JESÚS EN "AGUAS CLARAS"
NO DECIR FALSO TESTIMONIO
#Los discípulos están intranquilos ante la presencia de personas que consideran enemigas
#"Pero nosotros hemos visto los hechos. Y al revés, sabemos cómo son ellos: los fariseos.
#¿Qué cosa más asquerosa que uno que dice mentiras?
#Odio: Tiene solamente odio quien es amigo de Satanás
#Avidez: "Ese tiene lo que yo no tengo. Deseo lo que él tiene
#Miedo: Muchas veces alguien calumnia por excusarse a sí mismo.
#Pero obrad bien. Obrad bien, y no tendréis jamás necesidad de mentir.
#Sed francos. ¡Qué digna de estima es la boca del hombre que no conoce la mentira!
#Sed sencillos como Dios lo es y lo son los niños.
#Seis cosas odia el Señor y la séptima le causa vómito:
#Viejo como el mundo es el pecado de mentira
#"Yo y Tú somos amigos porque Tú eres bueno y yo te quiero mucho. Ahora también yo digo"
Los discípulos están intranquilos ante la
presencia de personas que consideran enemigas
"¡Cuánta gente! " exclama Mateo, y Pedro añade: "¡Eh, mira! Hay también galileos... ¡Ay! ¡Ay! Digámoslo al Maestro. ¡Son tres honorables desvergonzados!"
"Tal vez vienen por causa mía. Hasta aquí nos persiguen..."
"No, Mateo. El tiburón no come pescaditos, quiere el hombre, una buena presa. Tan solo si no lo encuentra, se atraganta un pez grande. Yo, tú, los demás somos pececitos... una insignificancia."
"¿Lo dices por el Maestro?" interroga Mateo.
"¿Y entonces por quién? ¿No ves cómo miran por todas partes? Parecen fieras que husmean los rastros de la gacela."
"Voy a decírselo..."
"¡Espera! Lo decimos a los hijos de Alfeo. El es muy bueno, una bondad inerme cuando cae en esas bocas."
"Tienes razón."
Van al río a llamar a Santiago y a Judas. "Venid, hay unos tipejos... Buenos para el suplicio. Ciertamente han venido a molestar al Maestro."
"Vamos. ¿Dónde está Él?"
"Ahorita, en la cocina. Vamos pronto, porque si cae en la cuenta, no va a querer."
"Sí, y hace mal."
"También yo lo digo."
Regresan a la era. El grupo señalado como "galileo" habla calmadamente con otras personas. Judas de Alfeo se acerca como por casualidad, y oye: "... las palabras deben apoyarse en hechos."
"¡Y Él así hace! ¡Ayer curó a un romano endemoniado!" le objeta un robusto campesino de aquellos lugares.
"¡Horror! ¡Curar a un pagano! ¡Escándalo!
¿Lo oyes Elí?"
"Hay toda clase de culpas en Él: amistad con
publicanos y prostitutas, trato con paganos y..."
"¡Horror! ¡Curar a un pagano! ¡Escándalo! ¿Lo oyes Elí?"
"Hay toda clase de culpas en Él: amistad con publicanos y prostitutas, trato con paganos y..."
"Y paciencia con los que maldicen. También esto es una culpa. A mis ojos la más grave. Pero ya que Él no sabe y no quiere defenderse a Sí mismo, hablad conmigo. Soy hermano y mayor que Él, y este otro es también su hermano y mucho mayor, hablad."
"¿Pero por qué te sulfuras? ¿Crees que entre nosotros se hable mal del Maestro? ¡Oh! ¡No! Vinimos desde lejos atraídos por su fama. A estos lo estábamos diciendo..."
"¡Mentiroso! Me causas tanto asco que te vuelvo las espaldas." Y Judas de Alfeo, tal vez creyendo que pueda faltar a la caridad para con el enemigo se va.
"¿No es acaso verdad? Decidlo vosotros..."
"Pero "todos" esto es, los otros con quienes hablaban los galileos, se quedan callados. No quieren mentir y no se atreven a desmentir. Prefieren guardar silencio.
"Ni siquiera sabemos cómo es Él..." dice el galileo Elí.
"¿No lo insultaste en mi casa?" pregunta irónicamente Mateo "¿O una enfermedad te ha hecho perder la memoria?"
El "galileo" se cubre con el manto y se va con los otros sin responder.
"¡Bellaco!" le grita por detrás Pedro.
"Pero nosotros hemos visto los hechos.
Y al revés, sabemos cómo son ellos:
los fariseos.
"Quería decir pestes de Él..." explica un hombre. "Pero nosotros hemos visto los hechos. Y al revés, sabemos cómo son ellos: los fariseos. ¿A quién se va a creer? ¿Al Bueno, que verdaderamente es bueno, o a los perversos que se llaman a sí mismos buenos, pero que en resumidas cuentas, no son más que un castigo? Por mi parte sé decir que desde que vengo no me conozco. Era yo un violento, duro con mi mujer y mis hijos, no respetaba al vecino y ahora... Todos dicen en el pueblo: "Azarías no es más el mismo". ¿Y entonces? ¿Se ha oído alguna vez que un demonio haga gente buena? ¿Por quién trabaja entonces? ¿Por nuestra santificación? ¡Oh! ¡Sería estrambótico demonio si trabajase por el Señor!"
Se alegra al saberlo porque quiere vuestro bien
y soporta todo para llevaros a Él.
No os escandalicéis sino del verdadero mal.
"Exacto, hombre. Que Dios te proteja porque sabes comprender bien, ver bien y obrar bien. Continúa y llegarás a ser un verdadero discípulo del Mesías bendito. Se alegra al saberlo porque quiere vuestro bien y soporta todo para llevaros a Él. No os escandalicéis sino del verdadero mal. Cuando veáis que en nombre de Dios Él hace cosas, no os escandalicéis, y no queráis creer a esos que quisieran persuadiros de escándalo, aún cuando veáis que hace cosas nuevas. Este es el tiempo nuevo. Ha venido como la flor nueva que brota después de siglos durante los que la raíz ha trabajado. Si no lo hubiesen precedido no podríamos comprender su palabra. Pero los siglos de obediencia a la Ley del Sinaí nos han dado ese mínimo de preparación para poder aspirar -a partir de nuevos tiempos- de la flor divina que la Bondad ha concedido que veamos, aspiremos todo su aroma y toda su savia para que nos purifiquemos, fortifiquemos y nos hagamos olorosos en santidad como un altar. Siendo el tiempo nuevo, tiene nuevos sistemas, no contrarios a la Ley, sino todos empapados de misericordia y de caridad. Porque Él es la Misericordia y el Amor que ha bajado del Cielo." Santiago de Alfeo saluda y se dirige a la casa.
"¡Qué bien hablas tú!" dice admirado Pedro. "Yo no sé qué decir. Tan solo digo: "Sed buenos. ¡Amadlo, escuchadlo, creedle!" ¡No puedo comprender cómo es que esté contento de mí!"
"Y sin embargo lo está y ¡mucho!" responde Santiago de Alfeo.
"¿De veras lo dices, o es tu buen corazón que te impele a decirlo?"
"En verdad así es. Ayer también lo decía."
"¿Sí? Entonces hoy estoy más contento que el día en que me presentaron a mi esposa. Pero... ¿dónde has aprendido a hablar así tan bien?"
"Sobre las rodillas de su Madre y a su lado
¡Qué palabras!
Él es el único que puede hablar mejor que Ella.
Pero lo que falta a Ella en poder te lo añade
en dulzura... y penetran sus lecciones.
"Sobre las rodillas de su Madre y a su lado ¡Qué palabras! Él es el único que puede hablar mejor que Ella. Pero lo que falta a Ella en poder te lo añade en dulzura... y penetran sus lecciones. ¿Has visto cuando acercas un pedazo de tela a un aceite perfumado? Poco a poco se empapa no del aceite sino del perfume, y así el aceite ya no está pero el perfume queda como testigo para decir: "Yo estuve". Así puedo decir de Ella. También nosotros, telas toscas que nos hicimos suaves cuando Ella penetró con su sabiduría y gracia y su perfume ha quedado en nosotros."
"¿Por qué no haces que venga? ¡Decía que le gustaría! Sería uno mejor... menos calabazas... por lo menos yo. Y también esta gente... ante Ella serían mejores hasta esas víboras que vienen de cuando en cuando..."
"¿Crees? Yo no. Seríamos mejores, y también los pobres lo serían. ¡Pero los poderosos y los malvados!... ¡Oh, Simón de Jonás! ¡Nunca supongas en los demás tus sentimientos honestos! ¡Te desengañarías! Pero... ¡Míralo! No le diremos nada..."
"Me ha dicho este hombre de cuatro años,
que se llama Asrael, que quiere ser un discípulo
y que quiere aprender todo:
Jesús sale de la cocina llevando de la mano a un niñito, que a su lado con pasos menuditos trota mordisqueando un pedazo de pan con aceite. Jesús acomoda su paso largo a las piernitas de su amiguito. "Una conquista" alegre dice. "Me ha dicho este hombre de cuatro años, que se llama Asrael, que quiere ser un discípulo y que quiere aprender todo: a predicar, a curar a los niños enfermos, a que haya uvas en los sarmientos aun en diciembre, y que luego quiere ir a un monte a gritar a todo el mundo: "Venid, está el Mesías!. ¿No es así Asrael?"
El niño dice que sí, que sí y sigue comiendo pan.
"Apenas si sabes cómo comer" lo provoca Tomás.
"No sabes ni siquiera decir quién es el Mesías."
"Es Jesús de Nazaret."
"¿Y qué quiere decir "Mesías" ?"
quiere decir:
El hombre que ha sido enviado para que sea bueno
y para que haga a todos buenos.
"¿Y qué quiere decir "Mesías" ?"
"Quiere decir... quiere decir: El hombre que ha sido enviado para que sea bueno y para que haga a todos buenos."
"¿Y cómo hará para hacernos buenos? Tú que eres un pilluelo, ¿cómo harás?"
"Lo amaré. Y haré todo lo que pueda y Él hará lo que falte porque yo lo querré mucho. Haz también igual y serás bueno."
"La lección se ha dado, Tomás. Tienes la orden. "Ámame y podrás todo porque Yo te amaré si me amases y el amor hará todo en ti". El Espíritu Santo ha hablado. Ven, Asrael. Vamos a predicar" Jesús se pone tan contento cuando tiene consigo un niño, que yo le llevaría todos los niños y haría que todos los niños lo conociesen. ¡Hay tantos que no lo conocen ni siquiera de nombre!
Está casi llegando a donde está la mujer velada y dice al niño: "Di a aquella mujer: "La paz sea contigo". "
"¿Por qué?"
"Porque se parece a ti, cuando te duele algo y lloras. Pero si tú le dices lo que te dije se le pasará."
"La paz sea contigo, mujer. No llores. Me lo dijo el Mesías. Si lo quieres, El te quiere y te cura" grita el niño mientras Jesús lo arrastra consigo sin detenerse. Hay en Asrael madera de misionero, aunque si por ahora es un poco... inoportuno en sus predicaciones y dice más de lo que se le ha dicho que anunciara.
"La paz sea con todos vosotros 'No dirás falto testimonio' " se dijo
¿Qué cosa más asquerosa que uno que dice mentiras? ¿No se podría decir que él reúne crueldad con impureza? Sí. Se puede decir. El mentiroso, me refiero al que lo es en cosas graves, es un cruel. Mata la fama con su lengua. Así pues, no difiere del asesino. Aún más, digo: es más que un asesino. Este mata tan solo el cuerpo, el mentiroso también la buena fama, el recuerdo de alguien. Por lo cual es dos veces asesino. Es el asesino impune, porque no derrama sangre, pero hiere el honor de la persona a quien calumnia y de toda su familia. Ni siquiera traigo a colación el caso de alguien que jurando en falso, hace que otro vaya a la muerte. Sobre este, los carbones del infierno están acumulados. Me refiero al que con palabras mentirosas insinúa y persuade a que otros se pongan en contra de un inocente. ¿Por qué lo hace? ¿O por odio sin motivo alguno, o por avidez de tener lo que el otro tiene, o por miedo?
Odio: Tiene solamente odio quien es amigo de Satanás. El bueno no odia. ¡Jamás! ¡Por ningún motivo! Aun cuando sea vilipendiado y se le haga daño, perdona. Jamás odia. El odio es el testimonio que da de sí misma un alma perdida, y el testimonio más hermoso que se da de un inocente. Porque el odio es la rebelión del mal contra el bien. No se perdona a quien es bueno.
Avidez: "Ese tiene lo que yo no tengo. Deseo lo que él tiene. Pero sólo si siembro la desestima de él podré llegar a tener su puesto. Y lo haré. ¿Mentiré?... ¡Qué importa! ¿Defraudo?... ¡Qué importa! ¿Puedo lograr que una familia completa venga a la ruina?... ¡Qué importa!" Entre tantas preguntas que el astuto mentiroso se hace, olvida, quiere olvidar una pregunta, y es esta: "¿Y si me desenmascarasen?" No se la hace, porque llevado de orgullo y de la avidez, es como si tuviese los ojos tapados. No ve el peligro. Es como si estuviese ebrio. Está ebrio del vino satánico, y no piensa que Dios es más fuerte que Satanás y que toma a su cargo vengar al calumniado. El mentiroso se ha entregado a la Mentira y confía neciamente en su protección.
Miedo: Muchas veces alguien calumnia por excusarse a sí mismo. Es la forma más corriente de mentira. Se ha hecho mal. Se teme que nuestra acción sea descubierta y conocida. Entonces, usando y aprovechándose de la estima que se le tiene todavía, he aquí que los papeles se cambian, pues lo que hicimos se la imputa a otro cuyo honor tenemos. Algunas veces se hace, porque sin querer, el otro fue testigo de nuestra mala acción y con esto se quiere poner a buen recaudo su testimonio. Se le acusa para hacerlo sospechoso, y para que si hablase, nadie lo crea.
Pero obrad bien. Obrad bien, y no tendréis jamás necesidad de mentir. ¿No reflexionáis, cuando mentís, qué yugo tan pesado os ponéis? Está hecho de sumisión al demonio, del temor perpetuo de un mentís, y de la necesidad de recordar la mentira que se dijo y santo y seña de cómo se dijo, aun después de años, para no caer en contradicción. Un cansancio de galeote. Y ¡ojalá fuese para el Cielo! ¡Pero tan sólo sirve para prepararse un lugar en el infierno!
Sed francos. ¡Qué digna de estima es la boca del hombre que no conoce la mentira! ¿Se trata de uno que es pobre, tosco, desconocido? ¿De veras?... Aún cuando así sea, es siempre un rey, porque es sincero, y la sinceridad es más regia que el oro y la diadema. Eleva sobre las multitudes más que un trono y proporciona una corte de buenos, más de los que puede tener un monarca. La cercanía del hombre sincero da intranquilidad y aun con tenerlo cerca uno se siente mal. ¿No piensa el que miente que cuando se descubre su mentira, después, por cualquier razón siempre se sospechará de él? ¿Cómo se puede aceptar cuanto él dice? Aun cuando diga la verdad y quien le oye quiera creerle, con todo en el fondo hay siempre una duda: "¿Pero en dónde está el falso testimonio?" Cualquier mentira es un testimonio falso. No tan solo el legal.
Y LO SON LOS NIÑOS
Sed sencillos como Dios lo es y lo son los niños. Sed veraces en todos los momentos de vuestra vida. ¿Queréis que se os tenga por buenos? Sedlo en verdad. Si un calumniador quiere hablar mal de vosotros, cien buenos dirán: No, no es verdad. El es bueno. Sus obras hablan por él". En un Libro sapiencial se ha dicho: "El hombre apóstata avanza con la perversidad en sus labios... en su perverso corazón prepara el mal y a cada momento siembra discordias...
LA SÉPTIMA LE CAUSA VÓMITO:
Seis cosas odia el Señor y la séptima le causa vómito: los ojos soberbios, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que medita planes inicuos, los pies que corren presurosos al mal, el falso testigo que profiere mentiras, y el que siembra discordias entre sus hermanos... por los pecados de la lengua el malvado se acerca a la ruina... Quien miente da un testimonio falso. El labio veraz permanece para siempre, pero la lengua mentirosa por un instante. Las palabras del murmurador parecen sencillas, pero penetran en las entrañas. Al enemigo se le echa de ver cuando está preparando una traición en su modo de hablar. Cuando hable en voz baja no te fíes de él, porque trae en su corazón siete malicias. Fingidamente esconde su odio, pero su malicia se manifestará... Quien excava el hoyo, en él caerá, y la piedra cae sobre la espalda de quien la arroja sobre sí".
ES EL PECADO DE MENTIRA
Viejo como el mundo es el pecado de mentira, pero el pensamiento del sabio no cambia en su propósito, como no cambia el juicio de Dios respecto del mentiroso. Yo os digo: Usad un solo lenguaje. Que el "sí" siempre sea "sí" y que el "no" siempre sea "no" aun cuando estéis frente de poderosos y dictadores; y vuestro mérito será grande en el Cielo. Os digo, sed espontáneos como el niño que instintivamente va con quien siente que es bueno, y que no busca otra cosa que la bondad. Lo que su misma bondad le hace pensar y además no calcula si dice mucho o si puede recibir un regaño.
Id en paz. Que la verdad sea amiga vuestra".
"Yo y Tú somos amigos porque Tú eres bueno
y yo te quiero mucho. Ahora también yo digo"
El pequeño Asrael, que ha estado sentado todo el tiempo a los pies de Jesús con la cabecita levantada como pajarito que escucha el canto de su padre, tiene un gesto muy cariñoso. Restriega su carita sobre las rodillas de Jesús y dice: "Yo y Tú somos amigos porque Tú eres bueno y yo te quiero mucho. Ahora también yo digo" y esforzando su vocecita para que en el galerón todos lo oigan, dice gesticulando como vio hacer a Jesús: "Escuchad todos. Yo sé a donde van quienes no dicen mentiras y aman a Jesús de Nazaret... Van camino arriba en la escala de Jacob. Arriba, arriba, arriba... junto a los ángeles, y luego se detienen cuando encuentran a Dios" y feliz ríe mostrando sus dientecitos.
Jesús lo acaricia. Baja entre la gente. Entrega el niño a su madre: "Gracias mujer por haberme prestado tu niño."
"¿Te dio molestia...?"
"No. Me dio amor. Es un pequeño del Señor y que el Señor esté siempre con él y contigo. Adiós."
II. 809-816
A. M. D. G.