No caigáis en las herejías de ciertas
sectas y doctrina que llegan a la
conclusión de que el hombre no fue
creado para el Cielo sino para ser un
réprobo, ya que fue creado de tal
suerte que no puede menos de pecar
#Imitad a Cristo. Nadie fue más probado que El
#Imitad a Cristo y no blasfeméis culpando a Dios de vuestras debilidades.
#Esto mismo hizo Israel con el Señor y con su Verbo
A los Romanos, cap. 9.º, vv. 19-24.
¿No es El quien nos hizo así?
Bien podía habernos creado intangibles
a los asaltos del Mal o, al menos,
no dejar que el Mal nos asalte.
"Muchos, al sentirse llamar a los caminos de la justicia, para no disgustar a Dios, responden con esta reconvención blasfema: "¿De qué, pues, se lamenta? ¿No es El quien nos hizo así? Bien podía habernos creado intangibles a los asaltos del Mal o, al menos, no dejar que el Mal nos asalte. Podía habernos hecho a todos buenos y santos. Por el contrario, ¿dónde está su justa medida de bondad y de providente cuidado con todos? Hay quien es rico, quien es miserable, quien está sano y quien siempre se encuentra enfermo: hay quien se ve amado por sus parientes, por su esposa, por sus hijos y amigos y quien se siente incomprendido, frustrado, traicionado y desamado por esos mismos; hay quien triunfa siempre y quien, con tener todos los medios, incluso santos, a su favor, no triunfa jamás. ¿Cómo es posible pretender que quien es víctima de la sociedad, de la familia, de los infortunios o enfermedades, no se rebele viendo que muchos otros, lejos de ser víctimas, triunfan?" Y quien fue creado con sangre bullente de ira o de lujuria, no puede acaso decir: "¿Por qué me creaste así? Es El, es Dios el que así lo quiere y es inútil oponerse a su querer tanto en lo Bueno como en lo Malo. Es El quien lo quiere".
No. No es El. No caigáis en las herejías de ciertas sectas, hoy ya oficialmente desaparecidas, pero que, en realidad, aún perduran en los corazones con sus doctrinas heréticas o en las de otras oficialmente activas que, con sus doctrinas contrarías a la verdad, a la luz y a la sabiduría divinas -por estar dichas sectas separadas del Cuerpo místico- llegan a la conclusión de que el hombre no fue creado para el Cielo sino para ser un réprobo, ya que fue creado de tal suerte que no puede menos de pecar.
Esto no es así. No lo creáis si os lo dicen.
No admitáis tal pensamiento si Satanás os lo insinúa
en vuestra mente, pues entraña
apostasía, ingratitud y desesperación.
Esto no es así. No lo creáis si os lo dicen. No admitáis tal pensamiento si Satanás os lo insinúa en vuestra mente, pues entraña apostasía, ingratitud y desesperación. Renegaríais de Dios, vendríais a desconocer su Naturaleza, su Paternidad, todos sus atributos, caeríais en el pecado de desesperar de salvaros, y cual hojas caídas, os dejaríais arrastrar lejos de la meta verdadera: el Cielo, y por caminos cuajados de tinieblas y de fango os precipitaríais en el abismo, en ese abismo en el que fatalmente se precipitan todos aquellos que no creen, no esperan y ya no aman a Dios, sus promesas seguras ni su Ley.
Imitad a Cristo. Nadie fue más probado que El
Imitad a Cristo. Nadie fue más probado que El. Nadie como El supo de la soledad, de la incomprensión y de los abandonos, desde los del Cielo hasta los humanos. No hubo quien, como El, padeciera todos los dolores: no hablo sólo de los correspondientes a sus últimos días que terminaron en el sepulcro, hablo de todos los dolores que soportó desde que abrió sus ojos en Belén, dolores de toda especie y cada vez mayores. Mas nunca reprochó a su Padre por este océano de dolores que le envolvía y que, con sus olas amargas, cada vez más altas, trataba de anegarle.
Jamás recriminó a su Padre. Sabía que El permitía esto para su posterior exaltación, por sus méritos, en una medida sin medida, desproporcionada con el sufrimiento. Sabía que el mal, el dolor, toda la soledad y angustia que sufría, eran debidos al Hombre decaído, a Adán y a sus descendientes que, por haber caído, no podían sino proporcionar dolor a Aquél que era Dios en vestidura humana y que esto era así para hacer de ellos hijos de Dios. El mismo Satanás era el motor y lo sabía, pues, consciente de su próxima derrota por la restitución del estado de gracia a los redimidos, se vengaba con el mayor de sus odios contra el Amor.
Imitad a Cristo y no blasfeméis culpando a Dios
de vuestras debilidades.
Imitad a Cristo y no blasfeméis culpando a Dios de vuestras debilidades.
¿No os creó El a todos iguales? ¿No os dio a todos, por igual, un entendimiento para comprender, un corazón para amar, una conciencia para distinguir el bien del mal y un alma para que se den en ella espirituales arranques y sean posibles vuestros encuentros con Dios?
¿Sufrís? Pensad en lo que y en quien os hace sufrir y veréis que es el hombre la causa de vuestros sufrimientos: porque, siendo pecador, os transmitió sangre impura o porque atentó contra vuestra integridad física o porque os tuvo envidia u odio y os calumnió o dañó moralmente.
¿Os sentís débiles en vuestro espíritu y humillados por vuestras caídas? Examinaos bien: ¿Es acaso Dios el que os trajo a esa tentación o sois, por ventura, vosotros los que os pusisteis en ella huyendo de vuestros tentadores?
La Culpa que incuba en vuestra alma y es lavada por el Bautismo, aunque dejando el fomes, al igual de las demás culpas vuestras, ¿son acaso tales que hagan de vosotros unos perversos que no puedan ya dejar de serlo o unos repudiados que hayan perdido su semejanza con el Padre sin posibilidad de ir acrecentando esta divina similitud?
es la parte humana del hombre la que, con espontánea y
satánica voluntad, puede querer la muerte para el alma;
mas ésta, de encontrarse libre y sola, siempre tenderá
a la búsqueda de Dios y al gozo de estar con El.
No. Como acaece con un hombre que, por más que nazca deforme o lo sea, o, tal vez, bestial y monstruoso, no por eso deja de ser hombre; y, aunque haya quedado lesionada su inteligencia, sigue viva el alma o susceptible de tornar a la vida por más que el hombre, por degeneración psíquica, caiga en pecado de bestialidad, pero después se arrepiente de él y reclama las aguas de la Vida para su alma muerta, así, y con mayor razón, el alma nunca pierde del todo su semejanza con el Padre que la creó, ni se apaga en ella por completo la tendencia al Bien ni la llamada a su origen y a su fin. Y también aquí es la parte humana del hombre la que, con espontánea y satánica voluntad, puede querer la muerte para el alma; mas ésta, de encontrarse libre y sola, siempre tenderá a la búsqueda de Dios y al gozo de estar con El.
El que espontánea y premeditadamente mata su alma,
termina casi siempre por dar también muerte a su cuerpo
El que espontánea y premeditadamente mata su alma, termina casi siempre por dar también muerte a su cuerpo. Al ser violento con su alma, lo es también con su carne y, al renegar del ser, del Fin y de la existencia en él del espíritu, acaba por matarse como Judas.
El que, sin premeditación, mata su propia alma con el pecado mortal, mas después tiene voluntad de Vida y, arrepentido, procura regenerarse y, a imitación de Dimas, confía en la Misericordia, no sólo devuelve la vida a su espíritu, sino que, por la humillación de la caída, disminuye en soberbia y crece en humildad; y, de aquí que la culpa y sus mismas tendencias, al mantenerle humilde, le sirvan para caminar hacia la perfección que nunca puede estar en donde se halle la soberbia, mientras que la experiencia del amor de Dios que perdona al culpable arrepentido, le lleva a un más vivo amor de Dios y, de éste, a su Fin.
Muchas veces de grandes miserias, de vasos de arcilla
colmados, tal vez, de fango, de lujuria y de odio,
saca Dios sus vasos de elección.
Muchas veces -y de ello es un ejemplo Pablo- de grandes miserias, de vasos de arcilla colmados, tal vez, de fango, de lujuria y de odio, saca Dios sus vasos de elección.
Igual que el alfarero, es el Alfarero divino, que de la misma materia hace los vasos, todos los vasos. De la misma materia. De modo idéntico, Os mezcla los mismo elementos. A todos da igual misión y el mismo fin y sabe su pensamiento quiénes han de ser fieles a esa misión y a ese fin y quiénes no. Mas no es El quien los quiere así. Es la materia la que quiere o no quiere permanecer fiel.
La paciencia divina todo lo soporta. Sabe esperar.
Hace de los hombres otros tantos medios para probar
a los demás hombres en su voluntad de salvación o de ruina
La paciencia divina todo lo soporta. Sabe esperar. Hace de los hombres -vasos de elección o de perdición, de caridad o de odio, de verdad o de mentira, de castidad o de lujuria- otros tantos medios para probar a los demás hombres en su voluntad de salvación o de ruina, de avaricia o de amor a la pobreza espiritual por desapego de todo lo que no es Dios, de rebeldía o de mansedumbre, de ira o de paciente llanto en el dolor, de injusticia o de justicia, de dureza o de misericordia, de triple concupiscencia o de triple pureza, de cólera o de paz, de persecución contra los hermanos o de fidelidad más bien durante la persecución, para premiar o castigar según lo exija el mérito o el demérito, como también para hacer que resplandezca su Poder dando el Reino a los que responden a sus luces, a sus invitaciones, a sus mandatos, y quitándoselo a quienes, autoproclamándose "dioses y justos", no se pliegan a sus Voces, llaman "tinieblas" a sus luces y sugestiones de Satanás a sus prodigios.
Esto mismo hizo Israel con el Señor y con su Verbo
Esto mismo hizo Israel con el Señor y con su Verbo. Y Dios, que quería castigar a Israel, el cual, de la Ley divina tan sólo tenía ya la letra pero no el espíritu y había caído en los perennes pecados de soberbia, de dureza de corazón, de rebeldía y hasta de idolatría -menospreciando al Dios verdadero, hecho carne por amor y dándole muerte para ser ellos "dioses"- después de haber soportado pacientemente durante siglos a estos vasos sobre los que bajaba ya su ira para condenarlos a la perdición, repudiando a la Sinagoga y a sus ministros, de la misma reprobación de Israel, culpable del máximo pecado, extrajo la salvación, la misericordia y la gloria eterna para los gentiles y en el lugar del Templo y de su altar, ya demolidos- como estaba anunciado por los Profetas y por Cristo- y de los antiguos sacrificios, reconstruyó el nuevo Templo y el nuevo altar, al igual que el nuevo Sacrificio perpetuo y santísimo, como eterno y santísimo es también su eterno Pontífice: Cristo, Hijo de Dios.
A los dichos Templo, altar y sacrificio, todos los pueblos eran y son admitidos porque todos los hombres son, por igual, criaturas de Dios, tienen un mismo origen, un mismo fin e idénticos derechos de hijos con su Padre que es misericordioso y compasivo para con todos aquellos que se vuelven a El".
22-6-50
A. M. D. G.