El Padre, al elegir a Israel como su 

Pueblo, no excluyó al resto de la 

Naciones

 


 

#Si el Reino de Dios se circunscribiera sólo a los israelitas la Humanidad no hubiera podido pretender, merecer y obtener el Reino de Dios   

#La llamada era para todos los pueblos, no solo para Israel Si alguna culpa había, era ésta la de los hebreos que no extendieron esta llamada a todos como era la voluntad del Padre   

#jamás intentó Israel dar a conocer el verdadero Dios a los adoradores de múltiples dioses, como tampoco a aquellos paganos que, por ser particularmente virtuosos, presentían la existencia de un Dios verdadero   

#Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de esta terca cerrazón y aversión aún entre los Apóstoles   

#la prevención contra los gentiles era aún tan viva que Dios, para persuadir a Pedro de que no debía rechazar al centurión Cornelio de Cesarea, hubo de obrar un doble milagro y una confirmación   

#Los gentiles, era verdad, no buscaban la justicia, la verdadera Justicia Pero, una vez conocida, la abrazaron y con un heroísmo de fe que asombró al mundo haciéndolo cristiano.   

#el fango del paganismo se lavó con ríos de sangre de mártires que, en sus mayor parte, eran gentiles convertidos a Cristo  

 #Israel no quiso ser justo. Nunca lo quiso. Ni con el Maestro, ni con el Taumaturgo, ni con el Mesías, ni con el Verbo encarnado, ni con el Inocente  

 #"Los pesos", las "cerraduras",los "diezmos" eran y son la "letra" y no el "espíritu" de la Ley y constituyen un impedimento para entrar en la justicia   

#Israel, pues, no entró en la justicia y, al permanecer vendado y momificado con las formulas que a sí mismo habíase dado   

#"La piedra que desecharon ha venido a ser piedra angular... y quien vaya contra esta piedra se estrellará y cuantos por esta piedra sean golpeados (al caer la mismos sobre ellos) quedarán triturados".    

#Aún no se ha visto que enemigo alguno verdadero y grande de la Iglesia Católica Apostólica Romana haya obtenido victoria   

#Todo lo trituró y para siglos Y no terminará esta trituración mientras Israel no alce con humildad su grito demandando perdón

 


 

A los Romanos, cap. 9.º, vv. 30-33.

 

Si el Reino de Dios se circunscribiera sólo a los israelitas 

la Humanidad no hubiera podido pretender, merecer 

y obtener el Reino de Dios

 

"Si la arribada al Reino de Dios -Reino de Amor, de Justicia y de Pureza- hubiérase circunscrito a los israelitas y a los hebreos de la Diáspora, no habría resultado posible, al ser Jesús el Hombre-Dios, Rey universal y de infinito poder, el que toda la Humanidad hubiera podido pretender, merecer y obtener el Reino de Dios, primero en sí y junto a Dios después.

 

La llamada era para todos los pueblos, no solo para Israel

 Si alguna culpa había, era ésta la de los hebreos 

que no extendieron esta llamada a todos como era la

 voluntad del Padre

 

Si esta llamada y derecho a heredar el Reino hubieran quedado reducidos al sólo Pueblo hebreo -cosa que sólo habría podido suceder gracias a un milagro fulgurante de Dios capaz de desbaratar el errado mundo de ideas que tenazmente defendían los hebreos contra todo cuanto pudiera hacerlo caer y desaparecer- ¿cómo habría podido decirse que Dios es Padre infinitamente bueno para todas las criaturas dotadas de alma espiritual? Las otras, todas las demás criaturas esparcidas por los continentes entonces conocidos y por los aún desconocidos, ¿cómo podrían decir, al final de los siglos, que Dios era bueno y paternal con todos los hombres? Ellas no tenían culpa de haber nacido en otras patrias y en otras religiones. Si alguna culpa había, era ésta la de los hebreos que abrigaban un odio encarnizado y un desprecio desdeñoso hacia todos los incircuncisos por más que éstos fuesen, moralmente, más justos que ellos.

 

jamás intentó Israel dar a conocer el verdadero Dios

a los adoradores de múltiples dioses,

como tampoco a aquellos paganos que,

por ser particularmente virtuosos, presentían

la existencia de un Dios verdadero

 

Debido a este desprecio injustificado y contrario al mandamiento del amor para con el prójimo que no se limita a los compatriotas y correligionarios, jamás intentó Israel dar a conocer el verdadero Dios a los adoradores de múltiples dioses, como tampoco a aquellos paganos que, por ser particularmente virtuosos, presentían la existencia de un Dios verdadero -diferente de los falsos dioses, Único, Santo, Creador, de modo muy distinto a como declaraban las míticas leyendas, Tutor y Moviente de todo el Universo- llegando a levantar un altar al Dios Desconocido y conservándolo allí durante siglos al objeto de invocarle. Y sin un mandato expreso del Verbo encarnado -"Id a evangelizar a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles cuanto os he enseñado- ni aún los mejores de Palestina, los elegidos, los amaestrados por El durante tres años con la palabra y con el ejemplo, hubieran removido las pesadas piedras de sus concepciones hebraicas que calificaban de "abominación e impureza" cuanto no fuese Israel, mezclando en su desprecio a los samaritanos con los fenicios, con los romanos y con cuantos no pertenecían a la Sinagoga de Israel.

 

Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de esta terca

cerrazón y aversión aún entre los Apóstoles

 

Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de esta terca cerrazón y aversión aún entre los Apóstoles. Jesús, el Maestro, que durante tres años habíales explicado cómo su Reino no era de este mundo, que había rechazado todas sus insinuaciones de hacerse "rey", que habíales reprochado sus sueños de humana gloria, sueños que hicieron de uno de ellos su traidor por la desilusión de un delirio desvanecido, está para tornar al Padre. Y mientras, bendiciéndoles de nuevo, hállase a punto de dejarles, después que recibieran ya de El una vez el Espíritu Santo ( Juan, cap. XX, v. 22) para poder entender las cosas sobrenaturales y las espirituales -y así poder absolver, comprendiéndolos, los misterios del corazón y de la carne- aún le preguntan: "¿Es ahora cuando vas a reconstruir el reino de Israel?" (Hechos, cap. I, v. 6). Aún no habían entendido, tanto eran Israel antiguo, que el Mesías era Rey de un reino espiritual y eterno.

 

la prevención contra los gentiles era aún tan viva

que Dios, para persuadir a Pedro de que no debía rechazar

al centurión Cornelio de Cesarea,

hubo de obrar un doble milagro y una confirmación

 

Y años después, cuando Saulo era ya Pablo y Pedro era Pontífice y estaba lleno, desde hacía tiempo, del Espíritu Santo, la prevención contra los gentiles era aún tan viva que Dios, para persuadir a Pedro de que no debía rechazar al centurión Cornelio de Cesarea, hubo de obrar un doble milagro (Hechos, cap. X, vv. 11-16 y cap. X, vv. 25-33) y una confirmación, lo mismo para Pedro que para los demás Apóstoles y hermanos de Judea, prontos a reprochar a Pedro por lo que había hecho (Hechos, cap. X, vv. 44-48 y cap. XI, v.2 y versículos 15-17).

Todo esto, cierto por estar contenido en un complemento del Evangelio que los Padres de la Iglesia han tenido por aceptable y de fe, es prueba de cuán fuerte era, aún entre los mejores del viejo Israel y entre los santos de la nueva Iglesia de Cristo, la prevención contra los gentiles.

Más Jesús, Redentor de todos los justos de voluntad y de espíritu, quiso, al llamar a todos los hombres a su Reino, testimoniar y probar que todos los hombres, en cuanto de Dios está, se hallan predestinados al Cielo siendo El Padre amoroso y providente de todos los hombres.

 

Los gentiles, era verdad, no buscaban la justicia,

 la verdadera Justicia Pero, una vez conocida, la abrazaron

y con un heroísmo de fe que asombró al mundo

haciéndolo cristiano.

 

Los gentiles, era verdad, no buscaban la justicia, la verdadera Justicia; mas no era porque la despreciasen sino porque no sabían dónde estuviese ni había quién les mostrase en qué consistía. Pero, una vez conocida, la abrazaron y con un heroísmo de fe que asombró al mundo haciéndolo cristiano.

 

el fango del paganismo se lavó con ríos de sangre de

mártires que, en sus mayor parte,

eran gentiles convertidos a Cristo

 

En verdad que el fango del paganismo se lavó con ríos de sangre de mártires que, en sus mayor parte, eran gentiles convertidos a Cristo, y el humo de las hogueras, sobre las que ardían los héroes de Cristo, purificaron el mundo, mientras que las osamentas de los confesores, amasadas con sus cenizas y su sangre, pusieron los cimientos de la Iglesia. Y sus mismos nombres atestiguan qué muchedumbres de mártires, confesores de Cristo, dieron los gentiles

Como Jesús, al llamar a todos los hombres a su Reino, viene a atestiguar cómo el Reino fue predestinado a todos los hombres habiéndoseles de dar a cuantos lo merecieran con su virtud, del mismo modo los gentiles, al elegir con espontánea buena voluntad querer formar parte de este Reino de Dios, primero en si y después en el Cielo, dan testimonio de que cualquier hombre puede pertenecer a él con tal de que lo quiera, no habiéndose de tener para nada en cuenta su pasado.

Por el contrario, Israel, que conocía ciertamente desde hacía siglos la Justicia y la Sabiduría y que, sin más que quererlo, hallábase en disposición de completar, perfeccionar y acoger a la Sabiduría y Justicia vivientes -a Jesús, Sabiduría y Justicia divinas encarnadas-, no quiso procurarse este remate, esta perfección, antes, en vez de acoger a Aquél que venía a hacerles justos y sabios de verdad, rechazó, ultrajó y mató a Cristo, santo y sabio, y, persistiendo en su malquerer, también a sus continuadores.

 

Israel no quiso ser justo. Nunca lo quiso. Ni con el Maestro,

ni con el Taumaturgo, ni con el Mesías, ni con el Verbo

 encarnado, ni con el Inocente

 

Israel no quiso ser justo. Nunca lo quiso. Ni con el Maestro, ni con el Taumaturgo, ni con el Mesías, ni con el Verbo encarnado, ni con el Inocente. Condenó como blasfemas y satánicas las palabras y acciones del Maestro y del Taumaturgo; se rió y llamó simulador y sacrílego al Mesías, no quiso reconocer al Verbo cuya divinidad era patente hasta para quien no lo quisiera admitir y llevó a la Cruz a Quien era digno de todo honor como Hombre justísimo y como Verdadero Dios.

Así, siempre obra así el perpetuo Israel, esto es, la clase inmortal de fariseos y escribas con los justos, con los siervos de Dios, los elegidos de Dios. El enemigo de todo lo que es santidad y bien, enemigo de Dios y enemigo de los siervos de Dios, agita su ponzoña y los sedimentos de la Culpa de Adán contra los hombres y hácelos concupiscentes, esto es, envidiosos, vengativos, mentirosos e injustos con los santos que sirven a Dios del modo que Dios les llamó a servirle.

Israel, lo mismo el antiguo que el nuevo, tiene la letra de la justicia, mas no su espíritu. No la tuvo a lo largo de estos últimos veinte siglos ni la tiene ahora.

 

"Los pesos", las "cerraduras",los "diezmos"

eran y son la "letra" y no el "espíritu" de la Ley

y constituyen un impedimento para entrar en la justicia

 

La letra, no, una balumba más bien de letras: "Los pesos" insoportables cargados sobre las espaldas de los "pequeños" mientras que no los echan encima de los "poderosos"; las "cerraduras" puestas para hacer imposible a la gente entrar en el Reino de los Cielos; los "diezmos" que se han de pagar como público servicio a la Ley, diezmos que no son pesados para los ricos mientras que resultan un gravamen para los pobres con los que no hay justicia ni caridad, o sea, las cosas más esenciales de la Ley, y, como justificación de la dureza, del egoísmo y de la avaricia, se le llama "corbán" al denario que estaría mejor empleado en socorrer una miseria. Todas estas cosas, de las que Cristo habló a sus amigos y a sus enemigos con la imparcialidad propia de quien es veraz y ajeno a todo pensamiento humano, eran y son la "letra" y no el "espíritu" de la Ley y constituyen un impedimento para entrar en la justicia". 

Israel, pues, no entró en la justicia y,

al permanecer vendado y momificado con las formulas

que a sí mismo habíase dado

 

 

"La piedra que desecharon ha venido a ser piedra angular...

y quien vaya contra esta piedra se estrellará y

cuantos por esta piedra sean golpeados

(al caer la mismos sobre ellos) quedarán triturados". 

 

Israel, pues, no entró en la justicia y, al permanecer vendado y momificado con las formulas que a sí mismo habíase dado, además de sepultado y vuelto ciego por los escombros acumulados sobre su entendimiento y sobre su espíritu, quedó privado, como un cadáver, de la vida y de la fe perfectas: la de Cristo y en Cristo, y lo que debiera haber sido "Luz" y "Piedra angular", vino a ser por eso y sobre todo por eso, piedra de tropiezo. Piedra de la que había ya hablado y anunciara Isaías, y de la que, asimismo, Cristo, profetizado por el anciano Simeón como "ruina y resurrección de muchos y signo de contradicción", dice: "La piedra que desecharon ha venido a ser piedra angular... y quien vaya contra esta piedra se estrellará y cuantos por esta piedra sean golpeados (al caer la mismos sobre ellos) quedarán triturados". 

"Quiénes son los que se estrellan por ir contra la Piedra-Jesús-Iglesia? Los enemigos de Cristo que es Piedra-Iglesia-Cabeza de la misma.

 

Aún no se ha visto que enemigo alguno verdadero y grande

de la Iglesia Católica Apostólica Romana

haya obtenido victoria

 

Aún no se ha visto que enemigo alguno verdadero y grande de la Iglesia Católica Apostólica Romana haya obtenido victoria. La historia de veinte siglos demuestra que todo aquél que alzó su mano prepotente sobre la Iglesia y desató su odio contra ella, se estrelló en sus sueños de gloria perversa, como demuestra también que las condenas eclesiásticas no son "letra" tan sólo sino realidad que Dios rubrica con su querer y que, a los heridos por ellas, otra cosa no les espera sino ruina en el tiempo y en la eternidad.

¿Quiénes son aquéllos sobre los que cae la Piedra triturándolos? Los que pidieron cayera sobre ellos esa Piedra trituradora gritando: "Caiga su Sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos". 

 

Todo lo trituró y para siglos Y no terminará

esta trituración mientras Israel no alce con humildad

su grito demandando perdón

 

Y, efectivamente, cayó aquella Sangre que tritura el Templo y el Altar, a los sacerdotes, a los poderosos y hasta a los ínfimos de Israel y , con ellos, trituró su necio orgullo nacional, su despiadada dureza con los más pequeños y sus equivocadas deducciones y convicciones acerca del Reino y sobre el Mesías-Rey. Todo lo trituró y para siglos. Y no terminará esta trituración mientras, vencidos su orgullo y su pertinaz ceguera -que no le deja ver cómo la Piedra caída pulverizó y esparció como polvo al orgulloso Israel-; no alce Este con humildad su grito demandando perdón, grito de reflexión y de reconocimiento que desde hace veinte siglos lo está esperando el Eterno para perdonar a Israel su horrendo pecado de deicidio y readmitirle a la visión salvadora de Cristo. "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna a Cristo Hijo de Dios por generación eterna y al Hijo de David por generación humana de la Virgen, retoño de la raíz de Jesé, flor, lirio inviolado salido de esta raíz, de la que, al bajar el Espíritu del Señor sobre su virginal e inmaculada corola, vino el Emmanuel!".

Hasta entonces pesará la condena sobre Israel, mientras que para aquellos que, sean de donde sean, crean en Cristo o, cuando menos, pertenezcan al alma de la Iglesia, bien por su buen deseo, por la práctica de la justicia o por el ejercicio de la caridad con el prójimo y con Dios, por más que a Este no le conozcan, Cristo será confirmación de sus esperanzas y premio de sus virtudes".

24-7-50

A. M. D. G.