JESÚS REGRESA A JERUSALÉN Y OYE A 

ISCARIOTE EN EL TEMPLO.

 

EN GETSEMANÍ

 


 

#Dulce cosa es tener un patrón como Tú. Las ovejas te amarán. Las ovejas, sí... pero no los machos cabríos.   

#Jesús habla de su Galilea y de Nazaret haciendo una descripción de ellas   

#Elogio de su Madre  

  #Encuentran a Judas anunciado al Mesías. Trabaja para que el Sanedrín lo siga   

#José cuenta lo que Gamaliel dijo de Jesús   

#Simón cuenta a Jesús lo bien que Judas habló de Él y pide perdón por haberle juzgado mal.   

#¿No te vio?. ¡No! estoy seguro. No le digas nada. Es un alma muy enfermo   

#Se van a donde está Juan en la casa del olivar   

#Jesús conoce a Elisa y promete a Juan que al atardecer irá a donde sus amigos

 


 

Jesús está en Jerusalén con Simón. Se abren paso entre la multitud de vendedores y de asnos que parece una procesión en camino, y al hacerlo dice Jesús: "Subimos primero al Templo, antes de ir a Get-Sammi. Rogaremos al Padre en su casa."

"¿Tan sólo esto, Maestro?

"Nada más. No puedo entretenerme. Mañana al amanecer convinimos en estar en la Puerta de los Peces, y si la multitud insiste... ¿cómo puedo librarme de ella?. Quiero ver a los demás pastores. Los mando, como verdaderos pastores, por la Palestina, para que inviten a las ovejas a que se reúnan, para que el Dueño del Rebaño sea conocido, por lo menos de nombre, de modo que cuando Yo lo diga, sepan que soy Yo el dueño de la grey y vengan a Mí para que las acaricie."

 

DULCE COSA ES TENER UN PATRÓN COMO TÚ. 

LAS OVEJAS TE AMARÁN

 

LAS OVEJAS, SÍ... PERO NO LOS MACHOS CABRÍOS

 

"¡Dulce cosa es tener un Patrón como Tú! Las ovejas te amarán."

"Las ovejas, sí... pero no los machos cabríos... Después de haber visto a Jonás, iremos a Nazaret y luego a Cafarnaún. Simón Pedro y los demás, extrañarán tan larga ausencia... Iremos a hacerles felices, y a hacernos nosotros a la vez. Aún el verano nos invita a esto. La noche es para el descanso y muy pocos son los que posponen el descanso por el conocimiento de la Verdad. El hombre... ¡Oh! ¡El hombre! Frecuentemente se olvida de tener un alma y piensa y se preocupa tan sólo de la carne. El sol durante el día es fuerte. No deja caminar y no deja enseñar en las plazas ni en los caminos. Hace que el espíritu tenga sueño como el cuerpo, por el sol agotador. Y es bueno... que vayamos a instruir a mis discípulos. Allá la dulce Galilea, siempre verde y siempre fresca con sus aguas... ¿Has estado alguna vez allá?"

 

JESÚS HABLA DE SU GALILEA Y DE NAZARET HACIENDO 

UNA DESCRIPCIÓN DE ELLAS

 

"Una vez de paso y en invierno, en uno de mis penosos andares de un médico a otro. Tengo deseos..."

"¡Oh, Es hermosa! Lo es siempre. En el invierno y más en las otras estaciones. Ahora que es verano, tiene noches, digamos angelicales... de veras, parece como si hubiesen sido hechas para que volasen los ángeles. ¡Son tan claras! El lago... El lago... El lago con su anillo de montes más o menos cercanos, parece que fue hecho para hablar de Dios a las almas que lo buscan. Es un pedazo de cielo caído entre el verdor y su firmamento no se oculta nunca, sino que se refleja con sus astros y los multiplica como para presentarlos al Creador esparcidos en una lámina de zafiro. Los olivos descienden casi hasta el nivel de las ondas y están llenos de ruiseñores. Cantan ellos también sus alabanzas al Creador que quiere que vivan en aquel lugar tan dulce y placentero.

¡Y mi Nazaret! El sol la besa toda. Es blanca, llena de verdor, sonriente entre dos gigantes que es el Grande y el Pequeño Hermón, y el pedestal de los montes que sostienen el Tabor, pedestal de dulces y verdes pendiente, que se yerguen en dirección a su señor frecuentemente cubierto de nieve, pero también bello cuando el sol corona su cima, que se convierte en un alabastro de color rosado, mientras que en la parte opuesta el Carmelo es de color lapislázuli en algunas horas de fuerte sol en que sus venas de mármoles y de aguas de bosques y de prados se muestran con sus diversos colores, como una amatista a las primeras luces, y de un color violáceo-celeste al atardecer y es un gigante de color sardónico cuando la luna lo presenta todo negro en el color plateado de su luz. Y luego, más allá, al sur, la alfombra fértil y florida de la Llanura de Esdrelón.

 

ELOGIO DE SU MADRE

 

Y luego, luego, ¡oh, Simón! ¡Allá hay una flor! ¡ que vive sola, que despide aroma de pureza y amor por su Dios y por su Hijo! Es mi Madre. La conocerás, Simón, y me dirás si hay creatura igual a Ella, también en belleza humana sobre la tierra. Es hermosa, pero todo cae bajo lo interno que mana de su corazón. Si un hombre brutal la despojase de sus vestiduras, y las mandase a caminar errante, con todo parecería una Reina con vestiduras reales, porque su santidad le serviría de manto y resplandor.

El mundo puede pagarme mal, pero todo perdono al mundo, porque para venir a él a redimirlo, me cupo la dicha de tenerla a Ella, la humilde y gran Reina del mundo, que éste ignora, pero por la que recibió el bien y por los siglos lo tendrá.

Llegamos al Templo. Guardemos el rito del culto judío. Pero en verdad te digo que la verdadera Casa de Dios, el Arca santa es su corazón, que tiene por velo su carne purísima, y en la que hay virtudes cual brocado."

Entran y caminan por el primer patio. Pasan un portal y se dirigen a un segundo patio.

 

ENCUENTRAN A JUDAS ISCARIOTE ANUNCIANDO AL MESÍAS.

 

TRABAJA PARA QUE EL SANEDRÍN LO SIGA

 

"Maestro, mira allí a Judas en medio de aquel montón de gente. Hay también fariseos y sinedritas. Voy a oír lo que dice. ¿Me permites?"

"Ve. Te espero cerca del Gran Portal."

Simón va ligero y se mete de manera de poder oír, sin ser visto. 

Judas habla con convicción: "... y aquí hay personas que todos vosotros conocéis y respetáis, que pueden decir quién soy yo. Pues bien, os digo que Él me ha cambiado. El primer redimido soy yo. Muchos de entre vosotros venera al Bautista. También Él lo venera, y lo llama "el santo igual que Elías por su misión, pero todavía mayor que él". Ahora bien, si el Bautista es esto. Él a quien el Bautista llama "el Cordero de Dios" y jura por su santidad haber visto que el fuego del Cielo lo coronaba mientras una voz del Cielo lo proclamaba: "Hijo amado de Dios a quien se deba escuchar" no puede ser menos que el Mesías. Lo es. Os lo juro. No soy un cualquiera ni un tonto. Lo es. Lo he visto en sus obras y he escuchado su palabra. Os lo digo: es Él: el Mesías. El milagro le obedece como el esclavo a su dueño. Enfermedades y desgracias caen como cosas muertas y en su lugar llega la alegría y la salud. Los corazones se cambian más que los cuerpos. Podéis verlo en mí. ¿Tenéis enfermos o penas que aliviar? Si los tenéis, venid mañana al amanecer a la Puerta de los Peces. Estará Él allí y os hará felices. Entre tanto ved: en su nombre doy a los pobres esta ayuda."

Y Judas distribuye dinero a dos paralíticos y a tres ciegos, y finalmente obliga a una viejecilla a aceptar el resto. Despide a l gente y se queda con José de Arimatea, Nicodemo y otros tres que no conozco.

"¡Ah! ¡ahora estoy bien!" exclama Judas, "no tengo ya nada. Soy como Él quiere."

"En verdad que no te reconozco. Pensaba que era una burla; pero veo que lo haces en serio" exclama José.

"En serio. ¡Oh! Soy el primero en reconocerlo. Soy un animal inmundo en su compañía, pero ya he cambiado mucho."

"¿Y no pertenecerás más al Templo?" pregunta uno de los que no conozco.

"¡Oh, no! Soy del Mesías. Quien se acerca a Él, a no ser que sea una víbora, no puede menos que amarlo y de no desear más que a Él."

"¿No vendrá, más aquí?"

"Sí que vendrá. Pero no ahora."

"Me gustaría escucharlo."

"Ya habló en este lugar, Nicodemo."

"Lo sé. Pero estaba con Gamaliel... lo vi... pero no me detuve."

 

JOSÉ CUENTA LO QUE GAMALIEL DIJO DE JESÚS

 

"Nicodemo... ¿qué dice Gamaliel?"

"Dijo "algún nuevo profeta", no añadió más."

"¿José, no le dijiste lo que te dije?... ¡Tú eres su amigo!"

"Se lo dije, pero me respondió: "Tenemos ya el Bautista, y según doctrina de los escribas, por lo menos deben pasar cien años entre esto y la preparación del pueblo para la venida del Rey. Yo digo que se necesitan menos añadió, porque a lo menos el tiempo se ha cumplido". Y concluyó: "Mas no puedo admitir que el Mesías de este modo se manifieste... creí un día que daba principio la manifestación mesiánica, porque su primer resplandor fue un relámpago verdaderamente celestial. Pero después... no hubo más aue un largo silencio y creo que me equivoqué". "

"Trata de hablarle otra vez. Si Gamaliel estuviese con nosotros y vosotros con Él..."

"No os aconsejo" protesta uno de los tres. "El Sanedrín es poderoso y Annás lo gobierna con astucia y ambición. Si tu Mesías quiere vivir, le aconsejo que permanezca en la oscuridad. A menos que se imponga con la fuerza. Pero en este caso está Roma..."

"Si el Sanedrín lo escuchase, se convertiría a Él."

"¡Ja, ja, ja!" ríen los tres desconocidos y dicen: "Judas, creíamos que habías cambiado, y que eras inteligente. Si es verdad lo que dices de Él, ¿cómo puedes pensar que el Sanedrín lo siga?... Ven, ven, José. Es mejor para todos. Que Dios te guarde Judas. Te hace falta" y se alejan. Judas queda solo con Nicodemo.

 

SIMÓN CUENTA A JESÚS LO BIEN QUE JUDAS HABLÓ DE ÉL Y 

PIDE PERDÓN POR HABERLE JUZGADO MAL

 

Simón se desliza cuidadosamente y va a donde está Jesús. "Maestro, me acuso de haber calumniado a Judas de palabra y de corazón. Ese hombre me desorienta. Casi creía que era un enemigo tuyo, pero lo oí hablar de Ti en tal forma que pocos lo harían entre nosotros, sobre todo aquí donde el odio podría suprimir en primer lugar al discípulo y luego al Maestro. Le vi dar dinero a los pobres, y tratar de convencer a los sanedritas..."

"¿Lo ves Simón? Me felicito con que lo hayas visto en esta ocasión. Lo dirás a los demás cuando lo acusen. Bendigamos al Señor por esta alegría que me proporcionas; por tu honradez al decir: "He calumniado", y por la obra del discípulo que tenías como a un malvado y que no lo es."

Oran por largo tiempo, luego se retiran.

 

¿NO TE VIO?

 

¡NO! ESTOY SEGURO.

 

NO LE DIGAS NADA. ES UN ALMA MUY ENFERMA

 

¿No te vio?"

"¡No! Estoy seguro."

"No le digas nada. Es un alma muy enferma. Una alabanza sería semejante a alimentos fuertes dados a un convaleciente de una alta fiebre estomacal... Lo haría que se enfermase más, porque se gloriaría de saber que es famoso... y donde entra el orgullo..."

"Guardaré silencio. ¿A donde vamos?"

 

SE VAN A DONDE ESTÁ JUAN EN LA CASA DEL OLIVAR

 

"A donde está Juan. A esta hora de calor se encontrará en la casa del Olivar.

Van ligeros buscando sombra por las calles que son fuego. Pasan el suburbio polvoriento, atraviesan por la puerta de los muros, desembocan por la ofuscante campiña, de esta a los olivos y de ellos a la casa.

Juan está en la cocina fresca y oscura por la manta tendida sobre la puerta. Cabecea. Jesús dice: "Juan."

"Maestro, ¿Tú?... Te esperaba en la tarde."

"Vine antes. ¿Cómo has estado?"

 

JESÚS CONOCE A ELISA Y PROMETE A JUAN QUE AL 

ATARDECER IRÁ A DONDE SUS AMIGOS.

 

"Como un cordero que hubiese perdido a su pastor. Hablaba a todos de Ti, porque la hacerlo, era tenerte un poco. He hablado a algunos familiares, conocidos y extraños. También a Annás... y a un paralítico del que me hice amigo con tres denarios. Me los habían dado y yo se los di a él. Y también a una pobre mujer, de la edad de mi madre, que lloraba en un grupo de mujeres cerca de una puerta. Le pregunté: "¿Por qué lloras?" Respondió: "El médico me ha dicho: 'Tu hija está enferma de tisis. Resígnate. En los primeros días de octubre morirá. No tengo más que a ella, es hermosa, buena y tiene quince años. Debía de casarse en primavera, y en lugar  del cofre de nupcias debo prepararle el sepulcro". Le dije: "Conozco yo a un médico que te la puede curar si tienes fe". "Nadie la puede curar. Ya la vieron tres médicos. Escupe ya sangre". "Mi médico" dije "no es uno como los tuyos. No cura con medicinas, sino con su poder. Es el Mesías..." Entonces una viejecilla irrumpió: "¡Oh, cree, Elisa! Conozco a un ciego que ve debido a Él!" y entonces pasó la madre de la desconfianza a la esperanza y te está esperando... ¿Hice bien? ¡No hice más que esto!" 

"Hiciste bien. Al atardecer iremos a tus amigos. ¿Has visto a Judas?"

"No, Maestro. Pero me envió alimentos y dinero, que repartí entre los pobres. Y también me mandó a decir que los usase porque eran suyos."

"Es verdad, Juan. Mañana iremos a Galilea..."

"Me alegra, Maestro. Pienso en Simón Pedro. ¡Quién sabe cómo estará esperando! ¿Pasaremos también por Nazaret?"

"También y allí esperaremos a Pedro, a Andrés y a Santiago tu hermano."

"¡Oh! ¿Permaneceremos en Galilea?"

"Estaremos por un tiempo."

Juan está feliz. Y en medio de su felicidad termina todo.

II. 519-524

A. M. D. G.