¡ CUÁN GRANDE ES LA FRAGILIDAD
HUMANA DE LOS APÓSTOLES !
#¡ Ay de él, que fue traidor !
#Igualmente no ignoraba la hostilidad de los sacerdotes,
Dice Jesús:
" Mi mirada había leído en el corazón de Judas Iscariote. Nadie debe pensar que la Sabiduría divina, no haya sido capaz de comprender aquel corazón. Pero como dije a mi Madre, él me era necesario. ¡ Ay de él, que fue traidor ! Pero era necesario un traidor. Doble, astuto, avariento, lujurioso, ladrón; más inteligente y más culto que el resto de la masa, había sabido imponerse a todos. Audaz, me allanaba el camino, aun cuando fuese difícil. Le gustaba sobre todos, sobresalir y hacer resaltar su puesto desconfianza que tenía conmigo. No era servicial por instinto de caridad, sino que era uno como aquellos que llamarías "convenencieros". Esto también le permitía tener la bolsa y acercarse a las mujeres. Dos cosas que, juntas con la tercera: los cargos humanos, amaba desenfrenadamente.
La Pura, la Humilde, la Separada de las riquezas
terrenales, no podía menos que sentir asco por
aquella sierpe.
La Pura, la Humilde, la Separada de las riquezas terrenales, no podía menos que sentir asco por aquella sierpe. También Yo lo tenía. Yo sólo, y el Padre y el Espíritu, sabemos qué esfuerzos tuve que hacer para tenerlo junto a Mí. Te lo explicaré en otra ocasión.
Igualmente no ignoraba la hostilidad de los sacerdotes, fariseos, escribas y saduceos. Eran zorras astutas que trataban de empujarme a su trampa para atraparme. Tenían hambre de mi sangre, y buscaban poner engaños a fin de sorprenderme, para tener armas con qué acusarme, y quitarme de en medio. La asechanza duró tres largos años y no se aplacó sino cuando me vieron muerto. Esa noche durmieron felices. La voz del acusador se había extinguido para siempre. Lo creían. ¡ No ! No estaba todavía extinguida. No lo será jamás y truena y truena y maldice a sus semejantes. ¡ Y no olvido ese dolor.
Que el pueblo sea mudable no es cosa
nueva."Crucifícale "... después de haber dicho:
" ¡ Hosanna ! ". Mi vida de Maestro está llena
de estos dos gritos.
El último fue: " Crucifícale "
Que el pueblo sea mudable no es cosa nueva. Es la fiera que lame la mano del domador, si está armada con la vara o si ofrece un pedazo de carne a su hambre. Pero basta que caiga el domador, y no pueda usar la vara, o que no tenga nada para su hambre, que ella se arroja y lo destroza. Basta decir la verdad y ser buenos, para que la multitud lo odie a uno después del primer momento de entusiasmo. La verdad es reproche y aviso. La bondad despoja de la vara y logra hacer que los buenos no tengan miedo. Por lo cual: "Crucifícale "... después de haber dicho: " ¡ Hosanna ! ". Mi vida de Maestro está llena de estos dos gritos. El último fue: " Crucifícale ". El hosanna es como el aliento que toma el cantor para dar un agudo. María en la tarde del Viernes Santo volvió a oír dentro de sí todos los hosannas mentirosos, que fueron aullidos de muerte para su Hijo, y quedó deshecha. Esto también no lo olvido.
La debilidad de los apóstoles. ¡ Cuánta ! Los llevaba en los brazos, para levantarlos al Cielo, cual piedras pesadas que tiraban hacia la tierra. También los que no se creían ministros de un rey temporal, como Judas Iscariote, los que no pensaban como él en subir, cuando llegare la oportunidad, al trono, más estaban siempre ansiosos de gloria. Llegó el día en que mi Juan y su hermano ambicionaron esta gloria que os fascina cual espejismo aun en las cosas celestiales. No es el anhelo santo del Paraíso, que deseo que tengáis.
Pero no sólo esto, sino que es un intercambio odioso, a la manera de un usurero, porque por un poco de amor que habéis dado a quien Yo os dije que debíais entregaros completamente, pretendéis un puesto a su derecha en el Cielo.
pretendéis un puesto a su derecha en el Cielo.
Primero es necesario saber beber todo
el cáliz que bebí Yo.
No, hijos, no. Primero es necesario saber beber todo el cáliz que bebí Yo. Todo: con su caridad prodigada en recompensa del odio, con su castidad contra las voces de los sentidos, con su heroicidad en las pruebas, con su holocausto por amor de Dios y de los demás hermanos. Luego, cuando todo el deber se haya cumplido, hay que decir: " Somos siervos inútiles " y esperar que mi Padre y vuestro os conceda, por su bondad, un lugar en su Reino. Es menester despojarse, como me has visto despojado en el pretorio, de todo lo que es humano, conservando solo lo que es indispensable como el don de Dios que es la vida y darla por los hermanos a los que podemos ser más útiles desde el cielo que en la tierra, y dejar que Dios os revista con la estola inmortal emblanquecida con la sangre del Cordero. "
II. 620-621
A. M. D. G.