LA VELADA EN "AGUAS CLARAS

 


 

#"Tres cosas echan afuera al hombre: la mujer pendenciera... ; la chimenea que echa humo y el techo que gotea.   

#Deliberan sobre lo que hay que hacer con la velada si dejarla o llevarla al cobertizo  

#"Eres muy bueno, Maestro... pero... nos dices ¿quién es?"  

  #No te regañare. Habla, dice Jesús a Judas   

#Jesús lo mira fijamente (a Judas)   

#¡Esa mujer está loca! ¿Sabes en donde está?   

#¿Qué pensáis que se pueda hacer?  

  #Muchos maestros tiene Israel, y hablan, hablan... pero las almas se quedan como son. ¿Por qué? Porque las almas oyen las palabras de los maestros pero también ven sus acciones. Y estas destruyen a aquellas. Y las almas se quedan donde estaban, si no es que retroceden. Pero cuando un maestro hace lo que dice y obra santamente en sus acciones; aun cuando sólo haga cosas materiales como la de dar un pan, un vestido, alojo al prójimo que sufre, consigue que las almas avancen y lleguen a Dios

 


 

El día es tan tempestuoso que no hay ningún peregrino. Llueve a cántaros y la era se ha convertido en una pequeña laguna por la que flotan hojas secas, que quien sabe de donde sean, pero que el viento las trajo, el viento que silba y sacude puertas y ventanas. En la cocina más que nunca oscura, porque para impedir que entre la lluvia se debe tener apenas un poco entreabierta la puerta, se llena de humo, se salen las lágrimas y se tose porque el viento empuja más adentro el humo.

 

TRES COSAS ECHAN AFUERA AL HOMBRE: LA MUJER

PENDENCIERA... LA CHIMENEA QUE ECHA HUMO Y EL TECHO

QUE GOTEA

 

"Tenía razón Salomón" como un sabio, dice Pedro. "Tres cosas echan afuera al hombre: la mujer pendenciera... y a esa la dejé en Cafarnaum para que se peleé con los otros yernos; la chimenea que echa humo y el techo que gotea. Y esta dos cosas las tenemos... pero mañana me las arreglaré con esta chimenea. Voy al techo y tú, y tú y tú (Santiago, Juan y Andrés) venís conmigo. Y con piedras planas haremos un techo a la chimenea".

"Y ¿dónde te encuentras las piedras planas?" pregunta Tomás.

"En el cobertizo. Si gotea allá no se acaba el mundo. Pero aquí... ¿te molesta que tus platillos no se decoren con más lágrimas de hollín?"

"¡Bonito estaría!¡Ojalá se pudiese hacer! ¡Mira cómo estoy teñido! Me cae en la cabeza cuando estoy cerca del fuego".

"Pareces un monstruo egipcio" dice riéndose Juan.

De hecho Tomás tiene pintada la cara con diversas y extrañas figuras. El primero que se ríe de ello es él, siempre alegre, y se ríe también Jesús porque cuando estaba hablando, una nueva gota llena de hollín le cayó en la nariz y le puso la punta negra.

"Tú que eres experto en el tiempo, ¿qué piensas? ¿durará mucho así?" pregunta Iscariote a Pedro, que hace tiempo está cambiado.

"Ahora te lo voy a decir. Voy a hacerla de astrólogo" dice Pedro y se va a la puerta, la entrecierra sacando un poco el cuerpo y una mano. Después sentencia: "Viento bajo y del sur. Caliente y neblina... ¡Umh! Poco hay que..." Pedro calla, despacio vuelve a entrar, deja la puerta un tantico entreabierta y espía.

 

DELIBERAN SOBRE LO QUE HAY QUE HACER 

CON LA VELADA 

SI DEJARLA O LLEVARLA AL COBERTIZO

 

"¿Qué cosa hay?" preguntan tres o cuatro.

Pedro hace señal con la mano de que guarden silencio. Mira. Luego dice en voz baja: "Es aquella mujer. Ha bebido agua del pozo y tomado un poco de leña del patio. Está toda mojada. No encenderá... se va... voy a seguirla. Quiero ver..." y cauteloso sale.

"Pero ¿dónde puede quedarse para estar siempre cerca?" pregunta Tomás.

"Y ¡para estar aquí con este tiempo!" dice Mateo.

"Ciertamente va al poblado porque antier estaba allí comprando pan" dice Bartolomé.

"¡Tiene una constancia inaudita en estar así velada!" observa Santiago de Alfeo.

"O un gran motivo" concluye Tomás.

"¿Pero será propiamente esa de la que hablaba ayer aquel judío?" pregunta Juan. "Son siempre tan falsos".

Y Jesús continúa callado como si estuviese sordo. Todos lo miran, seguros de que Él lo sabe. Sigue trabajando con un cuchillo en un pedazo de palo suave, que poco a poco va tomando la forma de un trinche para sacar las verduras del agua cuando esté hirviendo. Cuando ha terminado, se lo ofrece a Tomás que está dedicado con todas sus fuerzas a la cocina.

 

ERES MUY BUENO, MAESTRO

 

"Eres muy bueno, Maestro... pero... nos dices ¿quién es?"

"Un alma. Para Mí todos vosotros sois "almas". Ninguna otra cosa. Hombres, mujeres, ancianos, niños, almas, almas, almas. Almas blancas los niños, almas azules los muchachos, almas color de rosa los jóvenes, almas de oro los justos, almas negrísimas los pecadores. Pero sólo almas; sólo almas. Y sonrío a las almas blancas porque me parece sonreír a los ángeles; y descanso entre las flores color de rosa y azules de los adolescentes buenos; y me alegro con las almas preciosas de los justos; y me canso, sufriendo, para hacer preciosas y brillantes las almas de los pecadores. ¿Las caras?... ¿Los cuerpos?...¡Nada! Yo os conozco y reconozco por vuestras almas".

"Y ¿qué alma tiene ella?" pregunta Tomás.

"Un alma menos curiosa que la de mis amigos, porque no indaga, no pregunta, va y viene sin decir palabra, sin echar una mirada".

"Yo creía que era una mujer mala o leprosa. Pero he cambiado de parecer porque... Maestro, si te digo una cosa ¿no me regañas?" pregunta Iscariote y se va a poner cerca de Jesús apoyándose sobre sus rodillas, todo cambiado, humilde, bueno, mucho más bello en esa actitud que no lo es cuando anda pomposo y soberbio.

 

"NO TE REGAÑARÉ, HABLA" DICE JESÚS A JUDAS

 

"Se dónde vive. La seguí una tarde... fingiendo que iba a sacar agua, porque he caído en la cuenta que viene siempre al pozo cuando ya está oscuro... una mañana encontré por tierra una orquilla de plata... exactamente en el brocal del pozo... y comprendí que ella la había perdido. Y bien: ella está en una chocita de leña que hay en el bosque. Tal vez sirve para los campesinos. Está casi en ruinas. Le ha puesto encima ramas que sirven de techo. Tal vez el montón de leña lo quería para eso. Es una cueva. No comprendo cómo puede estar así. Apenas si cabría en ella un perro grande o un asno pequeño. La luna brillaba y pude ver bien. Está medio sepultada en las zarzas, pero adentro... está vacía y no hay puerta. Por esta razón cambié de parecer y caí en la cuenta que no es una mujer de mala vida".

"No lo deberías de haber hecho. Pero sé sincero: ¿No has hecho algo más?"

"No, Maestro. Habría querido verla, porque desde Jericó la vi y me parece conocer su paso suave con el que va veloz a donde quiere. También su persona debe de ser flexible y ... bella. Sí. Se entrevé, no obstante todos esos vestidos... Pero no me atreví a espiarla cuando estaba acostada por tierra. Tal vez no tenía el velo puesto, pero la respeté..."

 

JESÚS LO MIRA FIJAMENTE (A JUDAS)

 

Jesús lo mira fijamente y luego dice: "Y has sufrido. Pero dijiste la verdad. Yo te digo que estoy contento de ti. Otra vez te costará menos ser bueno. Todo consiste en dar el primer paso. ¡Muy bien, Judas!" y lo acaricia.

 

ESA MUJER ESTÁ LOCA ¿SABES DÓNDE ESTÁ?

 

Regresa Pedro: "¡Pero Maestro! ¡Esa mujer está loca! ¿Sabes en donde está? Cerca de la ribera del río, en una casita de madera bajo un matorral. Tal vez en un tiempo sirvió a algún pescador o guardabosques...¡Quién sabe! Jamás me hubiera imaginado que en aquel lugar húmedo, metido en un foso, bajo una enramada de zarzas se encontrase aquella pobre mujer. Le dije: "Habla y sé sincera. ¿Eres leprosa?". Me respondió con voz apagada: "¡No!". "Júralo" le dije. Y ella: "¡Lo juro!". "Mira que si lo eres y no dices y vienes cerca de la casa y llego a saber que eres inmunda, te hago lapidar. Pero si eres perseguida, ladrona o asesina y estás aquí por temor a nosotros, no tengas miedo de nada. Sal de allí. ¿No ves que estás en el agua? ¿Tienes hambre? ¿Estás temblando? Soy viejo, ¿lo ves? No te hago la corte. Viejo y honesto. Por esto ¡escúchame!". Así dije. Pero no ha querido venir. La encontraremos muerta porque está en el agua".

 

¿QUÉ PENSÁIS QUE SE PUEDA HACER?

 

Jesús piensa. Mira las dos caras que lo contemplan. Luego pregunta: "¿Qué pensáis que se pueda hacer?"

"Maestro, Tú decide".

"No. Quiero que vosotros juzguéis. Se trata de algo en que vuestra honra también se halla mezclada. Y no debo violentar vuestro derecho de conservarla".

"En nombre de la misericordia digo que no se la puede dejar allí" dice Simón.

Y Bartolomé: "Diría que hoy se le lleve al galerón. Van también allí los peregrinos y también ella puede ir".

"Es una creatura como todas las demás, ¡en resumidas cuentas!" comenta Andrés.

"Y luego hoy no viene nadie, y por lo tanto..." hace observar Mateo.

"Propondría darle hospedaje por hoy, y mañana decirlo al panadero. Es un buen hombre" dice Judas Tadeo.

"Tienes razón. ¡Bravo! Y tiene tantas cuadras vacías. Una cuadra será un palacio respecto a ese barquichuelo ¡que está haciendo agua!" exclama Pedro.

"Ve a decírselo entonces" dice Tomás con ansia.

"Los jóvenes todavía no han hablado" observa Jesús.

"Para mí está bien lo que tú hagas" dice Santiago y el otro Santiago con su hermano a una voz: "Para nosotros también".

"Pienso solo en que por desgracia fuese a venir un fariseo" dice Felipe.

"¡Oh! aunque caminásemos por las nubes, ¿crees que no nos acusarían? No acusan a Dios porque está lejos. Pero si pudiesen tenerlo cerca, como lo tuvieron Abraham, Jacob y Moisés, le harían reproches... ¿Quién para ellos no tiene culpa?" dice Judas de Keriot

"Si es así, id a decirle que venga a cobijarse bajo el galerón. Ve Pedro con Simón y Bartolomé. Sois viejos y haréis menos fuerza a la mujer. Y decidle que le daremos comida caliente y un vestido seco. El que dejó Isaac. ¿Veis que todo sirve? También un vestido que una mujer dio a un hombre..."

Los jóvenes se ríen, porque el vestido del que se hablaba debió de haber tenido una historia bufa.

Los tres de edad se van... poco después regresan.

"Que si se ha necesitado... pero terminó por venir. Le hemos jurado que no la perturbaremos de ningún modo. Ahora le llevo paja y el vestido. Dame las verduras y un pan. No tiene ni siquiera para comer hoy. Por otra parte...¿quién puede salir con este diluvio?" El buen Pedro sale con sus tesoros.

"Y ahora a todos una orden: por ningún motivo se va al galerón. Mañana proveeremos. Acostumbraos a hacer el bien por el bien, sin curiosidad y deseo de tener con ello una distracción u otra cosa.

¿Veis? Os lamentabais que hoy  no hubiese habido algo útil. Hemos amado al prójimo. Y qué cosa más grande podíamos hacer. Si ella, como es verdad, es una infeliz, ¿no puede nuestro auxilio darle alivio, calor, protección más sentida que los pocos alimentos, el pobre vestido y el techo que le hemos dado? Si es una culpable, una pecadora, una creatura que busca a Dios, ¿nuestro amor no será la más bella lección, la palabra más poderosa, la señal más clara para ponerla en el camino de Dios?"

Pedro entra despacito y escucha a su Maestro.

 

MUCHOS MAESTROS TIENE ISRAEL, Y HABLAN, HABLAN... 

PERO LAS ALMAS SE QUEDAN COMO SON

 

¿POR QUÉ?

 

PORQUE VEN SUS ACCIONES Y ESTAS DESTRUYEN AQUELLAS 

PALABRAS. Y LAS ALMAS SE QUEDAN DONDE ESTABAN

 

CUANDO UN MAESTRO HACE LO QUE DICE Y OBRA 

SANTAMENTE EN SUS ACCIONES...CONSIGUE QUE LAS ALMAS 

AVANCEN Y LLEGUEN A DIOS...

 

"Ved amigos. Muchos maestros tiene Israel, y hablan, hablan... pero las almas se quedan como son. ¿Por qué? Porque las almas oyen las palabras de los maestros pero también ven sus acciones. Y estas destruyen a aquellas. Y las almas se quedan donde estaban, si no es que retroceden. Pero cuando un maestro hace lo que dice y obra santamente en sus acciones; aun cuando sólo haga cosas materiales como la de dar un pan, un vestido, alojo al prójimo que sufre, consigue que las almas avancen y lleguen a Dios, porque las acciones son las que dicen a los hermanos "¡Dios es! ¡Dios está aquí!" ¡Oh! ¡el amor! En verdad os digo que quien ama, se salvará a sí mismo y a los demás".

"Dices bien, Maestro. La mujer me dijo: "Sea bendito el Salvador y quien lo ha enviado, y todos vosotros que estáis con Él" y me quería besar los pies a mí, hombre miserable, y lloraba por debajo de su denso velo... pero... ahora esperemos que no llegue ninguna de esas celebridades de Jerusalén... ¡Si no! ¿Quién nos salva?"

"Nuestra conciencia nos libra del juicio de nuestro Padre. Eso es suficiente" dice Jesús, y se sienta a comer después de haber bendecido y ofrecido el alimento.

Todo tiene fin. 

II. 771-776.

A. M. D. G.