JESÚS CON SU MADRE EN CASA DE 

JUANA DE CUSA

 


 

#Descripción de Cusa y de Juana  

  #Juana invita a Jesús que se quede con ella su Madre y María de Alfeo  

  #Un carro veloz y cómodo llega a Nazaret para traer a María   

#"¡Teniendo a Él se tiene todo! y no es necesario el apoyo humano. Pero ¿os parece inútil tener a Cusa como amigo? ¿Os parece bien que él os desprecie? Es el Procurador del Tetrarca...   

#María llega a la casa de Juana de Cusa "Bendita la hora que te condujo a mi casa. Bendita tú, Madre de Jesús."  

#"Me permitirás que yo te sirva ¿no es verdad?""No a mí. A Él, siempre a Él sírvele y ámelo y me habréis dado todo. El mundo no lo ama... ese es mi dolor."

 


 

Veo que Jesús se encamina a la casa de Cusa. Cuando el portero ve quién es el que va llegando, da un grito de alegría que retumba por toda la casa. Jesús entra sonriente y bendiciendo.

Juana corre del jardín ahora en flor, a precipitarse a besar los pies del Maestro. Viene también Cusa, que profundamente se inclina y besa la orla del vestido de Jesús.

 

DESCRIPCIÓN DE CUSA Y DE JUANA

 

Cusa es un tipo como de unos cuarenta años, no muy alto, pero recio, cabello negro entre los que se ve uno que otro hilo de plata sobre sus sienes, ojos vivos y oscuros, color pálido y barba cuadrada, negra y bien cuidada.

Juana es más alta que su marido. De su pasada enfermedad no conserva sino una acentuada delgadez, que no es la antigua que le hacía parecer como esqueleto. Parece una sutil y flexible palma que remata en la hermosa cabecita de ojos negros, profundos y dulcísimos. Sus negrísimos cabellos los tiene graciosamente peinados. La frente lisa y alta da la impresión de ser más blanca bajo aquellos cabellos, y la pequeña boca bien dibujada, sobresale con su color rojo entre las mejillas de un color pálido y fino, como lo tienen ciertas camelias.

Es una mujer bellísima... es la que da la bolsa a Longinos en el calvario. Entonces era la mujer que lloraba, deshecha y toda velada. Aquí sonríe y tiene la cabeza descubierta. Pero es ella.

"¿A qué debo la alegría de tener a mi huésped?" pregunta Cusa.

"A que tengo necesidad de estar un poco, mientras espero a mi Madre. Vengo de Nazaret... y debo traer a mi Madre por algún tiempo. Iré a Cafarnaum con Ella."

 

JUANA INVITA A JESÚS QUE SE QUEDE SU MADRE Y

 MARIA DE ALFEO CON ELLA

 

"¿No se queda conmigo? No soy digna, pero..." dice Juana.

"Lo eres mucho, pero mi Madre trae consigo a su cuñada, viuda hace unos cuántos días."

"La casa es grande para poder hospedar a más de uno. Me has dado tanta alegría que todo me parece mínimo por Ti. Ordena, Señor. Tú que alejaste la muerte de este hogar y le has devuelto mi rosa tan bella y floreciente" dice Cusa apoyando la petición de su mujer, a quien parece amar mucho. Lo colijo por la forma como la mira.

"No ordeno, sino acepto. Mi Madre está cansada y ha sufrido mucho en estos últimos tiempos. Teme por Mí y quiero mostrarle que hay alguien que me ama."

" ¡Oh! ¡Entonces tráela aquí! ¡La amaré como hija y como esclava!" dice Juana de Cusa.

 

UN CARRO VELOZ Y CÓMODO LLEGA A NAZARET 

para traer a María

 

Jesús asiente. Cusa va al punto a dar órdenes pertinentes y mientras la visión se desdobla, dejo a Jesús en el espléndido jardín oyendo hablar a Cusa y a su mujer. Yo me separo y veo que un carro veloz y cómodo llega a Nazaret, en el que Jonatás ha ido a traer a María.

 

EN NAZARET HAY UN VERDADERO TUMULTO

 

Naturalmente, la ciudad se pone en alarma por el hecho. Y cuando María y la cuñada, atendidas como dos reinas por Jonatás, suben al carro, después de haber confiado a Alfeo de Sara las llaves de la casa, la confusión crece. El carro parte, mientras Alfeo se venga de lo que villanamente hicieron a Jesús en la sinagoga con estas palabras: "¡Los samaritanos son mejores que nosotros! ¿Veis cómo uno de los de Herodes venera a la Madre de Él?... ¡Y nosotros! Me da vergüenza ser nazareno."

Hay un verdadero tumulto entre los dos bandos. Hay quien defeccione del partido contrario para ir con Alfeo y preguntarle miles de cosas.

"Pero claro" responde Alfeo, "son huéspedes en la casa del procurador. Oísteis lo que dijo su mayordomo: "Mi patrón te suplica que honres su hogar"... ¿Honrar, entendéis? Y es el rico y poderoso Cusa, y la mujer es una princesa real. ¡Honrar! y nosotros, más bien, vosotros, lo habéis apedreado. ¡Qué vergüenza!".

 

"¡Teniendo a Él se tiene todo! y no es necesario el 

apoyo humano. Pero ¿os parece inútil tener a Cusa 

como amigo? ¿Os parece bien que él os desprecie? 

Es el Procurador del Tetrarca...

 

Los nazaretanos no le contestan y Alfeo se envalentona. "¡Teniendo a Él se tiene todo! y no es necesario el apoyo humano. Pero ¿os parece inútil tener a Cusa como amigo? ¿Os parece bien que él os desprecie? Es el Procurador del Tetrarca... ¿sabéis? ¡No decís nada! ¡Sed, sed los samaritanos con el Mesías! Os atraeréis el odio de los grandes. Y entonces... ¡Oh! ¡Entonces os querré ver! ¡Sin auxilio del Cielo y sin ayuda de la tierra! ¡Estúpidos! ¡Perversos! ¡Incrédulos!" La granizada de injurias y más injurias continúa, mientras los nazaretanos, se van yendo mudos cual perros apaleados. Alfeo queda sólo como un arcángel vengador a la entrada de la casa de María...

...Ya es muy avanzada la noche, el magnífico camino que va por el lago aparece y en él el carro de Jonatás tirado de robustos caballos. Los siervos de Cusa que hacen de centinelas a la puerta, dan la señal y corren con las lámparas, aumentando la claridad de la luna.

 

MARÍA LLEGA A LA CASA DE JUANA DE CUSA   

"Bendita la hora que te condujo a mi casa. 

Bendita tú, Madre de Jesús."

 

Juana y Cusa acuden luego. También se deja ver sonriente Jesús y detrás suyo el grupo apostólico. Cuando María baja, Juana se postra hasta el suelo y la saluda: " Preces a la Flor de estirpe real. ¡Alabanza y bendiciones a la Madre del Verbo Salvador!" y Cusa hace una inclinación, que más profunda no la haría ante Herodes y dice: "Bendita la hora que te condujo a mi casa. Bendita tú, Madre de Jesús."

María, dulce y humildemente responde: "Bendito nuestro Salvador, y benditos los buenos que aman a mi Hijo."

 

"Me permitirás que yo te sirva ¿no es verdad?"

"No a mí. A Él, siempre a Él sírvele y ámelo

y me habréis dado todo. El mundo no lo ama...

 ese es mi dolor."

 

Entran todos en casa, acogidos con las más vivas señales de obsequio, Juana tiene por la mano a María y sonriendo dice: "Me permitirás que yo te sirva ¿no es verdad?"

"No a mí. A Él, siempre a Él sírvele y ámelo y me habréis dado todo. El mundo no lo ama... ese es mi dolor."

"¡Lo sé! ¿Por qué una parte del mundo no lo ama y la otra estaría dispuesta a dar su vida por Él?"

"Porque es la señal de contradicción para muchos. Porque Él es el fuego que purifica el metal. El oro queda limpio. Caen las escorias al fondo y se les arroja afuera. Esto se me dijo desde que Él era un pequeñín... y no pasa día en que la profecía no se cumpla..."

"No llores, María. Lo amaremos y defenderemos" dice Juana por consolarla.

El llanto silencioso de María continúa y que sólo Juana ve, pues ambas están sentadas juntas en un rincón semioscura.

II. 652-654

A. M. D. G.