JESÚS E ISAAC EN DOCO. 

PARTEN PARA ESDRELÓN

 


 

#Isaac descubre su vida   

#Ir adelante sin fatigas. La fatiga es también una raíz de la soberbia humana. El Padre del Cielo lo hizo todo ordenadamente, sin prisas. El hombre fue aprendiendo sin prisas, y lo seguirá... ¿No es la redención una obra de paciencia?.  

  #¿Cuándo te conocerán?. Ni siquiera mi más íntimos me conocerán. Conocer quiere decir, amar con fidelidad y esfuerzo... Y habrá alguien que no me conocerá.

 


 

"Yo te digo Maestro que son mejores los humildes. A los que me dirigí no tuvieron más que burlas o indiferencia. ¡Oh! ¡Los pequeños de Yutta!" Isaac está hablando a Jesús. Todos están sentados en círculo sobre la hierba que hay en las márgenes del río. Parece que Isaac estuviera dando relación de sus trabajos.

Judas interviene, y caso raro, llama al pastor por su nombre: "Isaac, yo pienso como tú. Perdemos tiempo y fe a su contacto. Yo renuncio."

 

ISAAC DESCUBRE SU VIDA

 

"Yo no. Pero me hace sufrir. Renunciaré sólo si el Maestro lo manda. Estoy acostumbrado desde hace años a sufrir por ser leal a la verdad. No puedo mentir para congraciarme con los poderosos. Y sabes cuántas veces fueron a burlarse de mí, en mi habitación de enfermo, prometiéndome -ciertamente promesas falsas- ayuda si decía que yo había mentido. Y que ¡Tú, Jesús, no eras Tú, el recién nacido Salvador! Pero no podía mentir, hubiera sido lo mismo que renunciar a mi alegría, matar mi sola y única esperanza, rechazarte a Ti, ¡Señor mío! ¡Rechazarte a Ti! En la oscuridad de mi miseria, en lo macilento de mi enfermedad, tenía siempre un cielo cubierto de estrellas: la cara de mi madre, única alegría de mi vida de huérfano, la de una mujer que jamás fue mi esposa y a la que he guardado amor aun después de muerta. Eran estas las dos estrellas menores. Después las mayores iguales a brillantísimas lunas: José y María que sonreían a un recién nacido y a nosotros, pobres pastores; y brillante en el centro del cielo de mi corazón, tu rostro, inocente, delicado, santo, santo. ¡No podía rechazar este cielo mío! No podía quitarme su luz que es de una pureza sin igual. Más bien habría preferido perder la vida, y aun entre tormentos, que rechazarte, ¡recuerdo mío bendito, Jesús mío que apenas habías nacido.!"

Jesús coloca su mano sobre la espalda de Isaac y sonríe.

Judas torna a hablar: "¿Entonces tú persistes?"

"Yo, sí. Hoy, mañana y pasado mañana otra vez. Alguien vendrá."

"¿Cuánto durará tu trabajo?"

"No lo sé. Pero créeme, basta con no mirar ni hacia adelante ni hacia atrás. Pensar sólo en el día, y si al anochecer se ha logrado algo, decir: "Gracias, Dios mío"; si nada: "Espero con tu ayuda hacer algo mañana". "

"Eres un sabio."

"No sé ni siquiera lo que significa eso. Pero hago en mi misión lo que hice en mi enfermedad. Casi treinta años de enfermo... ¡no son un día!"

"¡Eh! ¡Lo creo! Todavía no había nacido y tú ya estabas enfermo."

"Estaba enfermo. Pero jamás he contado esos años. Jamás me dije: "Torna Nisam y yo no reflorezco con las rosas. Ni: Torna Tisri y sigo en el lecho". Seguía adelante hablándome a mí mismo y a los demás de Él. Caía en la cuenta de que los años habían pasado, porque quienes habían sido niños un día, me llevaban noticias de sus dulces bodas y las del nacimiento de sus pequeñines. Ahora si miro para atrás, ahora que de viejo me he hecho joven, ¿qué veo del pasado? ¡Nada! ¡Todo se ha ido!"

 

IR ADELANTE, SIN FATIGAS. LA FATIGA ES TAMBIÉN UNA 

RAÍZ DE LA SOBERBIA HUMANA

 

EL PADRE DEL CIELO LO HIZO TODO ORDENADAMENTE, 

SIN PRISAS

 

EL HOMBRE FUE APRENDIENDO SIN PRISAS, Y LO SEGUIRÁ...

 

¿NO ES LA REDENCIÓN UNA OBRA DE PACIENCIA?

 

"Acá nada. Pero en el Cielo es "todo" para ti, Isaac, y ese "todo" te está esperando" dice Jesús. Luego dirigiéndose a los demás: "Es menester obrar así. También Yo lo hago. Ir adelante, sin fatigas. La fatiga es también una raíz de la soberbia humana. De igual manera la premura. ¿Por qué se disgusta uno con las derrotas? ¿Por qué se inquieta uno con la lentitud?... porque el orgullo dice: "¿A mí decirme que no?... ¿Conmigo tanta espera?... Eso es falta de respeto para el apóstol de Dios". ¡No, amigos! Mirad todo lo creado, y pensad en quien lo hizo. Meditad en el progreso del hombre, y pensad en su origen. Pensad en esta hora que se cumple, y pensad cuántos siglos le precedieron. Lo creado es obra de una creación sin prisa... El Padre no hizo nada desordenadamente. Hizo lo creado en etapas sucesivas. El hombre actual es obra de un avanzar paciente y siempre avanzará más en el saber y en el poder. Estos podrán ser santos o no, según su querer. Mas el hombre no se hizo docto en un momento. Los primeros, los que fueron arrojados del Paraíso, debieron aprender todo lenta y continuamente. Aprender hasta las cosas más sencillas: que el grano de trigo es mejor si se le convierte en harina, luego en masa y después se le cuece. Tuvo que aprender a convertirlo en harina y a cocerlo. Aprender como se prende la leña. Aprender cómo se hace un vestido al contemplar el pelaje de los animales. Como una casucha, al observar las fieras: como una cama, al observar los nidos. Aprender a curarse con hierbas y con agua observando a las bestias que las emplean por instinto. Aprender a viajar por los desiertos y mares, estudiando las estrellas, domando los caballos; aprendiendo el equilibrio en las aguas, al ver la cáscara de nuez que gallardamente navega sobra las olas de un río... ¡Cuántas derrotas antes del éxito! Pero lo logró. Y seguirá adelante. No será feliz en esto, porque más que en el bien, será experto en el mal. Pero seguirá adelante. ¿No es la Redención una obra de paciencia?... Fue decidida en los siglos de los siglos, y mucho antes fue decidida, y ved que viene ahora, cuando por siglos la prepararon. Todo es paciencia... ¿Por qué entonces ser impacientes? ¿No podía Dios haber hecho todo en un abrir y cerrar de ojos? ¿No podía el hombre, dotado de inteligencia, salido de las manos de Dios, saber todo en un instante?... ¿No podía Yo haber venido desde el principio de los siglos?... Todo podía haber sido. Pero nada se hizo con violencia. Nada. La violencia siempre es contraria al orden; y Dios, y lo que de Dios viene, es orden. No queráis ser más que Dios."

 

¿CUÁNDO TE CONOCERÁN?

 

NI SIQUIERA MI MÁS ÍNTIMOS ME CONOCERÁN

 

CONOCER QUIERE DECIR, AMAR CON FIDELIDAD 

Y ESFUERZO...

 

Y HABRÁ ALGUIEN QUE NO ME CONOCERÁ

 

"¿Entonces cuándo te conocerán?"

"¿Quién, Judas?"

"El mundo."

"Jamás."

"Pero... ¿no eres el Salvador?"

"Lo soy. Pero el mundo no quiere ser salvado. Sólo en la proporción de uno a mil me querrá conocer, y en la proporción de una a diez mil realmente me seguirá. Y todavía digo más: Ni siquiera mis más íntimos me conocerán."

"Pero si son tus íntimos, te conocerán."    

"Sí, Judas. Me conocerán como al Jesús, al Jesús israelita, pero no como soy. En verdad os digo que no todos mis íntimos me conocerán. Conocer quiere decir, amar con fidelidad y esfuerzo... y habrá alguien que no me conocerá." Jesús tiene su gesto resignado, que siempre tiene cuando predice la futura traición: abre las manos y las tiene así cara a cara, con el rostro afligido que no mira ni hombres, ni cielo, sino tan solo el futuro destino del Traicionado.

"No lo digas, Maestro" suplica Juan.

"Te seguimos nosotros para conocerte mejor" dice Simón y los pastores le hacen coro.

"Te seguimos como a una esposa y nos eres más caro que ella; somos más celosos por Ti que por una mujer. ¡Oh! ¡No! Te conocemos tanto ya que no podemos desconocerte. Él ( y Judas señala a Isaac) dice que renegar de tu recuerdo de recién nacido, le hubiera sido más atroz que perder la vida. Y... no eras más que un Niño acabado de nacer. Nosotros tenemos al Hombre y al Maestro. Te escuchamos y vemos tus obras. Tu contacto, tu aliento, tu beso, son nuestra continua consagración y nuestra continua purificación. ¡Sólo un demonio podría renegar de Ti, después de haber sido un íntimo tuyo!"

"Es verdad, Judas, pero así será."

"¡Ay de él! ¡Seré yo quién le ajusticie!" exclama Juan de Zebedeo.

"No. Al Padre deja la justicia. Sé su redentor. El redentor de esta alma que tiende hacia Satanás. Bueno. Saludemos a Isaac. Ya se hizo tarde. Te bendigo, siervo fiel. Ten en cuenta que Lázaro de Betania es nuestro amigo y que quiere ayudar a mis amigos. Me voy. Tú, quédate. Árame el terreno árido de la Judea. Regresaré. Cuando me necesites, sabes dónde podrás encontrarme. Mi paz sea contigo." Jesús bendice y besa a su discípulo.

II. 530-533

A. M. D. G.