CURACIÓN DEL CIEGO DE CAFARNAÚN

 


 

#PEDRO ENSEÑA A JESÚS COMO SE ECHA LA RED     

#"Como sucede con las culpas. Pedro, una de hecho, no es irreparable. Pero si uno no se cuida de una y acumula, ... resulta que la culpa pequeña, tal vez una sencilla omisión, una simple debilidad, se hace más grande y se convierte en hábito y luego en vicio capital.    

#"Cuidado y oración para ser fuertes y para tener ayuda y voluntad firme de no pecar.   

  #"¡Oh muchos! Mi reino está abierto a todo el linaje humano, ... que mi pesca en la noche de los siglos será más abundante, que la más abundante pesca que hayas hecho... Pues, cada siglo es una noche en la que el guía y la luz no son la pura luz de Orión ni de la luna, sino la palabra del Mesías y la gracia que de Él saldrá; noche que tendrá una aurora sin ocaso, una luz en la que todos los fieles vivirán, un sol que vestirá a los elegidos y los hará hermosos, eternos, felices como dioses, dioses pequeños, hijos de Dios Padre y semejantes a Mí... no podéis ahora entender esto. Pero en verdad os digo que vuestra vida cristiana os hará semejantes a vuestro Maestro y resplandeceréis en el Cielo con sus propias señales. Y bien Yo tendré, pese a la envidia de Satanás y a la flaca voluntad del hombre, una pesca más abundante que la tuya."    

#¿Has contado cuántas veces este mar besa la ribera con sus ondas en el término de dos lunas? ¡No! No lo podrías. Pero mucho menos podrías contar las ondas de amor que de este corazón se derraman para besar a los hombres. Puedes estar seguro, Pedro, de mi amor."     

#"Maestro, ¿me perdonas por haber sido duro?" "Sí, pero hay que repararlo; ve a ayudar al ciego y tráemelo."    

#CURACIÓN DEL CIEGO   

  #"¡Padre! ¡Tu luz venga a este tu hijo!"   

#LUZ SOY DE LAS ALMAS. SE HIJO DE LA LUZ.

 


 

Estoy viendo una bellísima puesta de sol. El poniente parece estar ardiendo en fuego, y el lago de Genesaret es una inmensa plancha encendida bajo ese rojo del cielo.

Los caminos de Cafarnaún empiezan a llenarse de gente; mujeres que van a la fuente, hombres, pescadores que preparan las redes y las barcas para la pesca de la noche, niños que corren jugando por los caminos, borriquillos que van con las canastas a la campiña, tal vez para acarrear la verdura.

Jesús se asoma en una salida que comunica con un corralillo sombreado por una vid y un higuera, y más allá se ve una callecilla de piedras que bordea el lago. Debe ser la casa de Pedro, porque está en la ribera con Andrés y prepara en la barca los cestos para la pesca y las redes, dispone los asientos y los montones de cuerda, es decir, todo lo necesario y Andrés lo ayuda, yendo y viniendo de la casa a la barca.

Jesús se dirige al apóstol: "¿Será buena la pesca?"

"El tiempo es bueno, el agua está calmada y la luna será brillante. Los peces saldrán del fondo y mi red los arrastrará consigo."

"¿Vamos solos?"

"¡Oh, Maestro! ¿Pero cómo quieres que seamos solos con todo este aparato de redes?"

 

PEDRO ENSEÑA A JESÚS COMO SE ECHA LA RED

 

"Jamás he pescado y espero que me enseñes." Jesús baja un poco al lago y se detiene en la orilla de arena y piedras, cerca de la barca.

"Mira, Maestro, se hace así. Salgo al lado de la barca de Santiago de Zebedeo y se va hasta el punto bueno, así juntos. Después se baja la red. Nosotros tenemos una punta. ¿Dijiste que quieres asirla?"

"Sí, si me dices lo que debo de hacer."

"¡Oh!, no hay más que estar atentos cuando se baja la red. Que baja despacio y sin enredarse. Paso a paso, porque estaremos en aguas donde hay mucho pescado y un movimiento brusco puede alejarlos. Y sin que se enrede para evitar que se cierra la red, que debe abrirse como una bolsa, o un velo que se hincha cuando el viento sopla. Después cuando la red haya bajado toda, remaremos nosotros despacio, o iremos con las velas según la necesidad, haremos un semicírculo en el lago, y cuando empiece a rechinar el palo de seguridad, significará que la pesca es buena. Nos dirigiremos a tierra y allí, cerca de la ribera -no antes- para no arriesgar que se escape la presa, no después para no dañar los peces, ni la red contra las piedras, la levantaremos. 

Es aquí en donde se necesita un ojo certero, porque las barcas deben acercarse entre sí de modo que uno pueda recoger la extremidad de la red de la otra, pero sin pegarse para no hacer papilla los pescados. Te lo encarezco, Maestro, es nuestro pan. Ojo a la red, que no se rompa con los golpes. Los peces defienden su libertad a golpes de cola, y si son muchos... Tú entiendes... son pequeños animales, pero cuando son más de diez, cien, mil, son tan fuertes como Leviatán (Leviatán, según la creencia popular, era un monstruo marino, un dragón, una serpiente del caos, símbolo de las potencia del mal que son enemigos de Dios y de su pueblo: muy fuertes, pero le están sujetas.)

 

DE LO QUE LE DICE PEDRO JESÚS HACE UN 

PARANGÓN CON LO QUE SUCEDE CON LAS CULPAS

 

"Como sucede con las culpas. Pedro, una de hecho, no es irreparable. Pero si uno no se cuida de una y acumula, acumula, acumula, resulta que la culpa pequeña, tal vez una sencilla omisión, una simple debilidad, se hace más grande y se convierte en hábito y luego en vicio capital. Algunas veces se empieza por una mirada de concupiscencia, y se termina con un adulterio consumado. A veces con una falta de caridad de palabra para con un pariente y se termina con una violencia hacia el prójimo. ¡Ay sise dejan al principio las culpas dejando que aumenten en peso y número! Se hacen peligrosas y fuertes como la Serpiente infernal misma y arrastran al hombre en el abismo del Gehenna ."

"Dices bien Maestro... ¡mas, somos tan débiles!"

"Cuidado y oración para ser fuertes y para tener ayuda y voluntad firme de no pecar. Después una grande confianza en la amorosa justicia del Padre."

"¿Tú dices que no será muy severo con el pobre de Simón?"

"Con el viejo Simón podría ser hasta severo. Pero con mi Pedro, el hombre nuevo, el hombre de su Mesías...no. No, Pedro, Dios te ama y te amará."

"¿Y a mí?"

"También a ti, Andrés, y contigo a Juan y Santiago, Felipe y Natanael. Sois mis primeros discípulos elegidos."

"¿Vendrán otros? Está tu primo, y en Judea..."

 

MI REINO ESTÁ ABIERTO A TODO EL LINAJE HUMANO

 

MI PESCA EN LA NOCHE DE LOS SIGLOS SERÁ MÁS ABUNDANTE, 

QUE LA MÁS ABUNDANTE PESCA QUE HAYAS HECHO. 

 

CADA SIGLO ES UNA NOCHE EN LA QUE EL GUÍA Y LA LUZ NO 

SON LA PURA LUZ DE ORIÓN, NI DE LA LUNA, SINO LA PALABRA 

DEL MESÍAS Y LA GRACIA QUE DE ÉL SALDRÁ

 

NOCHE QUE TENDRÁ UNA AURORA SIN OCASO, UNA LUZ EN LA 

QUE TODOS LOS FIELES VIVIRÁN, UN SOL QUE VESTIRÁ A LOS 

ELEGIDOS Y LOS HARÁ HERMOSOS, ETERNOS, FELICES COMO 

DIOSES, DIOSES PEQUEÑOS, HIJOS DE DIOS PADRE Y 

SEMEJANTES A MÍ...

 

"¡Oh muchos! Mi reino está abierto a todo el linaje humano, y en verdad te digo que mi pesca en la noche de los siglos será más abundante, que la más abundante pesca que hayas hecho... Pues, cada siglo es una noche en la que el guía y la luz no son la pura luz de Orión ni de la luna, sino la palabra del Mesías y la gracia que de Él saldrá; noche que tendrá una aurora sin ocaso, una luz en la que todos los fieles vivirán, un sol que vestirá a los elegidos y los hará hermosos, eternos, felices como dioses, dioses pequeños, hijos de Dios Padre y semejantes a Mí... no podéis ahora entender esto. Pero en verdad os digo que vuestra vida cristiana os hará semejantes a vuestro Maestro y resplandeceréis en el Cielo con sus propias señales. Y bien Yo tendré, pese a la envidia de Satanás y a la flaca voluntad del hombre, una pesca más abundante que la tuya."

"¿Pero seremos nosotros tus únicos discípulos?"

"¿Envidioso, Pedro?... ¡No!... no lo seréis. Vendrán otros y en mi corazón habrá amor para todos. No seas codicioso, Pedro. Todavía no sabes quién es el que te ama. ¿Has contado alguna vez las estrellas?... ¿las piedras de este lago? ¡No! No lo podrías. Mucho menos podrías contar los latidos de amor de que es capaz mi corazón. ¿Has contado cuántas veces este mar besa la ribera con sus ondas en el término de dos lunas? ¡No! No lo podrías. Pero mucho menos podrías contar las ondas de amor que de este corazón se derraman para besar a los hombres. Puedes estar seguro, Pedro, de mi amor."

Pedro, toma la mano de Jesús y la besa conmovido.

Andrés mira, pero no se atreve. Jesús le pone la mano sobre su cabellera y le dice: También a ti te amo mucho. Cuando llegue tu aurora verás a tu Jesús sobre la faz del Cielo, lo verás sin tener necesidad de levantar tus ojos, y que sonriente te dirá: "Te amo, ven". Cuando pase esa aurora te será más dulce que si entraras a una ala de bodas."

"¡Simón! ¡Simón! ¡Andrés! Ya vengo..." Juan corre apresurado. "¡Oh, Maestro! ¿Te hice esperar?" Juan mira a Jesús con ojos llenos de cariño.

Pedro responde: "Ya comenzaba a pensar que no vendrías más. Prepara rápido tu barca. ¿Y Santiago!"

 

MAESTRO, ¿ME PERDONAS POR HABER SIDO DURO?

 

SÍ, PERO HAY QUE REPARARLO; VE A AYUDAR AL 

CIEGO Y TRÁEMELO.

 

"Mira... nos tardamos por causa de un ciego. Creía que Jesús estaba en nuestra casa y fue allá. Le dijimos que estaba en otra parte y que tal vez mañana lo curaría, pero no quería esperar. ¿Por qué no esperar una noche más?" Pero no entiende razones..."

"Juan, si tú estuvieses ciego, ¿no tendrías prisa de ver otra vez a tu madre?"

"¡Eh!... ¡claro!"

Juan sale de estampida.

"Y si así es, ¿dónde está el ciego?"

"Viene con Santiago. Se le ha cogido del manto y no lo suelta. Pero camina despacio porque la ribera tiene muchas piedras y él tropieza... Maestro, ¿me perdonas por haber sido duro?"

"Sí, pero hay que repararlo; ve a ayudar al ciego y tráemelo."

Juan sale de estampida.

Pedro sacude un poco la cabeza, pero no dice nada. Mira al cielo que empieza a ponerse azul con color de acero, también mira el lago y a las otras barcas que han salido ya para la pesca, y lanza un suspiro.

"¿Simón?"

"¡Maestro!"

"No tengas miedo. Tendrás una pesca abundante aunque salgas el último."

"¿También esta vez?"

Todas las veces que tengas caridad, Dios te concederá la gracia de la abundancia."

 

CURACIÓN DEL CIEGO

 

"He ahí al ciego."

El pobrecillo camina entre Santiago y Juan. Tiene entre las manos un bastón, que ahora no utiliza. Viene más bien cogido de ambos.

"Pss, hombre, el Maestro está delante de ti."

El ciego se arrodilla: "¡Señor mío! ¡Ten Piedad!"

"¿Quieres creer? ¡Levántate! ¿Desde cuando estás ciego?"

Los cuatro apóstoles, rodean a ambos.

"Desde hace siete años, Señor. Antes veía bien y trabajaba. Era yo carpintero en Cesarea Marítima. Ganaba bastante. En el puerto y en el comercio tenían siempre necesidad de mis trabajos. Pero al golpear un fierro contra el yunque y querer ver si estaba rojo y blando para el golpe, se partió una astilla encendida y me quemó el ojo. Ya los tenía enfermos debido al calor del horno. Perdí el ojo que había sido herido, y el otro después de tres meses se me apagó. He acabado con mis ahorros y ahora vivo de la caridad..."

"¿Eres solo?"

"Tengo una esposa y tres pequeñines... De uno no conozco ni siquiera la cara... y tengo una madre ya vieja. Y es ella con mi mujer quienes ganan un poco de pan, y con esto y el óbolo que llevo, no nos morimos de hambre. ¿Si me curases!... Volvería al trabajo. No pido otra cosa que trabajar como buen israelita y dar un pan a los que amo."

"¿Y has venido a Mí?... ¿quién te lo dijo?"

"Un leproso que curaste en la falda del Tabor, cuando regresabas al Lago después de aquel discurso tan hermoso."

"¿Qué te dijo?"

"Que Tú puedes todo. Que eres salud de los cuerpos y de las almas. Que eres también luz del alma y del cuerpo, porque eres la luz de Dios. Él, el leproso, había tenido el atrevimiento de mezclarse entre la multitud, con peligro de ser apedreado. Fue derecho al monte. Tu mirada le había infundido en el corazón una esperanza. Me dijo: "Vi en aquella mirada, alguna cosa como que me decía: 'Allí está la salud. ¡Ve!' y fui". Y de este modo me ha repetido tu discurso y además me contó que Tú lo curaste tocándolo sin repugnancia con la mano. Lo vi cuando regresó de donde los sacerdotes, después de la purificación. Ya lo conocía, porque le había servido cuando tenía una tienda de retazos en Cesarea. He venido por ciudades y lugares preguntando pro Ti. Te he encontrado... ¡Piedad de mí!"

"Ven. La luz es muy fuerte para el que sale de la oscuridad."

"Luego... ¿me curas?"

Jesús lo conduce a la casa de Pedro y en la debilucha luz del huertecillo, lo pone frente a sí, pero de modo que los ojos curados no tengan a primera vista el lago todavía bañado en luz. El hombre parece un niño dócil, se deja hacer sin preguntar nada.

"¡Padre! ¡Tu luz venga a este tu hijo!" Jesús tiene las manos extendidas sobre la cabeza del hombre que está arrodillado, así pasa un instante. Después se humedece la punta de los dedos con saliva y toca con la derecha los ojos abiertos, que no tienen vida.

Un momento después, el hombre parpadea, se restriega como quien despierta de un sueño y ve turbio.

"¿Qué ves?"

"¡Oh!... ¡Oh! ¡Oh Dios Eterno! Me parece... me parece... ¡Oh! ¿qué veo?... veo tu vestido... es color de rosa. ¿No es así?.. Y una mano blanca... y una faja de lana... ¡Oh, buen Jesús! veo siempre mejor, entre más me acostumbro a ver... ¡Eh!... la hierba en el suelo... y aquello ciertamente es un pozo, y lo de más allá una vid..."

"Levántate, amigo."

El hombre que ríe y llora, se levanta y después de un momento de lucha entre el respeto y el deseo, levanta su cara, y se encuentra con la mirada de Jesús. Un Jesús sonriente de piedad que es todo amor. Deberá de ser una cosa muy bella recobrar la vista y tener ante uno como sol, aquel rostro. El hombre lanza un grito y tiende los brazos. Es un acto instintivo. Pedro le detiene.

Ahora es Jesús, el que le abre los suyos y atrae a Sí al hombre que es más bajo de estatura. "Ve a tu casa, ruega y se feliz y justo. Ve con mi paz."

 

LUZ SOY DE LAS ALMAS. SE HIJO DE LA LUZ.

 

"¡Maestro, Maestro! ¡Señor! ¡Jesús! ¡Bendito seas! La luz... la veo... veo todo... Allí está el lago azul, y el sereno cielo, y los últimos resplandores del sol, y la primera aparición de la luna... Pero el azul más bello y sereno lo veo en tus ojos, y en Ti estoy viendo el más hermoso y verdadero sol, y el resplandor puro de la más santa luna. ¡Astro de los que sufren, luz de los ciegos, piedad que vives y que ayudas.!"

"Luz soy de las almas. Se hijo de la Luz."

"Siempre, Jesús. Renovaré este juramente a cada parpadeo sobre las pestañas de mis pupilas renacidas. Seas bendito Tú y el Altísimo."

"¡Bendito sea el Padre Altísimo! Ve."

Y el hombre se va feliz, seguro, mientras Jesús y los estupefactos apóstoles descienden en dos barcas y comienzan las maniobras de la navegación.

I. 346-352

A. M. D. G.