ENCUENTRO DE JESÚS
CON LÁZARO EN BETANIA
JESÚS HABLA CON SIMÓN ZELOTE DE SU AMIGO LÁZARO
LÁZARO ARGUMENTA A JESÚS POR QUÉ CREE EN ÉL
LÁZARO INFORMA A SIMÓN QUE HA VENDIDO SUS BIENES EN LAS CONDICIONES ESTABLECIDAS
Es un amanecer resplandeciente de estío. Más bien que aurora es el día que ha empezado, porque el sol está ya fuera de los límites del horizonte y va sacando la cabeza sonriente sobre la tierra que también sonríe. No hay tallo que no ría a través del transparente rocío. Parece como si los astros nocturnos se hubieran pulverizado y convertido en oro y piedras preciosas para cada uno de los tallos, para todas las plantas, aun hasta para las piedras esparcidas en la tierra, que con sus hendiduras de silicato bañadas de rocío, parecen diamantes o polvo de oro.
Jesús y Simón (Zelote) caminan por una vereda que se aleja del camino principal haciendo una "v". Se dirigen hacia los magníficos huertos y campos de lino, que está más alto que un hombre y que no tardará en que se le siegue. Otros campos más lejanos, parecen de color rosado a causa de las calabazas que se ven en lo amarillo de la paja.
JESÚS HABLA CON SIMÓN ZELOTE DE SU AMIGO LÁZARO
"Estamos ya, dentro de las posesiones de mi amigo. Mira, Maestro, que la distancia estaba en la prescripción de la Ley. Jamás me hubiera permitido engañarte. Detrás de aquel huertecillo está la barda del jardín, y dentro, la casa. Te hice venir por esta vereda precisamente para estar dentro de la distancia permitida."
"¡Es muy rico tu amigo!"
"Mucho. Pero no es feliz. Su casa tiene posesiones también en otras partes."
"¿Es fariseo?"
"Su padre no lo fue. El... es muy observante. Te lo dije: un verdadero israelita."
Caminan todavía un poco más. He aquí una barda alta, luego más plantas, entre las que sobresale la casa. El terreno se eleva aquí un poco e impide que alguien pueda asomarse al jardín, que es tan grande que lo podríamos llamar parque.
Dan vuelta a la esquina. La barda sigue igual y de ella caen ramitos de rosas y de jazmines olorosos y relucientes en sus corolas bañadas de rocío. Ahora se ve el cancel pesado de hierro. Simón llama a la puerta con el aldabón.
"Simón, la hora es todavía muy temprana para entrar" observa Jesús.
"¡Oh! Mi amigo se levanta a los primeros albores del sol al no encontrar consuelo sino en su jardín y en los libros. La noche es para él un tormento. Maestro, no tardes en darle una alegría."
Un criado abre el cancel.
"Aseo, buenos días. Di a tu patrón que Simón Zelote ha venido con su Amigo."
El criado parte a la carrera, después de haberlos hecho entrar y decirles: "Vuestro siervo os devuelve el mismo saludo. Entrad que la casa de Lázaro está abierta para los amigos."
Simón que conoce el lugar, se dirige no por el pasillo central, sino por uno, que entre los rosales va hasta un terrado de jazmines.
De allí es de donde poco después sale Lázaro. Siempre delgado y pálido, como siempre lo he visto, alto, con cabellos cortos y no abundantes, y con su barba rasurada fuera del mentón. Trae un vestido de lino blanquísimo y camina con fatiga, como quien está enfermo de las piernas. Cuando ve a Simón, le hace una señal de saludo afectuoso, y después como puede, corre hacia Jesús, se arrodilla inclinándose hasta el suelo para besar la orla de su vestido y dice: "No soy digno de tanto honor. Pero ya que tu santidad se humilla hasta mi miseria, ven, Señor mío, entra, y toma posesión de mi pobre casa."
"Levántate, amigo, y recibe mi paz."
Lázaro se levanta, besa las manos de Jesús, lo mira con veneración no falta de curiosidad. Caminan en dirección de la casa.
"¡Cuánto te he esperado, Maestro! A cada amanecer me decía: "Hoy vendrá", y a cada crepúsculo: "¡Hoy, tampoco lo he visto!" "
"¿Por qué me esperabas con tanta ansia?"
"Porque... ¿qué esperamos nosotros los de Israel sino a Ti?"
"¿Y crees tú, que sea yo el Esperado?"
LÁZARO ARGUMENTA A JESÚS PORQUE CREE EN ÉL
"Simón jamás ha dicho mentiras, ni es un muchacho que pierda el control con nubes engañosas. La edad y el dolor lo han hecho maduro como a un sabio. Y luego... aunque él no te hubiese conocido por lo que en realidad eres, tus obras lo hubiesen hablado y te hubiesen llamado "Santo". Quien hace las obras de Dios debe ser hombre de Dios, y Tú las haces; y las haces de modo que te proclaman el Hombre de Dios. Mi amigo fue a Ti, por la voz pública del milagro y obtuvo un milagro. Y sé que tu camino está cubierto de otros milagros. Si es así... ¿Porqué no creer que Tú eres el Esperado?... ¡Oh! ¡Que si es dulce creer en lo que es bueno! Tantas cosas no buenas hay que debemos creerlas, por amor a la paz, porque es inútil querer cambiarlas; tantas palabras engañosas que saben a adulaciones, alabanzas y bondad... y son por el contrario sarcasmo y vergüenza; veneno cubierto de miel, y debemos mostrar que así lo creemos pese a que son veneno, vergüenza y sarcasmo... debemos hacerlo porque... no se puede obrar de otro modo y somos débiles contra todo el mundo que es fuerte, y estamos solos contra todo un mundo que es nuestro enemigo... ¿Por qué entonces tener dificultad en creer en lo que es bueno?... Por lo demás los tiempos están maduros y hay señales de los tiempos. Cuanto faltase todavía a nuestro creer para que fuese completo y en él no hubiese duda, lo pone nuestra voluntad de creer y el hecho de que nuestro corazón se tranquiliza con la seguridad de que la "espera" ha terminado y que ya está el Redentor que es el Mesías... El que devolverá la paz a Israel y a los hijos de Israel, el que... hará que nuestro morir sea sin ansias, porque sabemos que estamos redimidos, y que nos hará vivir sin esa punzante nostalgia de nuestros muertos... ¡Oh!... ¡Los muertos! ¿Por qué extrañarlos, sino porque no teniendo ya más hijos, no tienen todavía al Padre y a Dios?"
"¿Hace mucho tiempo que se te murió tu padre?"
"Hace tres años, y hace siete que murió mi madre. Pero de un tiempo para acá, no los extraño... Querría también yo estar donde creo que están en espera del Cielo."
"No hubieras entonces, hospedado al Mesías."
"Es verdad. Ahora soy más que ellos porque te tengo... y el corazón se apacigua con esta alegría. Entra, Maestro. Concédeme la honra de que mi casa sea la tuya. Hoy es sábado y no puedo honrarte con convidar a amigos..."
"No lo deseo. Hoy estoy a la disposición del amigo de Simón y que también es mío."
Entran en una bella sala donde ligeros los siervos los reciben.
"Os ruego que los sigáis" dice Lázaro. "Podéis refrescaros antes de los alimentos matinales." Y mientras Jesús y Simón van a otro lugar, Lázaro da órdenes a los criados. Veo que la casa es rica, mejor dicho, señoril...
...Jesús bebe leche que Lázaro quiere por sí mismo servirle antes de los alimentos matinales.
LÁZARO INFORMA A SIMÓN QUE HA VENDIDO SUS BIENES
EN LAS CONDICIONES ESTABLECIDAS
Oigo que Lázaro dice a Simón: "He encontrado a la persona que está dispuesta a comprar tus bienes y al precio que tu intendente creyó ser justo. No quita ni siquiera un dracma."
"¿Pero está dispuesto a observar mis cláusulas?"
"Lo está. Acepta con la condición de entrar en posesión de esas tierras. Y yo de mi parte estoy contento porque al menos sé de quien me fío. Pero ya que tú no quieres presenciar la venta, él también quiere permanecer desconocido. Te ruego accedas a este deseo suyo."
No veo razón que lo impida. Tú, amigo mío, harás mis veces... todo lo que hagas estará bien. Me basta tan sólo con que a mi criado fiel no se le eche a la calle... Maestro, vendo, y por cuenta mía soy feliz de no tener ninguna cosa que me ligue a otra que no sea el servirte. Tengo un viejo y fiel criado, el único que quedó después de mi desgracia, y que, como ya te lo había dicho, me ayudó cuando estaba yo separado y cuidó de mis bienes como si fuesen suyos; aún más, los hizo pasar por tales con el auxilio de Lázaro y así pudo salvarlos y de este modo con ellos socorrerme. No sería equitativo que ahora lo dejase sin casa... ahora que ya está viejo. Decidí que una pequeña casa, en los límites de mis propiedades, se le quedase y que se le dé parte del dinero para su futuro sustento. Los viejos son como la hiedra ¿sabes? Cuando han vivido siempre en un lugar, sufren mucho cuando se les arranca de allí. Lázaro lo quería consigo, porque Lázaro es bueno, pero preferí obrar de este modo. Sufrirá menos el viejo..."
"También tu eres bueno Simón. Si todos fuesen justos como tú, sería más fácil mi misión..." observa Jesús.
¿ENCUENTRAS, MAESTRO, QUE EL MUNDO TE RESISTE?
¿QUÉ PALABRAS ENCUENTRAS PARA CONVERTIR
Y DOBLEGAR A QUIEN ES CULPABLE?
LÁZARO, ¿CONOCES ESAS TIERRAS EN QUE EL SUELO
TRAIDOR SE TRAGA A LOS INCAUTOS?
"¿Encuentras, Maestro, que el mundo te resiste?" pregunta Lázaro.
"¿El mundo?... ¡No! Las fuerzas del mundo: Satanás. Si no fuese el patrón de los corazones y no los tuviese en sus manos no encontraría Yo resistencia. Pero el Mal está contra el Bien, y debo vencer en cada uno el mal para introducir el bien... ¡y no todos quieren!"
"Es verdad. No todos quieren. Maestro, ¿qué palabras encuentras para convertir y doblegar a quien es culpable? ¿Palabras de reprensión, como las que la historia de Israel tiene para los culpables, palabras que el último que las empleó fue el Precursor, o bien palabras de misericordia?"
"Empleo el amor y la misericordia. Crees, Lázaro, que tenga más poder una mirada de amor sobre el caído, que una maldición."
"¿Y si se hace burla del amor?"
"Insistir una vez más. Insistir hasta donde más no se pueda. ¿Lázaro conoces esas tierras en que el suelo traidor se traga a los incautos?"
"He leído, porque en mi situación actual leo mucho, ya porque me gusta, ya para pasar las largas horas de insomnio. He leído algo de eso. Sé que hay en la Siria y en Egipto y también entre los Caldeos... y sé que son como ventosas. Aspiran cuando tienen la presa. Dice un romano que son bocas del infierno, en que moran monstruos paganos. ¿Es verdad?"
"No lo es. No son más que formaciones especiales de la costra terrestre. No tiene nada que ver el Olimpo. Nadie va ya más a creer en el Olimpo y ellas continuarán, y el progreso humano no podrá menos que dar una explicación más verídica del hecho, pero jamás negarlo. Ahora Yo digo: Como leíste de ellas, así también habrás leído cómo se puede salvar el que haya caído ahí."
"Sí, echándole una soga con un palo, también una rama. Algunas veces basta un pequeña cosa para hacer que salga el que se va hundiendo, pero sobre todo el hecho de que lo tranquiliza y hace que desesperadamente no busque otra ayuda más."
"Pues bien, el culpable, el poseído, es uno que ha sido absorbido por el engañoso suelo cubierto arriba por flores, pero que abajo está de lodo movedizo. ¿Crees tú que si alguien supiese lo que significa poner en sus manos un solo átomo de sí, no lo haría?... Pero no sabe... y después, o lo paraliza el espanto y el veneno del mal, o lo hace enloquecer, y para huir del remordimiento de estar perdido, se contorsiona, se apega más al fango, provoca ondas pesadas, con sus movimiento tontos, los cuales apresuran su fin, El amor es la soga, la reata, la rama de que hablaste. Insistir, insistir... hasta que se haya asido... a una palabra... a un perdón... a un perdón más grande que la culpa... que sirva para detener el hundimiento y esperar el auxilio de Dios... Lázaro... ¿sabes qué poder tiene el perdón?... Hace que Dios auxilie al que socorre... ¿Lees mucho?"
JESÚS LE ENSEÑA LA NORMA PARA SABER SI LAS AFICIONES
QUE TIENE SON O NO PECADO
LO QUE ES PECADO
¿HAGO MAL EN LEER?
"Mucho. No sé si haga bien. Pero la enfermedad y... otras cosas me han privado de muchos placeres del hombre... y ahora no tengo más pasión que por las flores y por los libros... por las plantas, y... también por los caballos... Sé que me critican. Pero no puedo caminar a pie en mis posesiones en este estado (y descubre sus gruesas piernas vendadas) o cabalgar sobre una mula. Debo usar un carro y que sea veloz. Por esto tengo caballos y los quiero. Pero si Tú me dices que está mal... los mando vender."
"No, Lázaro. Esas cosas no son las que corrompen. Corrompe lo que intranquiliza el corazón y lo aleja de Dios."
"Pues bien, Maestro, esto querría saber. Leo mucho. Es mi consuelo. Me gusta saber... creo que en el fondo sea mejor saber que hacer el mal... sea mejor leer que... que hacer otras cosas. No leo tan sólo páginas nuestras. Me encanta también conocer otros mundos. Roma y Atenas me atraen. Sé cuánto mal le vino a Israel cuando se corrompió con los Asirios y el Egipto, cuánto mal nos hicieron los gobiernos helenistas. No sé si un particular pueda hacerse el mismo mal que Judas se hizo a sí mismo y a nosotros sus hijos. Tú, ¿qué piensas? Quiero que me enseñes. Tú que no eres un rabí, sino el Verbo sabio y divino."
Jesús lo mira fijamente por unos momentos con una mirada penetrante y al mismo tiempo lejana. Parece que como traspasando el cuerpo de Lázaro, escudriñase su corazón, y pasando más allá, viese algo... Empieza a hablar. "¿Te perturba lo que lees? ¿Te separa de Dios y de su Ley?"
"No, Maestro. Al revés, me empuja a comparar nuestra verdad con la falsedad pagana. Comparo y reflexiono en las glorias de Israel, sus justos, sus Patriarcas, sus Profetas y las figuras miopes de las historias de otros. Comparo nuestra filosofía, si así se pede llamar la Sabiduría que habla en los textos sagrados, con la pobre filosofía griega y romana que tienen solo chispazos de fuego, pero no la flama segura que arde y resplandece en nuestros sabios. Y luego con aun mayor veneración me inclino a adorar en espíritu a nuestro Dios que habla a Israel a través de sus hechos, de las personas y de nuestros escritos."
"Entonces, sigue leyendo... Te servirá conocer el mundo pagano... Continúa... puedes hacerlo. En ti no existe el fermento del mal y la gangrena espiritual. Por esto puedes leer y sin temor alguno el amor verdadero que tienes para tu Dios, hace estériles los gérmenes profanos que la lectura puede esparcir en ti. En todas las acciones del hombre existe la posibilidad del bien y del mal. Según se realicen. No es pecado trabajar si se trabaja cuando hay que hacerlo. No es pecado tener ganancias si se contenta uno con lo justo. No es pecado instruirse si con ello no se mata la idea de Dios en nosotros. Mientras que es pecado hacer servicios en el altar, si se hace por propia utilidad. ¿Lo aceptas Lázaro?"
"Sí, Maestro. Había preguntado lo mismo a otros, y han terminado por despreciarme... pero Tú me das la luz y la paz. ¡Oh! ¡Si todos te escuchasen!... Ven, Maestro. Entre los jazmines hay frescura y silencio. Dulce es esperar el atardecer entre su fresca sombra."
Salen y todo termina.
II. 512-519
A. M. D. G.