JESÚS EN EL LAGO DE TIBERIADES

LECCIÓN A LOS DISCÍPULOS 

CERCA DE LA MISMA CIUDAD

 


 

DISPUTAN ENTRE UNAS BARQUICHUELAS DE RECREO EN LAS QUE SE ENCONTRABA MARÍA MAGDALENA  

SE ENTABLA UNA DISCUSIÓN ENTRE ISCARIOTE , SIMÓN Y PEDRO, SOBRE MARÍA MAGDALENA    

JESÚS HABLA A LOS DISCÍPULOS    

  ¿QUÉ SOIS? ¿QUÉ DEBÉIS SER? SOIS LA SAL DE LA TIERRA.  

  VOSOTROS SOIS, DEBÉIS SER, LA LUZ DEL MUNDO   

SI UNO SIENTE PODER SER FIEL -PERO NO SIENTE EN SÍ EL VALOR DEL APÓSTOL- QUE SE RETIRE. EL MUNDO PARA QUIEN LO AMA ES ANCHO... OFRECE TODAS LAS FLORES Y TODOS LOS FRUTOS... YO OFREZCO UNA SOLA COSA: LA SANTIDAD     

  ¿QUERÉIS PERMANECER CONMIGO? ¿OS SENTÍS CON FUERZAS PARA HACERLO? EXAMINAOS Y JUZGAD. ¿qUÉ DECÍS? ¿A QUIÉN TRAICIONAR? ¿A QUIÉN?. YO OS JURO QUE VENCERÉ   

YO OS ELIJO A ESTA SUERTE SUBLIME. ESTAR SIEMPRE ALERTAS Y PRONTOS. DEBÉIS SER FIELES AL DUEÑO QUE OS HA COLOCADO EN ESTE SERVICIO. NO SEÁIS INJUSTOS. NO SEÁIS FALSOS. PENSAD QUE EL ALMA PUEDE MORIR ANTES QUE EL CUERPO   

NO SEÁIS INJUSTOS CUAL CORREDORES DE CAMBIOS O DE ORADORES QUE LUCHAN POR DOS CLIENTES OPUESTOS. SED HUMILDES. EL MUNDO SE CONQUISTA CON ESTO. SED SINCEROS, SENCILLOS. SED ESPOSOS FIELES A DIOS EN VUESTRA VOCACIÓN. NO SEÁIS PAGANOS. NO SEÁIS INTRANSIGENTES. NO JUZGUÉIS. AMAD 

 


 

Jesús con todos los suyos -son 13 y El- van por el lago de Galilea, siete en cada barca. Jesús va en la de Pedro, la primera. Junto con Pedro están Simón, José y los dos primos. En la otra, los dos hijos de Zebedeo con Iscariote, Felipe, Tomás, Natanael y Mateo.

Las barcas se deslizan esbeltas, empujadas por un viento fresco boreal, que apenas si peina el agua con hilillos de espuma que simula un tul azul turquesa en el hermoso lago sereno. Las barcas van dejando dos estelas que prontamente se funden en un beso, confundiendo sus espumas alegres en una sola sonrisa de agua, pues las barcas van muy cerca, apenas si separadas unos dos metros.

De barca a barca se intercambian palabras y noticias. De esto colijo que los galileos ilustran y explican a los judíos los puntos del lago, su comercio, sus características, la distancia del lugar de partida al de llegada, o sea de Cafarnaún a Tiberíades. Las barcas no pescan, se les emplea tan solo para el transporte de pasajeros.

Jesús está sentado en la proa y se ve claramente que goza de la belleza que le rodea, del silencio, de todo ese cielo limpio, y de las aguas que rodean las riberas verdes, esparcidas por todos los poblados blancos. No pone atención a la conversación de los discípulos que están en la proa. Va recargado sobre un montón de velas, casi siempre con la cabeza inclinada sobre el espejo de zafiro que es el lago, como si estudiase el fondo y se interesase de cuanto vive en las transparentes aguas. Pero... quién sabe en que está pensando... Pedro le pregunta dos veces si el sol -que ya está en alto y cuyos rayos ya calientan aunque todavía no queman en la barca- le perturba: otra vez le dice si quiere también pan y queso como los demás. Pero Jesús no quiere nada, ni cosa que le defienda ni alimento. Y Pedro lo deja en paz.

 

DISPUTAN CON UNAS BARQUICHUELAS DE RECREO 

EN LAS QUE SE ENCUENTRA MARÍA MAGDALENA

 

Un grupo de barquichuelas de recreo, pequeñas, pero ricas de baldaquinos de púrpura y de mullidos cojines, se atraviesa por el camino que llevan las barcas de los pescadores. Estrépito, risas, perfumes pasan con ellas. Van ahí hermosas mujeres con alegres romanos y palestinenses. Más romanos, por lo menos no palestinenses, pues alguno será griego, lo deduzco de las palabras de un joven alto, delgado, moreno como una oliva madura, todo elegante con un vestido rojo, que en los bordes lleva un pesado adorno en greca, y va ceñido con un cinturón que es una obra maestra de artífice.

Dice: " ¿La Hélade es hermosa? Pero ni siquiera mi olímpica patria tiene este azul y estas flores. Y a la verdad, nada extraño es que las diosas la hayan abandonado para venir aquí. Arrojemos flores sobre las diosas, ¡que no griegas sino judías lo son...! Arrojémosles rosas..." y esparce sobre las mujeres que van en su barca, pétalos de espléndidas rosas; y avienta otras a la barca cercana.

Responde un romano: "¡Echa, echa, griego!  Pero Venus está conmigo. Yo no desfloro, yo recojo las rosas en esta hermosa boca. ¡Es más dulce!" y se inclina a besar la boca abierta y sonriente de María de Mágdala, que con la cabeza sobre las piernas del romano, va recostada sobre cojines.

Las barquichuelas están ya casi a punto de chocar contra las pesadas barcas, debido a la impericia de los bogadores o a una racha de viento. "Atentos, si queréis vivir" grita Pedro enfurecido mientras vira con un golpe de barra para evitar el choque. Insultos de hombres y gritos de espanto de mujeres van de barca en barca. Los romanos insultan a los galileos con: "Alejaos, perros judíos" Pedro y los otros galileos no dejan caer el insulto y Pedro especialmente, rojo como un gallo de pelea, de pie sobre el borde de la barca que se balancea, con las manos en la cintura, responde vivamente, y no perdona ni a romanos, ni a griegos, ni a hebreos ni hebreas. Antes bien a estas dedica un collar de apelativos honoríficos que dejo en la pluma. El altercado dura mientras la maraña de quillas y de remos no se deshace, y cada quien se va por su camino.

Jesús no cambió de posición. Se quedó sentado, ausente, sin miradas, ni palabras a las barcas ni a sus ocupantes. Apoyado sobre el codo, sigue mirando la lejana ribera como si nada sucediese. Le avientan también a El una flor. No sé quien haya sido, con seguridad una mujer, porque oigo una risilla femenina que acompañó el acto. Pero El... nada. La flor le pega casi en la cara y cae sobre las tablas para ir a quedar a los pies de Pedro que sigue hirviendo.

Cuando las barquichuelas se van ya alejando, veo que Magdalena se pone de pie, y sigue la señal que le hace una compañera de vicio, o sea que le señala con sus ojos espléndidos, el rostro sereno y lejano de Jesús. ¡Qué lejos del mundo ese rostro...!

 

ISCARIOTE PREGUNTA SI ES MARÍA MAGDALENA 

LA QUE VA EN LA BARCA

 

SE ENTABLA UNA DISCUSIÓN ENTRE ISCARIOTE, 

SIMÓN Y PEDRO

 

"Di Simón" dice el Iscariote "tú que eres judío como yo, responde. Aquella hermosísima rubia en las piernas del romano, que estaba de pie hace poco ¿no es la hermana de Lázaro de Betania?"

"Yo no sé nada" responde seco Simón Cananeo. "Hace poco que he tornado entre los vivos y aquella mujer es joven..."

"¡Espero que no me vayas a decir que no conoces a Lázaro de Betania! Sé bien que eres su amigo y que has estado allí con el Maestro."

"¿Y si eso fuese?"

 "Y puesto que así lo es, yo digo, que debes conocer también a la pecadora, que es la hermana de Lázaro. ¡También las tumbas la conocen! Diez años hace que está en la boca de todos. Apenas llegada a la pubertad empezó a ser ligera de cascos. Pero ¡desde hace cuatro años! No puedes ignorar el escándalo, aunque estuvieras en el "valle de los muertos". Toda Jerusalén habló de ella, y Lázaro se encerró entonces en Betania... hizo bien, por otra parte, nadie hubiera puesto un pie en su espléndido palacio de Sión a donde también ella iba y venía. Quiero decir: ninguno que fuese santo. En el campo se sabe... ¡Y luego... está por todas partes como si fuera su propia casa... ahora ciertamente está en Mágdala... se habrá encontrado un nuevo amor... ¿No respondes?... Puedes desmentirme?"

"No desmiento. Callo."

"Entonces, ¿ella es? ¡También tú la has conocido!"

"La conocí de pequeña y pura. La vuelvo a ver ahora... pero la reconozco. Impúdicamente refleja la cara de su madre, que era una santa."

"Y entonces ¿por qué querías casi negar, que tu amigo fuese su hermano?"

"Nuestras llagas y las de los que amamos, tratamos de tenerlas cubiertas. Sobre todo cuando uno es honrado."

Judas ríe forzado.

"Dices bien, Simón, y tú eres un hombre honrado" observa Pedro.

"¿Y tú la habías reconocido? Seguro que vas a Mágdala a vender tu pescado, y quién sabe cuántas veces la habrás visto!..."

"Muchacho, ten en cuenta que cuando uno tiene los riñones cansados de un trabajo honrado, no se le antojan las mujeres. Se prefiere sólo el lecho casto de nuestra esposa."

"¡Eh! ¡Pero lo bello a todos gusta! Al menos que no se sea otra cosa, se le mira."

"¿Por qué?... ¿Para decir: "No es comida para tu mesa?" No, ¿sabes? de mi trabajo en el lago he aprendido varias cosas y una de ellas es que peces de agua dulce y de fondo no están hechos para agua salada ni vertiginosa."

"¿Qué quieres decir?"

"Quiero decir que cada uno debe de estar en su lugar, para no morir de mala muerte."

"¿Te hacía morir la Magdalena?"

"No. Tengo el cuero duro. Pero... me lo dices. ¿Te sientes tal vez mal?"

"¿Yo?... ¡Ni siquiera la he visto!..."

"Mentiroso, apuesto que te habrás arrepentido de no haber estado en esa primera barca para tenerla más cerca... Me habrías soportado con la condición de estar más junto... y tan cierto es lo que estoy diciendo, que me honras con tu palabra, en honor suyo, después de tantos días de silencio."

"¿Yo? pero... ¡ni siquiera me hubiera visto! Miraba ella fijamente al Maestro!"

"¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Y dices que no la mirabas! ¿Cómo has hecho para ver a dónde miraba, si tú no la veías?"

A la ironía de Pedro todos ríen menos Jesús y Zelote.

Jesús que ha hecho como que no oía, pone fin a la discusión preguntando a Pedro. "¿Es aquello Tiberíades?"

"Sí, Maestro, ahora llegamos."

"Espera. ¿Puedes meterte en aquel lugar tranquilo?... Querría hablaros sólo a vosotros.

"Mido el fondo y te lo diré." Pedro echa una pértiga larga y lento va hacia la playa. "Se puede, Maestro. ¿Avanzo más hacia la playa?"

"Todo lo que puedas. Hay sombra y paz. Me gusta."

Pedro va hasta la ribera. La tierra está lejos todavía como unos quince metros. "Ahora tocaré."

"Detente. Y vosotros acercaos lo más que podáis para oír."

Jesús deja su lugar y se sienta en el centro de la barca, en una banca que va de lado a lado. Enfrente tiene la otra barca, y alrededor a los que venían con El.

 

JESÚS HABLA A LOS DISCÍPULOS

 

"Escuchad. Os parecerá que algunas veces no pongo atención a vuestras conversaciones y que por eso sea Yo un Maestro descuidado que no se preocupa de sus discípulos. Tened en cuenta que mi alma no os abandona ni un instante. ¿Habéis visto a un médico cuando estudia a un enfermo de un mal que no conoce y que tiene síntomas raros? No separa sus ojos de él. Después de haberlo visitado, lo vigila, cuando duerme y cuando está despierto, por la mañana y por la tarde, cuando está callado y cuando habla, porque todo puede ser un medio y guía para descifrar la enfermedad oculta y curarla. Lo mismo hago con vosotros. Os tengo unidos con hilos invisibles, pero sensibilísimos, que están en Mi y me transmiten aun las más leves vibraciones de vuestro yo.

Os dejo que penséis que sois libres, para que manifestéis cada vez más lo que sois, cosa que sucede cuando un alumno o un maníaco, cree que el vigilante lo ha perdido de vista. Sois un grupo de personas, pero formáis un núcleo, esto es, una sola cosa. Y pues que sois un grupo complejo, que va tomando cuerpo, hay que estudiarlo en sus características particulares, más o menos buenas, para formarlo, juntarlo, limpiarlo, aumentarlo en fases poliédricas y hacer un único objeto perfecto. Por esto os estudio, aun cuando dormís.

 

¿QUÉ SOIS? ¿QUÉ DEBÉIS SER?

 

SOIS LA SAL DE LA TIERRA

 

¿Qué sois?... ¿Qué debéis de ser?... Sois la sal de la tierra. En tal os debéis de convertir: Sal de la tierra. Con la sal se preservan las carnes de corrupción y otras cosas. Pero si la sal perdiese su fuerza, ¿podría salar algo?... Quiero salar al mundo con vosotros, para que sepa saborear lo celestial. Pero ¿cómo podéis salar si perdéis vuestro sabor?

¿Qué cosa hace que perdáis el sabor de lo celestial?... Lo que es humano. ¿No es verdad que el agua del mar no es buena para beber porque está salada?... sin embargo si alguien toma un vaso de agua de mar y lo vacía en una jarra de agua dulce, entonces sí se puede beber, porque el agua del mar se ha diluido en tal forma que perdió su propio sabor. El género humano es como el agua dulce que se mezcla con vuestra sal celestial. Todavía más, si dado el caso en que se pudiese hacer venir un hilo de agua de mar e introducirlo en el lago ¿podríais después, encontrar el hilo del agua salada?... ¡No! Habría desaparecido en medio de tanta agua dulce. Así acontece con vosotros cuando inmergís vuestra misión, mejor dicho, la sumergís en mucha humildad. Sois hombres. Lo sé. Pero... y Yo, ¿qué soy? Soy quien tiene consigo toda la fuerza. Y ¿qué hago? Os comunico esta fuerza, porque os he llamado. Pero ¿de qué sirve que os la comunique si luego la perdéis bajo una avalancha de cosas y sentimiento humanos?

 

VOSOTROS SOIS, DEBÉIS SER LA LUZ DEL MUNDO

 

Vosotros sois, debéis ser la luz del mundo. Os escogí: Yo, Luz de Dios, de entre los hombres para continuar iluminando al mundo después de que hubiere regresado al Padre. Pero... ¿podréis dar luz si sois linternas apagadas o llenas de humo?... ¡No! Antes bien, con el humo -es peor el humo que una mecha del todo apagada- oscurecerías ese rayo de luz, que los corazones aun pudieran tener. ¡Oh! ¡Desgraciados de aquellos que al buscar a Dios, se dirigen a los apóstoles y en lugar de luz obtienen humo! Escándalo y muerte conseguirán. Pero maldición y castigo tendrán los apóstoles indignos. ¡Grande es vuestra suerte! pero también, ¡grande y terrible compromiso! Acordaos que a quien más se le dio, más obligado está a dar. Y a vosotros se os ha dado lo máximo de instrucción y de dones. Yo, el Verbo de Dios, os instruyo, y de Dios recibís el don de ser "los discípulos" esto es, los continuadores del Hijo de Dios.

 

SI UNO SIENTE PODER SER FIEL -PERO NO SIENTE EN SÍ EL 

VALOR DEL APÓSTOL, QUE SE RETIRE.

 

EL MUNDO PARA QUIÉN LO AMA ES ANCHO,... OFRECE TODAS 

LAS FLORES Y TODOS LOS FRUTOS...

 

YO NO OFREZCO SINO UNA SOLA COSA: LA SANTIDAD

 

Querría que meditaseis siempre esta lección vuestra, que escudriñéis y que calculéis... y si uno siente poder ser fiel -no quiero ni siquiera decir: si uno no se siente sino pecador e impenitente; digo tan solo; si uno siente poder ser fiel -pero no siente en sí el valor del apóstol, que se retire. ¡El mundo para quién lo ama es ancho, hermoso, suficiente y vario! Ofrece todas las flores y todos los frutos para el vientre y los sentidos. Yo no ofrezco sino una sola cosa: la santidad. Está en la tierra, es la cosa más angosta, pobre, insípida, espinosa y perseguida. En el cielo, su angostura se torna en inmensidad, su pobreza en riqueza, sus espinas en una alfombra de flores, su rigidez en sendero liso y suave, su persecución en paz y beatitud. Pero acá, tan solo el héroe puede ser santo. No os ofrezco más que esto.

 

¿QUERÉIS PERMANECER CONMIGO? 

¿OS SENTÍS CON FUERZAS PARA HACERLO? 

EXAMINAOS Y JUZGAD

 

¿QUÉ DECÍS? ¿A QUIÉN TRAICIONAR? ¿A QUIÉN?

 

YO OS JURO QUE VENCERÉ

 

¿Queréis permanecer conmigo?... ¿Os sentís con fuerzas para hacerlo? ¡Oh! ¡No os miréis con ojos de estupor y de dolor! Muchas veces me oiréis hacer la misma pregunta y cuando la oigáis pensad que mi corazón llora al hacerla, porque no respondéis a vuestra vocación. Entonces examinaos y juzgad con honradez y sinceridad, y decidid. Decidid para no ser de los réprobos. Decid: "Maestro, amigos, conozco que no he sido hecho para este camino. Os doy el beso de compañero y os digo, rogad por mí". Mejor así que traicionar... Mejor así...

¿Qué decís...? ¿A quién traicionar?... ¿A quién?... A Mí. A mi causa, o sea, a la causa de Dios, porque Yo soy uno con el Padre y vosotros también os traicionaríais. Traicionaríais a vuestra alma y la entregaríais a Satanás. ¿Queréis permanecer hebreos? No os fuerzo a cambiar. Pero no traicionéis. No traicionéis vuestra alma, ni al Mesías, ni a Dios. Os juro que ni Yo, ni los fieles a Mí os criticarán, ni os señalarán para que las multitudes fieles os desprecien. Hace poco un hermano vuestro dijo una gran palabra: "Se trata de tener ocultas nuestras llagas y las de los que amamos" Y el que se separase sería una llaga, una gangrena que, nacida en nuestro organismo apostólico, se separaría completamente como una gangrena y dejaría una señal dolorosa que cuidadosamente esconderíamos.

No. No lloréis, amigos. No lloréis. No os guardo rencor, ni soy intransigente por veros tan lentos. Apenas os he tomado y no puedo exigir que seáis perfectos. Pero ni después de años lo exigiré, aun cuando inútilmente haya repetido cien o doscientas veces las mismas cosas. Antes bien, escuchad: con los años seréis menos ardientes que ahora que sois neófitos. La vida es así... el linaje humano es así... pierde su ímpetu después de su primer choque. Pero (Jesús de pronto se levanta) Yo os juro que venceré. Purificados, por selección natural, fortificados con lo sobrenatural, vosotros los mejores os convertiréis en mis héroes. Héroes del Mesías. Héroes del Cielo. El poderío de los Césares será polvo respecto a la realeza de vuestro sacerdocio. Vosotros, pobres pescadores de Galilea, vosotros desconocidos judíos, vosotros, un puñado entre la masa de los hombres que actualmente viven, seréis más célebres, aclamados, venerados que César, y que todos los Césares que haya tenido y tenga la tierra. Vosotros célebres, vosotros benditos en un futuro próximo y en los siglos más remotos, hasta el fin del mundo.

 

YO OS ELIJO A ESTA SUERTE SUBLIME

 

ESTAR SIEMPRE ALERTAS Y PRONTOS

 

DEBÉIS SER FIELES AL DUEÑO QUE OS HA COLOCADO 

EN ESTE SERVICIO.

 

NO SEÁIS INJUSTOS. NO SEÁIS FALSOS

 

PENSAD QUE EL ALMA PUEDE MORIR ANTES QUE EL CUERPO Y 

PODÉIS CARGAR EN VOSOTROS, SIN SABERLO, UN ALMA EN 

CORRUPCIÓN

 

Yo os elijo a esta suerte sublime. A vosotros que sois sinceros en la voluntad, y para que seáis capaces de ella os doy las líneas esenciales de vuestro carácter de apóstoles.

Estar siempre alertas y prontos. Vuestras cinturas estén ceñidas, siempre ceñidas, y vuestras lámparas encendidas como lo hace quien de un momento a otro debe de partir o de salir al encuentro de quien está por llegar. Y de hecho, vosotros seréis, hasta que la muerte os detenga, los incansables peregrinos en busca del extraviado; y hasta que la muerte la apague, vuestra lámpara debe de estar en alto y encendida para señalar el camino a los extraviados que vienen al redil del Mesías.

Debéis ser fieles al dueño que os ha colocado en este servicio. El siervo a quien el amo encontrase siempre alerta y la muerte en estado de gracia, será premiado. No podéis, no debéis decir: "Soy joven, tengo tiempo de hacer esto o aquello y después pensaré en mi dueño, en la muerte, en mi alma". Mueren los jóvenes como los viejos, los fuertes como los débiles. Y viejos y jóvenes fuertes y débiles están expuestos igualmente al asalto de la tentación. Pensad que el alma puede morir antes que el cuerpo y podéis cargar, sin saberlo, junto con vosotros un alma en corrupción. El morir de un alma es tan insensible, como la muerte de una flor. No lanza grito alguno, no tiene ninguna convulsión... inclina tan sólo su llama, cual cansada corola y se apaga. Algunas veces después de mucho tiempo, otras, tal vez inmediatamente, el cuerpo cae en la cuenta de que lleva dentro de sí un cadáver en gusanos, y enloquece de espanto, y se mata para escapar de este connubio... ¡Oh! ¡No escapa"! Cae exactamente con su alma agusanada en un bullir de serpientes en el Infierno.

 

NO SEÁIS INJUSTOS CUAL CORREDORES DE CAMBIOS O DE 

ORADORES QUE LUCHAN POR DOS CLIENTES OPUESTOS

 

SED HUMILDES. EL MUNDO SE CONQUISTA CON ESTO

 

SED SINCEROS

 

SED SENCILLOS

 

SED ESPOSOS FIELES A DIOS EN VUESTRA VOCACIÓN

 

NO SEÁIS PAGANOS

 

NO SEÁIS INTRANSIGENTES

 

NO JUZGUÉIS

 

AMAD

 

No seáis injustos cual corredores de cambios o de oradores que luchan por dos clientes opuestos. No seáis falsos como los políticos que llaman "amigo" a este y a aquel, y después son enemigos de aquel y de este. No queráis ser dobles. A Dios no se le hace burla ni se le engaña. Portaos con los hombres como os portáis con Dios, porque la ofensa que se hace a los hombres, se hace a Dios. Procurad que Dios os vea, como queréis ser vistos de los hombres.

Sed humildes. No podéis echar en cara a vuestro Maestro de que no lo sea. Os doy ejemplo. Haced como hago. Humildes, dulces, pacientes. El mundo se conquista con esto, no con violencia y fuerza. Sed fuertes y violentos contra los vicios. Arrancáoslos, aún cuándo os arranquéis pedazos del corazón. Os dije hace algunos días que vigilaseis el mirar pero no lo sabéis hacer. Os digo: es mejor que os hagáis ciegos arrancándoos los ojos voraces, más bien que ser lujuriosos.

Sed sinceros. Soy verdad, en las cosas sublimes y en las humanas. Quiero que también vosotros seáis francos. ¿Por qué andar con engaños conmigo?... ¿con los hermanos o con el prójimo?... ¿por qué jugar al engaño? ¿Que sois tan orgullosos y no tenéis ni el orgullo de decir: "No quiero que se me tache de mentiroso"? Sed francos con Dios. ¿Creéis poderlo engañar con oraciones largas y a la vista de todos? ¡Oh! ¡Pobres hijos! ¡Dios ve el corazón!

Sed sencillos, puros al hacer el bien, también al hacer limosna. Un publicano supo serlo antes de su conversión y ¿vosotros no lo podréis?... Te alabo, Mateo, por la oferta pura, semanal que tan sólo Yo y el Padre conocíamos, y te cito como ejemplo. También esto es castidad, amigos. No descubráis el bien que hiciereis... ¿cómo descubrirías a una joven hija vuestra a los ojos de una multitud?... Sed vírgenes en hacer el bien. Y el acto es virgen cuando no tiene ningún pensamiento de alabanza o de estima, o de acicate de soberbia.

Sed esposos fieles a Dios en vuestra vocación. No podéis servir a dos señores. El lecho nupcial no puede acoger al mismo tiempo a dos esposas. Dios y Satanás no pueden dividirse vuestros brazos. El hombre no puede, y no pueden ni Dios ni Satanás compartir un triple abrazo que se dan los tres. Procurad estar lejos de tener hambre de oro, de carne y de poder. Satanás os ofrece eso. ¡Oh! ¡Sus mentirosas riquezas! Honores, éxito, poder, abundancia: mercados obscenos que ocupan vuestra alma como dinero. Contentaos con poco. Dios os da lo necesario. Basta. Esto os lo garantiza, como lo garantiza a las avecillas del aire, y vosotros valéis mas que ellas. Pero quiere de vuestra parte confianza y que seáis parcos. Si tenéis confianza, El no os desilusionará. Si sois parcos, su don cotidiano os bastará.

No seáis paganos, aun cuando por nombre sois de Dios. Paganos son los que aman más que a Dios el oro y el poder para aparecer semidioses. Sed santos y seréis semejantes a Dios en la eternidad.

No seáis intransigentes. Todos vosotros, pecadores, tratad de ser con los demás como querríais que fuesen con vosotros: esto es, llenos de compasión y perdón.

No juzguéis. ¡Oh! ¡No juzguéis! Poco hace que estáis conmigo, y habéis comprobado cuántas veces, Yo, inocente he sido mal juzgado y he sido acusado de pecados que no existen. El mal juicio es una ofensa. Y solo el que es verdadero santo no responde ofensa con ofensa. Por lo cual absteneos de ofender para no ser ofendidos. Así no faltaréis a la caridad, ni a la santa, querida, suave humildad, la enemiga de Satanás al par que la castidad. Perdonad, perdonad siempre. Decid: "Perdono, oh Padre, para que Tú perdones mis innumerables pecados".

Procurad ser mejores hora tras hora, con paciencia, firmeza, heroicidad. Y... ¿quién os dice que no sea una cosa dura el ser buenos?... antes bien os digo: es la más grande fatiga de todas. pero el premio es el cielo y por esto vale la pena aceptar esta lucha.

¡Amad! ¡Oh! ¿qué palabras puedo deciros para persuadiros al amor? Ninguna es apta para llevaros a este, pobres hombres a quienes Satanás instiga. Ahora bien, yo digo: "Padre, apresura la hora de purificación. Esta tierra y esta grey están secas y enfermas. Pero existe un rocío, que lo puede ablandar y limpiar. Abre, abre esa fuente. Ábreme... ¡a Mí ábreme! Mira, Padre, ardo en deseos de hacer tu querer que es el Mío y el del Amor Eterno. ¡Padre, Padre, Padre! Mira a tu Cordero y sé su Sacrificador". "

Jesús realmente está inspirado. De pie, con los brazos abiertos en cruz, con el rostro al cielo, con el azul del lago que tiene de fondo... con su vestido de lino parece un ángel que orara.

La visión termina.

II. 593-602

A. M. D. G.