JUANA DE CUSA ES CURADA
CERCA DE CANÁ
#Jesús quiere ir al Líbano a ver a los pastores
#Judas dice que tiene que ir a su casa por intereses de la familia
#Jonatás viene a galope a ver a Jesús. Se postra a los pies de Jesús
#Jonatás invita a Jesús a que vaya con él a ver a su patrona
#Jesús va en busca de Juana de Cusa
#"Viva está. Pero aunque estuviese muerta, Yo soy la Vida. He aquí a mi Madre."
#La forma oscura de un gran carro cubierto, parado en el camino
#Jesús se inclina sobre la mujer que ya no tiene fuerzas y que realmente está muriendo.
#Jesús hace el milagro de curar a Juana
#Yo lo quiero. Sé sana. Levántate
Los discípulos están cenando en el amplio taller de carpintería de José. El gran banco sirve de mesa, en la que hay todo lo que es necesario. Veo que el taller es también dormitorio. En los otros dos tablones de carpintero hay esteras que sirven de lecho, y lechos bajos (esteras sobre tapetes) han sido colocados junto a las paredes. Los apóstoles hablan entre sí y con el Maestro.
JESÚS QUIERE IR AL LÍBANO A VER A LOS PASTORES
"¿Vas de veras al Líbano?" pregunta Iscariote
"No prometo nunca si no voy a cumplir. Dos veces lo prometí: a los pastores y a la nodriza de Juana de Cusa. He esperado cinco días desde que lo dije, y he añadido el día de hoy por prudencia. Pero ahora, voy. Apenas salga la luna, partiremos. El camino será largo aun cuando usemos la barca hasta Betsaida. Quiero dar alegría a mi corazón, saludando también a Benjamín y Daniel. Tú ves qué almas tienen los pastores. ¡Oh! merecen que uno vaya a honrarles, pues ni Dios se quita algo al honrar a un siervo suyo, antes bien aumenta su justicia."
"¡Con este calor! ¡Mira lo que haces! Lo digo por Ti."
"Las noches están menos sofocantes. El sol por un poco se encontrará en León y los temporales harán que no se sienta tanto, pero lo repito. No obligo a nadie que venga conmigo y a mi alrededor, todo es espontáneo. Si tenéis negocios u os sentís cansados, quedaos. Nos volveremos a ver después."
JUDAS DICE A JESÚS QUE TIENE QUE IR A SU CASA
POR INTERESES DE LA FAMILIA
"Muy bien. Tú lo dices. Tengo que ver por los intereses de mi casa. Llega el tiempo de la vendimia y mi madre me rogó que viera a algunos amigos... de hecho sabes que soy el cabeza de mi familia. Quiero decir: Soy el hombre en la familia."
Pedro rezonga: "Menos mal que se acuerda que la madre es siempre la primera después del padre."
Sea que Judas no oiga, o no quiera oír, no da señales de comprender lo que dijo Pedro, a quien por otra parte, Jesús refrena con una mirada, mientras Santiago de Zebedeo, sentado junto a Pedro, le jala el vestido para hacerlo callar.
"Ve, pues, Judas. Comprendo que debes ir. No hay que faltar a la obediencia a la madre."
"Me voy al punto, si lo permites. Llegaré a Naim a tiempo de encontrar alojo. Adiós, Maestro, adiós amigos."
"Se amigo de la paz y merece tener a Dios siempre contigo. ¡Adiós!" dice Jesús, mientras los demás saludan con un gesto simultáneo.
No hay ninguna aflicción en verlo partir, al contrario... Pedro, tal vez por miedo a que Judas se arrepintiese, le ayuda a apretar las cintas de su alforja y a ponérsela; lo acompaña hasta la puerta del taller que está abierta, como lo está la que da al huerto para que se ventile la habitación asfixiante después de un día de mucho calor; se queda en el umbral para verlo partir, y cuando ve que se ha alejado, hace un gesto de alegría y de irónico saludo, y vuelve restregándose las manos. No dice nada... pero ya lo ha dicho todo.
Alguien que lo ha visto, se ríe para sus adentros, pero Jesús no lo nota, porque está mirando fijamente a su primo Santiago que se ha enrojecido y deja de comer las aceitunas. Le pregunta: "¿Qué te pasa?"
"Dijiste: "no se debe faltar a la obediencia a la madre..." ¿y entonces nosotros...?"
NO SE DEBE FALTAR A LA OBEDIENCIA A LA MADRE
COMO LÍNEA DE CONDUCTA ASÍ ES.
PERO CUANDO ESTÁ UNO CERCA DE OTRA NATURALEZA
Y DE OTRA PATERNIDAD, NO
"No tengas escrúpulo. Como línea de conducta así es. Cuando no es uno más que hombres y no más que hijos. Pero cuando está uno cerca de otra naturaleza y de otra paternidad, no. Ella es más sublime, si se le sigue según sus órdenes y deseos. Judas llegó primero que tú y que Mateo... pero está muy atrás todavía. Es menester que se forme, y lo hará muy despacio. Tened caridad con él ¡tenla, Pedro! Lo comprendo... pero te digo: ten caridad. Soportar a las personas molestas es otra virtud. ¡Úsala!"
"Sí, Maestro... Pero cuando lo veo así... así... Bien, calla, Pedro, que Él te comprende muy bien... me parece que soy una vela muy hinchada con el viento... Se me va la cabeza, se me va con el esfuerzo y se me rompe siempre alguna cosa... Pero Tú sabes, mejor dicho, no sabes, porque como barquero no sabes nada, por eso te digo yo, que si a una vela se le rompen los amarres por la fuerte tensión, te juro que esta da una bofetada al barquero tonto, que lo deja viendo estrellas... pues yo siento que... me parece que estoy a punto de que todos mis lazos se rompan... y entonces... es mejor, sí, que de cuando en cuando se vaya. De este modo la vela se amaina porque no hay viento, y tengo tiempo de reforzar amarres."
Jesús sonríe y mueve la cabeza, compadeciendo al justo y sanguíneo Pedro.
JONATÁS VIENE A GALOPE A VER A JESÚS
JONATÁS SE POSTRA A LOS PIES DE JESÚS
Se oye el golpetear herraduras y vocecillas de muchachos en la calle. "¿Quién es?... ¿quién es? ¡Detente hombre!" y antes de que Jesús y los discípulos caigan en la cuenta, ante el umbral de la salida se ve el cuerpo negro y sudoroso de un caballo, del que se apea un jinete que se precipita dentro como un bólido y se postra a los pies de Jesús y le besa con veneración.
Todos miran asombrados.
"¿Quién eres?...¿Qué quieres?"
"Soy Jonatás."
Con un grito responde José, que por estar sentado detrás del banco y por la rapidez de la llegada no pudo conocer a su amigo. El pastor corre ligero a él: "¡Tú, pero tú!"
"Sí. ¡Adoro a mi Señor amado! Treinta años de esperanza.¡Oh! ¡Larga espera! mas, ahora han florecido como flor de un agave solitario, y florecido de golpe en un éxtasis feliz, y tanto más feliz cuanto más lejano! ¡Oh, mi Salvador!"
Mujeres, niños y alguno que otro hombre, entre quienes está el bueno de Alfeo de Sara, con un pedazo todavía de pan y queso en la mano, se agolpan a la salida y hasta dentro de la habitación.
"Levántate Jonatás. Estaba ya a punto de ir a buscarte y también a Benjamín y a Daniel..."
"Lo sé..."
"Levántate, para que te dé el beso que he dado a tus compañeros." Lo obliga a levantarse y lo besa.
"Lo sé" repite el viajero robusto, bien parecido y bien vestido.
"Lo sé, Ella tenía razón. ¡No era delirio de una que muere! ¡Oh! ¡Señor Dios! ¡Cómo te ve el alma y cómo te siente, cuando Tú la llamas!" Jonatás está conmovido.
JONATÁS INVITA A JESÚS A QUE VAYA CON ÉL
A VER A SU PATRONA
Se recobra. No pierde su tiempo. Con rostro de adoración y sin embargo lleno de vida va a su objeto: "Jesús, Salvador y Mesías nuestro, he venido a pedirte que vengas conmigo. Hablé con Ester y me dijo... pero antes Juana te había hablado y me dijo... ¡Oh! No os burléis de un hombre feliz, vosotros que me estáis escuchando, feliz y angustiado hasta que no oiga tu "Voy". ¿Sabes?... estaba yo de viaje con la patrona que muere. ¡Qué viaje! De Tiberíades a Betsaida fue bueno. Pero después, al dejar la barca y tomar un carro, por más que lo habían preparado lo mejor posible, fue una tortura. Se caminaba despacio y de noche, pero ella sufría. En Cesarea de Filipo estuvo a punto de morir con vómitos de sangre. Nos detuvimos... a la tercera mañana, hace siete días, me mandó llamar. Parecía ya muerta, ¡tan pálida estaba y tan agotada se veía! Cuando le hablé, abrió sus dulces ojos de gacela agonizante y me sonrió. Me hizo señal con su mano helada de que me inclinase, porque tiene solo un hilillo de voz, y me dijo: "Jonatás, llévame otra vez a la casa. Pero pronto". Fue tan grande el esfuerzo en dar la orden, que ella que siempre es más dulce que una niña buena, se le pusieron rojas las mejillas y por un instante sus ojos se llenaron de fulgor. Continuó: "Soñé mi casa de Tiberíades. Dentro de ella había uno con rostro de estrella, alto, rubio, con ojos de cielo y una voz más dulce que el sonido del arpa que me decía: "Yo soy la Vida. ¡Ven, regresa, te espero para dártela!'... ¡quiero ir!" Yo le decía: "Patrona mía, ¡No puedes! ¡Estás mal! Ahora, cuando estés mejor... ¡Lo veremos!" Lo tomé yo por delirio de un agonizante. Pero ella lloró y luego... ¡Oh! Es la primera vez, desde hace seis años que le sirvo como a mi patrona, se sentó como pudo, ella que no puede hacer nada y... se enojó y me dijo: "Siervo, lo quiero, soy tu patrona. ¡Obedece!" Y luego cayó en vómitos de sangre. Creía que muriese... Yo dije: "Contentémosla. ¡Morir por morir!... no tendré ningún remordimiento de haberla descontentado en su fin, después que siempre quise tenerla contenta"...¡Qué viaje! No quería descansar sino entre las nueve y doce. He matado casi los caballos para llegar pronto. Llegamos a Tiberíades a las tres, de esta mañana... y Ester me dijo... Entonces comprendí que Tú la habías llamado, porque esa era la hora y el día en que prometiste el milagro a Ester y te apareciste al alma de mi patrona. Quiso regresar apenas habían dado las tres y me ha mandado por delante... ¡Oh! ¡Ven, Salvador mío!"
JESÚS VA EN BUSCA DE JUANA DE CUSA
"Voy al punto. La fe merece su premio. Quien me quiere me tiene. ¡Vamos!"
"Oye, he dado una bolsa a un joven a quien dije: "Tres, cinco, cuantos borriquillos tengas si no tenéis caballos, y pronto, a la casa de Jesús". Están por llegar. Iremos así más pronto. Espero encontrarla cerca de Caná. Si al menos..."
"¿Qué cosa Jonatás?"
"Si al menos estuviese viva..."
VIVA ESTÁ. PERO AUNQUE ESTUVIESE MUERTA,
YO SOY LA VIDA
HE AQUÍ A MI MADRE
"Viva está. Pero aunque estuviese muerta, Yo soy la Vida. He aquí a mi Madre."
La Virgen a quien alguien le habría llevado la noticia, viene corriendo seguida de María de Alfeo. "¿Hijo, partes?"
"Sí, Madre, voy con Jonatás. Ha venido. Sabía que te lo podría presentar. Por eso esperé un día más."
Jonatás primero la había saludado inclinándose profundamente con las manos cruzadas sobre el pecho, y ahora se arrodilla, levanta un tantín el vestido de María y besa la orla: "Te saludo Madre de mi Señor."
Alfeo de Sara dice a los curiosos: ¡Oh! ¿Qué decís de esto? ¿No es cosa vergonzosa que tan solo nosotros seamos los que no tenemos fe?"
Se oye un gran ruido de cascos por la calle. Son los asnos. Creo que serán todos los de Nazaret, son tantos que bastaría para un escuadrón. Jonatás escoge los mejores y contrata, pagando sin regatear; toma consigo a dos nazarenos con otros borriquillos por temor de que algún animal pierda las herraduras por el camino, y para que pueda regresar toda esa caballería. María y la otra María ayudan a cerrar los sacos y las alforjas.
María de Alfeo dice a sus hijos: "Dejaré aquí vuestros lechos... y me parecerá que os tengo a vosotros. Hijos, sed buenos, dignos de Jesús... y yo... seré feliz..." gruesas lágrimas corren por sus mejillas.
Por su parte María ayuda a su Jesús, lo acaricia con amor, haciéndole mil recomendaciones y encargos para los otros dos pastores libaneses, porque Jesús ha dicho que no regresará hasta haberlos encontrado.
¡Oh ¡pero tu Madre! ¿La llevarás algún día a la
patrona?"
"La patrona vendrá a verla a Ella y se harán amigas."
Parten. La noche ha entrado y la luna aparece con su cuarto creciente. A la cabeza van Jesús y Jonatás "!Oh, mi patrona! ¡Qué alegría de hacerla feliz! ¡Traerte a Jesús! ¡Oh, Señor mío! Mira a mi lado, mira... Tienes exactamente el rostro de estrella que te vio y eres rubio y tienes ojos azules y tu voz es igual al sonido del arpa... ¡Oh ¡pero tu Madre! ¿La llevarás algún día a la patrona?"
"La patrona vendrá a verla a Ella y se harán amigas."
"¿Sí?...¡Oh...sí!... lo puede ser. Juana es esposa y fue madre pero tiene un alma pura como la de una virgen. Puede estar cerca de María bendita.
Jesús vuelve su rostro al oír una risotada fresca de Juan, a la que imitan todos los otros.
"Soy yo, Maestro, que hago reír. En la barca estoy más seguro que un gato, pero ¡aquí arriba! ¡Parezco un barril de madera suelto en el puente de una nave con el viento del sudoeste!" dice Pedro
Jesús sonríe y lo anima, prometiéndole que pronto terminará el trote.
"¡Oh! No es nada. Si los muchachos se ríen, nada hay de malo. Vamos, vamos a hacer feliz a esa buena mujer."
Jesús vuelve otra vez su rostro por otra explosión de risas. Pedro exclama: "¡No! Esto no te lo digo, Maestro... y ¿por qué no? Sí que te lo digo, decía yo: "Nuestro supremo ministro se roerá las manos, cuando sepa que no estuvo cuando tenía que hacerla de pavo real cerca de una dama". Y se ríen. Pero es así, estoy seguro que si le hubiera pasado por el magín no habría tenido viñedos paternos que cuidar."
Jesús no contradice. El camino se hace pronto con esos asnos bien alimentados. Al claror de la luna se ha llegado a Caná.
"Si me permites me adelanto. Detengo el carro. El zarandeo le hace mucho mal."
"Sí".
Jonatás va a galope de su caballo.
LA FORMA OSCURA DE UN GRAN CARRO CUBIERTO,
PARADO EN EL CAMINO
Todavía se camina a la luz blanca de la luna y luego de pronto la forma oscura de un gran carro cubierto, parado a la orilla del camino. Jesús anima a su borriquillo, que se arroja a un breve galopeo. Ha llegado a donde está el carro. Se apea.
"¡El Mesías!" anuncia Jonatás.
La vieja nodriza se echa del carro al camino, del camino al polvo. "¡Oh! ¡Sálvala! Está muriendo."
"¡Aquí estoy!" Y Jesús sube al carro, donde hay un montón de cojines y sobre ellos un cuerpo macilento. Hay una lamparilla en el rincón y copas y jarras. Hay una sierva que llora, mientras seca el sudor helado de la agonizante. Jonatás acude con uno de los faroles del carro.
JESÚS SE INCLINA SOBRE LA MUJER QUE YA NO
TIENE FUERZAS
Jesús se inclina sobre la mujer que ya no tiene fuerzas y que realmente está muriendo. No hay diferencia entre la blancura del vestido de lino y la palidez hasta un poco azulada de las manos y venas secas. Tan sólo las tupidas cejas, las largas y negrísimas pestañas, dan color a la nívea cara. No tiene ni siquiera, en sus mejillas enjutas el infausto color rojo de los tuberculosos. la respiración es difícil y en los labios semiabiertos hay una sombra purpúrea.
Jesús se arrodilla a su lado y la mira. La nodriza le toma una mano y la llama. Pero el alma, ya en los umbrales que despiden a la vida, no oye más.
Han llegado los discípulos, los dos jóvenes de Nazaret, y se arremolinan junto al carro.
Jesús pone una mano en la frente de la moribunda, que por un instante abre sus ojos nublados, vagos y luego los cierra.
"Ya no oye" deplora la nodriza, y llora más fuerte.
Jesús hace un ademán: "Madre, oirá, ten fe" y luego llama: "¡Juana!... ¡Juana! Soy Yo. Yo que te amo. Soy la Vida. Mírame, Juana."
JESÚS HACE EL MILAGRO DE CURAR A JUANA
Yo lo quiero. Sé sana. Levántate
La moribunda abre sus grandes ojos negros con un mirar más vivo, y mira el rostro que está junto a ella. Tiene un movimiento de alegría y una sonrisa brota. Mueve despacio los labios sin voz, con palabras que no tienen sonido.
"Sí, soy Yo, viniste... y vine a salvarte. ¿Puedes creer en Mí?"
La agonizante asiente con la cabeza. Toda la vitalidad se ha acumulado en la mirada y en las palabras que no puede pronunciar.
"Pues bien (Jesús, aunque continúa de rodillas y con la mano izquierda en la frente, se endereza y toma la posición de milagro) pues bien: Yo lo quiero. Sé sana. Levántate". Quita la mano y se pone en pie.
"¡Oh! ¡Amarte toda mi vida! ¡Para siempre! ¡Tuya!
¡Para siempre tuya! ¡Nodriza! ¡Jonatás!
¡Estoy curada! ¡Oh! ¡Pronto!
Corred a decirlo a Cusa. Que venga a adorar
al Señor.
Una fracción de minuto y luego Juana de Cusa, sin ayuda de nadie, se sienta, da un grito y se lanza a los pies de Jesús con una voz fuerte y llena de felicidad: "¡Oh! ¡Amarte toda mi vida! ¡Para siempre! ¡Tuya! ¡Para siempre tuya! ¡Nodriza! ¡Jonatás! ¡Estoy curada! ¡Oh! ¡Pronto! Corred a decirlo a Cusa. Que venga a adorar al Señor. ¡Bendíceme una vez más, oh Salvador mío!" Llora y ríe mientras besa el vestido y las manos de Jesús.
"Te bendigo, sí. ¿Qué otra cosa quieres que te haga?"
"Ninguna, Señor, a no ser que me ames y que me permitas que te ame."
"Y...¿no querrías un niño?"
"¡Oh! ¡Un niño!... Lo que Tú quieras, Señor. Te entrego todo: mi pasado, mi presente y mi futuro. Todo te lo dedico y todo te lo doy. Da a tu sierva lo que sabes que es mejor para ella."
"La vida eterna, entonces. Sé feliz. Dios te ama. Me voy. Te bendigo y os bendigo."
quédate en mi casa que ahora, ¡oh!
ahora es un rosal en flor. Permíteme
que entre contigo nuevamente...
"No, Señor, quédate en mi casa que ahora, ¡oh! ahora es un rosal en flor. Permíteme que entre contigo nuevamente... ¡Soy feliz!"
"Voy. Pero tengo a mis discípulos".
"Mis hermanos, Señor. Juana tendrá para ellos como para Ti de comer y de beber y... descanso. ¡Hazme feliz!"
"Vamos, devolved los borriquillos y sigamos a pie. El camino es corto. Caminaremos despacio para que nos podáis seguir. Adiós Ismael; adiós, Aser. Saludad a mi Madre, y a mis amigos."
Los dos nazarenos, sin saber qué decir, se van con sus asnos, mientras que por su lado el carro emprende el regreso con corazones llenos de alegría. Detrás vienen los discípulos comentando el hecho.
II. 622-629.
A. M. D. G.