REGRESO A NAZARET DESPUÉS DE
HABER DEJADO A JONÁS
#Jesús con los pastores de Doras
#Regresaré, Jonás. Quédate en tu lugar, como animal amarrado a la estaca.
#¡Si pudiese al menos ver a tu Madre!" No te angusties. Te llevaré a Ella.
#Jesús dialoga con Simón que le ofrece dinero para rescatar a Jonás
#"Ven. Cuando se pide en nombre de mi Madre, en nombre de mi Madre lo doy"
#Quiero dar una sorpresa a mi Madre
#Jesús se encuentra con su Madre
#Jesús y María en coloquio íntimo
#¡Qué falta me haces!" Pero dime que vaya, Hijo mío, e iré
#Jesús habla de la matanza de Herodes y de los pastores perseguidos
#La necesidad de María en la evangelización y en el apostolado #"Santifícalos... Tu virtud santifica. A propósito te los he traído, Mamá... un día te diré: "Ven" porque entonces habrá necesidad de santificar los espíritus, para que encuentre en ellos la voluntad de redención. Yo solo no podré... Tu silencio será tan bueno como mis palabras. Tu pureza ayudará mi poder. Tu presencia tendrá lejos a Satanás... y tu Hijo, Mamá, encontrará fuerzas al saber que estás cerca. vendrá, ¿no es verdad que vendrás, dulce Madre mía?"
JESÚS CON LOS PASTORES DE DORAS
Apenas, apenas un parpadear de luz. En la puerta de una pobre choza, y diría mucho llamarla casa, están Jesús, los suyos, Jonás y los otros desgraciados campesinos como él. Es la hora de separarse.
A las plantas se les cuida mejor que a nosotros,
porque valen dinero. Nosotros somos tan sólo
máquinas que lo fabrican. Y se nos hace trabajar
hasta que alguno muera a causa de esto. Pero tus
palabras han sido como alas acariciadoras.
"¿No te volveré a ver, Señor mío?" pregunta Jonás... "Nos has traído la luz al corazón. Tu bondad ha hecho de estos días una fiesta que durará por toda la vida. Tu has visto cómo nos tratan. Más se preocupan del borriquillo que de nosotros. A las plantas se les cuida mejor que a nosotros, porque valen dinero. Nosotros somos tan sólo máquinas que lo fabrican. Y se nos hace trabajar hasta que alguno muera a causa de esto. Pero tus palabras han sido como alas acariciadoras. Nos ha parecido que el pan abundaba y que era más sabroso porque lo partías con nosotros, el pan que ni siquiera da a sus perros. Vuelve a partirlo con nosotros, Señor. Me atrevo a decirlo sólo porque Tú eres. Para cualquiera otro sería una ofensa ofrecer un albergue y comida que hasta el mendigo desdeña. Pero Tú..."
"En ellos encuentro un perfume y un sabor celestial, porque hay en ellos fe y amor. Regresaré, Jonás. Quédate en tu lugar, como animal amarrado a la estaca. Tu lugar sea tu escala de Jacob. En realidad desde el Cielo bajan y suben los ángeles, cuidadosos en recoger todos tus méritos para llevarlos a Dios. Regresaré, para aliviar tu espíritu. Sedme fieles todos. ¡Oh! ¡Querría daros la paz humana también pero... no puedo!. Os debo decir: sufrid todavía. Y este es triste cosa para uno que ama..."
¡Si pudiese al menos ver a tu Madre!"
No te angusties. Te llevaré a Ella.
"Señor, si Tú nos amas, no se sufre. Antes no teníamos a nadie que nos amase... ¡Si pudiese al menos ver a tu Madre!"
"No te angusties. Te llevaré a Ella. Cuando la estación sea más suave, vendré con Ella. No te expongas a castigos inhumanos por el ansia de verla. Espérala, como se espera el levantarse de una estrella, de la primera estrella. De pronto se te aparecerá, así como lo hace la estrella vespertina que ahorita no estaba, pero que de pronto aparece en el cielo. Y piensa que desde ahora Ella esparce sus dones sobre ti. Adiós a todos vosotros. Mi paz sea el escudo contra las durezas de quien os llena de temor. Adiós, Jonás. No llores. Con fe paciente has esperado tantos años.. Te prometo ahora que muy poco esperarás. No llores. No te dejaré solo. Tu bondad dio seguridad a mi llanto infantil. ¿No te basta la mía para secar el tuyo?"
"Sí... pero te vas... y yo me quedo..."
"Jonás, amigo, no dejes que me vaya afligido con el peso de no poderte ayudar."
"No lloro, Señor... Pero ¿cómo lograré poder vivir sin verte más, ahora que sé que estás vivo?"
Jesús vuelve a acariciar al viejo deshecho y luego se separa. Pero, de pie en los bordes de la miserable área, abre los brazos y bendice la campiña. Luego se pone en camino.
QUE LE OFRECE DINERO PARA RESCATAR A JONÁS
"¿Qué hiciste, Maestro?" pregunta Simón, que notó el desacostumbrado ademán.
"He puesto una señal en todas las cosas, para que Satanás no pueda dañarlas, dañando a esos infelices. No podía más..."
"Maestro... vamos más aprisa. Te querría decir una cosa que nadie oiga." Se separan del grupo y Simón toma la palabra: "Querría decirte que Lázaro tiene órdenes de usar el dinero para socorrer a todos los que en nombre de Jesús a él llegasen. ¿No podríamos librar a Jonás (de la esclavitud del fariseo Doras)? Ese hombre está acabado y no tiene más alegría que la de tenerte. Démosela. ¿Cuál quieres que sea allí su trabajo? Libre sería tu discípulo en esta llanura tan hermosa y desolada. Acá los más ricos de Israel tienen tierras óptimas y las exprimen con cruel usura, exigiendo de sus trabajadores el ciento por uno. Lo sabía desde hace años. Acá podrás estar poco, porque acá impera la secta farisea y no creo que será amiga. Esos trabajadores, oprimidos y sin luz son los más infelices en Israel. Tú lo oíste, ni siquiera para Pascua tienen paz ni plegarias, mientras los duros amos, con grandes gestos y ademanes fingidos se ponen en primera fila entre los fieles. Tendrán a lo menos la alegría que Tú estás, de oír repetidas veces a alguien que no cambiará ni una jota de tus palabras. Maestro, si te parece, da órdenes y Lázaro lo hará".
PROFUNDO PENSAMIENTO DE JESÚS, SOBRE:
LO QUE HACE FELIZ A JESÚS,
SI DIOS PROVEYESE A TODO, HARÍA UN HURTO
A SUS AMIGOS,
LA SANTA MISERICORDIA CONSISTE...
"Simón, ya había comprendido por qué te despojabas de todo. No me es desconocido el pensamiento del hombre. También por esto te amé. Al hacer feliz a Jonás, haces feliz a Jesús. ¡Oh! ¡Cómo me angustia el ver sufrir a quien es bueno! Mi condición de pobre y despreciado del mundo no me causa angustia alguna. Si Judas me oyese, diría: "Pero ¿no eres Tú, el Verbo de Dios? Manda y las piedras se convertirán en oro y en panes para los miserables". Repetiría las asechanzas de Satanás. Deseo quitar el hambre a los que la tienen, pero no como Judas querría. Todavía no estáis bien preparados para comprender la profundidad de lo que digo. Pero óyeme: Si Dios proveyese a todo, haría un hurto a sus amigos. Les privaría de la facultad de ser misericordiosos y de obedecer con esto a su mandato del amor. Mis amigos deben tener esta señal de Dios, junto con Él: La santa misericordia que consiste en obras y en palabras. Y la desgracia de otros, proporciona a mis amigos la manera de ejercitarla. ¿Has comprendido mi pensamiento?"
"Es profundo. Lo medito. Me humillo al comprender cuán obtuso sea yo y cuán grande Dios que nos quiere con todos sus atributos que seamos más benignos para llamarnos hijos suyos. Dios se me revela en su perfección múltiple a cada luz que derramas en mi corazón. De día en día, como uno que avanza a un lugar desconocido, aumenta mi conocimiento de esto inmenso que es la perfección, que quiere llamarnos "hijos" y me parece que subo cual águila o que me sumerjo como un pez en las dos profundidades sin confín, como lo son el cielo y el mar, y cuánto más subo y me sumerjo menos toco el límite... ¿Qué es, pues, Dios?"
Dios... es la Perfección inalcanzable, Dios es la belleza completa, Dios es la Potencia infinita, Dios es la Esencia incomprensible, Dios es la Bondad insuperable, Dios... es el Amor hecho Dios. ¡Es el amor! ¡Es el amor! Dices que cuánto más conoces a Dios en su perfección, tanto más te parece subir o sumergirte en las dos profundidades sin límites, de azul sin sombras... Pero cuando comprendas el Amor hecho Dios, no subirás ni te sumergirán más en lo azul, sino en remolino incandescente de llamas y serás arrojado a una beatitud que te será muerte y vida. Tendrás a Dios con una posesión completa, cuando, por tu voluntad, habrás llegado a comprenderlo y merecerlo. Entonces te enclavarás en su perfección."
"¡Oh, Señor!"... Simón está aniquilado.
Se escucha un silencio. Se llega al camino. Jesús se detiene en espera de los demás. Cuando se reúne el grupo, Leví se arrodilla: "Debo dejarte, Maestro. Pero tu siervo te ruega una cosa. Llévame con tu Madre. Este es huérfano como yo. No me niegues a mí lo que a él concedes de que vea el rostro de tu Madre..."
CUANDO SE PIDE EN NOMBRE DE MI MADRE,
EN NOMBRE DE MI MADRE LO DOY
"Ven. Cuando se pide en nombre de mi Madre, en nombre de mi Madre lo doy"...
... Jesús va solo. Camina aprisa entre bosques de olivos cargados de aceitunas maduras. El sol, aun cuando está ya metiéndose, flechea más allá de la cubierta verde-grisácea de las plantas útiles y pacíficas, pero no atraviesa por las ramas entretejidas sino con sutiles ojillos de luz. La vía principal, metida entre dos riberas, es una cinta de ardiente e incandescente polvo.
Jesús con la sonrisa en los labios llega hasta la zanja... y con más ganas sonríe. ¡He ahí Nazaret!... parece temblar con el sol, tanta es su incandescencia. Jesús baja todavía más veloz. Llega al camino. No se preocupa más del sol. Parece como si volase, por lo veloz que camina, con el manto que se había puesto para protegerse la cabeza, se hincha y golpetea a ambos costados. La calle está sola y silenciosa, hasta llegar a las primeras casas. Se oye alguna voz de niño o de mujer que sale, o del interior de los huertos que dejan caer sobre el camino sus ramas. Jesús se aprovecha de estos manchones de sombras para escapar del sol implacable. Da vuelta por una callecita que está medio envuelta en la sombra. Allí hay mujeres que se remolinean en un pozo. Casi todas lo saludan y le dan la bienvenida.
Quiero dar una sorpresa a mi Madre
"La paz a todas vosotras... pero no hagáis ruido. Quiero dar una sorpresa a mi Madre."
"Su cuñada se acaba de ir ahora con un cántaro fresco, pero regresa. Han quedado sin agua. El manantial se ha secado o se pierde en el suelo ardiente antes de llegar a tu huerto. No sabemos bien, pero María de Alfeo, ahora lo estaba diciendo. ¡Mírala!"
La madre de Judas y Santiago viene con un cántaro sobre la cabeza y con uno en la mano. No ve de pronto a Jesús y grita: "Así lo hago más pronto. María está tristísima porque sus flores se mueren de sed. Son todavía las de José y las de Jesús, y parece que le quitan el corazón al verlas fenecer."
"Pero ahora que me vea..." dice Jesús mostrándose detrás del grupo.
"¡Oh, Jesús mío! ¡Bendito seas! Se lo voy a decir..."
"¡No! Yo voy. ¡Dame los cántaros!"
"La puerta está solo entreabierta. María está en el huerto. ¡Oh! ¡Qué feliz será! ¡También esta mañana hablaba de Ti! Pero... ¡venir con este sol! ¡Estás todo sudado! ¿Vienes solo?"
"No, con mis amigos. Me les adelanté, para ver primero a Mamá. ¿Y Judas?"
"Está en Cafarnaum. Va frecuentemente..." No añade más María. Sonríe mientras con su velo seca el rostro bañado de Jesús.
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
Los cántaros están llenos. Jesús se pone dos al hombre con su cinturón y lleva otro en la mano. Se va, da vuelta, llega a la casa, empuja la puerta, entra a la habitacioncilla que parece oscura por el sol de fuera. Despacio separa la manta que separa la puerta del huerto y mira. María, de pie está cerca de un rosal con la espalda vuelta a la casa, y le dan compasión las plantas sedientas. Jesús pone los cántaros en tierra, pero el bronce suena al chocar contra la tierra.
"¿Eres tú, María?" dice la Madre sin volverse. "¡Ven, ven, mira este rosal! Y estos pobre lirios. Todos morirán, si no se les socorre. Trae también cañas para sostener este tronco que se cae."
"Todo te lo traigo, Mamá."
María se vuelve al punto. Por un momento queda con los ojos abiertos, luego con un grito corre con los brazos extendidos hacia su Hijo, que abiertos los tiene y la espera con una sonrisa que es todo amor.
"¡Hijo mío!"
"¡Mamá! ¡Mamá!"
La expansión es larga, delicada. María es tan feliz que no ve, no siente qué acalorado está Jesús. Pero poco después lo nota: "¿Por qué Hijo a estas horas? Estás colorado y sudas como una esponja. Ven, ven adentro. que la Mamá te seque y te refresque. Ahorita te traigo un vestido nuevo y sandalias limpias. pero... ¡Hijo! ¡Hijo! ¿Por qué caminas con este sol?... Las plantas mueren de calor y ¡Tú, flor mía, andas caminando!"
JESÚS Y MARÍA EN COLOQUIO ÍNTIMO
"Para venir primero contigo, Mamá."
"¡Oh querido! ¿Tienes sed? ¡Cierto que la tendrás! Ahora te preparo..."
"Sí, con tu beso, Mamá. Con tus caricias. Déjame estar aquí, con mi cabeza en tu espalda, como cuando era pequeñín. ¡Oh, Mamá! ¡Qué falta me haces!"
"Pero dime que vaya, Hijo mío, e iré. ¿Qué cosa te ha faltado con mi ausencia? Lo que te gustaba comer?... ¿Vestidos lavados?... ¿cama bien hecha? ¡Oh, dime, Alegría mía, que te falto! Tu sierva, oh Señor mí, tratará de proveerlo."
"Ninguna otra cosa que no fueses Tú..."
Jesús que ha entrado cogido de la mano de su Madre y que se ha sentado en el banco que está junto a la pared, tiene frente a Sí a María que lo rodea con sus brazos y que tiene la cabeza contra el corazón, y la besa y la mira atentamente.
"Deja que te mire, que mi mirada se llene de Ti, santa Madre mía."
"Primero el vestido. Hace mal estar así sudado. Ven."
Jesús obedece. Cuando regresa con un vestido nuevo, el coloquio torna, suave.
JESÚS HABLA DE LA MATANZA DE HERODES Y DE
LOS PASTORES PERSEGUIDOS
"Venía con discípulos y amigos pero los dejé en el bosque de Melca. Mañana al amanecer, vendrán. Yo... no podía esperar más. ¡Mi Mamá...!" y le besa las manos. "María de Alfeo se ha ido para dejarnos solos. Ella también ha comprendido mi sed de ti. mañana... mañana tú te deberás a mis amigos y Yo a los nazarenos. Pero esta tarde tú eres la Amiga mía, y Yo el Tuyo. Te los traje... ¡oh Mamá! Encontré a los pastores de Belén. Dos de los que traigo son huérfanos. También te traje uno que tiene necesidad de ti para vencerse. Y a otro que es un justo y que ha llorado. Luego a Juan... Te traigo los recuerdos de Elías, Isaac, Tobías (ahora Matías), Juan y Santiago y de Jonás el más desgraciado. Te llevaré con él. Se lo prometí. Buscaré los otros. Samuel y José están en la paz de Dios."
¿Estuviste en Belén?"
"Sí, Mamá. Llevé los discípulos que tenía. Y te traje estas florecitas nacidas entre las piedras de la entrada."
"¡Oh!" María toma los tallos secos y los besa." "¿Y Anna?"
"Murió en la matanza de Herodes."
"¡Oh! ¡Desgraciada! ¡Tanto que te quería!"
"Los Betlemitas han sufrido mucho. No han sido justos con los pastores, por lo mucho que ha sufrido."
"Pero... contigo ¿se portaron bien?"
"Sí, por eso se les tiene compasión. Satanás está envidioso de su bondad y los empuja hacia el mal. También estuve en Hebrón. Los pastores, perseguidos..."
"¡Oh! ¿Hasta ese punto?"
"Sí. Zacarías los ayudó y por él tuvieron amo y pan, aunque eran duros. Pero son almas justas, y con las persecuciones y heridas se han hecho piedras santas. Los he juntado. Curé a Isaac y... di mi nombre a un pequeñuelo. En Yutta, donde Isaac moría y de donde se levantó, hay un grupo inocente que se llama María, José y Yesai..."
"¡Oh! ¡Tú nombre!"
"Y el tuyo y el del justo. En Keriot, patria de un discípulo, murió un israelita fiel sobre mi pecho, por la alegría de haberme tenido... Y después... ¡Oh! cuántas cosas tengo que contarte, ¡Amiga mí, querida Mamá! Ante todo te pido, te ruego que tengas mucha piedad con los que mañana vendrán. Escucha: me aman... pero no son del todo perfecto... Tú, Maestra en virtud... ¡Oh! ¡Mamá! ayúdame a hacerlos buenos...Yo quisiera salvar a todos..." Jesús ha caído a los pies de María. Ahora ella aparece en su majestad de Madre.
"¡Hijo, mío! ¡Qué quieres que pueda hacer la Mamá más que Tú?"
LA NECESIDAD DE MARÍA EN LA EVANGELIZACIÓN
Y EN EL APOSTOLADO
"Santifícalos... Tu virtud santifica. A propósito te los he traído, Mamá... un día te diré: "Ven" porque entonces habrá necesidad de santificar los espíritus, para que encuentre en ellos la voluntad de redención. Yo solo no podré... Tu silencio será tan bueno como mis palabras. Tu pureza ayudará mi poder. Tu presencia tendrá lejos a Satanás... y tu Hijo, Mamá, encontrará fuerzas al saber que estás cerca. vendrá, ¿no es verdad que vendrás, dulce Madre mía?"
"¡Jesús! ¡Querido Hijo!... No te siento feliz... ¿Qué tienes, criatura de mi corazón? ¿Fue duro el mundo contigo?... ¿No?... ¡Me consuelo al creerlo... pero... ¡Oh, sí, iré! A dónde Tú quieras. Como Tú quieras. Cuando Tú quieras... Ahora mismo bajo el sol, bajo las estrellas; en el hielo o entre chubascos. ¿Me quieres? ¡Heme aquí!"
"No. Ahora, no. Pero un día... ¡Cómo es dulce la casa y tus caricias! Déjame dormir así, con mi cabeza en tus rodillas. ¡Estoy muy cansado! Siempre soy tu hijito..." y Jesús se duerme realmente, cansado y fatigado, sentado sobre la estera, con la cabeza reclinada sobre las rodillas de la Madre que feliz lo acaricia en la cabellera.
II. 539-546
A. M. D. G.