DE JERUSALÉN A LA CASA DE ZACARÍAS

 


 

#Los dos esposos se dirigen al Templo ante todo   

#José se despide de María. Ahora le acompaña en el camino un viejecito 

 

#10108

 

  #No os despojéis jamás de la protección de la plegaria   

#La santidad más alta no exime de sentirse uno nada ante Dios   

#Las plegarias son vivas cuando están alimentadas del verdadero amor y del sacrificio."   

#La tierra tiene necesidad de un torrente de oraciones para limpiarse de las culpas que atraen los castigos de Dios. Y como pocos oran esos pocos deben orar como si fueran muchos. Que multipliquen sus plegarias vivas para hacer de ella la suma necesaria para obtener gracias.

 


 

Estamos en Jerusalén. Reconozco muy bien la ciudad con sus calles y puertas.

 

Los dos esposos se dirigen al Templo ante todo

 

Los dos esposos se dirigen al Templo ante todo. Reconozco el pesebre donde José dejó el borriquillo el día de la presentación al Templo. Aquí deja los asnos después de haberles dado su pastura y con María se va a adorar al Señor.

Salen. María y José van a una casa de personas conocidas por lo que parece. Allí reparan las fuerzas. María descansa hasta que José regresa con un viejecillo. "Este hombre va por el mismo camino. Para llegar a la casa de tu parienta caminarás sola. Confía en él, lo conozco."

 

José se despide de María. Ahora le acompaña 

en el camino un viejecito

 

Vuelven a subir sobre los borriquillos. José acompaña a María hasta la puerta (No por la que entraron sino por otra) allí se despiden. María sigue con el viejecillo que habla por lo que José no habló y pregunta miles de cosas. María responde cortésmente. 

Ahora tiene delante de su silla el pequeño cofre que antes había traído el borriquillo de José y no tiene puesto más el manto. No tiene siquiera el chal que lo lleva doblado sobre el cofre. Se ve muy bella con su vestido azul oscuro y con el velo blanco que la defiende del sol. ¡Qué hermosa se ve!

El viejecillo debe ser un poco sordo, porque María para hacerse oír, levanta la voz, Ella que está acostumbrada a hablar en voz baja. El viejecillo se ha cansado de hacer preguntas y de querer saber esto y aquello. Dormita sobre la silla, dejándose guiar del borrico que conoce muy bien el camino.

María aprovecha de este descanso para recogerse en sus pensamientos y para orar. Debe ser una plegaria que entona en voz baja, mirando el cielo azul y teniendo sus  brazos sobre el pecho. Su rostro muestra una emoción interna que lo hace dichoso.

10108

NO OS DESPOJÉIS JAMÁS 

DE LA PROTECCIÓN DE LA PLEGARIA

 

Dice María:

"Hablaré poco, porque estás muy cansada, hija. Quiero que tu atención y la del que lea esto se fije en la costumbre de José y mía de dar siempre el primer lugar a la oración. Cansancios, prisas, cruces, ocupaciones eran algo que no impedían la oración, sino la ayudaban. Era la reina de nuestras ocupaciones. Nuestra fuerza, nuestra luz, nuestra esperanza. Si en las horas tristes era consuelo, en las felices era un cantar. Era siempre la amiga constante de nuestra alma, que nos separaba de la tierra, del destierro, y nos llevaba a lo alto, hacia el cielo, la Patria.

No sola yo, que por otra parte tenía dentro a Dios y no tenía más que mirar mi seno para adorar al Santo de los Santos, sino también José se sentía unido a Dios cuando oraba, porque nuestra plegaria era adoración verdadera de todo nuestro ser, que se fundía en Dios adorándolo y que era abrazado por Él.

 

La santidad más alta no exime de sentirse 

uno nada ante Dios

 

Y ved que ni siquiera yo, que tenía en mí al Eterno, me sentí exenta de presentar mi respeto amoroso al Templo. La santidad más alta no exime de sentirse uno nada ante Dios, y de humillar esta nada, porque Él lo permite, en una continua alabanza a su gloria.

¿Sois débiles, pobres, llenos de defectos? Invocad la santidad del Señor: "¡Santo, Santo, Santo!". Invocad al Santo sobre vuestra miseria. Él os infundirá su santidad. ¿Sois santos y ricos en méritos a sus ojos? Invocad igualmente la santidad del Señor. Ella, infinita, aumentará siempre la vuestra. Los ángeles, seres superiores a las debilidades humanas, no dejan de cantar un instante su "Sanctus" y su belleza sobrenatural aumenta cada vez que invocan la santidad de Dios. Imitad a los ángeles.

No os despojéis jamás de la protección de la plegaria, contra la que se dirigen las armas de Satanás, la malicia del mundo, los apetitos de la carne y la soberbia de la inteligencia. No dejéis jamás esta arma por la que los cielos se abren y producen gracias y bendiciones.

 

LAS PLEGARIA SON VIVAS CUANDO ESTÁ 

ALIMENTADAS DEL VERDADERO AMOR

Y DEL SACRIFICIO.

 

La tierra tiene necesidad de un torrente de oraciones para limpiarse de las culpas que atraen los castigos de Dios. Y como pocos oran esos pocos deben orar como si fueran muchos. Que multipliquen sus plegarias vivas para hacer de ella la suma necesaria para obtener gracias. Las plegarias son vivas cuando están alimentadas del verdadero amor y del sacrificio."

I. 107-109

A. M. D. G.