PRIMER ENCUENTRO
DE PEDRO CON EL MESÍAS
#Jesús dialoga con Juan y le dice a lo que tiene que renunciar si le quiere seguir
#Misión de Jesús. La causa por la que se persigue a los enviados de Dios
#Jesús va con Juan al encuentro de Pedro. ¡No tener miedo de Mí! Vine a salvar no a condenar
#"¿La podré conocer?" "La conocerás." "¿Y me amará?" "Te amará porque Ella ama a quienes me aman."
#Jesús habla con Pedro y Andrés
Jesús avanza por una pequeña vereda, un caminito entre dos campos. Está solo. Juan se dirige a Él de la otra parte del sendero entre los campos y lo alcanza al fin al pasar por una zanja. Juan, tanto en la visión de ayer como en la de hoy es del todo un jovencillo. Tiene una cara sonrosada e imberbe de uno que apenas ha llegado a la edad viril; y es también rubio. No tiene ninguna señal de bigote o de barba, sino el bello rosado de las mejillas tersas, los labios rojos en los que brilla una agradable sonrisa, una mirada pura, no tanto por el color de sus ojos de turquesa sino por la candidez de su alma virgen que se trasluce. La cabellera, castaña clara, larga y suave que va flotando en el aire a su paso veloz que casi se convierte en carrera. Levanta la voz cuando va a saltar la cerca y dice: "¡Maestro!"
JESÚS DIALOGO CON JUAN Y LE DICE A LO QUE TIENE QUE
RENUNCIAR SI LE QUIERE SEGUIR
Jesús se detiene y se vuelve con una sonrisa.
"Maestro, te he buscado tanto. Me dijeron en la casa en que te hospedas que habías salido en dirección de la campiña... pero... ¿Por dónde?... ya tenía miedo de no hallarte." Juan habla un poco inclinado debido al respeto, pero su actitud claramente se ve que es de confianza y su mirada se dirige a Jesús.
"Vi que me buscabas y vine a encontrarte."
"¿Me viste? ¿Dónde estabas, Maestro?"
"Allí" y Jesús le señala una arboleda que está a lo lejos, pero que por sus negruzcas copas, parecen ser olivos. "Allí estaba. Oraba y pensaba en lo que diré esta tarde en la sinagoga. Pero en cuanto te vi lo dejé todo."
"Pero ¿cómo has podido verme si apenas se puede distinguir aquel lugar tan distante y escondido?"
"¿Lo ves? Te vine a encontrar porque te vi. Lo que los ojos no logran, lo logra el amor."
"Así es, el amor lo hace. ¿Me amas, Maestro?"
"¿Me amas tú, Juan hijo de Zebedeo?"
"Mucho, Maestro. Creo haberte amado siempre. Antes de haberte conocido, mucho antes, mi alma te buscaba y cuando te vi me dije: "He aquí al que buscas". Creo que te he encontrado, así lo siente mi alma."
"Tú lo dices Juan y estás en lo justo. También yo vine a encontrarte porque mi alma te espera. ¿Por cuánto tiempo me amarás?"
"Para siempre, Maestro. No quiero amar otra cosa que no seas Tú."
"Tienes padre, madre, hermanos y hermanas y con la vida, mujer y amor ¿Cómo puedes dejar todo esto por Mí?"
"Maestro... no lo sé... pero me parece, si no es presunción el decirlo, que tu amor ocupará el lugar de padre, madre, hermanos y hermanas y aún el de mujer. Estaré satisfecho, completamente satisfecho, si Tú me amas."
"¿Si mi amor te causase dolores y persecuciones?"
"No serán nada si Tú me amas."
"Y el día en que debiese morir...?"
"No. Eres joven, Maestro... ¿Por qué morir?"
LA CAUSA POR LA QUE SE PERSIGUE A LOS ENVIADOS DE DIOS
"Porque el Mesías ha venido a predicar la Ley en verdad y a llevar a cabo la redención. El mundo aborrece la Ley y no ama la redención. Por esto persigue a los enviados de Dios.
"¡Oh! ¡que esto no suceda! ¡No des este anuncio de muerte a quien te ama!.. pero si debieses de morir, yo te seguiré amando. ¡Permíteme que te ame!" Juan tiene una mirada suplicante. Mucho más inclinado que antes, camina al lado de Jesús, y parece como si le mendigara amor.
Jesús se detiene. Lo mira, lo atraviesa con la mirada de sus ojos profundos, y después le pone la mano sobre la cabeza inclinada. "Quiero que tú me ames."
"¡Oh, Maestro!" Juan está feliz. Por más que en su pupila brille una lágrima, ríe con su boca bien formada, toma la mano divina, la besa y la oprime sobre su corazón. Prosiguen el camino.
"Dijiste que me buscabas...?"
"Sí, para decirte que mis amigos te quieren conocer, y... porque... ¡Oh! ¡cuántas ganas tenía de estar contigo! Te dejé por unas cuantas horas pero no podría resistir el estar sin Ti."
"Has sido, pues, un buen anunciador de la Palabra
"Sí. También Santiago, Maestro, ha hablado de Ti, de tal modo que llega a convencer."
JESÚS VA CON JUAN AL ENCUENTRO DE PEDRO
¡NO TENER MIEDO DE MI!
VINE A SALVAR NO A CONDENAR
"De modo que también el que desconfiaba (no es culpable porque la prudencia era la causa de su reserva) se convenció. Vayamos a confirmarlo en su creencia."
"Tenía un poco de miedo..."
"¡No! ¡No tener miedo de Mi! Yo he venido a salvar a los buenos y más por los que están en error. Vine a salvar, no a condenar y con los rectos usaré de misericordia."
"¿Y con los pecadores?"
"También. Sólo seré duro con los hipócritas, es decir con los que fingen espiritualidad y aparentan ser buenos cuando sus obras son malas y que lo hacen para poder obtener alguna ventaja del prójimo."
"¡Oh! Entonces Simón puede estar seguro, ya que es franco como ninguno"
"Así me gusta y así quiero que todos seáis."
"Simón te quiere decir muchas cosas."
"Lo escucharé después de que hable en la sinagoga. He hecho que se avise a los pobres y a enfermos, a ricos y a sanos. Todos tienen necesidad de la Buena Nueva."
El poblado está ya cerca. Hay niños que juegan en la calle y uno que corre, viene a chocar contra las piernas de Jesús y hubiese caído, si Él no hubiese estado atento a sostenerlo. El niño llora con todo como si se hubiese hecho mal, pero Jesús tomándolo en los brazos le dice: "¿Un Israelita que llora? ¿qué cosa hubieran hecho los miles y miles de niños que se convirtieron en hombres al ir atravesando el desierto detrás de Moisés? ¿El Altísimo que se preocupa de los pájaros del bosque y de la fronda, ama a estos inocentes y se preocupa de estos angelitos de la tierra, de estos pajaritos sin alas, de un modo especial y es por ellos y no por los otros que hizo bajar el Maná que era tan delicioso? ¿Te gusta la miel? ¿Sí?... Pues bien, si eres bueno, comerá una miel mucho más dulce que la de las abejas."
"¿En dónde? ¿Cuándo?"
"Cuando vayas a Dios, después de haber llevado una vida fiel."
"Sé que no iré si no viene el Mesías. Mi mamá me dice que ahora nosotros, los de Israel somos como Moisés que morimos a la vista de la Tierra Prometida. Dice que estamos aquí esperando entrar pero tan sólo el Mesías nos lo concederá."
"¡Qué pequeño Israelita tan bueno! Yo te digo que cuando mueras, entrarás al punto al Paraíso porque para entonces el Mesías habrá abierto ya las puertas del cielo. Pero debes ser bueno."
"¡Mamá! El nuevo rabí me ha dicho que al punto
iré al Paraíso cuando me muera y que comeré
mucha miel... pero... si soy bueno. ¡Lo seré!"
"¡Mamá, Mamá!" el niño se le escurre de los brazos a Jesús y va a encontrar a su joven mamá, que regresa con una olla de bronce sobre los hombros. "¡Mamá! El nuevo rabí me ha dicho que al punto iré al Paraíso cuando me muera y que comeré mucha miel... pero... si soy bueno. ¡Lo seré!"
"¡Que Dios te lo conceda! ¡Perdona Maestro que te haya dado molestia! ¡Es tan vivo!"
"La inocencia nunca molesta, mujer. Dios te bendiga porque eres madre y porque educas a tus hijos en el conocimiento de la Ley."
La mujer enrojece esta alabanza y responde: "Que Dios también a Ti te bendiga" y se va con su pequeñuelo.
"¿Te gustan los niños, Maestro?"
"Sí, porque son puros... sinceros... amorosos."
"¿Tienes hijos, Maestro?"
"No tengo más que a mi madre... pero en Ella existe la pureza, la sinceridad, el amor de los pequeñuelos más santos, al mismo tiempo que la sabiduría, justicia y fortaleza de los adultos, Juan, todo lo que tengo está en mi Madre."
"¿...y... la has abandonado?"
"Dios vale más que la más santa de las madres."
"¿La podré conocer?" "La conocerás.""
¿Y me amará?"
"Te amará porque Ella ama a quienes me aman."
"¿La podré conocer?"
"La conocerás."
"¿Y me amará?"
"Te amará porque Ella ama a quienes me aman."
"¿Entonces, no tienes hermanos?"
"Tengo primos de parte del esposo de mi Madre. Pero cualquier hombre es mi hermano y he venido para todos. ¡Pero mira! estamos ya frente a la sinagoga. Voy a entrar, después te me juntarás con tus amigos."
COMENTA EL PASAJE DE JEREMÍAS. 7, 3-7
ENMENDAD VUESTRAS COSTUMBRES Y AFECTOS Y ENTONCES
HABITARÉ CON VOSOTROS EN ESTE LUGAR
Juan se va y Jesús entra en una sala cuadrada, donde hay, como de costumbre, velas en un triángulo y atriles con rollos de pergamino. Ya hay gente que está esperando y que ora. Jesús también ora. La multitud murmura algo entre dientes y detrás de Él, que se inclina para saludar al jefe de la sinagoga y después pide que le dé un rollo. Jesús empieza a leer.
Dice: "El Espíritu quiere que os lea estas cosas. En el capítulo séptimo del Libro de Jeremías está escrito: "Estas cosas dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: 'Enmendad vuestras costumbres y afectos y entonces habitaré con vosotros en este lugar santo. No os confiéis en las palabras vanas que repetís: aquí está el Templo del Señor, porque si mejorareis vuestras costumbres y vuestros afectos, si hiciereis justicia entre vosotros, si no oprimiereis al extranjero, al huérfano, a la viuda, si no derramareis la sangre inocente en este lugar, sólo entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres por los siglos de los siglos' "
vengo a aclarar estas palabras.
La gloria de la tierra es nada en comparación
con la gloria que ningún opresor, ni Mammón
(Significa "dinero" adquirido injustamente.) ni la
mala voluntad os pueda quitar.
¿Acaso no es el Dios que abrió el mar...?
Y si es así, entonces ¿por qué os ha derrotado
el extranjero?
Entre vosotros hay muchos que en voz baja
dicen: "¡Sin embargo aquí está el Templo!"
Oíd, vosotros de Israel. He aquí que vengo a aclarar estas palabras que vuestro espíritu ofuscado no puede ni verlas, ni entenderlas. Oíd. Gran llanto desciende sobre la tierra del Pueblo de Dios y lloran los adultos doblados bajo el yugo, lloran los niños que no tienen porvenir de una futura gloria. Pero la gloria de la tierra es nada en comparación con la gloria que ningún opresor, ni Mammón (Significa "dinero" adquirido injustamente.) ni la mala voluntad os pueda quitar.
¿Por qué lloráis? ¿Por qué el Altísimo que fue siempre bueno para con su pueblo, ha vuelto su faz hacia otra parte y no permite que sus hijos le vean? ¿Acaso no es el Dios que abrió el mar e hizo que pasara por él, Israel, y quien lo llevó a través del desierto y lo alimentó y defendió contra sus enemigos, y para que no extraviase el camino del Cielo, así como había dado para sus cuerpos una nube, así dio también para sus almas una ley? ¿No es acaso el Dios que hizo dulces las aguas amargas, he hizo que bajase maná sobre los desvanecidos? ¿No es acaso el Dios que quiso estuvieseis en esta tierra y que hizo una alianza con vosotros, alianza de un Padre con sus hijos?. Y si es así, entonces ¿por qué os ha derrotado el extranjero? Entre vosotros hay muchos que en voz baja dicen: "¡Sin embargo aquí está el Templo!" No basta tener templo y lugar donde se pueda ir a rezar a Dios.
El primer templo está en el corazón de cada uno,
y en él es en donde se ora santamente. Pero la
oración no puede ser santa si el corazón antes
no se enmienda y junto con él las costumbres,
los afectos, las normas de justicia
El primer templo está en el corazón de cada uno, y en él es en donde se ora santamente. Pero la oración no puede ser santa si el corazón antes no se enmienda y junto con él las costumbres, los afectos, las normas de justicia para con los pobres, con los servidores, con los familiares y con Dios.
Poned atención. Veo ricos de duro corazón que presentan ofrendas al Templo, pero que no saben decir al pobre: "Hermano, he aquí un pan, un denario. ¡Tómalo! De corazón a corazón lo doy, no creas rebajarte al recibirlo, que no es mi intención al dártelo."
Veo a algunos que ruegan y se lamentan, porque Dios no los escucha al punto; pero al pobre, que tal vez puede ser pariente suyo, cuando a ellos se dirige diciendo: "Escúchame", le responden con corazón empedernido: "¡No!" ¡Ea! veo que os lamentáis de que vuestra bolsa la exprima el dominador. Pero vosotros exprimís la sangre de quien odiáis, y no os horrorizáis de sacar la sangre y la vida de un cuerpo.
SENCILLA, FÁCIL, BUENA ES LA LEY
QUE VUELVE A SU ORIGEN
QUE SON LOS DIEZ MANDAMIENTOS,
QUE ESTÁN EMPAPADOS EN LUZ Y EN AMOR
¡Oh vosotros de Israel! ¡Ha llegado el tiempo de la redención! ¡Preparad el camino en vosotros por la buena voluntad! Sed honestos, buenos, amaos los unos a los otros. Ricos, no despreciéis. Comerciantes, no defraudéis. Pobres, no envidiéis. Todos sois de una misma sangre y de un mismo Dios. Todos estáis llamados al mismo destino. El Mesías os abrirá el cielo, pero no lo cerréis con vuestros pecados. ¿Habéis hasta ahora estado equivocados? De hoy en adelante ¡No más! Desaparezca cualquier error. Sencilla, fácil, buena es la Ley que vuelve a su origen que son los Diez Mandamientos, que están empapados en luz y en amor.
Venid. Yo os mostraré cuáles son: Amor, amor, amor. Amor de Dios hacia vosotros y de vosotros para Dios, amor con el prójimo, siempre amor. Porque Dios es amor y los hijos del Padre son los que saben vivir en el amor. Yo estoy aquí para todos y para dar a todos la luz de Dios. He aquí la Palabra del Padre que se hace alimento para vosotros. Venid, gustad, cambiad la sangre del corazón por esta comida. Desaparezca cualquier veneno, muera toda concupiscencia.
Una nueva gloria se ha abierto: la eterna. En ella entrará los que de corazón estudiasen la Ley de Dios. Empezad por el amor. No hay cosa mayor, Cuando hubiereis aprendido a amar, lo habréis aprendido todo, y Dios os amará. Amor de Dios quiere decir ayuda contra cualquier tentación.
La bendición de Dios sea para quien se vuelve a Él con el corazón lleno de buena voluntad."
Jesús calla. La gente habla en voz baja. La reunión termina con cánticos que entonan todos.
JESÚS HABLA CON PEDRO Y ANDRÉS
Jesús sale a la plazuela. En la puerta están Juan y Santiago con Pedro y Andrés.
"La paz sea con vosotros" dice Jesús y añade: "He aquí el hombre que para ser justo no debe juzgar antes de conocer. Pero es recto en reconocer su error. Simón ¿quisiste verme?"... ¡Mírame!... y tú, Andrés ¿por qué no viniste antes?"
Los dos hermanos se miran sin saber qué decir. Andrés apenas musita: "no me atrevía."
Pedro con la cara roja no dice nada. Pero cuando oye que Jesús dice a su hermano: "¿Hacías mal en venir? ¡Tan sólo se debe de tener miedo de hacer el mal!", sin rodeos interviene: "Yo fui. Él quería traerme al punto a Ti. Pero yo... yo dije... ¡Sí! yo dije: "¡No creo!" y no quise. Ahora me siento mejor!..."
Jesús sonríe. Después dice: "Y Yo te digo que por tu sinceridad te amo."
"Pero yo... yo, no soy bueno... no soy capaz de hacer
lo que has dicho en la sinagoga. Soy iracundo y si
alguien me ofende...
Por ahora Él quiere esto: la práctica de la justicia,
el amor de la misericordia, y el poner todo cuidado
en seguir al Dios tuyo. Esfuérzate en hacer esto y el
pasado de Simón será borrado.
"Pero yo... yo, no soy bueno... no soy capaz de hacer lo que has dicho en la sinagoga. Soy iracundo y si alguien me ofende... ¡eh! Soy siempre... no siempre he dejado de engañar. Y soy ignorante. Y dispongo de poco tiempo para seguirte y tener la luz. ¿Cómo lo lograré? Quisiera llegar a ser como dices, pero..."
"No es difícil, Simón. ¿Sabes un poco de Escritura? ¿Sí? Pues bien, recuerda al profeta Miqueas. Dios quiere de Ti, lo que dice Miqueas. No te pide que rasgues el corazón, ni que sacrifiques afectos más santos. Por ahora no te lo pide. Un día, sin que Él lo haga, te darás a Dios tú mismo. Él espera que el sol y el rocío, hagan de ti, que eres una débil planta, una palma fuerte y majestuosa. Por ahora Él quiere esto: la práctica de la justicia, el amor de la misericordia, y el poner todo cuidado en seguir al Dios tuyo. Esfuérzate en hacer esto y el pasado de Simón será borrado. Serás el hombre nuevo, el amigo de Dios y de su Mesías. No más Simón, sino Cefa. Piedra segura en la que me apoyo."
"¡Esto me gusta! Esto lo entiendo. La Ley es así... es así... ¡Vah! yo no la sé cumplir como la cumplen los rabíes!... Pero eso que dices sí me parece que lo lograré. Y Tú me ayudarás ¿Vives acá? ¡Conozco al dueño!"
"Aquí vivo. Pero ahora iré a Jerusalén y después predicaré por la Palestina. Para esto he venido. Volveré acá con frecuencia."
"Vendré de nuevo a oírte. Quiero ser tu discípulo. Un poco de luz entrará en mi cabeza."
"Sobre todo en el corazón, Simón. En el corazón. Tú, Andrés, ¿no hablas?"
"Escucho, Maestro."
"Mi hermano es tímido."
"Se convertirá en león. La tarde baja ya. Dios os bendiga y os dé buena pesca. Idos."
"La paz sea contigo." Se van.
JUAN QUIERE IR CON JESÚS A JERUSALÉN
Y JESÚS LE ACEPTA
Apenas salidos de la plazoleta, dice Pedro: "Pero... ¿qué habrá querido decir antes, cuando dijo que pescaré con otras redes y haré otras pescas?"
"¿Por qué no se lo preguntaste? Querías decir tantas cosas y luego hablaste tan poco."
"Me... daba vergüenza. Es tan diverso de los otros rabíes."
"Ahora va a Jerusalén..." dice Juan con tanto anhelo como tristeza. "Quería pedirle si me dejaba ir con Él... y no me atreví..."
"Veselo a decir, muchacho" dice Pedro "lo hemos dejado así... sin una palabra de amor... que al menos sepa que lo admiramos. ¡Ve... yo le digo a tu padre!"
"Santiago... ¿voy?"
"¡Ve!"
Juan se va de carrera... y corriendo también alegre retorna. "Le dije: "¿Me quieres contigo en Jerusalén?" y me respondió: "¡Ven amigo!" ¡Amigo dijo! ¡Mañana vendré a esta hora! ¡Ah! ¡Iré a Jerusalén con Él...!"
I. 291-299
A. M. D. G.