ESTA ES LA NIÑA PERFECTA

DE

CORAZÓN DE PALOMA

 


 

 #'Quien es pequeñuelo venga a mí'   

#Os doy el modelo en mi Madre   

#La ira, la mentira, la soberbia, la lujuria, el odio, la curiosidad jamás la ensucian con sus nubes de humo.   

#"La luz de tu cuerpo son los ojos. Si tus ojos son puros, todo tu cuerpo estará lleno de luz.   

#Los santos han tenido estos ojos que son luz para el alma y salvación del cuerpo, porque como María no han mirado durante toda la vida, sino a Dios. Mejor todavía: se acordaron de Dios. 

 


 

  Dice Jesús:

   "Salomón hace decir a la Sabiduría: 'Quien es pequeñuelo venga a mí'. Y en verdad, desde la roca, desde los muros de su ciudad, la eterna Sabiduría decía a la eterna Niña: 'Ven a Mí'. Ardía en ansias por verla. Más tarde el Hijo de la Purísima Niña dirá: 'Dejad venir a Mí los pequeñuelos porque el Reino de los cielos es suyo, y quien no se hace semejante a ellos no tendrá parte en mi Reino'. Las voces se encuentran, y mientras la del cielo dice a María pequeñina: 'Ven a Mí', la voz del Hombre dice, y piensa en su Madre al decirlo: 'Venid a Mí si sabéis ser pequeñuelos'."

 

OS DOY EL MODELO EN MI MADRE

 

"He aquí a la perfecta Niña de corazón de paloma sencilla y pura. He aquí a la que ni los años, ni el contacto con el mundo convierten en algo corrompido, tortuoso, mentiroso. Porque Ella no lo quiere. Venid a Mí, mirando a María.

    "Tú que la ves, dime: ¿su mirada infantil es muy diversa de la que viste al pie de la Cruz o en el júbilo de Pentecostés o en la hora que el sueño se apoderó de sus ojos de gacela por última vez? No. Esta es la mirada inocente y extasiada del niño, después será la del éxtasis púdico de la Anunciación, y luego el dichoso de la Madre de Belén, luego la de la que me adora como la mejor Discípula, después aquella desgarradora del Gólgota, luego la radiante de la Resurrección y Pentecostés, finalmente la del extático sueño de la última visión. Pero bien se abran sus ojos por vez primera, tantos gozos y horrores, sus ojos son serenos, puros, plácidos, cual trozo de hermoso cielo, que brillan bajo su frente. La ira, la mentira, la soberbia, la lujuria, el odio, la curiosidad jamás la ensucian con sus nubes de humo.

    "Son los ojos que miran a Dios con amor, bien lloren, o rían, y que por amor de Dios acarician y perdonan, todo soportan, y debido al amor que tienen por su Dios son inexpugnables a los asaltos del Mal, que muchas veces se sirve de la vista para penetrar en el corazón. Los ojos puros, tranquilos, de los que son puros, santos, enamorados de Dios.

    "Ya lo dije: "La luz de tu cuerpo son los ojos. Si tus ojos son puros, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tus ojos están sucios, toda tu persona estará en tinieblas". Los santos han tenido estos ojos que son luz para el alma y salvación del cuerpo, porque como María no han mirado durante toda la vida, sino a Dios. Mejor todavía: se acordaron de Dios. 

I, 37-38.

A. M. D. G.