JUDAS DE ALFEO, TOMÁS Y SIMÓN
ACEPTADOS EN EL JORDÁN
#¿POR QUÉ A VECES, LOS PADRES DE UNO SE CONVIERTEN EN ENEMIGOS?
#¿También tú, Judas, primo mío?
#JUDAS EXPLICA A JESÚS POR QUÉ HA VENIDO A ÉL. LA AYUDA QUE LE PRESTÓ SU MADRE
#QUÉDATE PUES JUDAS. TE HE ESPERADO Y SOY FELIZ DE VOLVERTE A VER, AMIGO DE MI VIDA NAZARETANA.
#No hay sobre Dios nadie. Las leyes de la sangre dejan de existir,
#JESÚS HABLA CON TOMÁS Y DESPUÉS CON SIMÓN QUE LE EXPLICA SU VIDA
#SIMÓN, ME DIJISTE: "¿QUÉ COSA DEBO DE HACER POR TI?". AHORA YO TE DIGO: "¡SÍGUEME!"
#NO HAY NI ESCLAVOS NI LIBERTOS A LOS OJOS DE DIOS. HAY UNA SOLA ESCLAVITUD ANTE SUS OJOS: EL PECADO
¡Sois hermosas, riberas del Jordán, como lo erais en tiempo de Jesús! Os veo y me siento dichosa con vuestra majestuosa tranquilidad verde-azul. Aguas y frondas que se mueven con un dulce tono como de melodía.
Me encuentro en un camino bastante ancho y bien cuidado. Debe de ser una de las vías principales, mejor dicho, militares, que los romanos han trazado para unir las diversas regiones con la capital. Corre junto al río, pero no exactamente a lo largo de él. Le separa un espacio boscoso, que creo sea para proteger las riberas y servir de dique a las aguas en tiempo de avenida. De la otra parte del camino, continúa el bosquecillo de modo que la senda parece una galería natural, sobre la que se entretejen las frondosas ramas. Consuelo inapreciable para el peregrino, en estos lugares de un sol candente.
El río y por la misma razón también el camino, forman en el punto en donde estoy, una curva lenta, de modo que veo cómo continúa el terraplén frondoso como una verde muralla para detener un depósito de aguas sosegadas. Parece como si fuera un lago de algún parque señorial.
Pero el agua no es el agua tranquila de un lago. Fluye, aunque lentamente. Y la prueba es el ruido que hace contra los primeros bejucos, los que se han atrevido a nacer allí, en la orilla, y las ondas que forman las raicillas que se mueven al movimiento del agua al mismo ritmo que un grupo de sauces, de flexibles y llorosas ramas, que han confiado el sueño de su verde copa al río, que en agradecimiento las peina con gusto, y las alarga con suavidad al contacto de su corriente.
Las primeras horas matinales se bañan en el silencio y en la quietud. Se oyen tan sólo los trinos y reclamos de los pajaritos, el chocar de las aguas y de las ramas y se ve como que relampaguea el rocío sobre la verde hierba que crece grande entre los árboles; hierba que aún no está seca ni amarilla del sol de estío. Sino que tierna y reciente, porque las primeras lluvias del agua primaveral, la ha bañado, y la tierra que de su seno la hizo nacer la empapó en beneficiosa savia.
Tres viajeros están parados en esta quebradura del camino, exactamente en una saliente de la curva. Voltean ya al oriente, ya al poniente, ya al sur en dirección de Jerusalén o al norte en la de Samaría. Miran a través de la enramada que forman los árboles para ver si ya viene la persona que esperan. Son Tomás, Judas Tadeo y el leproso curado. Hablan entre sí.
"¿Ves algo?"
"¡Nada!"
"Ni yo tampoco."
"Y con todo, este es el lugar."
"¿Estás seguro?"
"Seguro, Simón. Uno de los seis me lo dijo, mientras el Maestro se alejaba entre las aclamaciones de la multitud después que había curado milagrosamente al mendigo que caminaba cojeando en la Puerta de los Peces: "Ahora nos vamos de Jerusalén. Espéranos a unos cinco o seis kilómetros entre Jericó y Doco, donde hace curva el río, a lo largo de la arboleda". ¡Esta es! Luego añadió: "Dentro de 3 días estaremos a eso del amanecer", pero el tercero y cuarto día nos han encontrado aquí."
"¿Vendrá? Tal vez hubiera sido mejor haberlo seguido desde Jerusalén."
"¡No, Simón no podía aún venir entre la multitud!"
"Si mi primo dijo que vendría aquí, vendrá. Siempre cumple con lo que promete. No hay más que esperar."
"¿Has estado siempre con Él?"
"Siempre. Desde que regresó a Nazaret ha sido siempre para mí un buen compañero. Siempre juntos. Somos casi de la misma edad. Yo un poco mayor. Además su padre me quería mucho, era yo su preferido. Su padre era hermano del mío. También la mamá de Él me quería mucho. Más me he criado junto con Él que con mi madre."
"Te quería... Ahora, ¿ya no te quiere lo mismo?"
"¡Oh, sí! Pero nos hemos separado un poco desde que Él se hizo profeta. A mis parientes no les gusta."
"¿A qué parientes?"
¿POR QUÉ A VECES, LOS PADRES DE UNO
SE CONVIERTEN EN ENEMIGOS?
"A mi padre y a otros dos hermanos. Judas titubea. Mi padre es muy viejo y no ha querido dejarme, pero ahora... ahora no más, yo voy donde el corazón y la cabeza me arrastran. Voy a donde está Jesús. No creo que falte contra la Ley al hacerlo así. Claro... si no es cosa buena lo que hago, Jesús me lo hará saber. Haré lo que Él me diga. ¿Es lícito a un padre oponerse a su hijo en el bien? Si yo creo que ahí está la salvación, ¿por qué me la quiere quitar? ¿Por qué a veces los padres de uno se convierten en enemigos?"
Simón lanza un suspiro como si en su mente hubiera
recuerdos triste...Tomás por su parte responde: "Yo
he vencido ya el obstáculo, mi padre me escuchó
y me comprendió.
Simón lanza un suspiro como si en su mente hubiera recuerdos triste, y baja la cabeza. no habla ni una palabra.
Tomás por su parte responde: "Yo he vencido ya el obstáculo, mi padre me escuchó y me comprendió. Me bendijo con estas palabras: "Ve. Que esta Pascua se convierta para ti en la libertad de algo que has esperado. Dichoso tú que puedes creer. Si en realidad fuera Él, y lo comprendieses, ven a tu viejo padre a decirle que Israel tiene ya al Esperado."
"¡Tienes más suerte que yo! ¡Y pensar que hemos vivido a su lado!... ¡y nosotros los de la familia no creemos!... decimos, esto es, dicen ellos: "Ha perdido el juicio", "
¡ES ÉL, ES ÉL!... ¡VAMOS CORRIENDO!.
"¡LA PAZ SEA CON VOSOTROS!"
"¡Eh, miren allí a un grupo de gente!" grita Simón. "¡Es Él, es Él! ¡Reconozco su cabellera rubia! ¡Oh!, venid. ¡Vamos corriendo!"
Velozmente caminan hacia el sur. Los árboles, ahora que pasan la curva, los esconde, de modo que los dos grupos se encuentran casi enfrente uno del otro sin esperarlo. Parece que Jesús sube del río, pues está entre los árboles de la ribera.
"¡Maestro!" "¡Jesús!" "¡Señor!"
Los gritos de los discípulos, del primo, del curado retumban envueltos en adoración y alegría.
"¿También tú, Judas, primo mío?"
"¡La paz sea con vosotros!" He aquí la hermosa e inconfundible voz, llena, sonora, tranquila, expresiva, clara, viril, dulce y cortante."¿También tú, Judas, primo mío?"
Se abrazan, Judas llora.
"¿Por qué lloras?"
"¡Oh, Jesús! ¡Quiero estar contigo!"
"Siempre te he esperado. ¿Por qué no habías venido?"
Judas inclina la cabeza y guarda silencio.
"No querían... Y... ¿ahora?"
"Jesús, yo... yo no puedo obedecerles. Te quiero obedecer a ti solo."
"Pero yo no te he dado ninguna orden."
JUDAS EXPLICA A JESÚS POR QUÉ HA VENIDO A ÉL.
LA AYUDA QUE LE PRESTÓ SU MADRE
"No, no la has dado. ¡Pero tu misión es la que me la da! Es Él que te ha enviado el que habla en mí, en el fondo de mi corazón y me dice: "Ve a Él". Es la que te engendró y que para mí ha sido una gentil maestra, que con su mirada de paloma, me lo dice sin emplear palabras: "¡Se tú de Jesús!" ¿Puedo dejar de hacer caso a aquella voz majestuosa que taladra el corazón? ¿Puedo dejar de atender esta voz de santa, que ciertamente me lo ruega por mi bien? ¿Tan sólo porque soy tu primo por parte de José, no debo de reconocerte por lo que eres, mientras que el Bautista te ha reconocido sin haberte nunca visto, en las riberas de este río y te ha saludado como Cordero de Dios?... yo que he crecido contigo, yo que he sido bueno siguiéndote, yo que me he convertido en hijo de la Ley por causa de tu madre y de Ella ha bebido no sólo los 613 preceptos de los rabíes, además de la Escritura y las oraciones, sino el espíritu de ellas, ¿debería de dejar de ser algo?"
"¿Tu padre?"
"¿Mi padre? No le falta ni pan ni quien le asista, y después... Tú me das el ejemplo. Tú has pensado más en el bien del pueblo que en el pequeño bienestar de María y Ella está sola. Dime, Maestro, ¿no es acaso lícito, sin faltar al respeto , decir al propio padre: "Papá, te quiero. Pero sobre de ti está Dios, y a Él sigo"..."
QUÉDATE PUES JUDAS. TE HE ESPERADO Y SOY FELIZ
DE VOLVERTE A VER, AMIGO DE MI VIDA NAZARETANA.
No hay sobre Dios nadie. Las leyes de la sangre
dejan de existir,
"Judas, pariente y amigo, Yo te digo que estás muy adelantado en el camino de la luz. Ven. Es lícito hablar en estos términos al papá cuando Dios es quien nos llama. No hay sobre Dios nadie. Las leyes de la sangre dejan de existir, más bien dicho, se subliman, porque con nuestras lágrimas damos a nuestros padres, a nuestras madres, una ayuda mayor, que es algo eterno que no lo es el jornal del mundo Atraigámoslos con nosotros al cielo, y a Dios, por el camino mismo del sacrificio de los afectos. Quédate, pues, Judas. Te he esperado y soy feliz de volverte a ver, amigo de mi vida nazaretana.
Judas está conmovido.
JESÚS HABLA CON TOMÁS Y DESPUÉS
CON SIMÓN QUE LE EXPLICA SU VIDA
Jesús se vuelve a Tomás: "Has obedecido fielmente y esa es la primera virtud del discípulo."
"He venido para ser fiel a Ti."
"Los serás. Te lo digo. Ven tú que tienes vergüenza y que estás escondido en la sombra. No tengas miedo."
SIMÓN, ME DIJISTE: "¿QUÉ COSA DEBO DE HACER POR TI?".
AHORA YO TE DIGO: "¡SÍGUEME!"
"¡Señor mío!" El antiguo leproso está a los pies de Jesús.
"Levántate. ¿Cómo te llamas?"
"Simón."
"¿Tu familia?"
"Señor... era poderosa... y yo también lo era... pero envidia de opulencia y... errores de juventud han dañado su potencia. Mi padre... ¡Oh! Debo de hablar contra él, ¡porque me ha costado lágrimas y no del cielo! Lo ves, ves ¡qué regalo me hizo!"
"¿Era leproso?"
"No era leproso como yo tampoco. Si no que había contraído una enfermedad que nosotros los de Israel la calificamos con el nombre común de lepra. El... entonces era grande en su casta. Vivió y murió poderoso en su casa. Yo... si tú no me salvas, habría muerto en los sepulcros.."
"¿Eres solo?"
"Solo. Tengo un siervo fiel que tiene cuidado de lo que me queda. Se lo he dicho ya."
"¿Tu madre?"
"Ha muerto." Parece como cohibido.
Jesús lo observa atentamente. "Simón me dijiste: "¿Qué cosa debo de hacer por Ti?" Ahora Yo te digo:"¡Sígueme!"."
"¡Al punto, Señor!... Pero, pero yo... déjame que te diga una cosa. Yo soy llamado "zelote" (al principio fueron fervientes observantes de la Ley, y enemigos del yugo extranjero, pero terminaron por ser los duros fariseos, muy nacionalistas) por casta y "cananeo" por madre. ¿Lo ves? soy de color moreno. Tengo en mí sangre de esclava. Mi padre no tuvo hijos de su mujer, y me crió de una esclava. Su mujer, una mujer buena me cuidó como si fuera su propio hijo y me curó en todas las enfermedades, hasta que murió..."
NO HAY NI ESCLAVOS NI LIBERTOS A LOS OJOS DE DIOS.
HAY UNA SOLA ESCLAVITUD ANTE SUS OJOS: EL PECADO
"No hay ni esclavos ni libertos a los ojos de Dios. Hay una sola esclavitud ante sus ojos: el pecado. Yo he venido a quitarla. A todos os llamo, porque de todos es el reino. ¿Eres culto?"
"Lo soy. Tenía también mi lugar entre los grandes, mientras mi mal pudo estar oculto bajo los vestidos. Pero cuando salió a la luz... A mis enemigos les pareció tener bastante razón para aprovecharse y ponerme entre los "muertos", porque como dijo un médico de Cesarea, romano, a quien consulté, que aunque mi enfermedad no era una lepra verdadera, sino una erisipela hereditaria, para evitar que se propagara, bastaba con no tener hijos. ¿No puedo acaso maldecir a mi padre?"
"No debes de hacerlo aunque fue causa de muchos males..."
"¡Oh, sí! Dilapidó la fortuna, fue vicioso, cruel, sin corazón, sin amor. Me quitó la salud, las caricias, la paz, me ha dado un nombre que es despreciable y una enfermedad que es marca de oprobio... Se hizo dueño de todo. Hasta del porvenir de su hijo. Todo me ha quitado, hasta la alegría de ser padre."
EN MI COMPAÑÍA ENCONTRARÁS PADRES E HIJOS.
BAJO MI SEÑAL NO EXISTE EL ABANDONO.
BAJO MI SEÑAL NO HAY SOLEDADES, NI DIFERENCIAS.
ES SEÑAL DE AMOR Y EL AMOR TAN SOLO DA. ...
Ven, Simón, tú que no has tenido hijos.
Ven, Judas, que pierdes a tu padre por mi amor.
Os uno en la suerte."
"Por esto te digo: "Sígueme". A mi lado, en mi compañía encontrarás padres e hijos. Mira a lo alto, Simón, y allí encontrarás al verdadero Padre que te sonríe. Levanta la vista y contempla las inmensas regiones de la tierra y mira que en los caminos, hay hijos y más hijos; hijos espirituales para los que no tiene hijos. Te están esperando y muchos como tú te esperan. Bajo mi Señal no existe el abandono. Bajo mi Señal no hay soledades, ni diferencias. Es Señal de amor y el amor tan solo da. Ven, Simón, tú que no has tenido hijos. Ven, Judas, que pierdes a tu padre por mi amor. Os uno en la suerte."
Jesús tiene a los dos cerca y pone sus manos sobre sus espaldas como si indicara con ello que ha tomado posesión, como que les impone un yugo común. Después agrega: "Os uno, pero ahora os separo. Tú Simón, quedarás aquí con Tomás. Preparareis el camino de mi regreso. No pasará mucho tiempo antes de que vuelva. Volveré y quiero que me espere mucha, mucha gente. Decid a los enfermos -tú lo puedes decir- que Él que cura, viene. Decid a los pecadores que hay quien perdona y que da fuerzas para la ascensión."
"Pero... ¿seremos capaces?"
"Sí. No tenéis otra cosa que decir: "Él ha llegado y os llama, os espera. Viene para concederos favores. Estad aquí prontos a esperarlo" y agregad a las palabras, lo que sabéis. Tú, Judas, primo mío, ven conmigo y con estos, pero te quedarás en Nazaret."
"¿Por qué, Jesús?"
"Porque me debes preparar el camino en nuestra patria. ¿La consideras una misión pequeña? ¡En verdad no hay más pesada!..." Jesús lanza un suspiro.
"¿Y lo lograré?"
"Sí y no. Pero eso será suficiente para justificarnos."
"¿De qué cosa?... ¡ante quién?"
"Ante Dios. Ante nuestra patria, ante la familia que no podrá decir que nosotros no les hayamos ofrecido el bien. Si nuestra tierra y nuestra familia no hicieren caso, no tendremos ninguna culpa de que se hayan perdido."
"¿Y nosotros?"
"Tú, Pedro y vosotros, tornareis a las redes."
"¿Por qué?"
"Porque os instruiré lentamente y os aceptaré cuando os vea preparados."
"Pero te veremos, ¿no?
"¡Claro! Vendré frecuentemente con vosotros, os mandaré llamar cuando esté en Cafarnaún. ahora despedios amigos y vámonos. Os bendigo a los que quedáis. Mi paz sea con vosotros."
I. 336-342
A. M. D. G.