El Padre no sólo da amor y semejanza
a sus hijos, sino también sus riquezas
y su herencia
#¿Cuál debe ser el deseo de los hijos de adopción para corresponder al de Dios?
Todas las cosas serán entonces restauradas conforme habíalas Dios concebido antes de crearlas
A los Romanos, cap. 8.º, vv. 17-19
"Es propio de todo hijo tener semejanza con su padre. Quedó ya explicado en qué estriba la semejanza y similitud del hombre, hijo adoptivo de Dios, con su Padre celestial. Y quedó también dicho con qué medios y conforme a qué ejemplar puede el hombre ir alcanzando más y más su semejanza con la eterna Perfección. Y quedó, en fin, sentado, como verdad inconcusa, que aquéllos que viven según el espíritu pueden llamar a Dios "Padre", y llamarle con la voz para El más grata: la de Jesús que inhabita con su espíritu en los hijos de Dios.
Mas un padre no da sólo amor y semejanza a sus hijos. Dales también sus riquezas y su herencia.
El Padre da al Hijo el Reino y la posesión
de todo cuanto hay en el Cielo y en la Tierra,
da también a los hijos de adopción
la coparticipación en el Reino y en los dominios del Hijo
La Primera Persona de la Trinidad Santísima, lo mismo que da al Hijo, consustancial al Padre, el Reino y la posesión de todo cuanto hay en el Cielo y en la Tierra, da también a los hijos de adopción y hermanos de Jesús en la carne, la coparticipación en el Reino y en los dominios del Hijo. Dioles ya a los hombres la coparticipación en la vida divina mediante la Gracia, Dioles asimismo la coparticipación en los bienes celestiales y en la herencia de Cristo.
Estos son los dones y el deseo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, de los Tres que, al igual que son una misma cosa, tienen también un mismo pensamiento, una misma voluntad y un mismo amor.
¿Cuál debe ser el deseo de los hijos de adopción
para corresponder al de Dios?
¿Cuál debe ser el deseo de los hijos de adopción para corresponder al de Dios? El mismo: coparticipación en la vida divina mediante la fidelidad a la Gracia, la unión con participación y herencia en común de los bienes celestiales.
Y, puesto que, como ya se ha visto, no se da victoria sin lucha ni vestido ornamentado y palma de gloria sin dolor y sin cruz -medios por los que Cristo fue exaltado por su Padre después de la suprema humillación y obediencia-, así como justamente deseáis ser coherederos del Reino celestial del que el Cordero de Dios, Verbo encarnado, es Rey de reyes y Señor de los señores, así también debéis desear ser coherederos de su parte de dolor, inmolación, humillación y obediencia, porque sólo así podréis ser con El, el victorioso y Glorioso, glorificados.
siempre es breve la prueba terrena
en relación con la eternidad
¿Qué es lo que constituye el premio de los bienaventurados?
La posesión de Dios
Breve, siempre es breve la prueba terrena en relación con la eternidad. Relativos, siempre son relativos el sufrimiento y la cruz comparados con el gozo celestial e infinito, como todo cuanto viene de Dios, para aquellos que están ya en el conocimiento de Dios como "hijos y herederos suyos".
¿Qué es lo que constituye el premio de los bienaventurados? La posesión de Dios. No resulta, por tanto, equivocado decir que será éste un gozo infinito por cuanto Dios es infinito y en la Revelación del mismo y de su Misterio disfrutarán los bienaventurados de un gozo sin medida y, por tanto, infinito.
siempre serán relativas las humillaciones terrenas
respecto a aquella gloria
que se manifestará en los elegidos
De igual manera, siempre serán relativas las humillaciones terrenas respecto a aquella gloria que se manifestará en los elegidos cuando les comunique Dios, con medida plena y perfecta, su Gracia, su Belleza, su Conocimiento, el Fuego de su Amor, su Luz, todos sus Atributos, todos aquellos Bienes, todas aquellas glorias y todas aquellas virtudes que El tiende a comunicar de forma relativa y proporcionada al viviente, haciéndola más vasta, profunda y elevada a medida que el viviente va creciendo en la vida sobrenatural y se vacía de sí y de toda otra cosa para acoger a Dios en el tiempo en que el hombre se encuentra todavía sobre la Tierra.
Entonces, sólo entonces, al final de los tiempos,
cuando los cuerpos resucitados de los santos hayan sido
asuntos a la gloria y unidos a sus respectivos espíritus
contemplará la revelación de los hijos de Dios
Entonces, sólo entonces, al final de los tiempos, cuando los cuerpos resucitados de los santos hayan sido asuntos a la gloria y unidos a sus respectivos espíritus ya bienaventurados y gloriosos, la creación, tras una espera de milenios, contemplará la revelación de los hijos de Dios, la revelación de lo que desde un principio deberían haber sido siempre los hijos de Dios si en aquél principio el primero de ellos no hubiera pecado afeando con una Mancha sacrílega, envilecedora y dolorosa, la Creación perfecta llevada a cabo por Dios.
Todas las cosas serán entonces restauradas
conforme habíalas Dios concebido antes de crearlas
Todas las cosas serán entonces restauradas conforme habíalas Dios concebido antes de crearlas. Y, lanzados el diablo y sus servidores al estanque eterno sin libertad ya de salir ni de actuar por los siglos de los siglos y, desaparecidos de la creación la muerte y el dolor junto con el Príncipe del mal -por el que entraron en el mundo, al par de la culpa, el dolor y la muerte-, las cosas de antes cesarán. Sí, cesarán las cosas que fueron bellas, buenas, sin lutos ni miserias, sin crueldades ni engaños, sin malicia ni corrupción, pero a las que Satanás y la flaqueza del Hombre y de los hombres malearon trocándolas nocivas, dolorosas, crueles, engañosas y corruptas.
Y, con la Jerusalén eterna, darase inicio al nuevo mundo.
Será la gran revelación
de los hijos del Pueblo eterno de Dios
todos los hijos de Dios tendrán igualmente la perfecta
revelación de Dios al que verán y conocerán
sin limitación alguna
Y, con la Jerusalén eterna, darase inicio al nuevo mundo, ese mundo nuevo eterno al que ya no tendrá acceso posible Satanás, en el que el dolor no podrá torturar, la malicia confundir ni la violencia dañar y causar la muerte.
Será la gran revelación de los hijos del Pueblo eterno de Dios, esa revelación cuya magnificencia sólo Dios, que todo lo conoce y ve desde la eternidad, conoce y ve en su Pensamiento con el ojo del Verbo, a través del cual todos los hijos de Dios tendrán igualmente la perfecta revelación de Dios al que verán y conocerán sin limitación alguna."
20-2-50
A. M. D. G.