LOS VESTIDOS DE JESÚS 

PARA CUANDO SEA MAYOR DE EDAD

 


 

#María trabaja para tener listos los vestidos de Jesús para llevarle al Templo  

  #María de Alfeo ayuda a María  

  #"¡Oh, María! ¡Qué cosa no haría por ti! Es una alegría estar cerca de ti... y además... es para Jesús. ¡Cuán bueno es tu Hijo!... Quiero ser también su mamá, al hacer lo mismo, para cuando cumpla su mayoría de edad."

 


 

María trabaja para tener listos los vestidos 

de Jesús para llevarle al Templo

 

Veo a María inclinada sobre una batea, mejor dicho, sobre una concha de tierra cocida, y que pone algo que saca como humo en el frío y sereno aire que llena el huerto de Nazaret.

Estamos en invierno. Los árboles, menos los olivos, están desnudos de follaje. Arriba, un firmamento limpísimo y un radiante sol. El cierzo que sacude las ramas sin hojas y las verdes de los olivos, no templa el ambiente...

La Virgen trae un vestido grueso de color café oscuro, y delantal. Saca de la tinaja el palo con que movía lo que había dentro. Veo que gotea algo de color bermellón. María lo mira. Pone su dedo entre las gotas que caen, y prueba el color en su delantal. Parece que está contenta de ello.

Entra en la habitación y sale trayendo madejas de lana blanquísima. Las mete una por una en la batea y con mucho cuidado.

Mientras está haciendo esto, llega su cuñada, María de Alfeo, que viene del taller de José. Se saludan. Conversan.

"¿Sale bien?" pregunta María de Alfeo.

"Así lo espero."

 "La pagana aquella me aseguró que es la tinta y el modo que emplea en Roma. Me lo dijo y me la dio porque se trata de ti, y porque has hecho trabajos semejantes. Me dijo que ni siquiera en Roma hay quien borde como tú. Habrás puesto todo el cuidado en hacer tus labores..."

María sonríe y mueve su cabeza como si dijese: "¡No es nada!"

La cuñada, antes de entregar a Maria las últimas madejas, las mira. "¡Qué bien las tejiste" Parecen cabellos por lo fino y por lo igual. Todo lo haces bien... y ¡con rapidez! ¿Estas serán menos oscuras o no?"

"Sí. Para el vestido. El manto tiene un color más oscuro."

 

María de Alfeo ayuda a María

 

Las dos mujeres trabajan juntas en la batea. Sacan las madejas que tienen un color de púrpura y corren a meterlas dentro del agua helada del estanque, del delgado chorro que con notas risueñas cae. Enjuagan una y otra vez. Después sobre las cañas extienden las madejas, y las amarran entre las ramas de los árboles.

"Con este aire pronto se secarán" dice la cuñada.

"Vamos a ver a José. Hay fuego. Estarás muerta de frío" dice María. "Mucho me ayudaste. Terminé todo y sin trabajo. ¡Gracias!"

 

"¡Oh, María! ¡Qué cosa no haría por ti! Es una 

alegría estar cerca de ti... y además... 

es para Jesús. 

 

¡Cuán bueno es tu Hijo!... Quiero ser también 

su mamá, al hacer lo mismo, 

para cuando cumpla su mayoría de edad."

 

"¡Oh, María! ¡Qué cosa no haría por ti! Es una alegría estar cerca de ti... y además... es para Jesús. ¡Cuán bueno es tu Hijo!... Quiero ser también su mamá, al hacer lo mismo, para cuando cumpla su mayoría de edad."

Las dos mujeres entran en el taller, que huele a un lugar de carpinteros.

La visión se detiene por un momento...

... para continuar cuando parten para Jerusalén, cuando Jesús tiene 12 años.

Es muy bello, y muy desarrollado de manera que parece como si fuera hermano menor de la Virgen. Le llega a los hombros. Su cabellera no es corta, como cuando pequeño, sino larga, hasta más abajo de las orejas. Da la impresión de un casco semioscuro labrado en oro.

Su vestido es de color rojo. Un rojo de rubí-claro. Le llega hasta los tobillos de modo que apenas se ven los pies calzados con sandalias. El vestido está suelto. Sus mangas son largas y anchas. En el borde del cuello, como en el de las mangas se ven adornos muy bellos...

I. 225-226

A. M. D. G.