"NO TE HARÁS DIOSES
EN MI PRESENCIA"
#Se dijo: "No te harás dioses en mi presencia.
#En verdad siempre estamos ante su presencia
#¡Oh! ¡Felicidad eterna cuando, vosotros, espíritus de los justos, veréis a Dios!
#Se dijo: "No adorarás nada de lo que no sea tu Dios verdadero, Único, Eterno". Y se dijo: "¡Yo soy el Dios fuerte y celoso!"
#Devolved a Dios su morada, que no está en los templos de piedra, sino en el corazón de los hombres.
EN "AGUAS CLARAS"
DICE JESÚS:
Se dijo: "No te harás dioses en mi presencia. No te harás ninguna escultura ni representación de lo que está arriba en el cielo o abajo en la tierra o en las aguas o bajo la tierra. No adorarás tales cosas, ni les darás culto. Yo soy el Señor Dios tuyo, fuerte y celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y hago misericordia hasta la milésima generación con los que me aman y observan mis mandamientos".
La voz de Jesús retumba en el salón lleno de gente, porque llueve y todos han ido allí a refugiarse.
En primera línea están cuatro enfermos, esto es un ciego a quien ha conducido una mujer, un niño todo lleno de granos, una mujer amarillenta de ictericia o de malaria y uno a quien han llevado en camilla.
Jesús habla apoyado en el pesebre vacío. Juan y los dos primos, junto con Mateo y Felipe están cerca de Él, mientras Judas con Pedro, Bartolomé y Andrés están a la salida y regulan la entrada de los que todavía están llegando; por su parte Tomás y Simón andan entre la gente haciendo callar a los niños, recogiendo los óbolos, escuchando las peticiones.
"No te harás dioses en mi presencia".
HABÉIS OÍDO CÓMO DIOS SEA OMNIPRESENTE
EN SU MIRAR Y EN SU HABLAR.
En verdad siempre estamos ante su presencia. Encerrados en lo interior de una habitación o en público en el Templo, siempre estamos ante su presencia. Bienhechores ocultos, que aun al que ayudamos ocultamos nuestra cara, y asesinos que asaltamos al viajero en un paso solitario y lo matamos, siempre estamos en su presencia. En su presencia está el Rey en medio de su corte, el soldado en el campo de batalla, el levita en el interior del Templo, el sabio inclinado sobre sus libros, el campesino en el surco, el mercader en su banco, la madre inclinada en la cuna, la recién casada en su habitación nupcial, la virgen en el secreto de la casa paterna, el niño que estudia en la escuela, el anciano que se extiende para morir. Todos están ante su presencia y todas las acciones del hombre igualmente.
¡TODAS LAS ACCIONES DEL HOMBRE!
¡PALABRA TERRIBLE Y PALABRA CONSOLADORA!
¡Todas las acciones del hombre! ¡Palabra terrible y palabra consoladora! Terrible si las acciones son pecaminosas, consoladora si santas. Saber que Dios ve. Freno para hacer el mal. Ayuda para hacer el bien. Dios ve que obro bien. Yo sé que Él no olvida lo que ve. Yo creo que Él premia las buenas acciones. Por lo cual estoy convencido que por estas recibiré un premio, en esta certeza reposo. Esta me dará una vida serena y muerte plácida, porque en vida y muerte mi alma será consolada con el rayo de la luz de la amistad de Dios. De este modo reflexiona el que obra bien. El que obra mal, ¿por qué no piensa que entre las acciones prohibidas están los cultos idolátricos?...¿Por qué él no dice: "Dios ve que mientras finjo un culto santo, adoro un dios o dioses falsos a los que he erigido un altar secreto que no conocen los hombres, pero Él si lo sabe?"
DIOS VE QUE MIENTRAS FINJO UN CULTO SANTO,
ADORO UN DIOS O DIOSES FALSOS
A LOS QUE HE ERIGIDO UN ALTAR SECRETO
QUE NO CONOCEN LOS HOMBRES,
PERO ÉL SÍ LO SABE
Diréis: "¿Cuáles dioses, si ni siquiera en el Templo hay una figura de Dios? ¿Qué casa tiene esos dioses, si al verdadero Dios nos es imposible darle un rostro?" ¡Así lo es! Es imposible darle un rostro, porque el Perfecto y el Purísimo no puede ser dignamente trazado por el hombre. Sólo el espíritu entreve su belleza incorpórea y sublime y oye su voz, gusta de sus caricias cuando Él se derrama sobre un santo suyo merecedor de estos contactos divinos. Mas el ojo, el oído, la mano del hombre no lo pueden ver, oír... y por lo tanto repetir en la cítara del sonido, ni con martillo, ni cincel en el mármol, lo que es el Señor.
HE AQUÍ LOS DIOSES QUE TIENE EL PUEBLO DE DIOS
¡Oh! ¡Felicidad eterna cuando, vosotros, espíritus de los justos, veréis a Dios! La primera mirada será la aurora de la beatitud que por los siglos de los siglos os acompañará. Y sin embargo lo que no podemos hacer por un Dios verdadero el hombre sí lo hace por sus dioses falsos. Alguien erige un altar a una mujer; otro al oro; el de acá al poder; el de más allá a la ciencia; este a los triunfos militares; aquel adora al hombre que está en el poder, semejante suyo por naturaleza, tan sólo superior por la fuerza o por la suerte; hay quien se adora a sí mismo y dice: "No hay otro igual a mí". He aquí los dioses que tiene el pueblo
No os espantéis de los paganos que adoran animales, reptiles, astros. ¡Cuántos reptiles! ¡Cuántos animales! ¡Cuántos astros apagados adoráis en vuestros corazones! Los labios pronuncian palabras mentirosas para adular, conseguir, corromper. Y ¿no son estas las plegarias de los idólatras secretos? Los corazones fomentan pensamientos de venganza, de contrabando, de prostitución. Y ¿no son estos los cultos que se dan a los dioses inmundos del placer, de la avaricia y del mal?
NO ADORARÁS NADA DE LO QUE NO SEA TU DIOS
VERDADERO, ÚNICO, ETERNO
Se dijo: "No adorarás nada de lo que no sea tu Dios verdadero, Único, Eterno". Y se dijo:"¡Yo soy el Dios fuerte y celoso!".
FUERTE: Ninguna fuerza supera a la suya. El hombre es libre de obrar, Satanás de tentar. Pero cuando Dios dice: "Basta" el hombre no puede continuar haciendo mal, ni Satanás tentando. Arrojado este a su infierno, inutilizado en su abuso de hacer mal. Porque hay límite en esto, más allá del cual Dios no permite se vaya.
CELOSO: ¿De qué cosa? ¿Qué cela?... ¿Los mezquinos celos de los hombrecillos? ¡No! Dios cela a sus hijos. Un justo celo. Un amoroso celo. Os creó. Os ama, os quiere. Sabe lo que os daña. Conoce lo que puede separaros de Él. Es celoso de lo que se interpone entre el Padre y los hijos, y los desvía solo por amor que es salud y paz: Dios. Comprended este sublime celo que no es sucio, que no es cruel, que no es carcelero. Sino que es amor infinito, bondad infinita; que es libertad sin confines que se da a las creaturas limitadas para absorberlas en la eternidad para Sí y en Sí, y hacerlas partícipes de su infinitud. Un buen padre no quiere gozar solo de sus riquezas, sino que quiere que gocen de ellas también sus hijos. En realidad más que para sí, para los hijos fueron acumuladas. Igualmente Dios, que trae en este amor y deseo la perfección que hay en cada acción suya.
HAGO MISERICORDIA
HASTA LA MILÉSIMA GENERACIÓN
A QUIENES ME AMAN Y OBSERVAN MIS MANDAMIENTOS
No desilusionéis al Señor. Amenaza con castigar a los culpables y a los hijos de los culpables. Y no miente en lo que dice. Pero no perdáis valor, ¡oh, hijos del hombre y de Dios! Oíd la otra promesa y alegraos: "Hago misericordia hasta la milésima generación a quienes me aman y observan mis mandamientos".
Hasta la milésima generación de los buenos y hasta la milésima debilidad de los pobres hijos del hombre, los cuales caen no por malicia sino por veleidad y por trampa de Satanás. Aun más. Yo os digo que Él abre sus brazos, si con corazón contrito y la cara lavada en llanto decís: "¡Padre! he pecado. Lo sé. Me humillo por esto y te confieso mi pecado. Perdóname. Tú serás mi fuerza para volver a 'vivir' la verdadera vida".
No temáis. Antes de que hubieseis pecado por debilidad, Él sabía que lo haríais. Pero tan sólo su corazón se cierra cuando persistís en el pecado, porque queréis pecar, haciendo de un cierto pecado o de muchos pecados vuestros dioses horrorosos. Destruid todo ídolo, poned al Dios verdadero. El bajará con su gloria a consagrar vuestro corazón, cuando vea que es Él solo entre vosotros.
QUE NO ESTÁ EN LOS TEMPLOS DE PIEDRA,
SINO EN EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES.
Devolved a Dios su morada, que no está en los templos de piedra, sino en el corazón de los hombres. Lavad el dintel, escombrad el interior de toda cosa inútil o de aparato culpable. Dios solo. Sólo Él. ¡Él es todo! De ningún modo es inferior el corazón de un hombre, en que Dios habita, al Paraíso, el corazón de un hombre que canta su amor al Huésped divino.
HACED DE CADA CORAZÓN UN CIELO
Haced de cada corazón un Cielo. Empezad a vivir con el Excelso que en vuestro eterno mañana, se perfeccionará en poder y alegría, y que será tan grande de poder sobrepujar el terrible estupor de Abrahán, Jacob y Moisés. Porque no será más el encuentro resplandeciente y aterrorizador que desciende con el Poderoso, sino el estar con el Padre y Amigo que desciende para deciros: "Mi alegría es estar entre los hijos de los hombres. Tú me haces feliz. Gracias".
El grupo que es de más de cien personas, después de algún tiempo sale de su encantamiento. Alguien llora, alguien sonríe por la esperanza misma de alegría. La gente parece despertar. Se oye como un sordo ruido, un fuerte suspirar, y al final un grito como de libertad: "¡Bendito Tú! ¡Tú nos abres los caminos de la paz!"
Jesús sonríe y responde: "La paz estará en vosotros, si desde hoy seguís el bien".
Luego se dirige a los enfermos y pasa la mano sobre el niño enfermo, sobre el ciego y sobre la mujer amarillenta; se inclina sobre el paralítico y dice: "¡Quiero!"
El hombre lo mira y luego grita: "¡Hay calor en mi cuerpo muerto!" se pone de pie así como estaba, hasta que le echan la cobija encima. La madre levanta a su hijo sin grano alguno, y el ciego abre sus ojos y parpadea al primer contacto con la luz, y unas mujeres gritan: "Dina ya no está amarilla como la retama de la montaña."
El ruido llega a su colmo. Quién grita, quién bendice, quién empuja para ver, quién trata de salir para ir a publicarlo por el poblado. De todas partes Jesús es oprimido. Pedro ve que casi lo estrujan y grita: "¡Muchachos! ¡Sofocáis al Maestro! Abrios paso" y con una buena dosis de codazos y hasta de puntapiés en las espinillas, los doce logran abrirse paso, librar a Jesús y llevarlo fuera.
"Mañana yo tendré cuidado" dice Pedro. "Tú en la puerta y los demás en el fondo. ¿Te hicieron mal?"
"No"
"Parecían locos. ¡Qué modales!"
"Déjalos. Estaban felices... y Yo con ellos. Id con el que pide bautismo. Entro en casa. Tú, Judas junto con Simón da el óbolo a los pobres. Todo. Tenemos mucho, y no es justo que lo tengan los apóstoles del Señor. Vete, Pedro, vete. No tengas miedo de extralimitarte. Te justifico ante el Padre porque Yo soy quien te lo mando. Adiós, amigos."
Jesús cansado y sudado, se encierra en la casa, mientras cada uno de los discípulos cumple su deber con los peregrinos.
II. 739-744
A. M. D. G.