LECCIÓN A LOS DISCÍPULOS CON MARÍA
SANTÍSIMA EN EL HUERTO DE NAZARET
#La formación apostólica se puede comparar con la naturaleza que nos rodea
#Se puede comparar la formación apostólica a la tempestad
#La hostilidad de un padre que no cree en el Mesías a la vocación del hijo que busca la verdad
#Cristianismo, religión perfecta, eterna, divina.
Jesús sale al huerto que aparece empapado completamente con el temporal del día anterior. Ve a su Madre, que inclinada mira las plantitas. La saluda y se acerca. ¡Cuán dulce es el beso que se dan! Jesús le pasa el brazo izquierdo por la espalda, la atrae y la besa en la frente, cerca de los cabellos, luego baja su cabeza para que su Madre le bese en la mejilla. Pero lo que completa la delicadeza de ello es la mirada que acompaña el beso. El de Jesús henchido de amor, amén de majestuoso y protector; el de María, todo veneración, pese a que no es más que amor. Cuando se besan, parece que el mayor en edad sea Jesús, y que María sea una hija joven a quien el padre, o el hermano mayor, da el beso matinal.
"¿Les hicieron mal a tus flores, el granizo de ayer tarde y el viento de la noche?" pregunta Jesús.
Ningún daño, Maestro. Tan sólo desarreglaron sus corolas" antes que María lo hiciera, responde la voz un poco ronca de Pedro.
Jesús levanta la cabeza y ve a Simón Pedro que, con la túnica corta, trabaja en levantar las ramas encorvadas de la higuera.
"¿Estás ya trabajando?"
"¡Eh! Nosotros los pescadores dormimos como los peces: a cualquier hora, en cualquier lugar, cuando nos dejan descansar. Y se acostumbra uno. Esta mañana al amanecer, oí que rechinaba la puerta y me dije: "Simón, se ha levantado Ella. ¡Apúrate! ¡Ve con tus manazas a ayudarle!" Me imaginaba que pensaría en sus flores azotadas por el viento toda la noche. Y no me equivoqué. ¡Eh! ¡Conozco a las mujeres!... También mi mujer se revuelve en la cama como un pescado en la red, cuando hay tempestad, y... piensa en sus plantas... ¡Pobrecita! Algunas veces le digo: "Te apuesto a que te revuelves menos cuando tu Simón es agitado como una paja en el lago". Más... soy injusto, porque es una buena mujer. Ni parece que tenga una madre tan... Bien. ¡Cállate, Pedro! No hay razón de esto. No conviene murmurar y hacer saber imprudentemente lo que es mejor callar... Ve, Maestro que también en mi cabeza de borriquillo ha entrado tu palabra."
Jesús con una sonrisa le responde: "Allá tú que lo dices porque quieres. Por mi parte no tengo más que admirar tu experiencia de hortelano."
"Ya ha ligado las ramas de las vides que se habían caído, hasta ha apuntalado aquella que está muy cargada, y ha pasado un cordel debajo de ese granado que creció por un solo lado."
"¡De veras! Parece un viejo fariseo. No se inclina más que hacia donde le conviene. Lo he tratado como si fuese una vela y le he dicho: "No sabes que lo justo está en el medio?... Ven aquí, testarudo, sino te rompes con tanto peso". Ahora estoy detrás de esta higuera, más bien por egoísmo. Pienso en el hambre de todos: ¡Higos frescos y pan caliente! ¡Ah! ¡Ni siquiera Antipas, ha tenido una comida tan sabrosa! Pero conviene ir despacio, porque la higuera tiene ramitas tiernas como el corazón de una jovencilla cuando pronuncia su primera palabra de amor; yo peso mucho, y los higos mejores están en lo alto. Se han secado con los primeros rayos de este sol. Deberán estar sabrosísimos. ¡Eh tú muchacho! No me estés tan sólo mirando. ¡Despiértate! ¡Dame esa canasta!"
Juan que ha salido del cuarto de carpintería obedece y sube también en la frondosa higuera. Cuando bajan los dos pescadores, han salido del mismo cuarto, Simón Zelote, José y Judas Iscariote. No veo más.
María trae panecillos y Pedro con el cuchillo
los abre y coloca encima higos
María trae pan fresco: panecillos oscuros y redondos, y Pedro, con su cuchillo los abre y sobre ellos parte los higos. Ofrece primero a Jesús, luego a María y después a los demás. Comen con gusto en el huerto fresco y hermoso de un sol matinal sereno, debido también a la lluvia del día anterior que ha lavado el aire. Pedro dice: "Es viernes... Maestro, mañana es sábado..."
"¿Has hecho algún descubrimiento?" observa el Iscariote.
"¡No! Pero el Maestro sabe lo que quiero decir..."
"Lo sé. Esta tarde iremos al lago, donde dejaste la barca, y navegaremos a Cafarnaum. Mañana allí hablaré."
Pedro está que no cabe.
Entran en grupo Tomás, Andrés, Santiago, Felipe, Bartolomé y Judas Tadeo, que durmieron ciertamente en otra parte. Se saludan. Jesús dice: "Permanezcamos unidos aquí. Así también habrá un nuevo discípulo. Ven, Mamá."
Se sientan, quién sobre una piedra, quién sobre una pequeña silla y forman un círculo alrededor de Jesús que se ha sentado en el banco de piedra que da a la casa. A su lado está su Madre y a sus pies, Juan, que ha querido estar en tierra con tal de tenerlo cerca. Jesús habla, despacio, majestuosamente como siempre.
LA FORMACIÓN APOSTÓLICA SE PUEDE COMPARAR
CON LA NATURALEZA QUE NOS RODEA
"¿Con qué parangonaré la formación apostólica?... Con la naturaleza que nos rodea. Veis. La tierra en el invierno parece muerta. Pero dentro de ella están las semillas que trabajan y las linfas que se nutren de savia, se depositan en selvas subterráneas, si así se pudiera llamar a las raíces, para tener después mucha abundancia de ellas en la parte superior cuando sea el tiempo de florecer. También a vosotros se os puede comparar con esta tierra invernal: seca, despojada, fea. Pero sobre vosotros ha pasado el sembrador y ha echado una semilla. Cerca de vosotros ha pasado el Labrador y ha aflojado la tierra dura alrededor de vuestro tronco, que es duro y áspero como ella, para que llegue a las raíces alimento de las nubes y del aire, y lo robustezcan para cuando dé sus frutos. Y vosotros habéis recogido la semilla y el trabajo, porque hay buena voluntad de fructificar en la obra de Dios.
LA FORMACIÓN APOSTÓLICA SE PUEDE COMPARAR
A LA TEMPESTAD
Se puede comparar la formación apostólica a la tempestad que azotó y dobló lo que encontró a su paso, y que pudo haber parecido una fuerza inútil. Pero ved cuánto bien ha hecho. Hoy el aire está más puro, nuevo, sin polvo y sin el calor sofocante. El sol es el mismo de ayer, pero no tiene más esa fuerza que parecía fiebre, porque nos llega a través de estratos purificados y frescos. A las hierbas y a las plantas se les ayuda como a los hombres, porque la limpieza, la calma son cosas que sirven. También los contrastes son buenos para llegar a un conocimiento exacto y a un mayor entendimiento. De otro modo no habría sido más que una desgracia. ¿Y qué cosa son los contrastes sino los temporales que provocan las nubes de diversos tipos? Y... ¿no acaso estas nubes se acumulan poco a poco en los corazones con vapores inútiles, con pequeños celos, con humeante soberbia?... Después llega el viento de la gracia y las une, para que descarguen todos sus malos humores y venga la calma.
LA FORMACIÓN APOSTÓLICA ES SEMEJANTE
AL TRABAJO QUE PEDRO HACÍA ESTA MAÑANA
PARA DAR ALEGRÍA A MI MADRE...
También la formación apostólica es semejante al trabajo que Pedro hacía esta mañana para dar alegría a mi Madre, esto es enderezar, ligar, sostener, o también desatar, según los casos y la necesidad, para hacer de vosotros "los fuertes" en el servicio de Dios. Enderezar las ideas equivocadas, ligar las fuerzas carnales, sostener las debilidades, cortar, según la necesidad, las inclinaciones, despojarse de la esclavitud y de la timidez. Vosotros debéis ser libres y fuertes. Como águilas que abandonando el picacho donde nacieron, se remontan en el aire siempre más arriba. El servicio de Dios es el vuelo. Las afecciones son los picachos.
La hostilidad de un padre, que no cree en el Mesías,
a la vocación del hijo que busca la verdad
Uno de vosotros está triste hoy porque su padre se acerca a la muerte y se acerca con el corazón cerrado a la verdad y al hijo que la sigue. Más que cerrado: hostil. Todavía no le ha dicho lo peor: "¡Lárgate!" de lo que ayer hablaba Yo, proclamándose más que Dios. Pero su corazón cerrado y sus labios cosidos no son capaces ni de decir siquiera: "Sigue la voz que te llama". Ni el hijo ni Yo pretenderíamos que dijese con sus labios: "Ven y que contigo venga el Maestro. Y Dios sea bendito por haber escogido en mi casa un siervo para Sí, y con ello da vida a un parentesco mucho más sublime que el de la sangre con el Verbo del Señor". Pero por lo menos Yo, por bien suyo, y el hijo todavía por un motivo mayor, no querríamos oír de sus labios palabras de enemigo.
Que no llore este hijo. Que sepa que en Mí no existe rencor ni desprecio por su padre, sino tan sólo piedad. He venido a estarme unos pocos días, a pesar de que conozco la inutilidad de ello, pues no querría que un día este hijo me dijese: "¡Oh! ¿Por qué no viniste?" Vine, para darle a entender que todo es inútil cuando el corazón se cierra dentro del odio. Vine también, para consolar a una buena mujer que sufre ante esta disensión de la familia, como sufriría con el cuchillo que le quitase pedazos de carne. Pero tanto el hijo como esta buena mujer sepan que no respondo con odio al odio. Respeto la sinceridad del viejo creyente que es leal, aun cuando tiene una fe desviada, a lo que fue su religión hasta el momento. Hay muchos así en Israel... Por esto os digo: Los paganos me aceptarán más que los hijos de Abraham. El género humano ha corrompido la idea del Salvador y ha rebajado la realeza sobrenatural a una pobre idea de soberanía humana. Debo de aserrar la dura corteza del hebraísmo, penetrar y romper para llegar al fondo y llevarle la fecundación de la Nueva Ley, allá en donde está su alma.
CRISTIANISMO RELIGIÓN PERFECTA, ETERNA, DIVINA.
¡Oh! ¡Qué diferente! Israel creció alrededor del núcleo vital de la Ley del Sinaí y se ha convertido en un fruto monstruoso de pulpa con capas siempre más fibrosas y duras, protegidas por fuera con una corteza resistentísima que no permite penetración alguna, ni aun para echar fuera la semilla, pues el Eterno juzga que ha llegado el momento en que el hebraísmo forme una nueva planta de la fe en el Dios Trino y Uno. Yo, para hacer que la voluntad de Dios se cumpla y el hebraísmo se convierta en cristianismo, debo cortar, perforar, penetrar, hacer camino hasta el núcleo, calentarlo con mi amor para que se estimule, se agrande, germine, crezca, crezca, crezca y se convierta en la planta poderosa del Cristianismo, religión perfecta, eterna, divina.
En verdad os digo que al hebraísmo sólo en el uno por ciento se le podrá perforar. Por ello no considero réprobo a ese israelita que no me ama y que no querría darme al hijo.
Más que el padre, la madre y los hermanos, es Dios.
He venido a unir no según la tierra, la carne
ni la sangre, sino según el espíritu y el cielo.
Así, pues, digo al hijo: No llores por la carne y la sangre que sufren al sentir que la carne y la sangre de quien te engendró te rechazan. También te digo: No llores ni siquiera por el alma. Tu sufrimiento trabaja más que cualquier otra cosa en favor de la tuya y de la de él, de la de tu padre que no comprende ni ve. Añado aún más: No te formes remordimientos porque hayas querido ser más de Dios que de tu padre. A todos digo: Más que el padre, la madre y los hermanos, es Dios. He venido a unir no según la tierra, la carne ni la sangre, sino según el espíritu y el cielo. Por esto debo separar la carne y la sangre para llevarme conmigo los corazones, ya desde la tierra, aptos para el cielo, para que sean siervos de Dios.
Por esto he venido a llamar los "fuertes" y hacerlos todavía más fuertes, porque de "fuertes" está hecho mi ejército de mansos. No llores, primo. Tu dolor, te lo aseguro, habla a Dios en favor de tu padre y de tus hermanos más que cualquier palabra, no sólo tuya, sino también mía. Créeme, no entra la palabra donde el preconcepto forma una barrera. Pero la gracia sí.
CUANDO OS LLAMO PARA DIOS NO HAY UN OBEDECER
MAYOR QUE ESTE.
ES NECESARIO OBEDECER SIN PARARSE SIQUIERA A
CALCULAR CUÁNTO Y CÓMO REACCIONARÁN LOS DEMÁS
CON NUESTRO IR A DIOS.
NI SIQUIERA DETENERSE A SEPULTAR A SU PADRE.
En verdad os digo que cuando os llamo para Dios no hay un obedecer mayor que éste. Y es necesario obedecer sin pararse siquiera a calcular cuánto y cómo reaccionarán los demás con nuestro ir a Dios. Ni siquiera detenerse a sepultar a su padre. Recibiréis premio por este heroísmo, y premio no tan sólo para vosotros, sino también para aquellos de los que os separáis con un gemido en el corazón, y cuya palabra frecuentemente os hiere más que una bofetada, porque os acusa de ser hijos ingratos y os maldice, en su egoísmo, como a rebeldes. ¡No! ¡No! No rebeldes. Santos.
Los primeros enemigos de los que son llamados son los familiares. Pero es menester saber distinguir entre amor y amor, y a aprender a amar sobrenaturalmente. Esto es, amar más al dueño. Amar a los padres en Dios, pero no más que a Dios."
Jesús calla, se dirige al primo, que con la cabeza inclinada, a duras penas contiene el llanto. Lo acaricia.
"Judas... Yo he dejado a mi Madre para seguir mi misión. Que esto te quite cualquier duda de tu sinceridad en el obrar. Si no hubiese sido un acto bueno ¿se lo habría Yo hecho a mi Madre, que fuera de Mí, no tiene a otro?"
Judas se pasa la mano de Jesús sobre la cara y asiente con la cabeza, pero no puede decir nada.
Vamos a llevar al viejo este hermoso racimo
de uvas de oro. Que no crea que lo olvido
y que soy su enemigo
"Vamos los dos solos, como cuando éramos pequeños, y Alfeo decía que Yo era el más juicioso muchacho de Nazaret. Vamos a llevar al viejo este hermoso racimo de uvas de oro. Que no crea que lo olvido y que soy su enemigo. También tu madre y Santiago se alegrarán. Les diré que mañana estaré en Cafarnaum y que su hijo es todo para él. Sabes, los viejos son como los niños: celosos y suspicaces de que se les olvide. Es necesario compadecerlos..."
Jesús se va dejando en el huerto enmudecidos a los discípulos ante la revelación de un dolor y de una incompatibilidad entre un padre y un hijo por causa suya. María ha acompañado a su hijo hasta la puerta y torna suspirando de dolor.
II. 560-565
A. M. D. G.