ANNA ORA EN EL TEMPLO. 

ES ESCUCHADA

 


 

#ANNA Y JOAQUÍN FUERA DE LOS MUROS DE JERUSALÉN, EN EL CAMPO DE LOS GALILEOS  

#ANNA HABLA CON UNA POBRE MUJER QUE TIENE TRES NIÑOS Y UNO QUE VIENE  

#ANOCHE SOÑÉ QUE EL AÑO QUE VIENE VENDRÉ A LA CIUDAD SANTA. ...SERÁ LA OFRENDA AL TEMPLO DEL SER QUE ENGENDRARÉ  

#10011

#JOAQUÍN SE HABÍA CASADO CON LA MUJER EN CUYO CORAZÓN ESTABA ENCERRADA LA SABIDURÍA DE DIOS  

#"Los justos son siempre sabios porque son amigos de Dios,  

#"La amé y la busqué desde mi juventud y traté de tomarla por esposa".  

#ANNA HIJA DE AARÓN; JOAQUÍN DE LA ESTIRPE DE DAVID  

#Anna la hija de Aarón fue la mujer fuerte de la que habla nuestro Abuelo. Y Joaquín, de la estirpe del rey David, no había buscado ni la belleza ni las riquezas, sino la virtud.  

#Y para ser el emblema de la "mujer fuerte" no le faltaba sino la corona de los hijos, gloria de la esposa, razón del matrimonio,  

#Ambos seres unidos en uno, dueños de un solo ser.  

#ANNA SE ACERCABA A LA VEJEZ PARA JOAQUÍN FUE LA ESPOSA DE SU JUVENTUD  

#Y la Sabiduría después de haberlos instruidos, los iluminó con sueños que veían, para llegar a la suma gloria que les vendrá porque de ellos nacería María Santísima, mi Madre.  

#Soñaban en un hijo, y tuvieron a la Madre de Dios.  

#"Por la sabiduría conseguiré gloria ante el pueblo...  

#¡La castidad de los esposos! Ellos la tuvieron, porque no es necesario ser virgen para ser casto. Los lechos castos tienen como guardias a los ángeles y de esos lechos nacen los hijos buenos, que vivirán virtuosamente al imitar las virtudes de sus padres.  

#Pero ¿dónde están estos esposos? Ahora no se quieren hijos, pero tampoco se quiere la castidad. Por esto afirmo que el amor y el tálamo nupcial han sido profanados."

 


 

ANNA Y JOAQUÍN FUERA DE LOS MUROS DE JERUSALÉN, 

EN EL CAMPO DE LOS GALILEOS

 

Fuera de los muros de Jerusalén, sobre las colinas y entre los olivos hay una gran multitud de gente. Parece un gran mercado. No hay bancos, ni cobertizos, ni griterío de vendedores o de otros, ni juegos. Se ven muchas tiendas de lana tosca, seguramente impermeable al agua, clavadas con estacas y ligadas a estas hay ramas frescas que adornan y dan frescura. Otras tiendas están hechas de ramajes enclavados en el suelo y unidas así ^ forman como pequeñas galerías verdes. Dentro de cada una de ellas hay gente de toda edad y condición. Hablan calmada y sosegadamente. De vez en cuando se oye el grito estridente de algún niño.

La noche pronto va a empezar y las luces de lámparas de aceite brillan acá y allá por este raro campamento. Alrededor de las luces alguna que otra familia cena, sentada en tierra. Las madres tienen a sus hijos en su seno, y muchos de estos, cansados, se han dormido con el pedazo de pan entre sus deditos y reclinan su cabeza sobre el pecho materno como pollitos bajo el ala de la gallina. Las madres terminan de comer como pueden con una sola mano libre, porque la otra aprieta al niño contra el corazón.

Otras familias todavía no cenan y hablan en la semioscuridad esperando que la cena esté pronta. Hay hogueras encendidas acá y allá, a su alrededor se dan prisa las mujeres. Alguna que otra mamita canta hermosa canción a su hijito que no puede dormirse pronto.

En lo alto se ve un hermoso cielo, cada vez de color azul más intenso hasta parecer un inmenso firmamento de color azul negro en el que, poco a poco, invisibles artífices y decoradores clavan piedras preciosas y luces; algunas separadas y solitarias, otras, juntas en línea geométrica, entre las que sobresalen la Osa mayor y menor con su forma de carro separado de los tirantes, porque se ha quitado a los bueyes el yugo. La estrella polar ríe con todo su resplandor.

Comprendo que es octubre porque una fuerte voz varonil lo dice: "¡Este mes de octubre es hermoso como pocos lo han sido!"

Ahí viene Anna de una de las fogatas con algo que trae en las manos. Es un pan largo y extendido como una de nuestras hogazas. Trae a Alfeo pegado a su túnica, que canturrea con su vocecita. Joaquín que está platicando en el umbral de su tienda cubierta de ramaje con un hombre como de treinta años -al que Alfeo saluda de lejos con un gritito llamándolo: "papá"- cuando ve que se acerca Anna, se apresura a encender la lamparilla.

 

ANNA HABLA CON UNA POBRE MUJER QUE TIENE 

TRES NIÑOS Y UNO QUE VIENE

 

Anna pasa majestuosa entre la fila de las tiendas. Majestuosa, pero también muy cortés. No es altiva con ninguno. Levanta del suelo al pequeñín de una mujer muy pobre, que se ha caído. El pequeñín que quiso caminar más aprisa, se tropezó y vino a dar con su carita casi a los pies de Anna. La carita la tiene llena de tierra y llora. Anna lo limpia, lo consuela y lo entrega a su madre que había acudido con mil perdones. Anna dice: "¡Oh! no le pasó nada. Estoy contenta que no se haya hecho mal. Es un hermoso niño. ¿Cuántos años tiene?"

"Tres. Es el penúltimo. Y estoy esperando otro más. Tengo seis hijos varones. Quisiera una niña... Para la mamá la mujercita cuenta mucho..."

"¡El Altísimo te ha favorecido!" Anna da un suspiro.

"Así es. Soy pobre, pero los hijos son nuestra alegría y cuando son grandecillos ayudan en el trabajo. Y tú, señora, (todo muestra que Anna sea de una condición social más elevada, y su interlocutora lo ha notado) ¿cuántos tienes?"

"Ninguno"

"¿Ninguno? ¿Este no es tuyo?"

"No. Es de una vecina muy buena. Es mi consuelo..."

"Se te murieron o..."

"Nunca he tenido uno solo."

"¡Oh!" La mujer pobre mira a Anna con compasión. Anna se despide de ella con un gran suspiro y se va a su tienda.

"Perdona que te haya hecho esperar, Joaquín. Me entretuve con una pobre mujer que tiene seis hijos varones ¡figúrate!, y dentro de poco tendrá otro más."

Joaquín también lo siente.

El padre de Alfeo llama a su hijo, pero éste contesta: "Me quedo con Anna. La ayudo." Todos se echan a reír.

"Déjalo. No molesta para nada. Todavía no está obligado a la Ley. Aquí o allí no es más que un pajarito que come" dice Anna y sienta al niño sobre sus rodillas. Le da pan, y me parece, pescado frito. Veo que antes de dárselo le quita algo, tal vez las espinas. Primero sirvió al marido. Es la última en comer.

La noche está tapizada de estrellas y de luces que son cada vez más numerosas en la campiña. Luego poco a poco las luces se apagan. Son las de los que cenaron primero y que se van a dormir ya. También el ruido cesa lentamente. No se oyen más gritos de niños, a no ser que de vez en cuando se oiga chillar a algún bebé que busca la leche de la mamá. La noche extiende su velo sobre las cosas y las personas. Borra penas y recuerdos, esperanzas y rencores. Más bien puede que estos dos últimos sobrevivan aun en el sueño y en lo que se sueña.

 

ANOCHE SOÑÉ QUE EL AÑO QUE VIENE VENDRÉ A LA 

CIUDAD SANTA. 

...SERÁ LA OFRENDA AL TEMPLO DEL SER QUE ENGENDRARÉ

 

Anna dice a su marido mientras arrulla a Alfeo que empieza a dormirse en sus brazos: "Anoche soñé que el año que viene vendré a la Ciudad santa por dos motivos especiales, en vez de por uno. Uno será la ofrenda al templo del ser que engendraré... ¡Oh Joaquín!..."

"Ten paciencia, Anna. ¿No oíste algo más? ¿No te ha dicho el Señor algo en el corazón?"

"Nada más. Fue tan solo un sueño..."

"Mañana es el último día de oración. Se han presentado ya todas las ofrendas. Pero de nuevo las renovaremos y como mejor podamos. Nos ganaremos a Dios con nuestro amor y fidelidad. Yo siempre pienso que te pasará lo que le pasó a la mujer de Elcana."

"Dios te oiga... si hubiera alguien que me dijese: "Vete en paz. El Dios de Israel te ha concedido la gracia que le has pedido"."

"Si la gracia viene, te lo dirá el ser cuando en tu seno lo sientas vivir; y será la voz de un inocente, por lo tanto la voz de Dios."

La campiña se envuelve en el silencio. Anna lleva a Alfeo a la tienda contigua y lo coloca sobre el heno, con sus hermanitos que están ya durmiendo. Luego se viene a donde está Joaquín. También la lámpara de ellos se apaga. Una de las últimas estrellitas que brillaban en la tierra. Ahora se quedan solo las del firmamento que vela sobre los mortales.

 

JOAQUÍN SE HABÍA CASADO CON LA MUJER 

EN CUYO CORAZÓN ESTABA ENCERRADA LA 

SABIDURÍA DE DIOS

 

Dice Jesús:

"Los justos son siempre sabios porque son amigos de Dios, viven en su compañía y Él los instruye, El que es la Sabiduría infinita. Mis abuelos eran justos y poseían por ello la sabiduría. Podían decir con toda verdad lo que dice el Libro cuando canta las alabanzas de la Sabiduría: "La amé y la busqué desde mi juventud y traté de tomarla por esposa".

 

ANNA HIJA DE AARÓN 

JOAQUÍN DE LA ESTIRPE DE DAVID

 

Anna la hija de Aarón fue la mujer fuerte de la que habla nuestro Abuelo. Y Joaquín, de la estirpe del rey David, no había buscado ni la belleza ni las riquezas, sino la virtud. Anna era dueña de grandes virtudes, cual manojo de flores olorosas, que se convertirían en una sola, la más bella de todas: La Virtud. Una virtud real, digna de estar ante el trono de Dios.

Joaquín, pues, al casarse con Anna había doblemente amado la sabiduría, "al amarla más que a cualquier otra mujer", a la sabiduría de Dios encerrada en el corazón de la mujer justa. Anna hija de Aarón no había buscado más que unir su vida con un hombre recto, segura que en la rectitud reside la alegría de las familias. Y para ser el emblema de la "mujer fuerte" no le faltaba sino la corona de los hijos, gloria de la esposa, razón del matrimonio, del que habla Salomón, a su felicidad no le faltaban sino los hijos, flores del árbol nacidas con la cooperación del otro. Ambos seres unidos en uno, dueños de un solo ser.

 

ANNA SE ACERCABA A LA VEJEZ 

PARA JOAQUÍN FUE LA ESPOSA DE SU JUVENTUD

 

Anna que se acercaba ya a la vejez, mujer de más grande lustre que Joaquín, fue siempre para él "la esposa de su juventud, su alegría, la amada cervatilla, la hermosa gacela", cuyas caricias conservaba siempre el fresco encanto de la primera noche nupcial y envolvían dulcemente su amor, teniéndolo fresco como el rocío que baña la flor y como el fuego que otra mano siempre alimenta. Por esto en su mutua aflicción se decían "palabras de consuelo".

  Y la Sabiduría después de haberlos instruidos, los iluminó con sueños que veían, para llegar a la suma gloria que les vendrá porque de ellos nacería María Santísima, mi Madre.

Si su humildad no pensó en esto, su corazón se conmovió con la esperanza del primer toque de la promesa de Dios. Hay certeza ya en las palabras de Joaquín: "Ten paciencia, Anna. Ten paciencia. Nos ganaremos a Dios con nuestra fidelidad amorosa."

 

SOÑABAN EN UN HIJO Y TUVIERON A LA MADRE DE DIOS

 

Soñaban en un hijo, y tuvieron a la Madre de Dios. Las palabras de libro de la Sabiduría parece como si hubieran sido escritas para ellos: "Por la sabiduría conseguiré gloria ante el pueblo... por ella alcanzaré la inmortalidad y dejaré eterna memoria de mí a los que después de mí vendrán". Pero para obtener todo esto, debieron haber sido dueños de una virtud real, y que no se pierde. De la virtud de la fe, de la virtud de la caridad, de la esperanza, de la castidad.

 

LA CASTIDAD DE LOS ESPOSOS. ELLOS LA TUVIERON

 

¡La castidad de los esposos! Ellos la tuvieron, porque no es necesario ser virgen para ser casto. Los lechos castos tienen como guardias a los ángeles y de esos lechos nacen los hijos buenos, que vivirán virtuosamente al imitar las virtudes de sus padres.

Pero ¿dónde están estos esposos? Ahora no se quieren hijos, pero tampoco se quiere la castidad. Por esto afirmo que el amor y el tálamo nupcial han sido profanados."

I. 8-12

A. M. D. G.