Cuando los hijos abandonan a su padre,
el padre busca otros hijos que le amen
#El padre rechazado por sus hijos busca a otros hijos que le amen
#Así hace Dios Padre. Así lo hizo.
A los Romanos, cap. 9.º, vv. 25-29.
El padre rechazado por sus hijos busca
a otros hijos que le amen
"¿No ocurre, tal vez, lo mismo entre los hombres? Cuando un padre, un buen padre de familia, después de haber amado con un amor recto a sus hijos, haber trabajado para ellos, haberse agotado en darles un bienestar y desvelado por ellos para hacerles crecer sano de cuerpo y de espíritu, llega a verse repudiado, abandonado o, tal vez, maltratado, explotado u otras cosas más, por ellos, ¿no se vuelcan acaso sus ansias de amar y de hacer el bien sobre cualquier pobre niño huérfano o hijo de nadie- que es la más triste de las orfandades- y lo toma adoptándole, destinando para él los bienes que los hijos de su sangre rechazaron? Y esto lo hace para amar y tener quien le ame.
Así hace Dios Padre. Así lo hizo.
Desde el principio de la humanidad
amó dios al hombre y de entre ellos
a los antiguos justos, padres y patriarcas
Así hace Dios Padre. Así lo hizo.
Desde el principio de la humanidad amó Dios al hombre y, de entre los hombres, distinguió con particular amor a los antiguos justos, padres y patriarcas llenos de dignidad, de prudencia, de valor, de justicia y de todas las demás virtudes con las que agradaron a Dios. Desde Enoc a Noé, desde Abraham a Isaac y Jacob y, más tarde, al gran Moisés -caudillo y salvador del Pueblo elegido, legislador por disposición de Dios que le confió la Ley y sus disposiciones-, a Aarón, primer sacerdote, a Josué que llevó a término las órdenes dadas por Dios a Moisés acerca de la posesión de la Tierra prometida a los hijos del Pueblo elegido, a los Jueces, a los Profetas y Reyes, ¡cuánto amor prodigó Dios a su pueblo a través de éstos más elegidos de entre los elegidos!
Mas, por sentirse infinitamente amados,
cayeron en el mismo pecado de Adán.
Creyeron serles todo lícito
Mas, por sentirse infinitamente amados, cayeron en el mismo pecado de Adán. Creyeron serles todo lícito. Tuvieron por inútil obedecer a Dios, No sólo eso: osaron criticar las acciones de Dios y las juzgaron, ya inútiles, absurdas, satánicas y hasta imposibles. Cuando Dios -el Padre desde el Cielo y el Hijo sobre la Tierra- más daba a entender la naturaleza de aquellos prodigios, de aquellas palabras y más atestiguaba con esos mismos prodigios y con la sabiduría de aquellas palabras que "aquello era de Dios", tanto más juzgaba Israel como satánicos los prodigios, asegurando ser Satanás el que los realizaba, que eran blasfemas sus palabras y sacrílegos sus actos.
Y Dios repitió el gesto que tuvo con los dos prevaricadores
del Edén.
Repudió a Israel y, para tener un Pueblo, eligió a los gentiles.
Y Dios repitió el gesto que tuvo con los dos prevaricadores del Edén. Repudió a Israel y, para tener un Pueblo, eligió a los gentiles.
El Espíritu de Dios anunció por su profeta Oseas: "Vuestra madre (la Sinagoga) no es ya mi mujer... No tendré compasión de sus hijos porque son hijos de fornicación... Haré que terminen todas sus alegrías, sus fiestas, sus novilunios, sus sábados y todos sus días de fiesta... Y diré a aquél que no era mi Pueblo (los gentiles): "Tú eres mi pueblo, y él me dirá: 'Tú eres mi Dios'..."
Y más todavía, profetizando cuán pocos del numeroso Pueblo que ya era de Dios, del Pueblo de "El que es" del tiempo antiguo y del antiguo Templo habrían de hacerse del nuevo Pueblo de Dios-Jesús y del nuevo Templo, se dijo: "Los residuos de Jacob, los residuos, digo (o sea, los israelitas todavía justos como los de la estirpe directa y primigenia de Jacob), se convertirán al Dios fuerte".
Y los que formaron su Pueblo fueron los gentiles
y unos pocos israelitas que supieron acoger a Cristo,
llegando a ser por esto "hijos de Dios".
Y se dijo lo que expresa Pablo refiriéndose a otros puntos de las profecías de Oseas y de Isaías. Y cuanto se dijo tuvo cumplimiento. Y los que formaron su Pueblo fueron los gentiles y unos pocos israelitas que supieron acoger a Cristo, llegando a ser por esto "hijos de Dios".
Hijo es mucho más que súbditos porque a los súbditos no les es dado habitar en la casa real mientras que a los hijos sí. Y los hijos de Dios, hermanos de Cristo, habitarán en la Casa del Rey de los reyes para siempre".
16-7-50
A. M. D. G.