JESÚS

CON EL PASTOR ISAAC EN YUTTA

 


 

#Jesús va a saludar a Isaac    

#Jesús viene bajando con los suyos y con los tres pastores   

#Divisan Yutta   

#Jesús habla de la resurrección de los muerto   

#Sufragios se pueden hacer en donde quiera a los muertos.   

#hemos llegado al vado. Veo una hilera de piedras que salen a flor de agua.   

#Jesús dice a Elías que vaya a donde Isaac y que le diga que quiere verle y bendecirle   

#Elías dice a Isaac que Jesús lo quiere ver   

#Isaac, paralítico como está, sin pensarlo se levanta y va al encuentro de Jesús  

#Isaac se encuentra con Jesús  

  #Jesús invita a Isaac si quiere ser su discípulo   

#"¡Oh! ¡Si no hay otra cosa que hacer! Pensaba que sería una cosa más difícil. Que tendría que ir a la escuela de los Rabinos para servirte, Rabbí de los rabinos... y así de viejo ir a la escuela..." "Ya has terminado la escuela, Isaac."   

#Isaac muestra su deseo de ver a María   

#Jesús va a dar la bendición a la familia que cuidó de Isaac   

#Jesús es recibido en la casa de Joaquín y Sara  

  #Jesús pone su nombre a un niño recién nacido   

#Viene el sinagogo a circuncidar al niño recién nacido   

#Jesús coge al niño que llora desesperadamente y se calla   

#Jesús se entretiene con los niños   

#Jesús dice a Judas que deje que los niños le llamen por su nombre

 


 

JESÚS VA A SALUDAR A ISAAC

 

Un fresco valle en el que se oye el correr de las aguas de un plateado río entre los peñascos cubiertos de espuma y que sigue hacia el sur. Rocía con su risueña frescura las pequeñas hierbas de la orilla. Más parece que sus aguas lleguen hasta los declives, porque están verdes, con un verde de esmeralda; un verde salpicado de matices que brota del suelo, a través de los musgos y de los matorrales del bosquecillo selvático y parece que llegan hasta las cimas de los altos árboles, como de los nogales que están en el bosque propiamente dicho, cruzado con áreas al descubierto, que son zonas verdes en donde hay hierbabuena, que sirve de alimento sano y robusto a los ganados.

 

JESÚS BAJA CON LOS SUYOS

Y CON LOS TRES PASTORES

 

Jesús viene bajando con los suyos y con los tres pastores en dirección al río. Se para con toda paciencia cuando hay que esperar a una oveja retrasada o a uno de los pastores que debe ir tras de una oveja que se le extravía. Es exactamente el Buen Pastor. También se ha buscado Él una rama larga para apartar las ramas de las moreras, de los majoletos y las algalias, que salen de todas partes y se pegan a los vestidos. Así es completa su figura de pastor.

 

DIVISAN YUTTA

 

"¿Ves?... Allá está Yutta. Pasaremos el torrente, hay un lugar en donde se puede vadear en verano, sin tener que ir hasta el puente. Habría sido más corto, haber venido de la parte de Hebrón. Pero Tú no quisiste."

"No. A Hebrón iremos después. Primero y siempre al que sufre. Los muertos ya no sufren, cuando son justos. Y Samuel era justo. Por otra parte no es necesario que uno esté cerca de los huesos muertos que tienen necesidad de oraciones.

 

JESÚS HABLA DE LA RESURRECCIÓN 

DE LOS MUERTOS

 

Los huesos... ¿qué son?...Prueba del poder de Dios que creó al hombre del polvo, y no de otra cosa. También los animales tienen huesos. El esqueleto de los animales es menos perfecto que el del hombre. Tan sólo el hombre tiene un cuerpo derecho, como rey entre sus súbditos, con un rostro que no tiene necesidad de doblar el cuello para mirar en alto, allá donde está la morada del Padre. Pero siempre huesos son. Polvo que torna al polvo. La Eterna Bondad quiere reconstruir los huesos en el día eterno para dar un poco más de gozo a los bienaventurados. Pensad: no tan sólo serán reunidos los espíritus sino que se amarán mucho más que sobre la tierra y gozarán de volverse a ver con las mismas facciones que en la tierra tuvieron: los hijos de hermosos cabellos rizados, y bonitos como los tuyos, Elías, a sus padres. Seres queridos en el corazón como los vuestros, Leví y José. Mas... para ti, José, será el momento en que reconocerás esos rostros que siempre añoras conocer. No habrá más huérfanos ni más viudos entre los justos, allá...

 

SUFRAGIOS SE PUEDEN HACER EN DONDE

QUIERA A LOS MUERTOS.

 

Sufragios se pueden hacer en donde quiera a los muertos. Es oración de un alma, por el alma de aquel con quien se estaba unido al Espíritu Perfecto. No más distancias, no más destierros, no más prisiones, no más sepulcros... No habrá nada que pueda dividir o encadenar en una impotencia dolorosa lo que está fuera y sobre de las cadenas de la carne. Vosotros os dirigís, a vuestros seres amados con la mejor porción vuestra. Ellos con lo mejor que tienen vienen hacia vosotros y todo tira al experimentarse esta fusión de almas que se aman en torno del Eterno Dios, Espíritu Perfectísimo, Creador de todo cuanto ha existido, existe y existirá. Amor que os ama y os enseña a amar.

 

LLEGAN A UN VADO Y VEN UNA HILERA

DE PIEDRAS QUE SALEN A FLOR DE AGUA

 

Pero creo que hemos llegado al vado. Veo una hilera de piedras que salen a flor de agua."

"Es así. Ese es, Maestro. Cuando viene la avenida, es una cascada que retumba, ahora no es otra cosa que siete riachuelos de aguas que ríen entre las gruesas piedras del vado.

Exactamente seis grandes piedrones, demasiado cuadrados, están a distancia de un palmo a otro entre sí, en el fondo del torrente, y el agua, que antes de llegar parecía una brillante cinta, se divide en otras siete pequeñas, que se dan prisa sonrientes hasta volverse a unir al pasar el vado en medio de una frescura y que va charlando entre las arenas del lecho.

Jesús pasa sobre las piedras y detrás de Él los discípulos y continúan su camino en la ribera opuesta.

 

JESÚS DICE A ELÍAS  QUE VAYA A DONDE ISAAC

Y QUE LE DIGA QUE QUIERE VERLE Y BENDECIRLE

 

"Me dijiste que  quieres hacer saber a ISAAC que estás aquí... pero... ¿no quieres entrar al poblado?"

"Así es."

"Entonces es hora de separarnos. Yo voy a donde está; Leví y José se quedarán con el ganado y con vosotros. Subo por aquí; así será más rápido." Elías sube por la ladera, hacia las casas blanquecinas que resplandecen con el sol.

Tengo la sensación de que lo sigo. Helo en las primeras casas. Sigue por un callejón entre casas y huertos. Camina una decena de metros. Después da vuelta en un camino más ancho que lleva a la plaza. No había dicho que todo esto está ocurriendo en las primeras horas matinales. Lo digo ahora para que se comprenda el por qué en la plaza hay todavía mercado, y criadas y vendedores que gritan en rededor de los árboles que dan sombra en la plaza.

Elías se va derecho a donde la plaza se convierte otra vez en camino, un camino bastante hermoso y tal vez el mejor del poblado. En la esquina hay una casa pobre, mejor dicho, una habitación con la puerta abierta. Casi a la puerta hay un lecho miserable y sobre él hay un enfermo que es todo un esqueleto, que pide entre lamentos una limosna.

 

ELÍAS DICE A ISAAC QUE JESÚS LO QUIERE VER

 

Elías entra como rayo. "Isaac... soy yo."

"¿Tú?... No te esperaba. Viniste la luna pasada."

"Isaac...Isaac... ¿Sabes por qué he venido?"

"No sé... Estás excitado... ¿Qué pasa?"

"He visto a Jesús de Nazaret, hombre, ahora Rabí. Vino en busca mía... y nos quiere ver. ¡Oh, Isaac, te sientes mal!"

En realidad Isaac está como alguien que fuese a morir. Pero toma aliento. "No. La noticia... ¿en dónde está?... ¿Cómo es?... ¡Oh! ¡Si lo pudiera ver!"

"Está allá abajo en el valle. Me manda para que te diga esto, nada más que esto: "Ven, Isaac, quiero verte y bendecirte". Llamaré ahora a alguien que me ayude y te llevaré allá abajo."

"¿Así dijo?"

"Así... pero... ¿qué haces?"

 

ISAAC, PARALÍTICO COMO ESTÁ, SIN PENSARLO

SE LEVANTA Y VA AL ENCUENTRO DE JESÚS

 

"Voy".

Isaac hace a un lado las cobijas, mueve las inertes piernas, las saca fuera de la paja, las pone en el suelo, se levanta todavía un poco incierto, vacilante. Todo sucede en un instante, bajo los ojos desencajados de Elías... que al fin entiende y grita... Se asoma una mujercilla curiosa... Ve al enfermo de pie, que al no tener otra cosa se echa encima una de las cobijas y escapa gritando como una gallina.

"Vámonos... vámonos por acá para llegar más rápido y no toparnos con la gente... Apúrate, Elías."

Salen de estampida por una puerta de un huerto que da a la parte posterior y empujan las ramas secas que hacen las veces de puerta y corren por una vereda miserable; después siguen por un caminillo entre huertos y de allí bajan entre prados y bosquecillos, hasta llegar al río.

"!Mira ahí a Jesús!" dice Elías señalándolo con el dedo. "Aquel alto, hermoso, rubio, vestido de blanco y con el manto azul..."

 

ISAAC SE ENCUENTRA CON JESÚS

 

Isaac corre, se hace paso entre el ganado que pace, y con un grito de triunfo, de alegría, de adoración, se postra a los pies de Jesús.

"Levántate Isaac. Ya vine a traerte la paz y bendición. Levántate para que vea tu cara."

Pero Isaac no quiere levantarse. Son demasiadas las emociones, y continúa en medio de su llanto delicioso, con la cara contra el suelo.

"Al punto viniste. No te preguntaste si podías.."

"Tú me mandaste decir que viniese... y he venido."

"Ni siquiera cerró la puerta, ni recogió las limosnas, Maestro."

"¡No importa! Los ángeles vigilarán su habitación. ¿Estás contento Isaac?"

"¡Oh, Señor!"

"Llámame: Maestro."

"Sí, Señor, Maestro mío. Aunque no me hubiese curado, habría sido feliz en verte. ¿Cómo he logrado tener en tu presencia gracia tanta?"

"Tú fe y tu paciencia, Isaac. Sé cuánto has sufrido..."

"¡Nada, nada! ¡Más que nada! ¡Te he encontrado! ¡Estás vivo! ¡Estás aquí! Esto es lo que vale... lo demás, todo lo demás ha pasado. Pero Señor y Maestro: Ahora no te vas ya, ¿verdad?"

 

JESÚS INVITA A ISAAC SI QUIERE SER SU DISCÍPULO

 

"Isaac tengo a todo Israel para evangelizarlo. Me voy... Pero si no puedo quedarme, tú me puedes siempre seguir y servir. ¿Quieres ser mi discípulo, Isaac?"

"¡Oh! ¡Pero no serviré!"

"¿Sabrás declarar que Yo soy?... ¿a pesar de las burlas y amenazas podrás afirmarlo?... ¿ y decir que Yo te llamé y que tú viniste?"

"Aún cuando Tú no lo quisieras, todo esto diría yo. En esto te desobedecería, Maestro. Perdona que te lo diga."

Jesús sonríe. "¿Luego, tú comprendes que eres bueno para hacerla de discípulo?"

 

ISAAC ACEPTA SER DISCÍPULO DE JESÚS DESPUÉS

DE QUE LE ENSEÑASE  LO QUE TIENE QUE HACER

 

"¡Oh! ¡Si no hay otra cosa que hacer! Pensaba que sería una cosa más difícil. Que tendría que ir a la escuela de los Rabinos para servirte, Rabbí de los rabinos... y así de viejo ir a la escuela..." El hombre bien tiene por lo menos cincuenta años.

"Ya has terminado la escuela, Isaac."

"¿Yo? ¡No!"

"Tú, sí. ¿No acaso has seguido creyendo y amando, respetando y bendiciendo a Dios y al prójimo, sin tener envidia, sin desear lo que era de otros, ni lo que era tuyo y que ya no poseías, sin decir más que la verdad aun cuando te perjudicase, sin fornicar con Satanás al no cometer pecado alguno? ¿No has hecho todo esto en estos treinta años de desventura?"

"Sí, Maestro."

"Lo ves. La escuela ya la has terminado. Sigue así y añade la revelación de mi presencia en el mundo. No tienes que hacer otra cosa."

"Ya te he predicado, Señor Jesús... Les hablé a los niños que venían, cuando ya casi inválido, llegué a este poblado pidiendo un pan y cuando todavía podía trabajar en cosa de lana y de lacticinios, y también después cuando venían alrededor de mi cama, cuando mi mal creció y perdí todas las fuerzas de las piernas. Hablaba de Ti a los niños de aquellos tiempos y a los niños de ahora, hijos de aquellos... los niños son buenos y creen siempre... Les contaba cuando naciste... de los ángeles y de la Estrella de los Magos... y de tu Madre... ¡Oh! Dime... ¿Vive todavía?"

 

ISAAC MUESTRA SU DESEO DE VER A MARÍA

 

"Vive y te manda saludos. Siempre habla de vosotros."

"¡Oh, si pudiera verla!"

"La verás. Algún día vendrás a mi casa. María se dirigirá a ti con el saludo de: "amigo"."

"María... sí. Es como tener miel en la boca al pronunciar ese nombre... Hay una mujer en Yutta, que no hace poco ha dado a luz a su cuarto hijo. Cuando era niña fue una de mis pequeñas amigas... y ha puesto a sus hijos los nombres de: María y José a los dos primeros, y como no se atrevieron a llamar al tercero con el nombre de Jesús, le puso el de Emmanuel, para augurio de sí misma, de su casa y de Israel. Y ahora está pensando en el nombre que dará al cuarto. ¡Oh! ¡Cuando sepa que estoy curado! ¡Y que Tú estás aquí! ¡Sara, la mamá, es buena como el pan, y bueno es también su esposo Joaquín! Y ¡qué decir de sus padres! Estoy vivo por ellos. Me dieron siempre refugio y ayuda."

 

JESÚS VA A DAR LA BENDICIÓN A LA FAMILIA

QUE CUIDÓ DE ISAAC

 

"Vamos a su casa a pedirles refugio mientras baja el sol y a llevarles una bendición por su caridad."

"De este lado, Maestro, es más fácil para el ganado y para evitar a la gente que ciertamente estará excitada. La anciana que me vio ponerme en pie con seguridad ya lo habrá contado."

Siguen por el río y lo dejan más al sur, para entrar en un sendero que sube muy inclinado; siguen por uno como espolón del monte, exactamente como si fuese un espolón de nave. Ahora el río está en dirección contraria de donde suben y corre en el fondo entre dos hileras de montes que se cruzan formando un hermoso valle quebrado. Reconozco el lugar. Es inconfundible. Es el mismo de la visión de Jesús con los niños, que tuve en la primavera pasada. La barda, de costumbre, que claramente señala la propiedad que se extiende hacia el valle. He ahí los prados con manzanas, higos y nueces; he ahí la casa, blanquecina en medio del verdor, con sus alones salientes sobre la escalera y que hacen de portal y de columnato. He allí la cupulilla y el jardincillo con su pozo, con sus travesaños y sus redes...

Un vocerío grande sale de la casa. Isaac va delante. Entra. Llama con voz fuerte. "¡María, José, Emmanuel! ¿Dónde estáis? Venid a Jesús."

Los tres pequeños corren: una niña como de cinco años y dos niñitos de cuatro y de dos. El más pequeño todavía vacila al caminar. Quedan con la boca abierta ante el que... se ha levantado. Grita al punto la niña: "¡Isaac! ¡Mamá, Isaac está aquí! ¡Judit ha visto bien!"

De la habitación donde había un gran vocerío sale una mujer: una madre en flor, morena, alta, hermosa en su mirar lejano, muy hermosa con sus vestidos de fiesta; un vestido de blanco lino, cual rica camisa que cae entre pliegues hasta las rodillas y que se estrecha a los lados con un chal rayado, que dibuja sus magníficas caderas, llegando plegada hasta las rodillas, por detrás, y por delante queda semicerrada al cruzarse en la cintura con una hebilla de filigrana. Un velo transparente de rosas con un fondo café, que cubre las negras trenzas, como un pequeño turbante y que después baja por la nuca entre ondas y pliegues por la espalda para rematar sobre el pecho. Lo sostiene prendido en la cabeza una coronita de medallas entrelazadas con una cadena. Aretes pesados en forma de anillos penden de las orejas y en el cuello mantiene recogida la túnica una argolla de plata que pasa entre los ojales del vestido. En los brazos, pesados brazaletes de plata.

"¡Isaac! ¡Pero cómo! Judit... ¡pensaba que el sol me la había trastornado...! ¡Tú caminas! Pero... ¿qué pasó?"

"¡El Salvador, Sara! Aquí está! ¡Ha venido!"

"¿Quién? ¿Jesús de Nazaret?... ¿En donde está?"

"Allí, detrás del nogal, que pide lo recibas."

"¡Joaquín! ¡Madre! ¡Venid todos, venid! ¡Es el Mesías!"

 

JESÚS ES RECIBIDO EN LA CASA DE

JOAQUÍN Y SARA

 

Hombres, mujeres, mozos, niños corren fuera gritando... pero cuando ven a Jesús alto y majestuoso, pierden todo su entusiasmo y se quedan como petrificados.

"La paz sea en esta casa y en todos vosotros. La paz y la bendición de Dios." Jesús avanza lentamente con la sonrisa en los labios en dirección del grupo. "Amigos, ¿queréis dar hospitalidad a un viajero?" y una sonrisa muy expresiva brota de sus labios.

La sonrisa vence los temores. El esposo tiene el valor de hablar: "Entra, Mesías. Te hemos amado sin conocerte. Te amaremos mucho más conociéndote. Mi casa tiene fiesta por tres motivos; Por Ti, por Isaac y por la circuncisión de mi tercer varoncito. Bendícelo, Maestro. ¡Mujer, trae el niño! ¡Entra, Señor!"

Pasan a una sala preparada para la fiesta. Mesas y platos, manteles y ramas verdes por todas partes. Sara regresa con un hermoso niño recién nacido y lo presenta a Jesús.

"Dios siempre sea con él. ¿Cómo se llama?"

 

JESÚS PONE SU NOMBRE 

A UN NIÑO RECIÉN NACIDO

 

"No tiene nombre. Esta es María, este es José, este Emmanuel, este... todavía no tiene..."

Jesús mira a los dos esposos sonriendo: "Buscadle un nombre, si es que hoy debe ser circuncidado."

Los dos se miran, lo miran, abren la boca y la cierran sin decir palabra alguna. Todos están atentos.

Jesús insiste: "La historia de Israel tiene tantos nombres grandes, dulces, benditos. Los más dulces y benditos ya los tienen estos. Pero tal vez hay todavía otro."

Al unísono los dos esposos dicen: "¡El tuyo, Señor!" y la esposa termina diciendo: "pero es muy santo..."

Jesús sonríe y pregunta: "¿Cuándo será circuncidado?"

"Estamos esperando al que lo va a circuncidar."

"Estaré presente a la ceremonia. Entre tanto os agradezco lo que hicisteis por mi Isaac. Ahora no tiene necesidad más de los buenos, pero los buenos tiene todavía necesidad de Dios. Habéis dado al tercer niño el nombre de: Dios con nosotros. Y sin embargo a Dios lo teníais desde que tuvisteis caridad para con mi siervo. Seáis benditos. En la tierra y en el cielo vuestra acción será recordada."

"¿Pero Isaac ahora... nos abandona?"

 

VIENE EL SINAGOGO A CIRCUNCIDAR

AL NIÑO RECIÉN NACIDO

 

"¿Os pesa?... Debe servir a su Maestro. Pero regresará y también vosotros de vuestra parte, hablad del Mesías... ¡Es necesario hablar mucho para convencer al mundo! Mas he ahí que viene al que esperabais."

Entra pavoneándose un personaje con su criado. Saludos e inclinaciones. "¿Dónde está el niño?" pregunta con solemnidad.

"Aquí está. Pero saluda al Mesías. Está aquí."

"¿El Mesías?... ¿El que curó a Isaac? Bueno... pero después hablamos. Tengo mucha prisa. El niño y su nombre."

Los presentes están mortificados con tales modales. Sin embargo Jesús sonríe como si tales desplantones no fuesen para Él. Toma al bebé, lo toca en su frentecita con sus hermosos dedos, como si lo fuese a consagrar, y dice; "Su nombre es Yesai" y lo pasa al padre que junto con el altisonante personaje y otros se dirige a la habitación vecina. Jesús se queda en donde está hasta que regresan con el niño que llora desesperadamente

 

JESÚS COGE AL NIÑO QUE LLORA

DESESPERADAMENTE Y SE CALLA.

 

"Mujer, dame el niño. ¡Ya no llorará!" dice para consolar a la angustiada madre. El niño al ser puesto sobre las rodillas de Jesús, se calla al punto.

Se forma un grupo alrededor de Jesús, con los niños, los pastores y los discípulos. Afuera se oye el balar de las ovejas que Elías ha encerrado en un corral. En la casa hay ruido de fiesta. Traen a Jesús y a los suyos dulces y bebidas, que Él distribuye entre los niños.

"¿No bebes, Maestro? ¿No te gusta? Se te da de corazón."

 

JESÚS SE ENTRETIENE CON LOS NIÑOS.

 

"Lo sé Joaquín, y de corazón lo acepto. Pero deja que antes haga que estén contentos los pequeñines. Son mi alegría..."

"No te preocupes de ese hombre, Maestro."

"No, Isaac. Ruego porque vea la luz. Juan, lleva a los dos niños a ver las ovejas, y tú, María, acércate más a Mí y dime: ¿Quién soy Yo?

"Tú eres Jesús, Hijo de María de Nazaret, nacido en Belén. Isaac te vio y me puso el nombre de tu Mamá para que yo sea buena."

"Buena como el ángel de Dios, más pura que un lirio que haya brotado en la ladera del monte, piadosa como debe de ser el levita más santo, para imitarla. ¿Lo serás?"

"Sí, Jesús."

"Niña, di Maestro o Señor."

 

JESÚS DICE A JUDAS QUE DEJE QUE LOS NIÑOS

LE LLAMEN POR SU NOMBRE

 

"Judas... deja que me llame por mi nombre. Sólo cuando pasa por los labios inocentes no pierde el sonido que tiene en los labios de mi Madre. Todos, en el correr de los siglos pronunciarán este nombre; unos por interés, otros por diferentes motivos, y otros para blasfemar de él. Sólo los inocentes, que ni calculan interés ni odian, lo dirán con amor como lo hace esta pequeñita y lo hace mi Madre. También los pecadores me llamarán porque necesitan compasión. ¡Pero mi Madre y los niños! ¿Por qué me llamas Jesús?" acariciando a la niña le pregunta.

"Porque te quiero mucho... como a papá, a mamá y a mis hermanitos" responde abrazándose a las rodillas de Jesús, con la carita levantada y llena de sonrisas.

Jesús se inclina y la besa... y así termina todo. 

II. 448-457.

 A. M. D. G.