Todo aquél que cree e invoca al Señor
tiene la salvación, vive en Dios, sirve a
Dios y recibirá idéntico premio
#La justicia, en verdad, deriva del cumplimiento de la Ley
#Se dijo por boca inspirada: "Vosotros sois otros cristos"
#Bellos son los pies que se cansan de tanto andar evangelizando
#Bellos son los perseguidos por esto
#Es como una mística lámpara encerrada en los corazones, pronta a salir y llamear de nuevo
Exaltación de la Santa Cruz
Cap. 10.º, vv. 5-21.
"Cuando los mandamientos y enseñanzas aún no habían sido dados ni repetidos sin descanso por Cristo, sino que habían sido entregados a uno solo: a Moisés y por un número muy limitado de veces, Moisés, sintiéndose ya próximo al fin de su tiempo mortal, para que el pueblo, a su muerte, no llegara a desviarse saliendo del camino del Señor, reunió a su pueblo y promulgó la Ley en presencia de los ancianos y de las tribus, así como las maldiciones y bendiciones, según se hiciesen las obras de acuerdo o en desacuerdo con la Ley de Dios, terminando con las palabras a que Pablo hace referencia.
La justicia, en verdad, deriva del cumplimiento de la Ley
La justicia, en verdad, deriva del cumplimiento de la Ley y ni aún en los tiempos anteriores a Cristo o en los de Cristo, había excusa para el que no la practicaba, toda vez que los mandamientos fueron dados perfectamente claros y promulgados a todo el pueblo por el mismo que los había recibido.
En diversas ocasiones Dios había dado órdenes a sus hijos. Desde Adán a Moisés, en numerosas ocasiones, Dios había instruido sobre esto o aquello a sus hijos. Pero nunca como en el Sinaí fueron tan completas las órdenes e instrucciones y dadas, no para éste o aquel hijo de Dios sino para todo el pueblo elegido. Y para que no se perdiesen aquellas leyes, fueron escritas por el dedo de Dios sobre las tablas de piedra mejor aún que por la mano de Moisés sobre las tablas del testimonio y conservadas en el Arca santa. No podían, por tanto, aquellos israelitas aducir excusa alguna para no practicar la Ley que ya no estaba encerrada en el Cielo o en la mente divina, ni era preciso ya, para que la creyesen celestial, que un hombre, elegido para ello por Dios, fuese arrebatado con su espíritu al Cielo para conocer la revelación o que bajase un espíritu del Cielo para comunicársela.
La palabra de Dios se encontraba ya, desde el Sinaí,
"muy cerca de los miembros del Pueblo de Israel",
en el Arca puesta en el Tabernáculo
La palabra de Dios, como dice Moisés, se encontraba ya, desde el Sinaí, "muy cerca de los miembros del Pueblo de Israel", en el Arca puesta en el Tabernáculo que estaba siempre en medio del Pueblo de Israel; o estaba más bien, al conocerla ya, "en la boca y en el corazón" de los hijos de Israel, y así los que de ellos eran justos podían vivir según la Ley.
Con mayor razón debieran haber vivido la justicia
de la Ley aquellos que eran coetáneos
y contemporáneos de Cristo
Con mayor razón debieran haber vivido la justicia de la Ley aquellos que eran coetáneos y contemporáneos de Cristo, los cuales, además de la Ley y la profecía de Moisés sobre el futuro Mesías -"El Señor tu Dios suscitará en tu Nación y entre los hijos de ella ( y hermanos de Moisés) un gran profeta: escuchadle. Será profeta como tú, mas Yo pondré mi Palabra en su boca y El dirá todo lo que Yo le mandé decir. Y si alguno no quiere escucharle ni oír mi Palabra que hablará en mi Nombre, Yo me vengaré de él" (Deuteronomio, cap. XVIII, vv. 15-18)- oían estas palabras de la boca misma de Cristo: "Mi doctrina no es mía sino de Aquél que me envió (Juan, cap. VII, v. 16). Yo digo lo que el Padre me enseñó (Juan, cap. VIII, v. 28). El que no cree en Mí está condenado (Juan, cap. III, v. 18). He venido en nombre de mi Padre y no me recibís... Yo no os acusaré ante el Padre pues hay quien os acusa: ese Moisés en el que esperáis... que dijo de Mí: "Si no creéis en sus palabras ni las escucháis, ¿cómo habéis de creer y escuchar las mías?" (Juan, cap. V, vv. 43-47). Vosotros tratáis de matarme porque mi palabra no penetra en vosotros (Juan, cap. VIII, v. 37)".
conforme a la profecía de Isaías, "ellos tuvieron ojos
y no vieron, oídos y no oyeron y un corazón duro
que no comprendió porque no quiso comprender"
Mas, conforme a la profecía de Isaías, "ellos tuvieron ojos y no vieron, oídos y no oyeron y un corazón duro que no comprendió porque no quiso comprender"; y, así, por más que la misma Palabra de Dios bajase del Cielo para instruirles y ascendiese de los infiernos para persuadirles y adoctrinarles una vez más a fin de convertirles, no se convertirán pues no quisieron reconocer a Cristo, fin y perfección de la Ley, siendo éste el motivo de su condena.
Esa misma condena que herirá con castigo más o menos
temporal y tremendo a todos aquellos que no creen en
Cristo ni practican su Ley
Esa misma condena que, sobre la Tierra, desde la Tierra incluso y más allá de la Tierra, herirá con castigo más o menos temporal y tremendo a todos aquellos que no creen en Cristo ni practican su Ley. Y no sólo esto sino que, a mayor abundamiento, los judíos noveles le niegan el derecho de poder seguir realizando obras de continua evangelización mediante sus elegidos y no admiten, antes desprecian y persiguen a las místicas lámparas que Dios enciende de continuo para que este mundo no perezca en medio de las tinieblas y del hielo espiritual.
No basta creer en la existencia de Dios, de Cristo,
de la otra vida, del premio y en tantas otras verdades de fe
que es pecado no creer. Es preciso creer también en la
infinitud del poder y de la misericordia de Dios
No basta creer en la existencia de Dios, de Cristo, de la otra vida, del premio y en tantas otras verdades de fe que es pecado no creer. Es preciso creer también en la infinitud del poder y de la misericordia de Dios que mandó su Hijo a evangelizar al mundo y su Espíritu a dar sus luces y sus dones a los Apóstoles y discípulos de la nueva Iglesia para que la Tierra conociese a Cristo, Salvador de cuantos en El creen y que envía asimismo los fuegos y luces del Espíritu Santo a los que quiere y a cuantos merecieron tal don para que hagan flamear las llamas de la caridad y despertar y completar la verdad en los corazones y así sea alimentada de continuo la masa de los hombres con la fe y el amor, pues muchas veces no perecen porque ellos lo quieran sino por falta de auxilios extraordinarios que les saquen de las debilidades y de la muerte del espíritu del modo que Jesús traía a estado de salud y nueva vida a los desfallecidos o muertos de la carne y del espíritu.
Se dijo por boca inspirada: "Vosotros sois otros cristos"
Se dijo por boca inspirada: "Vosotros sois otros cristos". Y ¿podrá negarse que los verdaderos "otros cristos" puedan hacer obras de sabiduría y de salvación igual que las hacía Cristo? ¿No dijo El: "Vosotros haréis obras como las mías y aun mayores"? ¿Acaso no llamó El a la luz y llevó a su Reino a paganos, gentiles, griegos y judíos? ¿Por ventura no han confirmado los acontecimientos las palabras de Pablo: "No existe diferencia entre judíos y griegos"?, y también: "Ninguno que hable movido por el Espíritu de Dios lanza anatemas contra Jesús... Hay diversidad de dones, mas uno mismo es el Espíritu que opera en todos para utilidad común"?.
Así pues, todo aquél que cree e invoca al Señor -y si le invoca es porque le ama- tiene la salvación, vive en Dios, sirve a Dios del modo como El quiere que su vasallo le sirva y recibirá idéntico premio al de quienes sirvieron al Señor de formas diferentes por haber recibido de Dios misiones diversas y dones adecuados a cada una de esas misiones.
Bellos son los pies que se cansan de tanto andar
evangelizando
Bellos son los pies que se cansan de tanto andar evangelizando. Como bellos son también los entendimientos y corazones de los contemplativos que ruegan por aquellos que se gastan en la vida activa. Y bellos igualmente los espíritus obedientes, atentos y humildes que hacen la voluntad de Dios por más que sea ésta extraordinaria y no divagan con su espíritu ni caen en la soberbia por haber llegado a ser oídos que escuchan al Señor e instrumento de revelación privada para los hermanos.
Bellos son los perseguidos por esto
Bellos son los perseguidos por esto. A la corona de los justos se añadirá para ellos la de los mártires porque sufrieron por la justicia. En verdad que a ellos les alcanza la beatitud de todas las bienaventuranzas.
Ellos son pobres de espíritu porque no tienen apego a las riquezas ni a las alabanzas, no negocian con los dones de Dios ni echan bando de su servicio extraordinario. Tienden los velos de su humildad sobre los secretos del Rey; como fuentes ocultas de sabiduría, se dan a los hermanos necesitados no queriendo recibir a cambio ni el aplauso de las gentes que es para ellos motivo de turbación tan sólo. Y por esto es ya suyo el Reino de los Cielos que está en su corazón y descubre sus misterios a sus sentidos espirituales, a la espera de recibirlos para siempre en la otra vida.
Ellos son mansos para el querer de Dios por más que les resulte doloroso tal querer y poseen la Tierra, es decir, obran en su aislamiento como muy pocos lo hacen: conquistando innumerables almas para Dios. Son reyes y maestros para muchos durante y después de la vida y de ellos puede decirse lo que en el Cantar: "Correrán tras el olor de sus perfumes de sabiduría esparcida como un bálsamo para que muchos tengan en ella curación y consuelo espiritual".
Ellos, puesto que el mundo, en el que no hay sino tinieblas o, al menos, fumosas calinas de orgullo, les aflige y lloran lágrimas amargas por la incomprensión humana, son consolados aquí por el Rey de dolores y por la Madre desolada y lo serán allá mil veces mil por cada vez que lloraron.
Ellos, que por su hambre y sed de justicia hubieron de gustar la ceniza, la hiel, el ajenjo y el vinagre que les proporcionaron los hombres, habiendo sido saciados en su espíritu únicamente por el Espíritu de amor, su diario maná, tomarán asiento, al final, en el banquete nupcial del Cordero y Dios mismo será quien les sacie revelándose a ellos y revelándoles todos los letificantes misterios de Dios.
Ellos, que con espíritu de misericordia no dejaron de servir a Dios -aun sabiendo que con ello habrían de encontrar y sufrir la inmisericordia humana que es enviada hacia los elegidos y se venga de ellos de mil formas para hacer de su elección una cruz- encuentran y encontrarán completa misericordia en el corazón de la indestructible Misericordia: Jesús, y en el de la Mujer que no sólo no odió a los que mataron a su Hijo sino que rogó por su conversión.
Ellos, puros de corazón, no volviendo la mirada más que a su Señor para servirle siempre prontamente -ni pueden escuchar otras voces, así de los sentidos como de las tentaciones, pues únicamente están atentos a las voces del Cielo-, gustan ya la beatitud de la visión de Dios, de su conocimiento, grande, aunque limitado todavía, y aguardan con sencillez la llegada de la hora en que poder verlo tal cual es por toda la eternidad.
Ellos, pacíficos, por ser hijos y siervos del Rey de la paz, compenetrados en las palabras del Pacifico cuyos ejemplos siguen aún con sus adversarios, son verdaderos hijos de Dios, siendo con tal nombre llamados eternamente y habitarán en su tabernáculos después de haberle dado hospitalidad en su corazón, pues Dios está con los hombres de paz.
y simplicidad de costumbres hay,
tanta más humildad de mente y de corazón,
tanta más simplicidad de sentimientos
y pureza de fines hay
Ellos, que por amor a la justicia y por haber trabajado para que ella aumentase en muchos ya acudiesen muchos a ella, sufrieron toda clase de persecuciones, no pudiéndose decir que sea persecución únicamente el martirio cruento que viene a resultar rápido. No. El amo del mundo y sus servidores, más o menos conscientes de serlo, tienen mil modos de perseguir, fraudulentos, disimulados, lentos, basados en la mentira, en la calumnia, en la injusticia, que los emplean con astucia refinada contra los siervos de Dios, martirizándolos incluso y, sobre todo, en aquellas partes del yo que verdugo alguno puede martirizar, en las partes incorpóreas: en la mente y, más que nada, en el espíritu. Estos tales despojan de todo a los siervos de la justicia: de su derecho a servir al Señor, de trabajar por llevar los hermanos a la justicia, de su buen nombre y hasta de la verdad de su condición. Y los cubren con la vestidura de ignominia con que vistieron a Cristo y les escarnecen con las mismas palabras: "Si es verdad que eres lo que dices ser, dile al Señor que intervenga y te ayude". Mas a cada despojo, a cada burla sufrida por ellos en la Tierra corresponde un nuevo adorno añadido al vestido de bodas que les espera en el Cielo, un aumento de gloria para estos ciudadanos seguros del Reino y una alabanza mayor de parte del pueblo de los santos y de los ángeles que desde lo alto de los Cielos contemplan y juzgan con justicia sobrenatural las acciones todas de los hombres, los cuales, no todos, ¡ay de mí!, obedecen al Evangelio, ley y doctrina de caridad, de verdad y de justicia. Verdad que enseña como Dios no hace distinción de personas, que no cuentan para El bienes, cargos o cultura sino que mira al corazón, al espíritu de las personas. Y, puesto que, cuanta más humildad de vida y simplicidad de costumbres hay, tanta más humildad de mente y de corazón, tanta más simplicidad de sentimientos y pureza de fines hay también por lo general, así es cómo Cristo, de acuerdo con esa norma, tomó hombres sencillos y humildes para hacer de ellos sus Doce y otro tanto hace Dios al escoger sus instrumentos de entre los sencillos, humildes y puros de corazón y de intención.
La pobreza del instrumento sirve, por otra parte,
para hacer resplandecer el poder
y la acción directa de Dios
La pobreza del instrumento sirve, por otra parte, para hacer resplandecer el poder y la acción directa de Dios. Mas estos instrumentos de Dios bien pueden dirigir al Señor la queja de los profetas y de los apóstoles, reiterada y reasumida por Pablo: "¿Quién creyó en lo que decíamos nosotros?".
Pero no se desanimen estos instrumentos por persecuciones, vejaciones, opresiones, calumnias y desprecios que puedan sufrir de parte de quienes vienen a repetir las maneras del antiguo Templo y de los grandes en bienes y en soberbia de Palestina contra Cristo; mírenle a El e imítenle sin hacer pausa en su misión y sin acobardarse.
La Palabra de Dios fue escarnecida, calumniada y ahogada
sobre la cruz.
Mas desde hace veinte siglos Ella triunfa, llena la Tierra
y resuena, no ya hasta los últimos confines de la misma ,
sino que allá está también Ella donde Cristo
sufre persecución en sus hijos.
La Palabra de Dios fue escarnecida, calumniada y ahogada sobre la cruz. Mas desde hace veinte siglos Ella triunfa, llena la Tierra y resuena, no ya hasta los últimos confines de la misma cual eco imposible de ahogar y luz que no puede apagar, sino que allá está también Ella donde Cristo sufre persecución en sus hijos. Ni la espada ni los tormentos dijo Pablo, pueden separar de Cristo a quien le ama. Esto no lo pudieron conseguir los paganos de Roma de los primeros cristianos, ni los endemoniados servidores del actual Anticristo lo pueden conseguir ahora de los actuales, continuadores de aquéllos.
Es como una mística lámpara encerrada en los corazones,
pronta a salir y llamear de nuevo
Es como una mística lámpara encerrada en los corazones, pronta a salir y llamear de nuevo. La alimentan las lágrimas de los perseguidos en su fe, de aquéllos que, nunca como ahora, buscan a Cristo y su Reino que constituyen su única paz, su única luz en las tinieblas y en las crueldades que imperan allí de donde Cristo fue desterrado, y su única esperanza de vida gozosa tras la opresión terrena.
Nada hay que contribuya tanto a aumentar
el poder de una idea o de una religión
como la persecución de las mismas
Nada hay que contribuya tanto a aumentar el poder de una idea o de una religión como la persecución de las mismas. El mismo Cristo adquirió ese sello de gloria imperecedera por el que reina y reinará como Santo de los santos aún en su naturaleza de hombre, precisamente por su dilatada persecución moral y por su atroz persecución final. Así es como lo encuentran cuantos le buscan con amor; así es como se presenta a cuantos se hallan oprimidos, afligidos y agobiados bajo un yugo temporal, mostrándose a ellos con alientos insospechados sólo conocidos por El; y así, ciertamente, se presenta también y hace que le encuentren con su severo juicio cuantos, desde los hebreos de su tiempo, enemigos suyos, hasta sus enemigos de ahora, que le persiguieron y le persiguen en sus fieles.
durante toda su vida entre los hombres
tuvo extendidas sus manos, abrió su corazón
y derramó los tesoros de la Palabra eterna
al pueblo de Israel.
Mas los grandes de Israel no quisieron reconocer
aquel gesto
No sólo durante "todo el día" sino durante toda su vida entre los hombres tuvo extendidas sus manos, abrió su corazón y derramó los tesoros de la Palabra eterna al pueblo de Israel. Mas los grandes de Israel no quisieron reconocer aquel gesto, no quisieron entrar en aquel corazón ni recoger aquellos tesoros.
aún muerto ya, quiso tener abierto el corazón,
muda y postrer enseñanza para toda la humanidad
de la inmensa caridad de Dios y de la puerta santa
que acoge en el reino de la misericordia infinita
a cuantos se vuelven al Dios-Hombre con espíritu bueno
Hasta sobre la Cruz aceptó -pues sólo una libre aceptación suya podía hacer que fuese alzado de tal manera- estar con los brazos abiertos y extendidos, como Sacerdote y Amante que se ofrecía e invitaba a su Pueblo; y, aún muerto ya, quiso tener abierto el corazón, muda y postrer enseñanza para toda la humanidad de la inmensa caridad de Dios y de la puerta santa que acoge en el reino de la misericordia infinita a cuantos se vuelven al Dios-Hombre con espíritu bueno.
Mas, al paso que los pueblos acogieron la invitación y la última enseñanza de Cristo, Israel, incrédulo y rebelde, que no tenía excusa en su pertinaz juicio sobre Cristo tras las pruebas por El dadas -desde los milagros a la doctrina, desde la resurrección a la ascensión- persistió en su voluntaria obcecación, mereciendo la reprobación de Dios."
14-9-50
A. M. D. G.