JESÚS PREDICA Y HACE MILAGROS
EN LA CASA DE PEDRO
#¿Os parece que ese rey amase a su animal preferido?
#Haced también vosotros como querríais que hubiese hecho el caballo.
#JESÚS REALIZA VARIOS MILAGROS
#Se pone severo, sus ojos flamean, cuando se presenta un viejecillo
# LLAMA A LA MUJER QUE TIENE SIETE HIJOS Y LE AYUDA PROMETIÉNDOLE QUE NO LE FALTARÁ LA AYUDA DE DIOS
#UN VIEJECILLO PIDE PARA SÍ Y JESÚS LE DESCUBRE SU AVARICIA
#Eres un avaro y un ladrón. Vives para el dinero y para la usura.
#"¡Callad! Si él ha cometido un error, no queráis también vosotros cometerlo. El falta a la veracidad no siendo honrado. Vosotros al insultarlo, faltáis a la caridad. No se debe de insultar al hermano que comete un error. Cada uno tiene sus pecados. Nadie es perfecto, fuera de Dios. He debido avergonzarlo porque no es lícito ser jamás ladrón, y mucho menos con los pobres. Sólo el Padre sabe lo que he sufrido al deber hacer esto. También vosotros doleos de haber visto que uno de Israel falta a la ley tratando de defraudar al pobre y a la viuda. No seáis codiciosos. Vuestro tesoro sea el alma, y no el dinero. No seáis perjuros. Vuestro hablar sea sencillo y honrado como vuestras acciones. Vuestra vida no es eterna y llega la hora de la muerte. Vivid en tal forma que la hora de la muerte haya paz en vuestros corazones. La paz, como la de quien ha vivido justamente. Regresad a vuestros hogares." #JESÚS CURA A DOS ENDEMONIADOS UNO LE HACE MUDO Y EL OTRO LE REVUELCA SOBRE EL FANGO
JESÚS EN EL HUERTO DE LA CASA DE LA SUEGRA DE PEDRO
HABLA A LA GENTE
Jesús está subido sobre un montón de canastos y cuerdas a la entrada del huerto de la casa de la suegra de Pedro. El huerto está lleno de gente por la ribera del lago, parte de ella sentada sobre la arena parte sobre las barcas que están fuera del agua. Parece que ha estado hablando desde hace tiempo, porque su discurso está a más de la mitad.
Oigo: "... Ciertamente muchísimas veces habréis pensado así en vuestros corazones. Pero no debe de ser así. El Señor no ha dejado de usar benignidad para con su pueblo. Aun cuando éste, miles y miles de veces le haya sido infiel.
EL REY QUE AMABA CON PREFERENCIA A UNO
ENTRE LOS MUCHOS CABALLOS DE SUS
CABALLERIZAS.
Oíd esta parábola. Os ayudará a comprender.
Un rey tenía muchos, pero muchos caballos en sus caballerizas. Pero amaba a uno de ellos con especial cariño. Lo había deseado antes de poseerlo; después cuando lo tuvo, lo puso en un lugar muy bueno; y venía a él, hecho todo ojos y corazón, para mirar a su predilecto, y soñaba en convertirlo en la maravilla de su reino. Y cuando el caballo, rebelándose a sus órdenes, le había desobedecido, había huido a casa de otro dueño, aunque el rey experimentaba un gran dolor e ira, había prometido al rebelde perdón después del castigo. Fiel a esto, aunque lejos, seguía velando por su predilecto, le mandaba regalos y quienes le guardasen para que le tuviese presente en el recuerdo de su corazón. Pero el caballo, aunque sufría en su destierro no era constante, como el rey lo era, en desear y querer el completo perdón. A ratos era bueno, a ratos, malo; y cuando era bueno, no lo era más que cuando era malo, antes al revés. Y sin embargo el rey tenía paciencia y con regaños y cariño buscaba hacer de su caballo amado un amigo dócil.
Entre más pasaba el tiempo, más la bestia se hacía terca. Llamaba a su rey, lloraba por los azotes de otros dueños, pero no quería ser realmente posesión del rey. No tenía la voluntad de serlo. Agotado, oprimido, lloroso, no decía: "Me encuentro así por mi culpa", sino que acusaba al rey de su estado. El rey acudió a un último recurso. "Hasta ahora" dijo "he enviado mensajeros y amigos. Ahora mandaré a mi mismo hijo. El tiene mi mismo corazón y hablará con mi mismo amor y lo acariciará y le dará regalos como los que yo le he dado y aún mejores, porque mi hijo es como yo mismo, pero enaltecido por el amor" y mandó a su hijo.
¿Os parece que ese rey amase a su animal preferido?
Lo amaba infinitamente
Esta es la parábola. Ahora decid vosotros. ¿Os parece que ese rey amase a su animal preferido?"
La gente responde a una voz: "Lo amaba infinitamente."
"¿Podría la bestia lamentarse de su rey y del mal que había sufrido al haberlo dejado?"
"No, no podría " responde la gente.
"Responded una vez más a esto: este caballo ¿cómo pensáis que seguramente habría acogido al hijo de su rey que iba a rescatarlo, a curarlo y llevarlo de nuevo al lugar de delicias?"
"¡Es natural que con alegría, con reconocimiento y con cariño!"
"Y si el hijo dijera al caballo: "He venido para hacer esto y esto, pero tú debes de ser desde ahora bueno, obediente, cariñoso y fiel" ¿qué pensáis que habría dicho el caballo?"
"¡Oh, ni siquiera preguntarlo! habría dicho, que ahora que sabía lo que le costaba estar desterrado del reino, querría ser como el hijo del rey decía."
"Entonces según vosotros cuál era la obligación del caballo?"
"Ser todavía mejor de cuanto se la pedía; más cariñoso, más dócil para obtener el perdón del mal anterior, por gratitud del bien recibido."
"¿Y si no lo hubiese hecho de este modo?"
"Sería digno de muerte, porque sería peor que una bestia salvaje."
HACED TAMBIÉN VOSOTROS COMO QUERRÍAIS QUE HUBIESE
HECHO EL CABALLO
"Amigos, tenéis muy buen tino en el juzgar. Haced también vosotros como querríais que hubiese hecho el caballo.
Vosotros, creaturas predilectas del Rey de los Cielos, de Dios, de mi Padre y vuestro. Vosotros a quienes Dios, después de los Profetas, ha enviado a su Hijo, sed -os conjuro por vuestro bien, y porque os amo, como solo un Dios puede amar, este Dios que está en Mí para que realice Yo el milagro de la redención- sed al menos como habéis dicho que debería ser el caballo. ¡Ay de quien se rebaja, siendo hombre, a un grado inferior al del animal! Pero si aun podía haber excusa hasta el momento presente para quienes pecaban, puesto que la Ley fue dada hace mucho tiempo y el polvo del mundo la ha empañado y ese polvo sobre ella se ha quedado, ahora no más. He venido para traeros nuevamente la palabra de Dios. El Hijo del Hombre está entre los hombres para hablarles de Dios. ¡Seguidme! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."
El acostumbrado murmullo entre la multitud.
Jesús ordena a los discípulos: "Haced que vengan los pobres. Tengo un regalo de uno que se encomienda a ellos para obtener perdón de Dios."
Se acercan tres viejecitos harapientos, dos ciegos, un contrahecho y una viuda con siete niños que parecen esqueletos.
Jesús mira uno por uno, le envía una sonrisa a la viuda y especialmente a los huerfanitos. Al punto dice Jesús: "Que estos estén allá, en el huerto. Quiero hablar con ellos." Se pone severo, sus ojos flamean, cuando se presenta un viejecillo. Sin embargo no dice nada por el momento.
Llama a Pedro, a quien pide la bolsa que había recibido antes y otra también con monedas pequeñas, ofertas varias, recogidas de otras buenas personas. Echa todo sobre la banca que está cerca del pozo, cuenta y divide. Hace seis partes. Una muy grande, de monedas de plata, y cinco menores por tamaño, con muchas monedas de bronce una que otra grande. Después llama a los pobres enfermos y pregunta: "¿No queréis decirme algo?"
Los ciegos callan pero el contrahecho dice: "Que te proteja Aquel de quien vienes."... no dice más.
Jesús le pone en la mano sana el obsequio.
El hombre dice: "Que Dios te lo pague. Pero más que esto, yo querría que me curases."
"No habías dicho nada."
"Soy pobre, un gusano al que los grandes pisotean, no me atrevía a esperar que tuvieses piedad de un mendigo."
"Soy la Piedad que se inclina sobre todas las miserias que me llaman. A nadie rechazo. No pido más que amor y fe para que Yo diga: ¡Te escucho!"
"¡Oh, Señor mío! ¡Creo y te amo! ¡Sálvame pues! ¡Cura a tu siervo!"
Jesús pone su mano sobre la espalda doblada, la pasa como si acariciara y dice: "Quiero que seas sano."
El hombre se endereza, ágil y perfecto con bendiciones sin número.
AL PRIMERO LE DA UNA LIMOSNA
AL SEGUNDO CURA LA ENFERMEDAD DE SU HIJA
Y LE PROMETE QUE LE VISITARÁ EN SU CASA
Jesús da el obsequio a los ciegos y espera un momento para que se vayan... Llama a los viejos. Al primero le da una limosna, lo consuela y ayuda a poner el dinero en la cintura. Piadoso se preocupa de las desgracias del segundo, que le cuenta la enfermedad de su hija.
"¡No tengo más que a ella" y ahora se me muere. ¿Qué será de mí? ¡Oh, sí Tú vinieses! Ella no puede, no se levanta. Querría... pero no puede. Maestro, Señor Jesús ¡piedad de nosotros!"
"¿En dónde vives, padre?"
"En Corozaín. Pregúntale a Isaac de Jonás, al que llaman el Adulto. ¿Vendrás de veras? ¿No te olvidarás de mi desgracia? y ¿la curarás?..."
"¿Puedes creer que pueda Yo curarla?"
"¡Oh! ¡sí lo creo! ¡Por esto te estoy hablando!"
"Regresa a casa, padre. Tu hija estará en la puerta a saludarte."
"Pero si está en cama y no puede levantarse desde hace tres... ¡Ah! he entendido! ¡Oh, gracias, Rabboni! ¡Bendito seas Tú y El que te envió! ¡Alabanza a Dios y a su Mesías!" El viejo se va llorando y caminado con toda la prisa posible. Pero cuando está casi para salir el huerto dice: "Maestro, ¿pero no obstante esto vendrás a mi casa?... Isaac te espera para besar tus pies, lavártelos con sus lágrimas y ofrecerte pan de amor. Ven Jesús, hablaré a los de la ciudad de Ti."
"Iré, ve en paz y sé feliz."
Se adelanta el tercer viejecillo que parece ser el más harapiento. Pero Jesús no tiene sino un montón grande de monedas. Levanta la voz: "Mujer, ven con tus pequeñuelos."
LLAMA A LA MUJER QUE TIENE SIETE HIJOS Y LE AYUDA
PROMETIÉNDOLE QUE NO LE FALTARÁ
LA AYUDA DE DIOS
La mujer, joven, flaca, se adelanta con la cabeza inclinada. Parece una gallina triste con sus polluelos.
"¿Desde cuándo eres viuda, mujer?"
"Desde hace tres años, en la luna de Tisri."
"¿Cuántos años tienes?"
"Veintisiete."
"¿Son todos hijos tuyos?"
"Sí, Maestro y... y no tengo otra cosa más. Todo se ha acabado... ¿Cómo puedo trabajar, si nadie me quiere con todos estos pequeñuelos?"
"Dios que ni siquiera al gusanillo que creó abandona, no te abandonará mujer. ¿Dónde vives?"
"Cerca del lago. A tres estadios fuera de Betsaida. El me dijo que viniera... Mi marido murió en el lago; era pescador..." "Él" es Andrés, quien se pone colorado y querría desaparecer.
"Has hecho bien, Andrés, en decir a esta mujer que viniese a Mí."
Andrés toma aliento y dice entre dientes: "El hombre era mi amigo, era bueno, y murió en una tempestad perdiendo hasta la barca."
"Ten, mujer. Esto te ayudará por mucho tiempo, y después otro sol brillará en tu día. Se buena, educa en la Ley a tus hijos y no te faltará la ayuda de Dios. Te bendigo: a ti y a tus pequeñuelos." Acaricia a uno por uno con gran piedad.
La mujer se va con su tesoro apretado sobre el corazón.
"¿Y a mí?" pregunta el viejecillo que ha quedado el último.
JESÚS LE DESCUBRE SU AVARICIA
Jesús lo mira y calla.
"¿Nada para mí?" ¡No eres justo! A ella le has dado seis veces más que a los demás, y a mí nada. Entiendo...¡era mujer!"
Jesús lo mira y no dice nada.
"¡Mirad todos, si hay justicia! Vengo de lejos, porque me dijeron que aquí se daba dinero y después... ¡nada! veo que alguien tiene mucho y nada para mí. ¡Un pobre viejo que está enfermo! Y quiere que se crea en Él..."
"Anciano, ¿no tienes vergüenza de mentir de este modo? Tienes la muerte a las espaldas y mientes y tratas de robar a quien tiene hambre. ¿Por qué quieres arrebatar a tus hermanos el obsequio que Yo he recibido para distribuirlo con justicia?"
"Pero yo..."
"¡Cállate! Deberías de haber comprendido por mi silencio y por mi modo de obrar que te había conocido, y deberías de haber seguido mi ejemplo de silencio. ¿Por qué quieres que te avergüence?"
"Soy un pobre."
"No. Eres un avaro y un ladrón. Vives para el dinero y para la usura."
"Jamás he prestado dinero con usura. Dios es mi testigo."
"¿Y no es usura esta, y de las más crueles, robar a quien tiene necesidad? Vete. Arrepiéntete, para que Dios te perdone."
"Te juro..."
"¡Cállate! ¡Te lo ordeno! Escrito está: "No jurarás en falso"
Si no tuviese yo respeto a tus canas, te esculcaría y en tu seno encontraría la bolsa llena de oro; tu verdadero corazón. ¡Lárgate!"
Pero ya el vejete, confundido, viéndose descubierto de su secreto, se va sin necesidad del trueno que repercute en la voz de Jesús. La gente lo amenaza y se burla de él, lo insulta como a un ladrón.
"¡Callad! Si él ha cometido un error, no queráis también vosotros cometerlo. El falta a la veracidad no siendo honrado. Vosotros al insultarlo, faltáis a la caridad. No se debe de insultar al hermano que comete un error. Cada uno tiene sus pecados. Nadie es perfecto, fuera de Dios. He debido avergonzarlo porque no es lícito ser jamás ladrón, y mucho menos con los pobres. Sólo el Padre sabe lo que he sufrido al deber hacer esto. También vosotros doleos de haber visto que uno de Israel falta a la ley tratando de defraudar al pobre y a la viuda. No seáis codiciosos. Vuestro tesoro sea el alma, y no el dinero. No seáis perjuros. Vuestro hablar sea sencillo y honrado como vuestras acciones. Vuestra vida no es eterna y llega la hora de la muerte. Vivid en tal forma que la hora de la muerte haya paz en vuestros corazones. La paz, como la de quien ha vivido justamente. Regresad a vuestros hogares."
JESÚS CURA A DOS ENDEMONIADOS UNO LE HACE MUDO
Y EL OTRO LE REVUELCA SOBRE EL FANGO
"¡Piedad, Señor! Este hijo mío es mudo a causa de un demonio que lo atormenta."
"Y este hermano mío es semejante a una bestia inmunda que se revuelca en el fango y come excrementos. A esto lo arrastra un espíritu maligno, y a pesar de que no quiere, hace cosas inmundas."
Jesús va al grupo que lo invoca. Levanta los brazos y ordena: "Salid de estos. Dejar a Dios sus creaturas."
En medio de aullidos y chasquidos se curan los dos infelices. Las mujeres que los llevan, se postran bendiciéndolo.
"Ida a vuestras casas y sed agradecidas a Dios. La paz sea con todos. Id."
La multitud se va comentando lo sucedido. Los cuatro discípulos se juntan a Jesús.
AMIGOS, EN VERDAD OS DIGO QUE EN ISRAEL HAY DE TODOS
LOS PECADOS Y LOS DEMONIOS VIVEN AQUÍ
¡OH, PADRE MÍO! JESÚS SE SIENTA FATIGADO
"Amigos, en verdad os digo que en Israel hay de todos los pecados y los demonios viven aquí. No son las únicas posesiones las que hacen enmudecer los labios y obligan a vivir como animales y a comer cosas sucias. Sino las posesiones más reales y numerosas son las que hacen mudos los corazones para la honradez y para el amor y hacen de los corazones un pozo de vicios inmundos. ¡Oh, Padre mío!" Jesús se sienta fatigado.
"¿Estás cansado, Maestro?"
"No estoy, Juan mío; pero sí estoy triste por el estado de los corazones y por su poca voluntad de enmendarse. He venido... pero el hombre... el hombre... ¡Oh, Padre mío!"
"Maestro, yo te amo, todos te amamos..."
"Lo sé. ¡Pero sois tan pocos!...¡mi deseo de salvar a todos es tan grande!"
Jesús ha abrazado a Juan y tiene su cabeza sobre la de él. Está triste. Pedro, Andrés y Santiago, que están alrededor, lo contemplan con un amor salpicado de tristeza.
I. 365-371
A. M. D. G.