favores y dones recibidos, el que fue beneficiado? A aquél que le benefició.

 

¿A quién ha de estar reconocido el hombre? 

¿A la carne o más bien al espíritu ?

 

¿A quién ha de estar, por tanto, reconocido el hombre? ¿A la carne que se dejó corromper por la seducción del fruto prohibido, por el que el hombre, de dios que era por la gracia recibida del Creador, redújose a simple hombre destinado al dolor, a la fatiga, a la muerte y al destierro del Cielo, o más bien al espíritu que, renacido a la gracia, regenerado en la misma por los méritos de Cristo y, redivinizado, proporcionará también a la carne la posibilidad de gozar del Cielo?

 

el hombre debe obediencia al espíritu que le conduce 

al gozo eterno. 

Y el espíritu, a su vez, que es movido por el Espíritu Santo, 

debe obediencia y reconocimiento a Dios.

 

Verdaderamente el hombre, más que reconocimiento, debe obediencia al espíritu que le conduce al gozo eterno. Y el espíritu, a su vez, que es movido por el Espíritu Santo, debe obediencia y reconocimiento a Dios.

Si bien todos los hombres son criaturas de Dios, aquéllos tan sólo que viven la vida del espíritu son "hijos de Dios". Los otros, aquellos que tan sólo obedecen a los instintos y estímulos de la carne como esclavos de los mismos, son únicamente hijos de la carne, esto es, criaturas animales en nada diferentes de las especies animales que viven sobre la Tierra, en las aguas y en el aire, creadas por Dios en el sexto día (Génesis, cap. 1.º, vv. 20-25).

 

mientras todas las criaturas animales 

saben complacer a su Criador 

el hombre que viola el orden en sí mismo al violar la ley 

divina desagrada grandemente a Dios que le aparta de Sí 

y de su Reino por ser un homicida 

que va contra su propia naturaleza.

 

Mas, mientras todas las criaturas animales saben complacer a su Criador obedeciendo cada una a la función para la que fue creada sin violar su respectiva ley natural, tanto en el procrear como en el servir al hombre y a la naturaleza toda, el hombre que viola el orden en sí mismo al violar la ley divina y yendo, por ello, contra Dios y arrebatándole el gozo de dar al hombre aquello para lo que le creó -así como privándose a sí mismo del premio eterno que es el fin para el que fue creado-, desagrada grandemente a Dios que le aparta de Sí y de su Reino por ser un homicida que va contra su propia naturaleza.

 

El pecador que vive y muere en pecado 

es un homicida de sí mismo en sus dos naturalezas

 

No os parezca esto un error: El pecador que vive y muere en pecado es un homicida de sí mismo en sus dos naturalezas que se hallan tan íntimamente unidas que vienen a formar una misma cosa. No se puede matar impunemente la naturaleza sobrenatural del hombre sin implicar al mismo tiempo en la muerte eterna a su naturaleza sobrenatural del hombre sin implicar al mismo tiempo en la muerte eterna a su naturaleza humana. Como tampoco se puede vivir al modo de los brutos sin dar también muerte precozmente a la naturaleza animal: a la carne, con las enfermedades que son secuelas de los vicios.

De aquí que el hombre que vive animalmente es un homicida y un deicida, pues mata en sí la vida animal y la vida espiritual divinizada y hiere al Amor Creador que puso su asiento en el espíritu del hombre (vosotros sois templos del Espíritu de Dios) hasta que dicho espíritu sea asunto a la sede eterna de Dios: al Cielo.

 

Por lo que el hombre ha de ser deudor del espíritu 

al que debe servir

 

Por lo que el hombre no es ni debe considerarse deudor de la carne, de la que sólo castigo y muerte le pueden venir, sino que ha de ser deudor del espíritu al que debe servir, ya que el propio espíritu es el que proporciona a la carne las luces, las voces, las fuerzas, voces, fuerzas, auxilios y goces que le vienen al espíritu por virtud del Espíritu de Dios que inhabita en él.

 

Este ser deudor y siervo del espíritu 

¿supone acaso una esclavitud para el hombre? 

No

 

Este ser deudor y siervo del espíritu ¿supone acaso una esclavitud para el hombre? No. O ¿es tal vez un motivo de temor exagerado, de miedo continuo y de incertidumbre paralizante? Tampoco.

Cuando un hombre es débil, bien por su edad o por enfermedad; cuando uno es ciego o de vista defectuosa tan sólo; cuando es tardo de oído o de mente obtusa, hácese ayudar de quien no tiene defectos ni debilidades. De igual manera debe el hombre hacerse ayudar de las luces, voces, fuerzas y auxilios del espíritu que saca sus luces, sus voces y sus fuerzas del Espíritu de Dios.

 

De entre los muchos dones otorgados 

por el Padre Santísimo a sus hijos de adopción,

 éste del señorío del espíritu divinizado sobre la materia,

 es uno de los más señalados

 

De entre los muchos dones otorgados por el Padre Santísimo a sus hijos de adopción, éste del señorío del espíritu divinizado sobre la materia, es uno de los más señalados, puesto que le proporciona a la carne el modo de poder llegar a la vida gloriosa. No es esclavitud sino elección al más alto grado que criatura alguna puede alcanzar. Esta es la adopción divina de la que se deriva la filiación espiritual de El, esto es, de Dios por la que los hombres pueden llamarle "Padre" -hablo de los hombres a los que Cristo y la vida en Cristo les devolvió la Gracia y se la mantiene viva- a Aquél a quien el mismo pueblo elegido no osaba llamarle directamente con su Nombre Santísimo y le llamaba temblando: "El que es Jehová".

Mas el hombre en el que vive Cristo-Gracia puede llamar "Padre" al Eterno del que es Hijo el Verbo Encarnado. Porque es Cristo el que todavía llama desde el interior del hombre al Padre Creador de todos los hombres. Y porque Cristo es Verdad, ese su llamar "Padre" desde el interior del hombre, por el hombre y con el hombre, hace que Dios venga a ser el testimonio seguro de que todos aquellos que viven y obran por el espíritu y movidos por el Espíritu Santo que habita en ellos, sean verdaderamente "hijos de Dios"."

8-2-50

A. M. D. G.