DENTRO DE TRES AÑOS 

ESTARÁS ALLÍ LIRIO MÍO

 


 

#Joaquín y Anna con Zacarías e Isabel en Jerusalén   

#Llegan a la puerta de Nicanor y Zacarías va a avisar al sacerdote   

#Anna es purificada   

#María es consagrada al Señor   

#Anna presenta su ofrenda   

#Dentro de tres años estarás aquí, lirio mío

 


 

  JOAQUÍN Y ANNA

CON ZACARÍAS E ISABEL EN JERUSALÉN

 

"Veo a Joaquín y a Anna, junto con Zacarías e Isabel, que salen de una casa de Jerusalén, amigos o parientes sin duda, y que se dirigen al templo para la ceremonia de la Purificación.

    "Anna lleva en brazos a la Niña, envuelta en sus pañales, mejor, en una manta de lana ligera, pero que será suave y caliente. Con qué amor y cariño lleva y cuida a su hijita. De vez en vez levanta una punta de la manta para ver si María respira bien, y luego, la vuelve a ajustar para defenderla del aire frío de un día sereno, pero helado de invierno.

    "Isabel tiene envoltorios en sus manos. Joaquín trae con un lazo dos gordos y blanquísimos corderos. Zacarías no lleva nada. Se ve gallardo con su vestido de lino que cubre en parte un manto de lana, también blanca. Un Zacarías mucho más joven del que vi cuando nació el Bautista, en su plena edad madura, como Isabel es una mujer madura, pero de apariencia juvenil, la cual, cada vez que Anna mira a la Niña, se queda como extática al ver su carita adormecida. También ella se ve hermosa con su vestido azul, que tiende al violeta oscuro y con su velo que le cubre la cabeza, bajando por las espaldas y sobre el manto que es más oscuro que el vestido.

    "Joaquín y Anna se ven majestuosos con sus vestidos de fiesta. Contra su costumbre, no trae la túnica marrón-oscura, sino un vestido largo de un rojo profundo y las franjas que puso en el manto son nuevas y bellas. Sobre la cabeza también trae una especie de velo rectangular, ceñido con una tira de cuero. Todo es nuevo y fino.

    "Anna ¡oh! hoy no viene vestida de oscuro. Trae un vestido de un color amarillo ligerísimo, como de viejo marfil, sujetado a la cintura, al cuello y en los pulsos con cintas que parecen de plata y oro. Sobre su cabeza trae un velo ligerísimo y como damasquino, sujetado en la frente con una lámina sutil pero preciosa. En el cuello trae un collar de filigrana y brazaletes en sus muñecas. Parece todavía más una reina por la dignidad con que camina y por el manto de color ligero sobre el que hay una greca muy hermosamente recamada.

    "Me parece que me recuerdas el día en que te casaste. Era yo una jovencilla entonces, y recuerdo todavía que eras bella y te sentías feliz" dice Isabel.

    "Pero lo soy más... y me puse el mismo vestido para este acto. Siempre lo guardé para estos momentos... ya no tenía esperanzas de ponérmelo para venir aquí."

    "El Señor te ama mucho..." dice con un suspiro Isabel.

    "Por esto le entrego lo que más amo. Esta florecita mía."

    "¿Cómo vas a hacer para arrancártela del corazón cuando llegue la hora?"

    "Recordando que no la tenía y que Dios me la regaló. Seré entonces más feliz que ahora. Cuando esté en el templo me diré a mi misma: "Ora cerca del Tabernáculo, ora al Dios de Israel también por su mamá" y me sentiré tranquila. Y todavía tendré más gozo cuando diga: "Es toda suya. Cuando estos dos viejos felices que la consiguieron del cielo no vivan ya, el Eterno, será para Ella cual Padre". Créeme, estoy convencida que esta pequeñita no es nuestra. Yo no podía hacer otra cosa... Él me la puso en mi seno, regalo divino para enjugar mi llanto y consolar nuestras esperanzas y plegarias. Por esto es suya. Somos sus felices guardianes... y por esto sea bendito."

    "Han llegado ante los muros del templo.

 

LLEGAN A LA PUERTA DE NICANOR

Y ZACARÍAS VA A AVISAR AL SACERDOTE

 

    "Mientras vais a la puerta de Nicanor, voy yo a avisar al sacerdote, y luego vengo" dice Zacarías y desaparece detrás de un arco que conduce a un patio rodeado de pórticos.

    "El grupo sigue adelante por diversas terrazas. No sé si lo dije, pero el recinto del templo no está construido sobre un terreno plano, sino que se sube por capas sucesivas, y a estas se llega por medio de peldaños. En cada capa hay patios y pórticos y portales muy bien labrados, de mármol, bronce y oro.

    "Antes de llegar al lugar a donde iban, se detienen para sacar las cosas de los envoltorios, esto es, tortas, me parece, largas y planas y con algo que llevan encima, harina blanca, dos palomos que hay dentro de una jaula de mimbre y grandes monedas de plata: unas patacas (moneda pesada de cuño muy antiguo) tan pesadas, que suerte tenían de que no tuviesen bolsos para llevarlas, pues los habrían roto.

 

ANNA ES PURIFICADA

 

    "Ya se ve la hermosa puerta de Nicanor, que es una labor de cincel en bronce con molduras de plata. Zacarías está al lado de un sacerdote muy pomposo con su vestidura de lino. Anna es rociada con agua, me imagino, lustral, y luego se le dice que se acerque a la ara del sacrificio.

    "La Niña no está en los brazos de su madre, está en los de Isabel que se ha quedado de esta parte de la puerta. Joaquín entra detrás de su mujer, llevando consigo un cordero que bala. Y yo... hago como en la purificación de María: cierro los ojos para no ver cómo lo degüellan.

    "Ahora Anna está ya purificada.

    "Zacarías dice en voz baja algo a su colega, que sonriente dice que sí. Luego se acerca al grupo, y se congratula con la madre, con el padre por su alegría y fidelidad a las promesas. Toma el segundo cordero, la harina y las tortas.

 

MARÍA ES CONSAGRADA AL SEÑOR

 

    "¿Esta hija es pues consagrada al Señor? La bendición de Él esté con Ella y con vosotros. Ved que viene Anna. Será una de sus maestras. Anna de Fanuel de la tribu de Aser. Ven, mujer. Se ofrece a esta pequeñita al templo como hostia de alabanza. Tu serás su maestra, y bajo tu cuidado santo crecerá."

    "Anna de Fannuel, mujer canosa, mima a la Niña que se ha despertado y mira con sus inocentes y asombrados ojitos todas aquellas cosas blancas y todo ese oro que el sol hace brillar.

   "La ceremonia ha terminado. No he visto rito especial al haber sido ofrecida María. Tal vez bastaba con decirlo al sacerdote, y sobre todo a Dios, junto al lugar sagrado.

 

ANNA PRESENTA SU OFRENDA

 

    "Quisiera presentar mi ofrenda e ir a donde vi la luz el año pasado."

    "Van. Los acompaña Anna de Fanuel. No entran a lo que se llama verdaderamente templo; se comprende que, siendo mujeres y tratándose de una niña, no vayan a donde fue María cuando ofreció a su Hijo; pero muy cerca de la puerta abierta, miran hacia el interior semioscuro, del que salen dulces cánticos de niñas y brillan lámparas que esparcen una luz de oro sobre jardincillos de lirios.

 

DENTRO DE TRES AÑOS ESTARÁS AQUÍ,

LIRIO MÍO

 

   "Dentro de tres años, aquí estarás también tú, Lirio mío" dice Anna a María que mira como extasiada hacia el interior y sonríe al oír el canto.

    "Parece como si comprendiese" dice Anna de Fanuel. "¡Es una hermosa niña! La amaré como si hubiese salido de mi vientre. Te lo prometo, Anna, si los años me lo permiten."

    "Lo harás, mujer" dice Zacarías. "La recibirás entre las niñas consagradas. Yo también estaré aquí. Quiero estar ese día para decirle que ruegue por nosotros desde el primer momento..." y mira a su mujer que comprende y suspira.

    "Todo ha acabado. Anna de Fanuel se retira. Los demás salen del templo hablando entre sí.

    "Oigo a Joaquín que dice: "No sólo le hubiera dado los dos mejores, sino todos los corderos con ocasión de esta alegría y para alabanza de Dios." 

I. 34-37

 A. M. D. G.