SANTIAGO DE ALFEO ES RECIBIDO 

ENTRE LOS DISCÍPULOS. 

 

JESÚS PREDICA CERCA DEL BANCO DE 

MATEO

 


 

#Jesús saluda a sus primos Judas y Santiago   

#Santiago es recibido por Jesús por discípulo suyo   

#Jesús se ofrece a Pedro a llevar el pescado para que sea tasado por el alcabalero Mateo   

#Parábola:El mundo se puede comparar con una gran familia   

#El oro, las riquezas. El uso que se les debe dar   

#existe una moneda que cambia el dinero injusto en valores que son reconocidos en el Reino de los Cielos.   

#Cuál es la señal que nos indica que existe sincero arrepentimiento   

#Jesús va a ver a su tía María de Alfeo   

#Pide María de Alfeo un milagro para su esposo... Jesús le dice: "No puedo" ... de no poder por decreto eterno   

#No es razonable que la familia en que vive un santo, esté libre de las desventuras inevitables de la vida. la muerte de Alfeo te liberta de los deberes conyugales y te eleva a la sublimidad mística de un sacerdocio femenino, muy necesario cerca del altar de la Gran Víctima y cerca de tantos paganos que doblarán su corazón ante el santo heroísmo de las mujeres discípulas, que no ante el de los discípulos.

 


 

JESÚS SALUDA A SUS PRIMOS JUDAS Y SANTIAGO

 

Es una mañana de mercado en Cafarnaum. La plaza está llena de vendedores de toda clase de mercancías. A ella, Jesús llega viniendo del lago y ve que vienen a su encuentro sus primos Judas y Santiago. Se apresura a su vez, y después de abrazarlos con cariño, pregunta ansioso: "Vuestro padre... ¿qué pasó?"

"Nada de nuevo por lo que se refiere a su salud" responde Judas.

"Y entonces ¿a qué viniste?... Te había dicho que te quedaras."

Judas baja la cabeza y calla. Pero el que se expansiona es Santiago que dice: "Por mi culpa él no te obedeció. Sí. Por culpa mía. Pero no puedo soportar más. Todos en contra... Y ¿por qué? ¿Hago mal acaso en amarte? ¿lo hacemos acaso? hasta aquí un escrúpulo del mal me había detenido, pero ahora que sé, ahora que has dicho que sobre Dios no hay nadie, ni el padre, ya no pude soportar. ¡Oh! Traté de ser respetuoso, de hacer entender razones, de corregir las ideas. Dije: "¿Por qué me combatís? Si es el Profeta, si es el Mesías... ¿Por qué queréis que el mundo diga: 'Su familia no lo quería. Cuando todos lo seguían, ella no lo hizo'? Porque si fuera el infeliz que vosotros decís, ¿no debemos nosotros los de su familia, estar cerca de su demencia, para impedirle que se dañe o que nos dañe?" ¡Oh! Jesús, de este modo hablaba yo, para discutir humanamente como ellos razonaban. Pero tú sabes que Judas y yo no creemos que estés loco, Tú sabes que en ti vemos al Santo de Dios. Tú sabes que siempre te hemos considerado como a nuestra Estrella Mayor. Pero no nos han querido comprender. Ni siquiera nos han querido escuchar. Y me he venido. Entre la elección de Jesús o la familia, te he escogido. Heme aquí, pues, si me quieres. Si no, seré entonces el hombre más infeliz porque no tendré nada: Ni tu amistad, ni el amor de la familia."

 

SANTIAGO ES RECIBIDO POR JESÚS POR DISCÍPULO SUYO

 

"¿Resuelto? ... ¡Oh! Santiago mío, mi pobre Santiago. ¡No hubiera querido verte sufrir así, porque te amo! Pero si el Jesús Hombre llora contigo, el Jesús-Verbo se regocija por ti. ¡Ven! Estoy cierto que la alegría de ser portador de Dios entre los hombres aumentará de día en día tu gozo hasta llegar al éxtasis completo en la última hora de la tierra, y en la eterna del cielo."

Jesús se vuelve y llama a sus discípulos que prudentemente se habían mantenido retirados unos cuantos metros.

"Venid amigos. Mi primo Santiago desde ahora es de mis amigos y por esto, amigo vuestro. ¡Cuánto he deseado esta hora, este día para él, mi amigo perfecto de infancia, mi buen hermano de juventud!"

Los discípulos alegres dan la bienvenida a Santiago y a Judas que hacia días no miraban.

"Te habíamos buscado en casa... estabas en el lago."

"Sí, en el lago por dos días con Pedro y los demás. Pedro ha tenido una buena pesca ¿Verdad?"

"Sí y ahora esto me desagrada porque deberé entregar más dracmas a aquel ladrón..." y señala al alcabalero Mateo cuyo banco está rodeado de gente que paga por la tierra o por los frutos.

"Será todo en proporción, digo. Más pescados, más pagas, pero también más ganancias."

"No, Maestro. Más pesco, más gano. Pero si hago cálculos después de la pesca, ese de allá, me hace pagar no el doble sino el cuádruplo... ¡Chacal!"

"¡Pedro! Acerquémonos a él. Quiero hablar. Hay gente siempre cerca del banco de la alcabala."

 

JESÚS SE OFRECE A PEDRO A LLEVAR EL PESCADO 

PARA QUE SEA TASADO POR EL ALCABALERO MATEO

 

"¡Ya lo creo!" refunfuña Pedro. "Gente y maldiciones."

"Pues bien, iré Yo a introducir bendiciones. Quién sabe si entre un poco de honradez en el alcabalero."

"¡Puedes estar tranquilo que tu palabra no entrará en esa piel de cocodrilo!"

"¡Veremos!"

"¿Qué le vas a decir?"

"Directamente, nada. Pero hablaré en tal forma que sirva también para él."

"Dirás que es un ladrón tan grande el que asalta en las calles, como quien despelleja a los pobres que trabajan por tener pan, no por mujeres ni ebriedades..."

"¿Pedro, quieres hablar tú por mí?"

"No, Maestro, no sabría hacerlo bien."

"Y con el vinagre que tienes dentro, te harías mal a ti y a él."

Han llegado cerca del banco de la alcabala. Pedro hace por pagar. Jesús lo detiene y le dice: "Dame las monedas, hoy pago Yo." Pedro lo mira sorprendido y le entrega una bolsa de cuero con el dinero.

Jesús espera su turno y cuando está enfrente del alcabalero dice: "Pago por ocho canastos de Simón de Jonás. Allí están los canastos, a los pies de los trabajadores. Verifica si quieres, pero entre honrados basta sólo la palabra. Y creo que me tienes por tal. ¿Cuánta es la tasa?"

Mateo, que estaba sentado en su banco, en el momento en que Jesús dijo: "Creo que como a tal me tienes" se pone de pie. Bajo de estatura y ya un poco viejo, más o menos como Pedro, muestra con todo una cara cansada de alegrías y una vergüenza completa. Tiene al principio la cabeza inclinada, después la levanta y mira a Jesús, que también lo mira atenta y seriamente como dominándolo con su imponente estatura.

"¿Cuánto?" torna Jesús a preguntar.

"No hay tasa para el discípulo del Maestro" responde Mateo, y en voz baja, añade: "Ruega por mi alma."

"La llevo conmigo porque recojo la de los pecadores. Pero tú... ¿por qué no la curas?" y Jesús al punto vuelve las espaldas para ir a Pedro que está empapado de admiración. También los otros están. Hablan en voz baja, o lo hacen con los ojos.

Jesús recargado a un árbol, a unos diez metros de Mateo, empieza a hablar.

 

PARÁBOLA: EL MUNDO ES COMO UNA GRAN FAMILIA

 

"El mundo se puede comparar con una gran familia cuyos miembros desempeñan quehaceres diversos y todos son necesarios. Hay agricultores, pastores, viñadores, carpinteros, pescadores, albañiles, leñadores, herreros, escribanos, soldados, oficiales destinados a especiales funciones, médicos, sacerdotes, de todo hay. El mundo no podría componerse de una sola clase. Todas las profesiones son necesarias, todas santas, si todos hacen lo que deben, con honradez y justicia. ¿Cómo se puede llegar a esto si Satanás tienta por todas partes? Si se piensa en Dios que todo lo ve, aun las obras ocultas, y en su ley que dice: "Ama a tu prójimo como te amas tú mismo, no hagas a otro lo que no querrías que se te hiciese; no robar de ningún modo".

 

EL ORO, LAS RIQUEZAS

 

EL USO QUE SE LES DEBE DAR

 

Decidme vosotros que me estáis escuchando: Cuando muere uno, ¿se lleva acaso su dinero?... y cuando alguien fuese tan necio de querer tenerlo en el sepulcro, ¿puede usarlo en la otra vida? ¡No! El dinero se convierte en metal mohoso al contacto de la corrupción de un cuerpo descompuesto. Y su alma estaría en otra parte desnuda, más pobre que el bienaventurado Job, sin tener ni siquiera un céntimo, aun cuando aquí o en la tumba hubiese dejado millones y millones. Antes bien, ¡escuchad, escuchad! En verdad os digo que difícilmente se conquista el Cielo con riquezas, sino más bien y casi siempre se pierde con ellas, aún cuando fueren riquezas que se hubiesen adquirido honestamente, bien por herencia, bien por ganancias. Porque pocos son los ricos que saben justamente usar de ellas.

Entonces... ¿qué se necesita para tener este cielo bendito, este descansar en el seno del Padre?... Es menester no tener sed de riquezas. En el sentido de no quererlas tener a cualquier precio, aun faltando a la honradez y amor. En el sentido de que, si tienen, no se les ame más que al cielo y que al prójimo, y se niegue la caridad al que tuviere necesidad. No tener sed en el sentido de que puedan proporcionar mujeres, placeres, banquetes, vestiduras suntuosas que son una bofetada para el que tiene frío y hambre. Existe, existe una moneda que cambia el dinero injusto en valores que son reconocidos en el Reino de los Cielos. Es la santa astucia de hacer de las riquezas humanas, frecuentemente injustas o causa de injusticia, riquezas eternas. En otras palabras, ganar con honradez, devolver lo que injustamente se obtuvo, usar de los bienes con parsimonia y despego, saberse separar de ellas, porque antes o después ellas nos dejan y pensar por otra parte que el bien llevado a cabo jamás nos abandona.

 

CUÁL ES LA SEÑAL QUE NOS INDICA QUE EXISTE 

SINCERO ARREPENTIMIENTO

 

A todos nos gustaría ser "justos" y como tales ser tenidos y que Dios nos premie como a tales. Pero... ¿cómo puede Dios premiar a quien tan sólo tiene el nombre de justo?... pero ¿no las obras? ¿Cómo puede decir: "Te perdono" si ve que el arrepentimiento es tan sólo de palabra y que no va acompañado de un verdadero cambio de espíritu? No hay arrepentimiento mientras dure el deseo por el objeto que pecamos. Pero cuando uno se humilla, cuando uno se corta la parte moral de una mala pasión, digamos mujer u oro y dice uno: "Por Ti Señor y no por esto", entonces, sí, realmente está arrepentido. Dios lo recoge con estas palabras: "Ven, te quiero como a un inocente y como a un héroe".·

Jesús ha terminado. Se va sin siquiera voltear a donde está Mateo, que se acercó al círculo de los oyentes, desde las primeras palabras.

Cuando están cerca de la casa de Pedro, su mujer corre al encuentro de su marido para decirle algo. Pedro hace señas a Jesús de que se el acerque. "Esta la madre de Judas y de Santiago. Quiere hablar contigo, pero no quiere que la vean. ¿Cómo hacemos?"

"Bien. Yo entro en casa como para descansar y vosotros id a distribuir las limosnas entre los pobres. Ten también el dinero de la tasa que no quiso. Vete." Jesús hace señal a todos de que se vayan, mientras Pedro les habla de que vengan juntos.

 

JESÚS VA A VER A SU TÍA MARÍA DE ALFEO

 

"¿Dónde está la mamá, mujer?" pregunta Jesús a la mujer de Pedro.

"En la terraza, Maestro. Allí hay sombra y está fresco. Sube también Tú. Allí se está mejor que en otra parte de la casa."

Jesús sube por la escalera. En un ángulo bajo el viñedo, sentada en un banquillo cercano a la baranda, vestida todo de oscuro, con el velo en la cara, está María de Alfeo. Llora quedito, sin hacer ruido. Jesús la llama: "María! ¡Amada tía!" Levanta ella su pobre cara angustiada y extiende las manos: "¡Jesús! ¡Traigo un gran dolor en el corazón!"

Jesús está cerca de ella. Le hace que siga sentada. El sigue de pie con su manto todavía echado en el hombro. Pone una mano en la espalda de su tía y la otra en las manos de ella, y le dice: "¿Qué te pasa? ¿por qué lloras tanto?"

"¡Oh Jesús! Escapé de casa diciendo: "Voy a Caná a buscar vino y huevos para el enfermo". En casa está tu Madre que cuida como sólo Ella sabe hacerlo, y estoy tranquila. Pero en realidad vine aquí. He corrido durante dos noches para llegar aquí lo más pronto. Y no puedo más... pero el cansancio no importa. ¡Es el dolor del corazón que me hace mal!... Mi Alfeo... mis hijos... ¡Oh! ¿Por qué entre los de una misma sangre hay tanta diferencia, y por qué esta es como dos piedras de una máquina, que muelen el corazón de una madre?... ¿Están contigo Judas y Santiago?...¿Sí?... Entonces sabe, ¡oh Jesús!... Mi Alfeo ¿por qué no comprende?... ¿Por qué se muere?... ¿Por qué quiere morir así?... ¿Y Simón y José? ¿Por qué, por qué están contra Ti y no contigo?"

"No llores, María. No les tengo rencor. Se lo dije también a Judas. Los entiendo y los compadezco. Si por esto lloras, no llores más."

"Lloro, sí, porque te ofenden. Por esto y luego, luego... porque no quiero que mi esposo muera como enemigo tuyo. Dios no lo perdonará... y yo... ¡oh! no lo tendré para siempre en la otra vida..." María realmente está angustiada. Gruesas lágrimas caen sobre su mano izquierda que Jesús ha soltado, la besa de cuando en cuando, y levanta su pobre cara destrozada.

"No" dice Jesús. "No, no digas así. Perdono. Y si perdono Yo..."

 

PIDE MARÍA DE ALFEO UN MILAGRO PARA SU ESPOSO...

JESÚS LE DICE: 

"NO PUEDO"...DE NO PODER POR DECRETO ETERNO

 

"¡Oh! ven Jesús. Ven a salvarle el alma y el cuerpo. Ve... empiezan a decir también para acusarte... ya empezaron a decir que has quitado dos hijos a un padre que muere, y lo dicen por Nazaret ¿entiendes?... y añaden: "Por todas partes hace milagros, pero en su casa, no puede hacerlos" y... como te defiendo diciendo: "¿Qué cosa puede hacer si lo habéis casi arrojado con vuestros reproches, si no creéis? ..."no me dejan en paz."

"Dijiste bien. Si no creéis, ¿qué puedo hacer donde no se cree?"

"¡Oh, Tú lo puedes todo! ¡Creo por todos! Ven. Haz un milagro... por tu pobre tía..."

"No puedo." Jesús al decir esto se ve que está tristísimo. De pie y apretando contra su pecho la cabeza de la que está llorando, parece como si confesase su impotencia a la naturaleza serena, que parece llamar como testigo de su pena de no poder por decreto eterno

La mujer llora más fuerte.

 

NO ES RAZONABLE QUE LA FAMILIA EN QUE VIVE 

UN SANTO, ESTÉ LIBRE DE LAS DESVENTURAS

INEVITABLES DE LA VIDA.

 

LA MUERTE DE ALFEO TE LIBERTA DE LOS DEBERES 

CONYUGALES Y TE ELEVA A LA SUBLIMIDAD MÍSTICA 

DE UN SACERDOCIO FEMENINO, 

MUY NECESARIO CERCA DEL ALTAR 

DE LA GRAN VÍCTIMA Y CERCA DE TANTOS PAGANOS QUE 

DOBLARÁN SU CORAZÓN ANTE EL SANTO HEROÍSMO 

DE LAS MUJERES DISCÍPULAS, 

QUE NO ANTE EL DE LOS DISCÍPULOS.

 

"Escucha, María. Se buena. Yo te juro que si pudiese, si conviniese hacerlo, lo haría. ¡Oh" obtendría del Padre esta gracia, por ti, por mi Madre, por Judas y Santiago y también, sí, también por Alfeo, José y Simón. Pero.. no puedo. Un gran dolor oprime tu corazón y no puedes entender la justicia del poder mío. Te la puedo decir, pero no la comprenderías. Cuando llegó la hora del tránsito de mi padre, y tu sabes si era justo y si mi Madre lo amaba... no lo devolví a la vida. No es razonable que la familia en que vive un santo, esté libre de las desventuras inevitables de la vida. Si así no fuese, debería Yo ser eterno en la tierra, y sin embargo pronto moriré, ni María, mi Santa Madre podrá arrebatarme de la muerte. No puedo. Lo que puedo es esto, y lo haré. " Jesús se ha sentado y ha tomado la cabeza de su tía: "Haré esto. Por este dolor tuyo, te prometo la paz a tu Alfeo. Que no estarás separada de él en la otra vida. Te doy mi palabra de que nuestra familia estará reunida en el cielo, toda junta en la eternidad... y que mientras Yo viva y también después infundiré siempre a mi querida tía tanta paz, tanta fuerza hasta convertirla en un apóstol para otras tantas mujeres, a las que tú como una de ellas, te les podrás fácilmente acercar. Serás mi amiga amada en este tiempo de evangelización. La muerte, no llores, la muerte de Alfeo te liberta de los deberes conyugales y te eleva a la sublimidad mística de un sacerdocio femenino, muy necesario cerca del altar de la Gran Víctima y cerca de tantos paganos que doblarán su corazón ante el santo heroísmo de las mujeres discípulas, que no ante el de los discípulos. ¡Oh! tu nombre será, querida tía, como una llama en el cielo cristiano... no llores más. Ve en paz. Fuerte, resignada y santa. Mi Madre... ha sido viuda antes que tú... y te consolará como sabe Ella. Ven. No quiero que partas sola bajo este sol. Pedro te acompañará con la barca hasta el Jordán y de allí a Nazaret en un borriquillo. Cálmate."

"Bendíceme, Jesús. Dame fuerzas, Tú."

"Sí, te bendigo y te beso, buena, tía." Y la besa tiernamente, y la retiene por un tiempo contra su pecho hasta que ve que se ha serenado.

II. 573-580

A. M. D. G.