PARTEN DE NAZARET

JESÚS HA LLEGADO A SER 

MAYOR DE EDAD

 


 

#Jesús a los doce años   

#"Bendícelo, José, antes de ir a Jerusalén. No hubo necesidad de la bendición ritual para ir a la escuela, primer paso en la vida; pero ahora que va al templo para ser declarado mayor de edad, hazlo. Y con Él bendíceme a mí también.   

#"Sí. Te bendigo. ¡Oh bendita! y a Jesús contigo. Venid, vosotros que sois mis joyeles, mi gloria, mi vida." José es majestuoso. Con los brazos extendidos y con las palabras vueltas hacia las dos cabezas inclinadas, rubias y santas, pronuncia la bendición: "El Señor os guarde y os bendiga. Tenga misericordia de vosotros y os dé paz. El Señor os dé su bendición."

 


 

Veo entrar a Jesús con la Virgen, a lo que pudiéramos llamar, el comedor.

 

Jesús a los doce años

 

Jesús es un hermoso jovencillo de doce años. Alto, fornido sin ser gordo. Parece de mayor edad de lo que es, tal vez por su complexión. Es alto, y llega a los hombros de su Madre. Todavía tiene el rostro redondo y rosado de cuando era pequeño, rostro que después en la juventud y cuando llegará a la edad madura, se alargará y tomará un color que no es color, un color de cierto alabastro, de color amarillo-rosa.

Sus ojos todavía son los de un niño. Grandes, abiertos, en los que brilla una centella de alegría que se pierde en su modo de mirar tranquilo. Después no estarán ya más abiertos... Sus párpados se cerrarán hasta la mitad para ocultarle el mal que hay en el mundo, a Él que es el Puro y el Santo. Sólo cuando llegue la hora de hacer milagros se abrirán y  brillarán más que ahora... o bien para arrojar los demonios y la muerte como cuando cure a enfermos y pecadores. Pero o tendrán esa centella de alegría mezclada con la seriedad... La muerte y el pecado estarán cada vez más cerca, y con ellos el conocimiento, también humano, de lo inútil del sacrificio por voluntad propia del hombre. En muy raros momentos de alegría, cuando esté con los redimidos y sobre todo con los puros, como son los niños en general volverán a resplandecer de gozo estos ojos santos y buenos.

Ahora está con su Mamá, en su casa, y en frente de Él está san José que le sonríe amorosamente y también están sus primos que lo admiran como también María de Alfeo que lo acaricia... Está feliz. Tiene necesidad de amor mi Jesús, para ser feliz. En este momento lo tiene.

Su vestido le cae suelto hasta abajo. Es de color rubí claro. Su tejido es perfecto. En el cuello por delante, y abajo en las manos anchas y largas, hasta abajo, apenas viéndose los pies calzados con sandalias nuevas, sin las acostumbradas correas -hay un adorno, que no está bordado sino tejido con hilo más oscuro sobre el color rubí del vestido. Probablemente la hizo su Madre, porque la cuñada la admira y la alaba. Los cabellos rubios son más abundantes de lo que eran cuando pequeño y le llegan hasta las orejas. No son más los cabellos rizados y húmedos de la niñez. Tampoco es la cabellera ondulada y larga hasta los hombros, de cuando sea grande, sin embargo su color poco a poco se va haciendo un poco oscuro.

 

MARÍA PIDE A JOSÉ QUE LES BENDIGA

 

"Mira a nuestro hijo" dice María levantando su mano derecha en la que está la izquierda de Jesús. Parece como si lo presentara a toda la familia y confirmase la paternidad del Justo que sonríe. Añade: "Bendícelo, José, antes de ir a Jerusalén. No hubo necesidad de la bendición ritual para ir a la escuela, primer paso en la vida; pero ahora que va al templo para ser declarado mayor de edad, hazlo. Y con Él bendíceme a mí también. Tu bendición... ( María lanza un suspiro reprimido) fortificará a Él y me dará fuerzas para separarlo de mí un poco más..."

"María, Jesús siempre es tuyo. Las palabras que diga el sacerdote, no romperán nuestras mutuas relaciones. Tampoco te disputaré a este Hijo nuestro tan querido. ¡Nadie mejor que tú, merece guiarlo en la vida, María!"

María se inclina, toma la mano de José y la besa. Es la esposa respetuosa y cariñosa para con su marido.

José acoge esta señal de respeto y de amor con dignidad. Luego levanta la mano que le besó la Virgen, la pone sobre su cabeza y le dice: "Sí. Te bendigo. ¡Oh bendita! y a Jesús contigo. Venid, vosotros que sois mis joyeles, mi gloria, mi vida." José es majestuoso. Con los brazos extendidos y con las palabras vueltas hacia las dos cabezas inclinadas, rubias y santas, pronuncia la bendición: "El Señor os guarde y os bendiga. Tenga misericordia de vosotros y os dé paz. El Señor os dé su bendición." Y luego añade: "Ahora vámonos. Es el momento oportuno para partir."

Salen. Cierran. Se ponen en camino. Otros peregrinos van hacia el mismo lugar. Fuera del poblado las mujeres se separan de los hombres. Los niños van con quien quieren. Jesús va con su Madre.

 Los peregrinos van cantando casi siempre salmos por las bellas campiñas en estos días de hermosa primavera. La pradera es fresca, y frescura respiran las ramas de los árboles. Se oyen los cantares de los hombres por los campos y con los cantares se mezclan los trinos de los pajarillos. Arroyos claros que hacen de espejo a las flores, corderitos que van saltando junto a sus madres... Paz y alegría bajo el cielo más hermoso de abril.

I. 227-229

A. M. D. G.