JESÚS CON ISCARIOTE SE ENCUENTRA
CON SIMÓN ZELOTE Y JUAN
#¿Por qué, Judas, no me dices lo que estás pensando?
#Juan ya vio al Maestro y lo dice a Simón.
#¿Esa persona de Betania es un verdadero israelita?
#Jesús dice a Simón Zelote que se compadezca de Judas
Veo que Jesús pasea con Judas Iscariote de arriba a abajo cerca de una de las puertas del recinto del Templo.
"¿Estás seguro que vendrá?" pregunta Judas.
"Lo estoy. Al alba partiría de Betania y en Get-Sammi debería de haberse encontrado con mi primer discípulo..."
"¿Por qué, Judas, no me dices lo que
estás pensando?"
Jesús se detiene y mira fijamente a Judas. Lo tiene frente a Sí. Lo estudia. Después le pone una mano sobre la espalda y le pregunta: "¿Por qué, Judas, no me dices lo que estás pensando?"
"¿Qué cosa? No pienso en nada especial en este momento, Maestro. Te hago hasta demasiadas preguntas. No puedes lamentarte de mi mutismo."
"Me haces muchas preguntas y me das muchas noticias de la ciudad y de sus habitantes. Pero no me abres tu corazón. ¿Crees que me interesen mucho las noticias sobre el censo o sobre la estructura de esta o aquella familia? No soy un ocioso que haya venido aquí a pasar el tiempo. Tú sabes para qué he venido y puedes comprender bien que lo que para Mí tiene mayor interés es el ser Maestro de mis discípulos. Por eso exijo de ellos sinceridad y confianza. ¿Te amaba tu padre, Judas?"
"Me amaba mucho. Era yo su orgullo. Cuando regresaba de la escuela, y después pasados los años, regresaba de Jerusalén a Keriot, quería que le dijese todo. Se interesaba de todo lo que hacía, y si había cosas buenas, se alegraba, si lo eran menos, me consolaba, y si (como alguna vez, cualquiera se equivoca) había cometido un error y me habían reprendido, me mostraba la justicia de la reprensión, o en donde estaba mal lo que yo había hecho. Pero lo hacía tan dulcemente... que parecía un hermano mayor. Casi siempre terminaba de este modo: "Esto te digo porque quiero que mi Judas sea un justo. Quisiera ser bendecido a través de mi hijo..." Mi padre..."
Jesús que está mirando atentamente al discípulo, conmovido tiernamente con la evocación del padre, dice: "Mira, Judas, puedes estar cierto de todo lo que te digo. Ninguna cosa hará más feliz a tu padre, que el que me seas un discípulo fiel. El espíritu de tu padre se regocijará, allí en donde está en espera de la luz porque si así te educó -debió de haber sido justo- al ver que eres mi discípulo. Mas... para que lo seas, debes de decirte: "He encontrado a mi padre perdido, al padre que parecía un hermano mayor, lo he encontrado en mi Jesús, y en Él, al igual que al padre amado a quien todavía lloro, le diré todo, para que sea mi guía, para que tenga y sus bendiciones y sus dulces reproches". Quiera el Eterno y tú sobre todo, hacer que Jesús no tenga otra cosa que decirte: "Eres bueno. Te bendigo". "
"¡Oh! Sí, Jesús, sí! Si me llegas a amar tanto, podré
ser bueno como Tú quieres y como quería mi padre.
"¡Oh! Sí, Jesús, sí! Si me llegas a amar tanto, podré ser bueno como Tú quieres y como quería mi padre. Mi padre no tendrá ya más aquella espina en su corazón. Siempre decía: "Estás sin guía, hijo, y te hace mucha falta". ¡Cuando sepa que te tengo a Ti!"
"Te amaré como ningún otro hombre sería capaz. Te amaré mucho. Mucho te amaré. No me desengañes."
"No, Maestro, no. Estaba lleno de contradicciones, envidias, celos, manías de ser el primero, carne... todo chocaba dentro de mí contra las voces buenas. Aún hace poco, ¿ves?... Me has causado un dolor. Mejor dicho Tú no, me lo causó mi naturaleza malvada... Pensaba que era yo tu primer discípulo... y tú me dijiste que tienes ya otro."
"Tú lo viste. ¿No recuerdas que en el Templo, por la Pascua, estaba Yo, con algunos galileos?"
"Pensaba que eran amigos... creía que yo era el primer elegido para esto y con ello el predilecto."
"En mi corazón no hay distinción entre los últimos y los primeros. Si el primero faltase y el último fuese santo, entonces sí que a los ojos de Dios habría distinción. Pero Yo... Yo los amaré igual: con un amor de dicha al santo y con un amor que sufre al pecador. Pero mira que allí viene Juan con Simón. Juan es mi primero y Simón es del que te hablé hace dos días. Tú ya has visto a Simón y a Juan. Uno estaba enfermo..."
"¡Ah! ¡El leproso! Recuerdo. ¿Es ya tu discípulo?"
"Desde el día siguiente."
"¿Y por qué yo he debido de esperar tanto?"
"¿Judas?"
"Es verdad, perdón."
Juan ya vio al Maestro y lo dice a Simón.
Juan ya vio al Maestro y lo dice a Simón. Apresuran el paso. Juan y Jesús se saludan con un beso mutuo. Pero Simón se echa a los pies de Jesús, y los besa exclamando: "¡Gloria a mi Salvador! Bendice a tu siervo para que sus acciones sean santas a los ojos de Dios, y le dé gloria para alabarte por haberme dado a Ti."
Jesús le pone la mano sobre la cabeza: "Sí, te bendigo para agradecerte tu trabajo. Levántate, Simón. Juan, Simón... ¡este es el último discípulo! También él quiere la Verdad. Por esto es un hermano para todos vosotros."
Se saludan entre sí: los dos judíos con mutuo escudriño, Juan con franqueza.
"¿Estás cansado Simón?" pregunta Jesús.
"No, Maestro, junto con la salud me ha venido tal fuerza, como no la había tenido antes."
"Y sé que la usas bien. He hablado con muchos y todos me dijeron que tanto tú como él, les habíais hablado del Mesías."
Simón ríe contento. "Aun ayer tarde hablé de Ti a un israelita honrado. Espero que un día le conocerás. Querría yo ser quien te llevase a él."
"No es imposible."
Judas interrumpe: "Maestro, me prometiste venir conmigo a Judea."
"E iré. Simón continuará instruyendo a la gente sobre mi venida. Amigos, el tiempo es breve y la gente es mucha. Ahora voy con Simón. Al atardecer vendréis a encontrarme en el camino del Monte de los Olivos, y distribuiremos dinero a los pobres. ¡ Id !"
"¿Esa persona de Betania es un verdadero
israelita?"
Jesús, queda ahora solo con Simón y le pegunta "¿Esa persona de Betania es un verdadero israelita?"
"Lo es. Existen en él todas las ideas imperantes, pero tiene una verdadera ansia por el Mesías. y cuando le dije: "Está Él entre nosotros" al punto me dijo: "Feliz de mí que vivo en estos tiempos"."
"Algún día iremos a su casa a llevarle mi bendición. ¿Has visto al nuevo discípulo?"
"Sí, es joven y parece inteligente."
Jesús dice a Simón Zelote que se compadezca
de Judas
"Lo es. Tú que eres judío lo compadecerás más que los otros, por sus ideas."
"¿Es un deseo o una orden?"
"Es una dulce orden. Tú que has sufrido, puedes tener mayor comprensión. El dolor es maestro de muchas cosas."
"Si Tú me lo mandas, seré para él comprensión."
"Así es, probablemente mi Pedro, y no tan sólo él, se admirará un poco de cómo cuido y me preocupo de este discípulo. Pero algún día entenderán... Cuanto uno menos ha sido formado, tanto más tiene necesidad de cuidado. Los demás... ¡Oh! los otros se forman también de por sí, con el solo contacto. No quiero hacer todo por Mí. Pido la voluntad del hombre y la ayuda de los demás para formar a un hombre. Os llamo para que me ayudéis... y mucho agradezco la ayuda."
"Maestro, ¿te imaginas que él te proporcionará desilusiones?"
"No. Pero es joven y se ha formado en Jerusalén."
"¡Oh! Cerca de Ti se curará de todos los vicios de esta ciudad... estoy seguro. Yo, viejo ya y cansado de la vida, me he sentido nuevo desde que te he visto."
Jesús dice entre dientes: "Así sea", después con voz fuerte: "Ven conmigo al Templo. Evangelizaré al pueblo."
I. 414-418
A. M. D. G.