DOLOR DE MARÍA 

CUANDO PERDIÓ A JESÚS

 


 

#El dolor que traspasa el rostro de María, traspasa también a José más que cualquier reproche   

#Después de tres días, símbolo de los otros de la futura angustia... María oye que de un grupo de personas sale la voz amada que dice: "Estas piedras se estremecerán..." Trata de abrirse paso por entre el grupo, y después de muchos esfuerzos lo logra.   

#María es la Virgen prudente, pero esta vez la ansiedad vence su reserva."¡Oh! por qué nos hiciste esto...   

#No se preguntan los "por qué" a Quien sabe. Termino mi enseñanza a los doctores con una enseñanza a mi Madre, Reina de los doctores. Y jamás se olvidó de ella.  

#Muchos soles alumbrarán y muchas nubes cubrirán el cielo durante los veintiún años en que estaré todavía sobre la tierra. El gozo y el llanto se alternarán en su corazón por otros veintiún años. Pero no volverá a preguntar "¿Por qué, Hijo mío, nos has hecho esto?".

 


 

Dice Jesús:

"Mira la angustia de María cuando, reunidos los grupos de hombres y mujeres, vio que no estaba Yo con José. No levanta su voz ni lanza reproches al esposo. Las mujeres lo hubieran hecho. Lo hacéis por cosas de menor importancia, olvidando que el marido siempre es la cabeza del hogar.

 

El dolor que traspasa el rostro de María, traspasa 

también a José más que cualquier reproche

 

El dolor que traspasa el rostro de María, traspasa también a José más que cualquier reproche. María no se entrega a escenas dramáticas. Vosotras lo hacéis por cosas de menor importancia y para que se os compadezca. Pero su dolor refrenado es tan claro por la emoción que hace presa de ella, por su rostro que palidece, por sus ojos que se agrandan, que conmueve más que cualquier otra escena en que hubiera llanto y gritos.

No siente más ni la fatiga ni el hambre. La caminata había sido larga y durante muchas horas ¡no había comido nada! Ella deja todo: el lecho que se estaba preparando, la comida que le van a dar. Regresa. Es de noche. No importa. Cada paso que dé, es un paso que la acerca a Jerusalén. Detiene caravanas, peregrinos. Pregunta. José la sigue, la ayuda. Un día de camino de regreso, y luego la angustiosa búsqueda en la ciudad.

¿Dónde? ¿dónde puede estar su Jesús? Dios permite que Ella no sepa por muchas horas dónde debería buscarme. Buscar a un niño en el Templo no era algo que pudiera imaginarse. ¿Qué tenía que hacer un niño en el Templo? Al máximo si se hubiera perdido por la ciudad y hubiera llegado al Templo con sus pasitos, con sus lloros y gritos hubiera llamado a su madre y hubiera atraído la atención de los adultos, de los sacerdotes, quienes hubieran tratado de buscar a los padres, poniendo bandos en las puertas. Pero no había ningún bando. En la ciudad nadie sabia nada de este Niño. ¿Hermoso? ¿Rubio? ¿Robusto? ¡Si hay tantos! y  ¿quién podía afirmar: "Lo vi. Está allí?".

 

Después de tres días, símbolo de los otros de la 

futura angustia... María oye que de un grupo de 

personas sale la voz amada que dice: 

"Estas piedras se estremecerán..."  

Trata de abrirse paso por entre el grupo,

y después de muchos esfuerzos lo logra. 

 

Después de tres días, símbolo de los otros de la futura angustia, María del todo cansada entra en el Templo, recorre los patios y los pórticos. ¡Nada! Corre, corre la pobre Mamá, a donde oye la voz de un niño. Hasta los corderos con sus balidos le parecen ser su Hijo quien llora y quien la busca. Pero Jesús no llora. Está enseñando. Y María oye que de un grupo de personas sale la voz amada que dice: "Estas piedras se estremecerán..."  Trata de abrirse paso por entre el grupo, y después de muchos esfuerzos lo logra. Ahí está su Hijo con los brazos extendidos, de pie, entre los doctores.

 

María es la Virgen prudente, pero esta vez la 

ansiedad vence su reserva.

"¡Oh! ¿por qué nos hiciste esto?...

 

María es la Virgen prudente, pero esta vez la ansiedad vence su reserva. Es un dique que rompe cualquier cosa. Corre a su Hijo, lo abraza. Lo toma de su asiento y lo pone en el suelo al mismo tiempo que exclama: "¡Oh! ¿por qué nos hiciste esto? Hace tres días que te hemos andando buscando. Tu Mamá está muriéndose de dolor, Hijo. Tu padre está muerto de cansancio. ¿Por qué, Jesús?"

 

No se preguntan los "por qué" a Quien sabe. 

Termino mi enseñanza a los doctores con una 

enseñanza a mi Madre, Reina de los doctores. 

Y jamás se olvidó de ella. 

 

No se preguntan los "por qué" a Quien sabe. Los "por qué" de su modo de obrar. A los llamados no se pregunta "por qué" Yo era "llamado" a una misión y la cumplía. Sobre el padre y la madre está Dios, el Padre divino. Sus intereses son superiores a los nuestros, sus afectos a cualquier otro. Digo esto a mi Madre. Termino mi enseñanza a los doctores con una enseñanza a mi Madre, Reina de los doctores. Y jamás se olvidó de ella. El sol ha vuelto a su corazón al tomarme de la mano, humilde y obediente, pero mis palabras también las conserva en su corazón.

Muchos soles alumbrarán y muchas nubes cubrirán el cielo durante los veintiún años en que estaré todavía sobre la tierra. El gozo y el llanto se alternarán en su corazón por otros veintiún años. Pero no volverá a preguntar "¿Por qué, Hijo mío, nos has hecho esto?".

Aprended, hombres necios."

I. 242-243

A. M. D. G.