MARÍA EN LA MUERTE DE JOSÉ
SUFRIÓ MUCHÍSIMO
#Ahora se sentía sola como sarmiento arrancado de la vid
#Aprended, vosotros que debéis morir, a haceros dignos de que Jesús esté cerca de vosotros
Dice Jesús:
A todas las mujeres a quienes el dolor tortura,
les digo que imiten a María en su viudez:
uniéndose a Jesús
"A todas las mujeres a quienes el dolor tortura, les digo que imiten a María en su viudez: uniéndose a Jesús
Los que piensan que María no haya sufrido en su corazón, están equivocados. Mi Madre sufrió. Sabedlo. Santamente, porque todo en Ella era santo, pero agudamente.
Los que piensan que María amó a José con un sencillo amor, porque era su esposo en el espíritu y no para el cuerpo, están también equivocados. María amó intensamente a José, a quien dedicó seis lustros de una vida fiel. José fue para Ella padre, esposo, hermano, amigo, protector.
Ahora se sentía sola como sarmiento
arrancado de la vid
Ahora se sentía sola como sarmiento arrancado de la vid. Su casa parecía como si sobre ella hubiera caído un rayo. Se dividía. Primero formaba un núcleo en que los miembros se sostenían mutuamente. Ahora faltaba el muro principal, y era el primer golpe dado a la Familia, señal de que pronto la abandonaría su amado Jesús. La voluntad del Padre que quiso fuera la Madre, ahora le imponía el peso de la viudez y le ordenaba entregase a su Hijo. María vuelve a pronunciar entre lágrimas su sublime "Sí". "Sí, Señor. Hágase de mí lo que tu palabra quiera".
Y para tener fuerza en esos momentos, se abrazó a Mí. Siempre se abrazó a Dios en las horas más arduas de su vida. En el templo cuando fue llamada para sus nupcias; en Nazaret cuando fue llamada para ser Madre; nuevamente en Nazaret entre lágrimas de viudez; en Nazaret cuando tuvo que separarse de su Hijo; en el Calvario con el tormento de verme morir.
Aprended, vosotros que debéis morir, a haceros
dignos de que Jesús esté cerca de vosotros
Aprended de Ella, vosotros que lloráis. Aprended vosotros que vais a morir. Aprended, vosotros que vivís para morir. Tratad de haceros dignos de las palabras que dije a José. Serán vuestra paz en vuestra agonía. Aprended, vosotros que debéis morir, a haceros dignos de que Jesús esté cerca de vosotros, que sea vuestro consuelo. Y si todavía no os hacéis dignos de ellos, tened la osadía de llamarme no obstante lo seáis. Yo vendré con las manos llenas de gracias, y de consuelos, con el Corazón lleno de perdón y amor, con los labios llenos de palabras de absolución y de valor.
LA MUERTE PIERDE TODA SU DUREZA
SI MORÍS EN MIS BRAZOS. CREEDLO.
NO PUEDO ABOLIR LA MUERTE, PERO HAGO QUE
SEA DULCE PARA QUE SE MUERA CONFIANDO EN
MÍ.
La muerte pierde toda su dureza si morís en mis brazos. Creedlo. No puedo abolir la muerte, pero hago que sea dulce para que se muera confiando en Mí.
Lo dije por todos vosotros en la Cruz: "Señor, Te confío mi espíritu". Lo dije pensando en mi agonía y en las vuestras, en vuestros temores, en vuestros errores, en vuestros deseos de perdón. Lo dije con el corazón desgarrado por el dolor, antes que por la lanza. Un dolor espiritual más duro que el físico, para que las agonías de los que mueren pensando en Mí se dulcificasen, y su espíritu pasase de la muerte a la Vida, del dolor al gozo eterno."
I. 249-250
A. M. D. G.