JESÚS RECIBE SU PRIMERA 

LECCIÓN DE TRABAJO

 


 

#José sale a la puerta y sin hacer nada de ruido mira. Jesús explica su trabajo Quería hacer un lago como el de Genesaret   

#José enseña un pequeño martillo, una pequeña sierra, pequeños desatornilladores, una garlopa,   

#La Mamá sonríe al ver el entusiasmo con que Jesús trabaja con la garlopa y el cariño con que José le enseña.   

 

#10216

 

#Quise observar las etapas de mi edad   

#"Se dice que José fue mi padre adoptivo. ¡Oh! ¡qué no me hubiera dado!   

#Si mi inteligencia de Hijo de Dios era perfecta, es necesario reflexiona  r y creer que quise observar las etapas de mi edad   

#Las caras horas pasadas al lado de José, no las olvido ni siquiera ahora que estoy en el cielo  

#José era la cabeza. Su autoridad familiar era indiscutible. Su esposa era su dulce consejera   

#Hasta que el tiempo en que tuve que conocer el mundo no extrañé el Paraíso.   

#Muchos creen que como Hombre no sufrí cuando la muerte apagó aquella mirada de santo   

#quiero hacer notar a los padres de familia cómo José sin esos adminículos de pedagogía supo hacer de Mí un buen obrero.  

  #me encaminó hacia el trabajo y utilizó mi amor por María para estimularme al trabajo.   

#Dónde están las familias en que se haga que los hijos amen el trabajo como un medio de agradar a sus propios padres. Ahora los hijos son los déspotas del hogar.   

#La familia existe y debe existir. No hay teoría o progreso que pueda destruir esta verdad sin acarrear la ruina. Y en verdad os digo que sería mejor que no hubiese más matrimonios y prole sobre la tierra, que el que haya familias menos unidas de lo que no lo son las tribus de monos. Lo quisisteis y se haga vuestro deseo.   

#Familias donde no existe la escuela de la virtud, del trabajo, del amor, de la religión, sino que son un caos en que cada uno vive para sí, como engranajes sin trabazón, que terminan por hacerse pedazos.

 


 

Veo aparecer a mi Jesús, cual un rayo de sol en un día de tempestad, un niño de unos cinco años de edad, rubio y hermoso con su vestidito de color azul que le llega hasta las redondas pantorrillas. Está jugando con tierra en el huertecillo. Hace unos montecitos y sobre ellos planta ramitas como si quisiera hacer un bosque en miniatura; con piedrecitas hace unos caminitos. Quiere ahora hacer un pequeño lago a los pies de sus pequeñas colina, y para esto toma el fondo de algún trasto viejo y lo entierra hasta el borde, luego lo llena de agua con un jarrito que mete en el depósito de agua, destinado para el lavadero o para regar el huertecillo. Pero no hace más que mojarse la ropa, sobre todo las mangas. El agua se escapa del plato que está roto... y el lago se seca.

 

José sale a la puerta y 

sin hacer nada de ruido mira

 

Jesús explica su trabajo Quería hacer 

un lago como el de Genesaret

 

José sale a la puerta y sin hacer nada de ruido mira por algunos minutos lo que el Niño está haciendo y sonríe. Y en realidad es algo que provoca a reír de alegría. Después para que Jesús no vuelva a mojarse, lo llama. Jesús se vuelve sonriendo y al ver a José corre a él con los brazos extendidos. José seca con una punta de su corta túnica las manitas llenas de tierra y mojadas y las besa. Entre ambos se traba una hermosa conversación.

Jesús explica su trabajo, sus juegos y las dificultades en hacer todo ello. Quería hacer un lago como el de Genesaret. (De esto supongo que le habrán hablado o llevado). Quería hacerlo para pasar el rato. Aquí está Tiberíades, allí Mágdala, más allá Cafarnaum. Este sería el camino que pasando por Caná, llevaría a Nazaret. Quería echar al agua pequeñas barcas en el lago. Estas hojas serían las barcas, y quería ir hasta la otra orilla, pero el agua se va...

José observa y se interesa como si se tratase de una cosa seria. Luego le dice que al día siguiente le haría un pequeño lago, no con un plato roto, sino con una pequeña batea de madera, bien embreada, en la que Jesús podría echar verdaderas barquitas, de madera que él le enseñaría a hacerlas. Ahora mismo le traía unas pequeñas herramientas, propias para Él, para que sin fatiga aprendiese a usarlas.

"¡Así te ayudaré!" dice Jesús con una sonrisa.

"Así me ayudarás y te harás un buen carpintero. Ven a verlas." 

 

José enseña un pequeño martillo, 

una pequeña  sierra, 

pequeños desatornilladores, una garlopa

 

Entran en el taller. José enseña un pequeño martillo, una pequeña sierra, pequeños desatornilladores, una garlopa, lo que está sobre un banco de carpintero, adaptado a la estatura de Jesús.

"Mira: para serrar se pone este pedazo de leño apoyado así. Se toma la sierra así, procurando no cortarse uno el dedo. Haz la prueba..."

La lección empieza. Jesús se pone rojo con el esfuerzo, aprieta sus labios, con cuidado corta  luego empareja la tabla con la garlopa y aunque está un poco torcida, le parece buena. José lo alaba y le enseña a trabajar con paciencia y amor.

 

La Mamá sonríe al ver el entusiasmo con que 

Jesús trabaja con la garlopa y el cariño 

con que José le enseña.

 

Regresa María, que había salido fuera de casa, se asoma a la entrada y mira. Los dos no la ven, porque tienen las espaldas vueltas. La Mamá sonríe al ver el entusiasmo con que Jesús trabaja con la garlopa y el cariño con que José le enseña.

Jesús presiente esa sonrisa, se vuelve, ve a su Mamá y corre hacia Ella con su tablita semi-emparejada y se la muestra. María la ve atentamente, y se inclina para dar un beso a Jesús. Le compone los cabellos desordenados, le seca el sudor que corre por su rostro sudado, escucha con amor a Jesús que le promete hacerle un banquito para que esté más cómoda cuando trabaje. José, derecho junto al pequeño banco, con la mano en la cintura, mira y sonríe.

Asistí a la primera lección de trabajo que recibió mi Jesús. Toda la paz de esta Familia santa está en mí.

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QUISE OBSERVAR LAS 

ETAPAS DE MI EDAD

 

Dice Jesús:

"Se dice que José fue mi padre adoptivo. ¡Oh! ¡qué no me hubiera dado! Se hizo pedazos en el trabajo para darme pan y consuelos y tuvo un corazón maternal. De él aprendí -y nunca discípulo alguno ha tenido semejante maestro- todo lo que hace de un niño un hombre que debe ganarse el pan.

Si mi inteligencia de Hijo de Dios era perfecta, es necesario reflexionar y creer que quise observar las etapas de mi edad. Por esto, humillando mi perfección intelectual de Dios al nivel de una perfección intelectual humana me sujeté a tener como maestro a un hombre, y a tener necesidad de quien me enseñase. Si después aprendí rápidamente y con gusto, eso no me resta ningún mérito de haberme sujetado a un hombre, al hombre justo que llenó mi pequeña inteligencia con las nociones necesarias de la vida.

Las caras horas pasadas al lado de José, que como si se tratase de juego, me hizo capaz de trabajar, no las olvido ni siquiera ahora que estoy en el cielo. Y cuando miro a mi padre putativo, vuelvo a ver el pequeño huerto, el taller ahumado, y me parece ver asomarse a mi Mamá con su sonrisa que llenaba de oro el lugar y nos hacía felices.

¡Cuánto deberían aprender las familias de estos perfectos Esposos que se amaron como ningún otro!

 

JOSÉ ERA LA CABEZA. 

SU ESPOSA ERA SU DULCE CONSEJERA

 

José era la cabeza. Su autoridad familiar era indiscutible. Ante ella reverente se inclinaba la de la Esposa y Madre de Dios y a ella se sujetaba el Hijo de Dios. Todo lo que José decidía hacerse, se aceptaba sin discusiones, sin porfías, sin resistencia. Su palabra era nuestra pequeña ley. Y no obstante esto, ¡ cuánta humildad en él ! Jamás abusó de su poder, ni quiso hacer algo contra la razón por ser el jefe. Su Esposa era su dulce consejera. Y si Ella en su profunda humildad se tenía por sierva de su esposo, éste sacaba de la sabiduría de la Llena de gracia, luz que sirviese de guía en todos los sucesos.

Y Yo crecía cual flor protegida por dos robustos árboles; en medio de estos dos amores que se entrelazaban entre sí para protegerme y amarme.

¡No! Hasta que el tiempo en que tuve que conocer el mundo no extrañé el Paraíso. Dios Padre y el Espíritu Divino no estaban ausentes, porque María estaba llena de Ellos. Los ángeles allí tenían su mansión porque nada los podía alejar de ella. Y uno, podría decir, se había encarnado y era José, alma angelical, libre del peso de la carne, y sólo preocupado en servir a Dios y a su causa y amarlo como lo aman los serafines. ¡La mirada de José! Plácida y pura como la de una estrella que ignora las concupiscencias terrenas. Era nuestro descanso, nuestro fuerza.

Muchos creen que como Hombre no sufrí cuando la muerte apagó aquella mirada de santo, que velaba por nuestra casa. Como Dios y José lo sabía bien, no me dolió su partida, porque después de un poco de tiempo de estar en el Limbo le abriría las puertas del cielo, pero como Hombre lloré en la casa en que ya no estaba su amorosa presencia. Lloré por el amigo muerto ¿y no iba a llorar por este santo mío, sobre cuyo pecho dormí de pequeño y que por tantos años me amó?

 

QUIERO HACER NOTAR A LOS PADRES DE FAMILIA CÓMO 

JOSÉ SIN ESOS ADMINÍCULOS DE PEDAGOGÍA 

SUPO HACER DE MÍ UN BUEN OBRERO

 

En fin quiero hacer notar a los padres de familia cómo José sin esos adminículos de pedagogía supo hacer de Mí un buen obrero.

Apenas llegué a la edad en que podía usar los instrumentos, sin dejar que me entregase al ocio, me encaminó hacia el trabajo y utilizó mi amor por María para estimularme al trabajo. Hacer objetos que necesitaba la Mamá. De este modo se inculcaba el debido respeto que cada hijo debe tener por su respectiva mamá, y sobre esta respetuosa y amorosa palanca se apoyaba la enseñanza del futuro carpintero.

 

¿DÓNDE ESTÁN LAS FAMILIAS EN QUE SE HAGA 

QUE LOS HIJOS AMEN EL TRABAJO COMO UN 

MEDIO DE AGRADAR A SUS PROPIOS PADRES?

 

AHORA LOS HIJOS SON LOS DÉSPOTAS DEL HOGAR

 

¿Dónde están las familias en que se haga que los hijos amen el trabajo como un medio de agradar a sus propios padres? Ahora los hijos son los déspotas del hogar. Crecen duros, indiferentes, malcriados para con sus padres. Los tienen por sus criados, por sus esclavos. No los aman ni tampoco ellos son amados. Porque mientras hacéis de vuestros hijos unos abusivos e iracundos, os separáis de ellos con una falta de presencia vergonzosa.

Los hijos son de todos, menos de vosotros, ¡oh padres del siglo veinte! Son de la nodriza, de la profesora, del colegio, si sois ricos. Son de los compañeros, de la calle, de la escuela, si sois pobres. Pero no son vuestros. Vosotras las mamás los engendráis y basta. Vosotros, padres, hacéis lo mismo. Pero un hijo no es solo carne, es inteligencia, corazón, alma. Tened en cuenta que nadie mejor que un padre, o una madre tienen el deber y derecho de formar esa inteligencia, ese corazón, esa alma.

 

LA FAMILIA EXISTE Y DEBE EXISTIR

 

NO HAY TEORÍA O PROGRESO QUE PUEDA DESTRUIR ESTA 

VERDAD SIN ACARREAR LA RUINA.

 

Y EN VERDAD OS DIGO QUE SERÍA MEJOR QUE NO HUBIESE 

MÁS MATRIMONIOS Y PROLE SOBRE LA TIERRA, 

QUE EL QUE HAYA FAMILIAS MENOS UNIDAS 

DE LO QUE NO LO SON LAS TRIBUS DE MONOS.

 

LO QUISISTEIS, Y SE HAGA VUESTRO DESEO.

 

La familia existe y debe existir. No hay teoría o progreso que pueda destruir esta verdad sin acarrear la ruina. De un hogar resquebrajado no pueden salir sino futuros hombres y futuras mujeres cada vez más perversos y causa de mayores ruinas. Y en verdad os digo que sería mejor que no hubiese más matrimonios y prole sobre la tierra, que el que haya familias menos unidas de lo que no lo son las tribus de monos. Familias donde no existe la escuela de la virtud, del trabajo, del amor, de la religión, sino que son un caos en que cada uno vive para sí, como engranajes sin trabazón, que terminan por hacerse pedazos.

Y así es. Así estáis viendo y soportando los frutos de este mal vuestro con que habéis despedazado vuestra vida social. Seguid, si os place, pero no os lamentéis si esta tierra se convierte cada vez más en un infierno, en una cueva de monstruos que devoran familias y naciones. Lo quisisteis, y se haga vuestro deseo."

I. 214-218

A. M. D. G.